tag:blogger.com,1999:blog-87395240287432799612024-02-19T16:33:39.224-06:00Mis libros con notas.Cada libro que he leído me ha dejado un recuerdo, una impresión, una enseñanza, una reflexión, una herida, un golpe, un morete, una espina clavada. Se me han ido olvidando los libros, pero la huella que cada uno de ellos imprimió tanto en mi mente como en mis emociones, está siempre fresca.
Carlos Porras.Carlos Porrashttp://www.blogger.com/profile/00994918944534877814noreply@blogger.comBlogger365125tag:blogger.com,1999:blog-8739524028743279961.post-35460913441894796062023-06-21T04:41:00.132-06:002023-07-20T08:27:11.962-06:00Rueda de la vida. Antología poética de Adriano de San Martín.<p></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEged6koaMCUU1YBBG7963PejKTwLWlma6zr0EVlQUXZcYql_YLGEBojdmT-Fp2ZjVDgxztBYQ39e_sDq22h-khUwoHqbUU79otHBwqU5CcJXP1l12o7JI4aUIsEd6OoFwUvsKc4zTlcFmTHDRWk7uj5uymG8rMP1hIBK7Tvik-UN-quQnGk8CKBa1-ZedY/s481/Rueda%20de%20la%20vida%202.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="481" data-original-width="389" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEged6koaMCUU1YBBG7963PejKTwLWlma6zr0EVlQUXZcYql_YLGEBojdmT-Fp2ZjVDgxztBYQ39e_sDq22h-khUwoHqbUU79otHBwqU5CcJXP1l12o7JI4aUIsEd6OoFwUvsKc4zTlcFmTHDRWk7uj5uymG8rMP1hIBK7Tvik-UN-quQnGk8CKBa1-ZedY/s320/Rueda%20de%20la%20vida%202.jpg" width="259" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Rueda de la vida. Antología personal.<br />Adriano de San Martín.<br />Ediciones BBB. Costa Rica. 2018.</td></tr></tbody></table><div style="text-align: justify;"><b>Adriano de San Martín</b> es un poeta prolífico. Desde <b><i>Tranvía Negro</i></b>, su primer poemario, publicado por <b>Alambique </b>en 1995, ha venido entregando al público nuevos libros de poesía sin dejar pasar mucho tiempo entre uno y otro. En el 2018 sus publicaciones poéticas eran ya una docena y entonces el poeta, con ya más de veinte años de carrera, decidió compilar su antología personal.</div><div style="text-align: justify;">El destino, no digamos inevitable, pero al menos bastante común, de los poetas que escriben y publican mucho, es ser reconocidos, a la larga, por una antología que reúna, en un solo tomo, una muestra de las distintas exploraciones que ha emprendido a lo largo de mucho tiempo y que se encuentran dispersas en numerosos libros. Esa selección antológica, podría ser realizada por un lector atento de su obra o por el autor mismo. Si la realiza un tercero, es probable que el conjunto sea muy representativo e incluya tanto los logros como los intentos, los aciertos como los pasos en falso, los temas recurrentes como los esporádicos.</div><div style="text-align: justify;">Que el propio autor realice su propia antología representa tanto un mérito como un riesgo. El mérito es que acaba ofreciendo su selección personal. De todo lo que ha dicho, incluye lo que él mismo repetiría y seguiría repitiendo, con las mismas palabras y la misma emoción, sin importar el paso del tiempo. El riesgo que se corre es que el autor, en su madurez, al repasar su obra, descubra que algunas creaciones de juventud ya no lo representan. Que ya no diría lo mismo ni de la misma forma. </div><div style="text-align: justify;">Adriano de San Martín tenía la intención de que su antología personal, titulada<b style="font-style: italic;"> Rueda de la vida </b>y editada por <b>BBB</b> en el 2018, además de la compilación de sus poemas más apreciados, fuera también su último libro de poesía</div><div style="text-align: justify;">La selección cumplió su propósito. El temor de que el propio autor dejara por fuera piezas importantes de su producción poética, afortunadamente no se concretó. En la antología está, muy bien representada, toda la diversidad de temas y estilos de su amplia obra.