jueves, 20 de noviembre de 2014

Recuerdos divertidos.

Unas de palo y otras de miel.
Germán Serrano Pinto,
Editorial Realidad, Costa Rica, 2000.
Muchos políticos resultan cómicos, pero no muchos tienen sentido del humor. Germán Serrano, quien se distinguió por su seriedad en la función pública, tiene también un gran sentido del humor, como lo demuestra en su libro de memorias Unas de palo y otras de miel, que publicó en el año 2000 con la Editorial Realidad. 
El libro, ilustrado con dibujos de la escritora costumbrista Dorothy Pinto, madre del autor, en opinión de don Beto Cañas es "en ocasiones triste y con frecuencia cómico".
Don Germán fue secretario particular del Presidente José Joaquín Trejos Fernández y fue Vicepresidente de la República de 1990 a 1994, fue Presidente en ejercicio en algunas ocasiones, pero en su libro no se ocupa de comentar su paso por la función pública, sino en compartir con los lectores esos momentos memorables y jocosos que los costarricenses llamamos "pachos".
El título del libro se lo debe a una sugerencia de don Enrique Guier, ex Presidente de la Corte Suprema de Justicia, quien sostenía que los políticos deben dar, en dosis adecuadas, palo y miel. "Es como al burro" -decía- "si usted le da solo palo, se sienta y no podrá hacerlo andar más, pero si le da solo miel se empacha y no querrá seguir caminando. En cambio, con un poco de palo camina; antes de que se enoje, miel; y así con la dosis adecuada de palo y miel seguirá avanzando por el camino hasta alcanzar la meta esperada."
Ante estas observaciones de un Maquiavelo a la tica, podría agregarse que a los políticos no solo les toca dar, sino también recibir dosis de palo y miel. En su libro, por cierto, don Germán no habla del palo y la miel que repartió, sino más bien de las duras y dulces cantidades de ambos que le tocó recibir.
Es interesante que para la portada se haya escogido una fotografía del autor sonriendo, porque precisamente ese es el tono en que está escrito el libro. El texto no está estructurado como una autobiografía o una secuencia de relatos, sino como una colección de anécdotas, cada una independiente de la otra. El tono en que están narradas las historias es tan ameno que resulta casi conversacional. A veces hasta da la impresión de tener al autor al frente, con taza de café en la mano, contando con la misma sonrisa de la portada las situaciones alegres e incómodas que le ha tocado vivir.
Arranca desde su infancia, en un barrio Amón en que los niños todavía podían bañarse en las pozas del río Torres "que ya empezaban a oscurecerse".
La guerra civil de 1948 ocurrió cuando aún no había entrado a la escuela y la gran aventura consistía en escuchar tiros lejanos, mirar a combatientes y a mariachis con el rifle al hombro caminando por las calles y dormir en el cuarto del fondo, con las paredes forradas de colchones por aquello de una bala perdida.
Pasa luego a relatar sus experiencias en el Colegio de los Ángeles, donde recibió una formación católica, conservadora e hispanófila, de parte de unos curas dominicos españoles muy pintorescos.
Era un joven inquieto y por su iniciativa y liderazgo se fundó el Movimiento Nacional de Juventudes, durante la administración de don Chico Orlich. El presidente José Joaquín Trejos Fernández lo llamó a trabajar a su lado. Serrano Pinto tenía solamente veintiséis años cuando ocupó el cargo de secretario del Consejo de Gobierno y asistente personal del Presidente de la República. Apenas nombrado en el cargo, pasó la vergüenza de quedarse tirado en medio de la carretera con el presidente y la primera dama, ya que a su viejo Volkswagen, en el que viajaban los tres sin escolta, no le funcionaba el medidor de gasolina.
Al lado del presidente Trejos le tocó pasar momentos amargos, como las protestas de Alcoa, pero si nos atenemos a lo que menciona en el libro, los buenos momentos fueron más y mayores. Siendo secretario del presidente se enamoró de la secretaria de la primera dama, con quien se casó y tuvo seis hijos. "Un verdadero ejemplo de planificación familiar", según bromea él mismo.
En la administración de Rodrigo Carazo, don Germán se desempeñó como Ministro de Trabajo. Es por todos conocida y apreciada su gran capacidad de negociación y su actitud abierta al diálogo, que le ganaron el respeto tanto de los empresarios como de los sindicalistas. Lo que no sabíamos, hasta que lo confesó en este libro, es que veces, especialmente en los momentos más duros y difíciles, las negociaciones se llevaban a cabo en su casa y, si se alargaban mucho, a su señora le tocaba cocinar para darles de comer a las partes en conflicto. Durante la administración de Rafael Ángel Calderón Fournier fue segundo vicepresidente de la República. Un cargo que don Germán creía importante hasta que, un diplomático (por cierto no muy diplomático), luego de que se lo hubieran presentado dijo un poco sorprendido: "¿segundo y vice?"
Desde su posición en el Ejecutivo, debió afrontar situaciones complicadas, pero el libro no tiene páginas amargas y siempre queda la sensación de ver a don Germán sonriente diciendo: "Fue difícil pero ya pasó."
Además de lo divertido de las anécdotas, el libro tiene el mérito de mostrar la importancia de valores como la honestidad, la rectitud y la caballerosidad.
Cuenta don Germán que, estando en el colegio, le indignaba tanto que los compañeros fumaran a escondidas de los curas, que una vez, delante de ellos, no solo sacó un cigarrillo frente al padre director, sino que hasta le pidió fuego. La misma actitud clara y directa tuvo luego con diputados, ministros, empresarios y hasta con los huelguistas que le secuestraron completa la sede del ministerio a su cargo. La caballerosidad de don Germán queda patente en el siguiente hecho: por increíble que parezca en un político, en todo el libro no habla mal de nadie. Se refiere con igual cariño a don Chico que a don José Joaquín. Es respetuoso al referirse tanto a los miembros de su partido como a los del partido contrario y, aunque en un par de ocasiones señala que, a su juicio, los funcionarios involucrados no actuaron correctamente, nunca cae en la censura ni, mucho menos, en el ataque personal.
En el prólogo del libro, don Beto Cañas le reclama que no haya hecho una crónica más ordenada y puntual de su vida. Don Germán acató el consejo y escribió sus memorias, ya en tono serio. Este libro, en clave cómica, sin embargo, es muy agradable precisamente porque de forma sencilla, modesta y sin pretensiones, recopila recuerdos divertidos.

INSC: 1004

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