lunes, 7 de noviembre de 2016

Camilo José Cela en Ecuador.

Camilo José Cela en la Academia Ecuatoriana.
Carlos Joaquín Córdova, Alicia Yáñez Cossío,
Susana Cordero de Espinoza, Jorge Salvador
Lara, Hernán Rodríguez Castelo.
Academia Ecuatoriana de la Lengua.
Ecuador. 2002.
Todas las notas biográficas de Camilo José Cela mencionan que, a mediados de los años cincuenta, se trasladó a Venezuela y que por encargo del dictador Marcos Pérez Jiménez escribió la novela La Catira, publicada en 1955. Pocos saben, sin embargo, que el primer viaje de Cela fuera de Europa tuvo lugar apenas un par de años antes de su residencia venezolana, cuando fue invitado a visitar Ecuador.
El responsable de ese primer viaje trasatlántico del célebre escritor gallego fue don José Martínez Cobo, joven ecuatoriano a quien el gobierno de su país había becado para que cursara estudios en Madrid. Durante los cuatro años que tardó en concluir su carrera (1949-1952), Martínez Cobo se hospedó en una residencia llamada "De Relaciones Culturales", dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores de España y ubicada en el número 4 de la calle Granja. Además de becarios latinoamericanos, en ese sitio paraban estudiantes españoles de provincia. Aunque por esa época Cela ya había abandonado los estudios formales y se buscaba la vida lo mejor que podía, por algún motivo acabó alojándose en esa casa.
Durante las inagotables tertulias que marcaron el inicio de una relación que con los años iría haciéndose más estrecha, Martínez Cobo tanto le habló a su nuevo amigo de las bellezas de Ecuador que acabó despertando en él la necesidad de confirmar con sus propios ojos, como Santo Tomás, si todo lo que le habían dicho era verdad. En aquellos tiempos España vivía una situación económica verdaderamente difícil que el propio Cela ya había retratado, con amplitud y crudeza, en su novela La Colmena. Sin embargo, pese a lo difícil que era reunir dinero para satisfacer las necesidades más elementales, don Camilo, soñando despierto, afirmó que, de lograr un golpe de suerte, estaría dispuesto a sacrificarlo para irse de viaje a Ecuador.
El golpe de suerte ocurrió, pero el sacrificio no fue necesario.
Apenas regresó a su país, ya con el título de Doctor en Derecho, José Martínez Cobo fue nombrado Ministro de Educación y una de sus primeras iniciativas en el cargo fue invitar a Camilo José Cela a visitar Ecuador como huésped oficial. 
La noche que aterrizó en Quito hubo una recepción en la Embajada de España. Don Jaime Dousdebés Carvajal, el encargado de recogerlo en el aeropuerto, se vio en apuros ya que Cela, al principio, se negó a acompañarlo. No le parecía nada atractivo ni interesante, en sus primeras horas en el continente americano, irse a meter a la Embajada de España. La sed por una copa acabó convenciéndolo. En el camino, se detuvieron en cuanto negocio abierto encontraron, pero en ninguno pudo Cela conseguir tabaco negro.
Cela era por ese entonces un hombre joven, tenía apenas treinta y siete años, pero ya había alcanzado, entre los círculos de lectores, la estatura de celebridad. La familia de Pascual Duarte, de 1942, le generó una fama instantánea y La Colmena, publicada en Buenos Aires en 1951 (hacía apenas dos años), era todavía el libro del momento.
Pronto hizo amistad con los intelectuales, artistas y escritores locales. Recorrió sin prisa la capital ecuatoriana, deteniéndose en los museos, los templos y los palacios coloniales. Frecuentó bibliotecas y centros culturales, dictó conferencias y disfrutó de interminables tertulias vespertinas en los cafés. Pasó varios días en la ciudad de Ambato y visitó también Cuenca y Guayaquil. Se sentía tan a gusto en cada sitio que resultaba difícil convencerlo de desplazarse a otra población. En Ecuador estuvo siempre alegre y contento y quienes lo atendieron, desde catedráticos hasta empleados de fondas y pensiones, nunca encontraron en él un temperamento difícil ni sufrieron los desplantes toscos o arrebatos egocéntricos que, muchos años después, serían frecuentes en él. 
Al amplio y sonoro anecdotario de salidas de tono de Camilo José Cela, su presencia en Ecuador no tiene nada que agregar. 
