lunes, 8 de diciembre de 2014

Vargas Llosa y el lenguaje de la pasión.

El lenguaje de la pasión. Mario Vargas Llosa.
Aguilar, México, 2001.
En un foro de lectores, una señora, tras decirle a Mario Vargas Llosa que le gustaban mucho sus novelas, pero que le disgustaban sus artículos, cerró su intervención preguntando: "¿Qué puedo hacer?" La respuesta de Vargas Llosa fue escueta: "Si mis novelas le gustan, sígalas leyendo. Si mis artículos le desagradan, pues no los lea."
Me parece que el asunto, aparentemente simple, podría explorarse más a fondo. La reacción de la señora es una de varias posiciones posibles. Habrá personas que disfruten tanto sus novelas como sus artículos. Habrá también a quienes les desagraden tanto sus novelas como sus artículos y, en la posición opuesta a la de la señora, habrá quienes se deleiten con sus artículos pero no estén interesados en sus novelas. 
En sus novelas, Vargas Llosa toma un puñado de personajes, los ubica en determinada época y lugar y cuenta lo que les ocurre. La trama es el foco de atención y el autor de la obra está oculto. Los artículos de Vargas Llosa, en cambio, aunque suelen brindar datos informativos y tengan con cierta frecuencia pretensiones analíticas son, ante todo, opinión. 
El lector de novelas se sumerge en el mundo propuesto, se familiariza con los personajes, sigue con atención los acontecimientos y acaba agradecido con el autor capaz de fascinarlo, conmoverlo o impresionarlo. Una buena novela acaba siendo recordada, no como una lectura, sino como una experiencia. El lector de novelas, para poder disfrutarla, estable desde la primera línea un vínculo de complicidad con el autor. 
El lector de un artículo, en cambio, si es un lector inteligente y crítico, analiza y cuestiona cada idea sugerida y la confronta con las propias. Al leer un artículo, constantemente el lector se pregunta si está de acuerdo  o no con lo que está leyendo. En las novelas aceptamos las cosas como son, en los artículos cuestionamos la opinión, el análisis y, en algunos casos, hasta los propios datos. Muchas veces y sin darnos cuenta, calificamos un artículo como "muy bueno", simplemente porque estamos de acuerdo con lo que expresa. Pero en los artículos, como en cualquier otra creación literaria, la forma cuenta. Puede ocurrir también que, aunque estemos de acuerdo con el contenido, la composición del artículo nos acabe defraudando.
Vargas Llosa ha estado relacionado al quehacer periodístico desde mucho antes que surgieran en él pretensiones literarias. Ha sido redactor, reportero, editorialista y columnista. Su obra periodística juvenil habrá que rastrearla en las hemerotecas, pero los artículos de opinión que empezó a publicar en 1992 en el diario español El País, ya han sido recopilados en tres libros: Desafíos a la libertad (1994), El lenguaje de la pasión (2001) y La civilización del espectáculo (2012). Un dato curioso es que, aunque tiene mucho material para escoger, puesto que publica un promedio de veinticinco artículos por año durante los últimos veintidós años, hay cuatro artículos incluidos en libro del 2001 que se repiten en el del 2012.
Mientras Desafíos a la libertad y La civilización del espectáculo son recopilaciones temáticas, El lenguaje de la pasión es una antología variada que incluye semblanzas de personajes históricos, crónicas de viajes, recuerdos personales y temas de actualidad (actualidad en su momento, se entiende), sobre los que Vargas Llosa expone, explica y justifica su opinión.
El artículo que da título al libro, es el homenaje que Vargas Llosa escribió a propósito de la muerte de Octavio Paz, acaecida en 1998. En realidad, el título, tanto del libro como del artículo es una cita de Paz quien, al referirse a André Bretón,  dijo que hablar del fundador del surrealismo sin emplear el lenguaje de la pasión era imposible. Vargas Llosa menciona, en la introducción del libro, que trata de escribir de la manera más desapasionada posible, "pues sé", afirma, "que la cabeza caliente, las ideas claras y una buena prosa son incompatibles". Curiosamente, más adelante sostiene que en sus artículos: "me esfuerzo por comentar algún suceso de actualidad que me exalte, irrite o preocupe, sometiéndolo a la criba e  la razón y cotejándolo con mis convicciones, dudas y confusiones".
No acabo de comprender el método. Vargas Llosa escoge los temas basado en reacciones emocionales pero, al desarrollarlo pretende hacerlo desapasionadamente. Debo señalar que su objetivo solamente lo logra en parte. Es verdad que al exponer un hecho, informar de los antecedentes y describir las situaciones, así como al analizar sus causas y consecuencias, Vargas Llosa suele hacerlo de manera fría y objetiva pero, con mucha frecuencia, al expresar su opinión, se acalora más allá del límite de la prudencia y suelta epítetos de origen visceral. Al final de cuentas, sus artículos son una extraña mezcla en que el tema se plantea con el lenguaje de la razón pero se comenta con el lenguaje de la pasión. El tono sereno y desapasionado de la exposición de los hechos, se pierde por completo a la hora de comentarlos. El contraste es tan fuerte que muchísimas afirmaciones acaban percibiéndose, no solo como desmedidas, sino totalmente fuera de lugar.
Personalmente, habría preferido mayor definición. O análisis sereno, o reacción emocional. Con el lenguaje de la razón se hace un recuento de los hechos, se juzgan, se desmenuzan, se llega a conclusiones y, si es preciso, se debaten, se argumentan y se cuestionan las opiniones contrarias. Con el lenguaje de la pasión se celebra o se lamenta, se da rienda suelta a la expresión de emociones y se permite que la subjetividad califique con los adjetivos que crea oportuno todo lo que tenga al frente. El lenguaje de la razón se utiliza para mostrar, analizar y explicar aquello sobre lo que uno cree haber comprendido. El lenguaje de la pasión se elige cuando uno siente la necesidad de expresar las propias emociones con toda intensidad, incluso sobre aquellos temas que no tenemos del todo claros.
Trato de no perderme los artículos de Vargas Llosa. Siempre plantea temas interesantes y es capaz de sacarles mucho jugo al desarrollarlos. Aunque la combinación de pensamiento frío y emoción caliente, típica de sus artículos, me incomoda un poco, aunque me lo sugiriera él mismo, no voy a dejar de leerlos.
INSC: 1960

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