</div><div style="text-align: justify;">El propósito de que esta antología fuera su canto de despedida, tampoco se cumplió, puesto que, casi simultáneamente con la aparición de <i>Rueda de la Vida</i>, fueron publicados <b><i>Conversiones</i></b> (2017) y <b><i>Bosque adentro</i></b> (2018). Poco después, en el año 2020, se publicaron <b><i>Leningrad</i></b> y <b><i>Puerto de Arenas</i></b>. Al año siguiente, 2021, aparecieron <b><i>Vanitas</i></b> y <b><i>Vigilia</i></b> y, finalmente, en el 2023, <b><i>Secuencias</i></b>.</div><div style="text-align: justify;">Para actualizar su antología personal con poemas de sus libros más recientes, el poeta publicó, con la editorial <b>ASK</b>, una nueva versión ampliada de Rueda de la vida en 2023.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEigbKb0QSLTL4ozvNfLusoxmfQ1mU-_rsl1diSkbrNXDDpzD6LR5wkgFuL_73yaZm4SwJZCrNgua04Ra8GTQMi_q12QJgrOaZpsnkh3C5_ivLcnkfjBd4pI97g_xFdMwXegZrZ-bPWLqaneJtIr0LlWx0gpzHnqCIkyoBvKeROdayc8CON0WKUneRuJKk4/s1228/Rueda%20de%20la%20vida%20Adriano%20de%20San%20Mart%C3%ADn.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1228" data-original-width="1216" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEigbKb0QSLTL4ozvNfLusoxmfQ1mU-_rsl1diSkbrNXDDpzD6LR5wkgFuL_73yaZm4SwJZCrNgua04Ra8GTQMi_q12QJgrOaZpsnkh3C5_ivLcnkfjBd4pI97g_xFdMwXegZrZ-bPWLqaneJtIr0LlWx0gpzHnqCIkyoBvKeROdayc8CON0WKUneRuJKk4/s320/Rueda%20de%20la%20vida%20Adriano%20de%20San%20Mart%C3%ADn.jpg" width="317" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Rueda de la vida. Edición actualizada.<br />Adriano de San Martín.<br />Ediciones ASK. Costa Rica. 2023.</td></tr></tbody></table>Los estudiosos de la poesía medieval, suelen agrupar a los poetas de aquella época en dos categorías que responden tanto a la obra que produjeron, como a la vida que llevaban sus autores. El <i>mester de juglaría</i>, era el poeta errante, que andaba por los caminos recopilando, y viviendo en carne propia, historias dignas de ser contadas y cantadas. Era un poeta aventurero que se nutría de aventuras propias y ajenas. Era parte del pueblo, utilizaba el lenguaje del pueblo y se dirigía al pueblo al cantar las creaciones inspiradas en lo que vivió o recogió a lo largo de su vida errante.</div><div style="text-align: justify;">El <i>mester de clerecía</i>, por su parte, era el poeta culto, erudito más bien, que vivía en buena medida apartado del pueblo y, en vez de recorrer los caminos, solamente los miraba en medio de los barrotes de la ventana de la biblioteca en la que permanecía encerrado, estudiando gramática y filosofía. Sus poemas no eran jocosos, entretenidos y con lenguaje y sabiduría popular, como los de los juglares, sino más bien reflexiones profundas y elevadas que, más que a las experiencias vividas, correspondían a las numerosas y atentas lecturas de los sabios de otros tiempos. </div><div style="text-align: justify;">Una de las cosas que más llamó mi atención al repasar ambas ediciones de <i>Rueda de la vida</i>, y que no había notado hasta que leí poemas de distintas épocas reunidos en un solo tomo, es que la poesía de Adriano es fruto tanto de la experiencia como de la reflexión. Con los pies bien puestos en la tierra, el contacto con la realidad no lo detiene, sino que más bien lo estimula, a ir más allá de lo cotidiano hasta sumergirse en el terreno de las ideas. Una vez allí, tampoco se eleva por las nubes en abstracciones etéreas, ya que, aunque su pensamiento llegue a ser profundo y hasta abstracto, nunca pierde el contacto con lo concreto e inmediato.