El Camilo José José Cela que visitó Ecuador en 1953 era un joven alto y extremadamente delgado, de conversación inteligente y modales refinados que logró ganarse la simpatía de sus anfitriones. Cuando Martínez Cobo lo llevó a conocer al Presidente de la República don José María Velasco Ibarra, quien ejercía entonces el tercero de sus cinco mandatos, le advirtió que el gobernante estaba sumamente ocupado y no podía dedicarle más de diez minutos. Para desesperación de los ministros que esperaban en la antesala, la conversación entre Cela y Velasco se prolongó por más de dos horas.
En el año 2002, poco después de la muerte de Cela, con el auspicio de la Embajada de España en Ecuador, se publicó un libro en el que, además del recuerdo de la visita, se incluyen apreciaciones sobre su obra realizadas por miembros de la Academia Ecuatoriana de la Lengua.
Susana Cordero de Espinosa comenta La Familia de Pascual Duarte, Alicia Yáñez Cossío, La Colmena, Jorge Salvador Lara, El viaje a la Alcarria y Hernán Rodríguez Castelo, Mazurca para dos muertos.
Confieso que los datos sobre la presencia de Cela en el país sudamericano son mucho más interesantes que los análisis literarios. Aunque toda apreciación es respetable y valiosa, a veces los estudiosos de la literatura se distraen al reproducir las opiniones de otros o llevan su lectura hasta extremos inverosímiles.
En el texto de Alicia Yáñez Cossío sobre La Colmena, aparece una larga cita textual de Gonzalo Torrente Ballester en que le reclama a Cela no haber explorado más a fondo la vida de la multitud de personajes de La Colmena, de los cuales, mientras salta de uno a otro, solamente menciona hechos y situaciones concretas. "El lector pierde ese asidero por el que podría enterarse de una vida entera", dice Torrente. "Tenemos de cada uno de ellos preciosos datos: cómo hablan, cómo se mueven, cómo visten, o cómo viven, pero no sabemos cómo son. Hay que preguntarse si Cela cree que los hombres sean de alguna manera, si le interesan de verdad los hombres, o solo sus actos aislados."
Colgándose de esta cita, Alicia Yáñez de Cossío, reconoce que los personajes que se entrecruzan por los caminos de la miseria y la tristeza, muestran tanto su bondad como sus flaquezas, pero "subsiste el deseo de conocer algo más de todos esos seres que han penetrado tan hondo."
Mi impresión es que, por su deseo de mayores detalles, ni Torrente ni Yáñez se tomaron la molestia de leer el título del libro. Aunque en La Colmena aparecen más de trescientos personajes, el protagonista del libro es solo uno: la ciudad de Madrid. Dice el refrán que a veces los árboles no dejan ver el bosque. En este caso, la curiosidad por la vida de cada abeja les impidió ver la colmena.
Jorge Salvador de Lara, por su parte, al analizar El viaje a la Alcarria, quiso ser exhaustivo y no supo cuándo detenerse. Como viajero, Cela observa el entorno y escribe sobre todo lo que se encuentra: personas, casas, árboles y, también, naturalmente, animales. Pues bien, Jorge Salvador de Lara, leyó El Viaje a la Alcarria con lupa y con pinzas y ofrece, en listas separadas, las citas textuales de las menciones que encontró en el libro sobre insectos, aves, reptiles, anfibios y mamíferos. La Alcarria es una región situada en tierras altas y, tal vez por eso, Jorge Salvador de Lara no elaboró una lista de peces. Algún día, supongo, un lector tan acucioso como él repasará el libro de principio a fin para ver si, en los ríos o en los platos, hay algún pez.
El propio Camilo José Cela decía que el genio de Cervantes era tan grande que no había podido ser opacado ni siquiera por los cervantistas. Algo similar se puede decir sobre él mismo. Los libros de Cela son tan magistrales que resistirán hasta a los elogios de sus lectores obsesivos.
El primer viaje al otro lado del mundo es inolvidable y se recuerda con cariño y nostalgia.
En su libro La rueda de los ocios, publicado en Barcelona en 1957, Cela escribió:

"...pequeño y bravo, armonioso y nobilísimo, recoleto y gentil, el Ecuador, ese rincón del mundo erizado de montes y poblado de cortesía, que sabe acoger con los brazos de la amistad abiertos de par en par como un balcón alegre y caritativo..."

"...un país puesto por Dios en la tierra para sobrecoger a la gente bravía, espantar al débil, y servir de ejemplo a quienes requieran de firmes ejemplarios..."

Camilo José Cela (1916-2002). Su primer viaje fuera de Europa fue a Ecuador
en 1953. Era entonces un hombre joven, alto y delgado, ya célebre por sus
novelas La Familia de Pascual Duarte y La Colmena, 
INSC: 1776

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