lunes, 17 de octubre de 2016

Retrato en familia. Poesía de Osvaldo Sauma.

Retrato en Familia. Osvaldo Sauma.
Editorial Universitaria Centroamericana.
EDUCA. Costa Rica, 1986.
Ser poeta no es nada fácil. Osvaldo Sauma lo ha tenido claro desde sus primeros pasos en este oficio que tanto cuesta y que nadie entiende. No se trata de acechar las palabras para que muestren un brillo fugaz, ni enlazarlas en busca de tonos sorprendentes. Lo que Osvaldo ha hecho, desde la publicación de Las huellas del desencanto, su primer libro, en 1982, ha sido más bien acariciar las palabras, como si fueran la lámpara de Aladino, para que, al disolverse, surja de ellas el sonido capaz de expresar con precisión su emoción, su dolor y su asombro ante la vida.
En La canción del oficio, poema que ha llegado a convertirse en un verdadero himno, el propio Osvaldo aclara que la dificultad del oficio de poeta no es que sea mucho lo que se arriesga, sino que es incierto lo que acierta.
Un verdadero poeta no es un malabarista que deslumbra con juegos verbales. El deslumbramiento, en poesía, no es la meta, sino el punto de partida. El poeta camina por la vida en medio de la multitud pero, a diferencia de la gran mayoría de quienes lo rodean, es capaz de asombrarse ante los tropiezos cotidianos. Personajes para otros insignificantes, como el gato del barrio que llega a visitarlo o la cucaracha que corre a esconderse al saberse descubierta, son capaces de provocar, en un alma sensible, impresiones intensas que eventualmente acabarán convertidas en poemas.
En Retrato en familia, el segundo libro de Osvaldo, publicado por EDUCA en 1986, están los poemas del gato y la cucaracha, la canción del oficio y un sentido homenaje a Roque Dalton, entre otras creaciones memorables en las que el por entonces joven autor logró, tal vez sin darse cuenta, cumplir su anhelo de escribir poemas en limpio y con mayúscula. 
Materialmente, Retrato en familia es un libro pequeño, un folletito de apenas cincuenta páginas que cabe en el bolsillo de la camisa, que no pesa en las manos y que, por su extrema delgadez, resulta difícil de localizar en los estantes de la biblioteca. Poéticamente, en cambio, Retrato en familia es un gran libro y cada vez que lo repaso me asombro al descubrir tanta sensibilidad y sabiduría contenida en tan poco espacio, tantas imágenes sugerentes retratadas de manera intensa sin necesidad de recurrir a más palabras que las estrictamente necesarias y tantas revelaciones profundas y esclarecedoras plasmadas en apenas un par de líneas.
Con este libro, Osvaldo Sauma obtuvo el Premio del Certamen Literario Latinoamericano que convocó la Editorial Universitaria Centroamericana en 1985. El jurado, integrado por Ana Istarú, Francisco Garzón Céspedes y Rubén Vela, destacó en el fallo "la muestra de verdadera madurez en el uso del lenguaje" y "el reflejo de rigor y disciplina". Es decir, reconocían como un maestro del oficio a un poeta que, en su segundo libro, declaraba que los aciertos, en poesía, nunca son evidentes.
Erratas advertidas, de Carlos Cortés, una obra experimental de vocación muy distinta a la de Retrato en familia, fue el libro finalista del Certamen. Ambos, Carlos y Osvaldo, además de la poesía, tienen en común el haber ejercido la docencia y el periodismo. Con el paso de los años, Carlos, sin abandonar la poesía, se ha inclinado por la narrativa y ha llegado a ser un destacado novelista. Osvaldo, por su parte, ha seguido fiel al oficio que tanto cuesta y que nadie entiende. En 1993 publicó Asabis, en 1997 Madre fértil tierra nuestra, en el año 2000 su maravillosa Bitácora del Iluso, en 2006 El libro del adiós y en 2013 su obra reunida titulada, precisamente, La canción del oficio.
Autor de numerosas antologías poéticas (Seis poetas latinoamericanos, Martes de poesía en el Cuartel de la Boca del Monte, Tierra de Nadie, La sangre iluminada, etc.), los poemas de Osvaldo Sauma ha sido publicados en numerosos países de América y Europa y traducidos a diversas lenguas. 
El reconocimiento y prestigio alcanzado, los premios, los elogios de grandes autores, las numerosas publicaciones en revistas internacionales y el hecho de que hasta quienes presumimos de ser sus amigos cercanos lo llamemos Maestro, no ha cambiado en nada la actitud con que Osvaldo ejerce su oficio de poeta. Sigue siendo un hombre capaz de asombrarse y conmoverse ante los pequeños detalles que encierran grandes verdades y la experiencia acumulada no ha hecho más que confirmar su intuición, manifestada hace ya bastantes años, de que en la poesía, como en la vida, se avanza a tientas en medio de tantas muertes que nos acechan y que revierten, en este sueño, la fe fraterna.


Comparto tres poemas de Retrato en familia y, al final de la nota, está el video de La canción del oficio, musicalizada por Manuel Monestel e interpretada por Cantoamérica.

El poeta Osvaldo Sauma. 
La otra orilla


Habité en hostales sórdidos
escuchando la tos del vecino
y no tuve una ventana
donde cruzara a veces la vida

cegado
por las espumas de entusiasmo
ensayaba un sueño distinto

sólo supe leer
en el ojo de los estatuas
el último peso de los muertos
mientras en la selva lejana
la vegetación florecía
sobre caterpillars olvidados


Aquí está mi canto


No acecho las palabras
para que muestren
el ardor fugaz de sus orillas
ni las enlazo
en busca de tonos sorprendentes
para gusto de los enterradores

las acaricio más bien
con fervor reposado
para que se disuelvan precisas
entre el sonido de mis dolencias
y canten tremolando por las calles
esta devoción
por la vida y sus deslumbramientos



La canción del oficio


Cuesta este oficio
que nadie entiende
que tanto cuesta
y no es
que sea mucho
lo que se arriesga
es que es incierto
lo que se acierta
y todo esto pesa
como evidencia
de tantas muertes 
que nos acechan
y nos revierten
en este sueño
la fe fraterna.


INSC: 0994



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