</div><div style="text-align: justify;">Como el <i>mester de juglaría</i>, Adriano ha recorrido los caminos. Ha tenido la oportunidad, no solo de viajar sino de residir por largas temporadas en diversos países, inmerso en realidades, sociedades y circunstancias muy particulares. En cada sitio, ha vivido experiencias intensas, tanto por lo dulces como por lo amargas.</div><div style="text-align: justify;">Pero Adriano también, como el <i>mester de clerecía</i>, es un estudioso inclinado a barajar ideas propias y ajenas. Ha leído tanto como ha viajado y medita a fondo sobre todo lo vivido y lo leído.</div><div style="text-align: justify;">Su poesía, entonces, como ya mencioné, nace de dos fuentes y avanza por dos cauces: La experiencia y la reflexión. En sus poemas evoca un encuentro, un momento, un lugar, un acontecimiento o una persona pero, incluso cuando se permite entrar en descripciones detalladas, queda claro que el poema no pretende solamente capturar aquel asunto en particular, sino mostrar cómo y por qué, aquel encuentro, aquel momento, aquel lugar, aquel acontecimiento o aquella persona, llegaron a ser significativos y seguirán siendo importantes.</div><div style="text-align: justify;">Poeta seriamente comprometido con el oficio, lector voraz y atento, en varios de los poemas incluidos en la antología, Adriano expone su <i>Ars Poetica</i> y se refiere a un buen número de autores, como <b>Ezra Pound</b>, <b>Federico García Lorca</b> o <b>Jorge Luis Borges</b>, entre otros. En esta línea, son particularmente dignos de mención los poemas que dedica a <b>Julia de Burgos</b> y, muy especialmente, uno de mis favoritos, <i>El tigre está en los ojos</i>, en homenaje a <b>José Coronel Urtecho</b>.</div><div style="text-align: justify;">En materia de amores, Adriano es un poeta más apasionado que romántico, por lo que sus textos eróticos impresionan por su franqueza sin pudor ni rodeos.</div><div style="text-align: justify;">Aunque varios de los libros de poemas de Adriano han sido reeditados, hay títulos que son difíciles de conseguir. Su antología personal, <i>Rueda de la Vida</i>, brinda la oportunidad de disfrutar de una mirada panorámica a la obra de un poeta al que, definitivamente, vale la pena prestarle atención.</div><div style="text-align: justify;">El repaso de lo que se ha hecho, no significa, necesariamente, que se dé la tarea por concluida y no se haga más en el futuro. La publicación de una antología personal no se supone que sea una despedida sino, más bien, un alto en el camino. No solamente supongo, sino que espero, que la producción poética de Adriano de San Martín continúe creciendo.</div>Carlos Porrashttp://www.blogger.com/profile/00994918944534877814noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8739524028743279961.post-12062375144814191642022-11-23T13:06:00.013-06:002022-11-23T13:59:35.237-06:00Presentación para el homenaje a Rafael Cardona.<p style="text-align: justify;"></p><table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiJlBrYbimVbmxnl0wWrhhccWzoV8vYKHpbSyuGEKU2zp8H1NhPLz8zYQqZeTgYRNPUqg5LdT3WJEpr-RJr8aZa6iGnRAmnMVn0ZNUbpZtEOpEWu-9h3AvI1re-XNHhbGqQi2ErIo0rXZquL6Le6sp14n-hvNKVelO2IN13ebqpFkEYUVVpLYQA1fPb/s681/Rafael%20Cardona.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="681" data-original-width="451" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiJlBrYbimVbmxnl0wWrhhccWzoV8vYKHpbSyuGEKU2zp8H1NhPLz8zYQqZeTgYRNPUqg5LdT3WJEpr-RJr8aZa6iGnRAmnMVn0ZNUbpZtEOpEWu-9h3AvI1re-XNHhbGqQi2ErIo0rXZquL6Le6sp14n-hvNKVelO2IN13ebqpFkEYUVVpLYQA1fPb/s320/Rafael%20Cardona.jpg" width="212" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Rafael Cardona.