viernes, 31 de octubre de 2014

Camilo José Cela: Un padre singular.

Cela mi padre. Camilo José Cela Conde.
Ediciones Temas de Hoy. España. 1989.
La primera edición es de noviembre de
1989 y la segunda también. Una antes y
otra después del Premio Nobel.
Hay preguntas tontas y situaciones incómodas. Un buen ejemplo de pregunta tonta sería interrogar al hijo de alguien famoso para que diga cómo es ser hijo de su papá. La relación con su padre se estableció desde el nacimiento y cuando el hijo empezó a tener uso de razón ya su padre estaba allí. Después, mucho después, el hijo se daría cuenta que su padre es una persona conocida, lo cual no llegaría cambiar la relación que tendría con él. Además, el padre que tiene es el único que ha tenido de manera que no tiene idea de cómo serían las cosas si fuera hijo de otro. Quienes plantean la pregunta tonta van en busca del detalle exótico que, casi siempre, el interrogado no logra identificar.
Un hijo de un escritor famoso que lleva además su mismo nombre, se enfrenta con frecuencia a situaciones incómodas. Al presentarse simplemente dice: "Yo soy Camilo José Cela", y escucha como respuesta: "¿Usted es el hijo de Camilo José Cela?"
De preguntas tontas y situaciones incómodas ha estado llena la vida de Camilo José Cela Conde, el hijo de Camilo José Cela Trulock, que es el que todos conocemos. 
Cela Conde cuenta que siendo apenas un niño se puso furioso cuando supo que su padre se llamaba igual que él. "Camilo José Cela soy yo", gritó y le llevó su buen rato comprender que su padre no se llamaba igual que él, sino él igual a su padre. 
Conflictos de personalidad aparte, Cela Conde escribió un libro titulado Cela mi padre, que fue publicado en noviembre de 1989. Su aparición coincidió con el Premio Nobel de Literatura su padre y la segunda edición, del mismo mes y año, viene con un pequeño aviso que reza "Biografía del Premio Nobel de Literatura". El libro no es, en todo caso, una biografía. Es un relato personal e íntimo, muy ameno y alegre, de un alguien que tuvo la dicha de tener un padre divertido y bastante excéntrico.
En las primeras páginas, Cela Conde confiesa que no sabe de cuál de todos los Camilo José Cela tiene que hablar y, sin mucha complicación, se refiere un poco a todos. Al escritor, al viajero, al erudito, al desbocado, al impredecible y también, por supuesto, al padre.
Las anécdotas de Cela y sus frases lapidarias amenizan todo el libro. Además de gran novelista, Cela fue académico de la lengua, senador, editor de la revista Papeles de Son Armadans y, muy especialmente, un personaje público de acciones y palabras sorprendentes. Son muchos quienes incluso sin haber leído ni un solo libro de Cela, repiten de memoria sus contundentes afirmaciones y cuentan con deleite algunos de los miles de trances, reales e imaginarios, que se le atribuyen.
Como tuvo una vida larga y alcanzó la fama muy joven, Cela trató de cerca a prácticamente todos los escritores y artistas reconocidos del Siglo XX. Menéndez Pidal, Pío Baroja, Alberto Moravia, Robert Graves, Curzio Malaparte, Hemingway... la lista es larga.
Cela Conde cuenta un par de episodios simpáticos de la amistad de Cela con su vecino Pablo Picasso y relata la entrevista a Joan Miró en que Cela escribió tanto las preguntas como las respuestas.
Lo mejor del libro, sin embargo, son las memorias domésticas de Cela como padre. Su único hijo nació por el tiempo en que Cela revisaba el manuscrito de La Colmena y, aunque el libro no lo pinta como un padre muy afectivo, sí menciona acontecimientos memorables, como la vez que quiso celebrar el cumpleaños de su hijo con pólvora, la negociación de Cela Conde niño para que su padre le comprara una bicicleta y otros momentos insignificantes pero memorables.
Cela Conde creció en una casa llena de libros pero tal parece que la guía de su padre no era muy oportuna. A los nueve años de edad lo puso a leer el Cantar del Cid y Platero y yo, que consideró lecturas introductorias apropiadas para su edad. Cela Conde no entendió nada del Cid y, por el aburrimiento que le provocaban las aventuras del burrito, llegó a odiar a Juan Ramón Jiménez.
Muy divertido también era el juego favorito de Cela Conde cuando niño, que consistía en hacerse el tonto para mortificar a su padre.
Camilo José Cela Conde.
Cela mi padre es un libro que disfruté muchísimo. Tengo entendido que hay una nueva edición que incluye unas páginas extras sobre los últimos años del escritor, pero no me interesa ni adquirirla ni leerla. La última época de Cela, para quienes lo respetamos y admiramos, fue muy difícil de comprender. Su vida privada y familiar se complicó mucho y se ventilaron en los medios de comunicación masiva varios asuntos que, a decir verdad, competían a muy pocas personas. No sé si se referirá a ello en la edición ampliada, pero si Cela Conde cuenta, como sucedió, que pese a ser hijo único del escritor, debió forcejear para poder sentarse en la primera banca de la iglesia el día de su funeral, es algo que no quiero leer. Prefiero quedarme con esta edición de los tiempos anteriores al final, en que un hijo ingenioso recuerda las ocurrencias de su padre simpático.
Además de preguntas tontas y situaciones incómodas, los familiares de los famosos sufren la desgracia de que sus problemas íntimos se comenten en las páginas de los periódicos.
INSC: 0836 

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