miércoles, 12 de noviembre de 2014

El antihomenaje a Camilo José Cela.

Desmontando a Cela. Tomás García Yebra
Ediciones Libertarias, España, 2002.
Me basto leer un par de páginas para percatarme que adquirir este libro había sido un error. Supuse ingenuamente que sería una biografía o un reportaje y resultó ser, como bien dice José Luis de Vilallonga en el prólogo, un texto en que más que frases hay puñetazos. Yo agregaría que también hay varios golpes bajos. El autor, Tomás García Yebra, tal parece que tiene una extraña fijación con Camilo José Cela o, al menos, le pone mucha atención tanto a su obra literaria como a su vida pública y privada, hasta el punto de escribir un libro contra él. El libro estaba a medio hacer cuando Cela murió y García Yebra, según confiesa en la primera página, pensó por un instante en abandonar el proyecto pero, finalmente, acabó terminándolo y publicándolo.
Soy respetuoso de las opiniones ajenas. Cada uno está en su derecho de sentir simpatía o antipatía por cualquier otro y de manifestar públicamente lo que piensa. Sin embargo, siempre me ha resultado fastidioso prestarle atención a alguien que solo quiere hablar mal de otro. Por un momento, pensé en abandonar la lectura pero, cuando uno tiene un libro en las manos, lo lógico es leerlo y, al terminarlo, uno siempre tiene algún comentario que hacer. No es un libro que recomiende así que, para ahorrarle a otros la lectura, lo resumo.
El libro toca varios temas. Empieza con el caso, bastante conocido, de la novela La cruz de San Andrés, con la que Cela obtuvo el Premio Planeta y que, tal parece, fue reescrita sobre la novela Carmen, Carmela, Carmiña (Fluorescencia) que la escritora gallega Carmen Formoso presentó al mismo certamen. Se refiere al trabajo de Cela como censor en los primeros años de la dictadura de Franco. Muy de pasada menciona La Catira, novela que Cela escribió por encargo del dictador venezolano Pérez Jiménez. Recuerda el hecho de que en el I Congreso Internacional de la Lengua, en Zacatecas, México y en el II Congreso Internacional de la Lengua, en Valladolid, Cela leyó el mismo discurso. Hace una lista de declaraciones de Cela que son contradictorias con otras declaraciones suyas anteriores. Sugiere la posibilidad de que Cela recurriera a "negros" para sus colaboraciones periodísticas. Consigna datos sobre la Fundación Camilo José Cela en Galicia. Reproduce conversaciones que tuvo con el hijo y la segunda esposa del escritor. Cuenta el par de veces que lo vio en persona. Juzga como falsa y oportunista la amistad que Francisco Umbral le profesó a Cela en vida. Comenta, con buen criterio y amplia visión, los primeros libros del escritor. Y, con frecuencia y a lo largo del libro, se refiere a situaciones de la vida personal y familiar de Cela.
Mi primera impresión, tras la lectura de este libro, es que García Yebra cayó en la trampa de prestarle demasiada atención al autor de los libros que lo habían fascinado, en vez de concentrarse en los libros mismos. Cuando uno lee un libro que logra impresionarlo, es natural que se despierte la curiosidad por saber algo más acerca de quien lo escribió, pero la figura del autor, en muchos casos, puede llegar a ser una distracción para su obra misma. Todos los aficionados a lectura tenemos alguna experiencia en este sentido. En algunos casos, ha sido un verdadero placer conocer en persona a los autores de los libros que nos han fascinado. En otros, ha sido una verdadera desilusión. También ocurre con frecuencia que conocemos a un escritor simpático, encantador como persona, cuyos libros no nos despiertan el más mínimo interés. 
A fin de cuentas, con el pasar de los años, los autores se olvidan y los libros permanecen. Cuando leemos las obras inmortales de la literatura universal, de autores anónimos o antiguos, no sabemos nada acerca de quien las escribió ni nos hace falta. 
Ponerle atención al autor, repito, es una distracción. Los enredos personales del final de la vida de Cela, los divorcios, cacerías y el suicidio de Hemingway o el proceso judicial que debió enfrentar Oscar Wilde, por citar solo unos casos, con frecuencia se ponen en primer plano al mencionar a estos maestros de la literatura, cuando lo que debería estar en primer plano son las brillantes páginas que escribieron y que seguirán leyéndose incluso cuando sus biografías dejen de ser tema de controversia. 
Con Shakespeare, no existe el riesgo de distraerse. ¿Alguien ha visto una biografía de Shakespeare? No hay biografías de Shakespeare porque todo lo que sabe de su vida es poco más de tres docenas de datos específicos sin detalles. Toda la información disponible que existe sobre la vida de Shakespeare (47 datos concretos) cabe en un par de páginas. Ahí están, eso sí, sus tragedias, sus comedias y sus sonetos. 
Hay personas que se declaran aficionados al cine o interesados en la política, cuando, en realidad, lo que le gusta es el chisme. Las páginas de los periódicos están llenas de chismes de estrellas de cine y de chismes políticos. También, con frecuencia, los suplementos culturales traen una buena dosis de chismes literarios. 
Volviendo al libro, de la página 141 a la 163, García Yebra comenta La familia de Pascual Duarte, Viaje a la Alcarria, La colmena y el artículo que escribió Cela a la muerte de Pío Baroja. Son reseñas escritas con verdadera admiración. Camilo José Cela es un gran novelista que escribió verdaderas obras maestras. García Yebra es, sin lugar a dudas, uno de sus lectores más atentos y también, a pesar de este libro, uno de sus grandes admiradores. Es evidente que García Yebra ha dedicado tiempo, atención y paciencia en la lectura de las obras del gran escritor gallego, al punto de convertirse en una autoridad en materia celiana. Sabe hasta cuáles trayectos del viaje a la Alcarria Cela realizó a pie o en autobús. ¿Este dato aporta algo a la lectura de ese libro de viajes? Pues no, y hay que decirlo. Es un dato de fanático para fanáticos.
Cuando Cela murió, García Yebra, que es periodista, escribió un artículo necrológico de un tirón en que consignó los datos de memoria. Esa nota, incluida en el libro, es perfecta. Combina información biográfica con apreciación literaria, es comedida, equilibrada, profesional, seria e informativa.
Si todo el libro hubiera sido como esa nota, García Yebra habría escrito un formidable estudio sobre la vida y obra de Camilo José Cela. Un estudio que no tenía por qué haber sido necesariamente un homenaje, sino un texto justo y balanceado, informativo y justificado, que no apartara la vista de lo controversial pero que tampoco se concentrara solamente en ello. Ese libro, está en mi imaginación y no es, definitivamente, el que tengo en mis manos. García Yebra, por razones que solo él sabrá, optó por hacer un antihomenaje. 
A fin de cuentas, debo retractarme de lo dicho en la primera línea de esta nota. Adquirir este libro no fue un error. Leerlo y comentarlo tampoco. Los libros, todos los libros, lo hacen uno pensar y, al menos en mi caso, esa es la principal razón por la que leo.


INSC: 2561  



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