<br />1892-1973</td></tr></tbody></table><p></p><div style="text-align: justify;">Hay varias razones para que un poeta acabe siendo olvidado y, en el caso de <b>Rafael Cardona</b>, se cumplen todas. En primer lugar, está muerto. Mientras un poeta vive, tanto el propio poeta como sus amigos se mueven para que sus creaciones obtengan un poco de atención. Después de que el poeta muere, si sus obras no se reeditan, ni se incluyen en antologías, ni se mencionan en estudios históricos, a la larga es como si esas obras no hubieran existido. Por otra parte, la poesía, como todas las creaciones artísticas, cambia de temas y de técnicas de generación en generación. Con el paso de los años, lo novedoso acaba siendo anticuado, la sensibilidad y el foco de atención de los lectores cambia con el tiempo y, lo que se admiraba en una época es lo que se rechaza en otra. Son innumerables los ejemplos que podrían citarse de poetas que fueron aplaudidos por sus contemporáneos y acabaron siendo objeto de burla en la generación siguiente.</div><p></p><p style="text-align: justify;">Todo lo dicho se cumple en el caso de Cardona. Muerto en 1973, sus obras no se reeditan, ni se incluyen en antologías, sus poemas son difíciles de encontrar, quienes han escrito sobre la historia de la literatura costarricense ni siquiera lo mencionan y, para rematar, tanto los temas de los que se ocupa como la forma en que escribe, están a un siglo de distancia de las preocupaciones, los intereses y los gustos de los lectores actuales. A todo esto habría que agregar que. siendo aún joven, Cardona se marchó de Costa Rica, se estableció por un breve periodo en Guatemala y acabó radicándose definitivamente en México. Por otra parte, en determinado momento de su vida, Cardona abandonó la creación poética, se sumió en un profundo aislamiento del mundillo literario en particular y del mundo en general y no se preocupó por difundir su obra. </p><p style="text-align: justify;">El propio año de su muerte, 1973. apareció, publicado por la <b>Editorial Costa Rica</b>, el libro Obra Poética de Rafael Cardona, que el poeta no alcanzó a ver impreso. Se hizo famosa la afirmación que <b>Rómulo Garzunier</b> incluyó en el obituario del poeta, publicado en la prensa mexicana, que decía:<i>"Ojalá que su obra se dé a conocer ahora que no está el para oponerse"</i>.</p><p style="text-align: justify;">La obra de Cardona, en todo caso, no es extensa. Consta de solamente tres libros: <i><a href="https://mislibrosconnotas.blogspot.com/2017/09/oro-de-la-manana-poesia-de-rafael.html" target="_blank">Oro de la mañana</a></i> (1916) prologado por <b>Ricardo Fernández Guardia</b>, <i>Medallones de la Conquista</i> (1918) y<i> Estirpe</i> (1949) prologado y editado por <b>Joaquín García Monge</b>. Poco antes de publicar su primer libro, ya Cardona había sido uno de los galardonados en los Juegos Florales de 1914, certamen en que compartió honores no solamente con otra gran revelación, entonces tan joven como él, el gran poeta <b>Rogelio Sotela</b>, sino también con su propio padre, don Genaro Cardona, notable novelista, autor de <i>El primo</i> y <i>La esfinge del sendero</i>.</p><p style="text-align: justify;">Porque a la hora de hablar de cualquier Cardona, además de la biografía, resulta inevitable mencionar la genealogía. Don Alejandro Cardona Llorens, español nacido en las Baleares, abuelo del poeta y fundador de su familia en Costa Rica, llegó al país justo a tiempo para sumarse a las filas del ejército que marchó a luchar contra las tropas de William Walker, y fue el compositor del himno patriótico que cantaba la tropa antes de entrar en batalla. Su hijo, Ismael Cardona Valverde fue también compositor y notable violinista. Su otro hijo, Genaro Cardona Valverde, como ya se dijo, fue novelista. Dos hijos de Genaro, Jorge y Alvaro, fueron también escritores. Jorge Cardona Jiménez, por cierto, fue el padre del poeta <b>Alfredo Cardona Peña</b>. Alvaro Cardona Hine fue quien escribió <i>Hombres y máquinas</i>. Figuras contemporáneas de esta familia son el compositor Alejandro Cardona y la violinista Dylana Jenson. Un dato curioso que vale la pena mencionar es que José Luis Cardona Cooper, quien fue durante muchos años director general de protocolo de la Cancillería, fue actor en <i>El Retorno</i>, la primera película costarricense filmada en 1930 y, además, tenía un programa de radio llamado <i>El hombre de la luna</i>, en que contaba relatos a los niños. Rafael Cardona Lynch, hijo del poeta Rafael Cardona Jiménez, llegó a ser un reconocido empresario radial en México, país en que su padre decidió establecerse y donde finalmente murió. Aunque, a diferencia de sus ancestros, tíos y primos, no es recordado por sus dotes en la literatura o la música, otro miembro de esta familia que acabó siendo conocido fue don Edgar Cardona Quirós, sobrino del poeta, combatiente de la revolución de 1948, ministro de seguridad de la Junta Fundadora de la II República, quien intentó darle un golpe de Estado a don Pepe, evento que acabó siendo conocido como <i>El Cardonazo</i>.</p><p style="text-align: justify;">Aunque no hace mucho todas estas figuras mencionadas estaban vivas y activas, sus nombres, sus obras y sus andanzas, evocados hoy, parecen salir de un pasado remoto que solamente pocos recuerdan. Sin embargo, aunque a veces resulte difícil observar con claridad la conexión, lo que hayan hecho quienes estuvieron antes, constituye la base de lo que nosotros podamos hacer ahora.</p><p style="text-align: justify;">Hay poetas jóvenes que creen que no le deben nada a <b>Rubén Darío</b>, como hay músicos que creen que no le deben nada a Mozart. A quienes así piensan, hay que recordarles que no descubrieron el fuego, sino que recogieron una antorcha que ya venía encendida. Es natural que la juventud tenga su mirada puesta en el futuro, pero debe tener claro que si va a lograr llegar hasta extremos a los que no se había llegado antes, se lo deben en parte a que, quienes los precedieron, empujaron hacia adelante el punto de partida.</p><p style="text-align: justify;">Me alegró muchísimo, cuando el poeta <b>Mateo Desolá</b> me contactó para informarme que un grupo de escritores jóvenes estaba organizando un homenaje al poeta Rafael Cardona. El hecho de que poetas activos en la segunda década del Siglo XXI le presten atención a un poeta que surgió en la primera década del Siglo XX es alentador. En la apreciación de la poesía, como en todas las artes, debe prevalecer el criterio antes que el gusto o la afinidad. Naturalmente, en estos tiempos, a estas alturas del partido, es poco probable que algún poeta joven quisiera imitar el estilo de Cardona, pero saben que su obra y su figura son dignos de respeto y, precisamente para formar criterio, tienen claro que vale la pena conocerlo.</p><p style="text-align: justify;">Cardona escribía sobre temas que los poetas de hoy no desarrollarían, en un estilo que los poetas de hoy no estarían dispuestos a imitar. Cada generación tiene sus propias preocupaciones y su manera particular de expresarlas. Pero quienes estén haciendo algo hoy, deben estar al tanto de qué fue lo que se hizo antes. Un creador que se tome en serio su oficio, no debe darle la espalda a quienes hacen las cosas de manera distinta a cómo él las hace. Para tener una idea del ancho panorama, no hay que mantenerse en la afinidad, sino más bien prestarle atención a la diversidad.</p><p style="text-align: justify;">Felicito y saludo a los organizadores del homenaje a Rafael Cardona, un poeta que cumple todas las condiciones para estar sumido en el olvido y, sin embargo, aún se le recuerda</p>Carlos Porrashttp://www.blogger.com/profile/00994918944534877814noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8739524028743279961.post-51153794714604738822022-10-04T00:10:00.336-06:002022-11-26T07:30:31.895-06:00Anotaciones al margen de los faroles de Zingonia Zingone.<div style="text-align: justify;"><br /><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><br /><table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjiMDsVfsiAetH1TKWQ0PTsXHsIUGxyUZj0OOSK6jnXOZFU-jdHBAn2QBCrEHtAgGV-hr7glj4emLqdG5pV0uWQ7OCcOgJYRBpQIM27oAQiJRw__EQdvGGndZdSQg70BnSO12HZpDXOLtdTLIS8oQtUa-XwGTs-MjZvWwpDyipE9Rp1OBI3IyFQVyth/s2032/Anotaciones%20Zingonia%20Zingone.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="2032" data-original-width="1508" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjiMDsVfsiAetH1TKWQ0PTsXHsIUGxyUZj0OOSK6jnXOZFU-jdHBAn2QBCrEHtAgGV-hr7glj4emLqdG5pV0uWQ7OCcOgJYRBpQIM27oAQiJRw__EQdvGGndZdSQg70BnSO12HZpDXOLtdTLIS8oQtUa-XwGTs-MjZvWwpDyipE9Rp1OBI3IyFQVyth/s320/Anotaciones%20Zingonia%20Zingone.jpg" width="237" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Anotaciones al margen de los faroles.<br />Zingonia Zingone.<br />Abstracta Ediciones.<br />España, 2019</td></tr></tbody></table>Un 3 de octubre, víspera de la fiesta de San Francisco de Asís, </span><b style="text-align: left;">Zingonia Zingone </b><span style="text-align: left;">arribó a la bella ciudad andaluza de Córdoba. Viajaba sola y llevaba en su bolso una pequeña libreta negra en la que iba anotando sus impresiones. Los apuntes eran breves y el viaje fue corto. Por eso, el libro </span><i style="text-align: left;">Anotaciones al margen de los faroles</i><span style="text-align: left;">, publicado por la editorial </span><b style="text-align: left;">Abstracta</b><span style="text-align: left;">, que recoge las impresiones de Zingonia en su viaje cordobés, es un tomito pequeño, encuadernado en pasta dura, con una cinta para marcar las páginas que, imagino, no debe ser muy distinto de la libreta negra en que se plasmó, sobre la marcha, su borrador.</span></div><p></p><p style="text-align: justify;">No se trata sin embargo del típico libro de viajes. Las crónicas de viajeros suelen ser descriptivas y anecdóticas y, por lo general, no hacen más que evocar un tiempo, en un lugar. Zingonia hizo algo distinto. No escribió ni sobre la ciudad ni sobre sus andanzas en ella sino que, haciendo a un lado el entorno y concentró su atención únicamente en ciertos detalles significativos. La memoria, y muy especialmente la memoria del viajero, es selectiva. Lo que a la larga acaba siendo inolvidable de un viaje no son los datos históricos, geográficos o arquitectónicos del lugar que, en todo caso, son accesibles hasta para quienes nunca lo han visitado, sino más bien ciertos acontecimientos mínimos que ocurrieron sin buscarlos ni esperarlos. La mayor atracción turística a la larga deja un recuerdo borroso, mientras que alguna escena callejera o el rostro de una persona desconocida, sin saber por qué, se recuerdan con cierta frecuencia, incluso muchos años después del fugaz instante del encuentro.</p><p style="text-align: justify;">Ese tipo de memorias, las pequeñas y memorables, son las que Zingonia comparte en su libro. Y, curiosamente, yéndose a lo más pequeño, Zingonia logra asomarse a lo más grande. Anotaciones al margen de los faroles, son unos apuntes de viajes que van más allá del espacio y más allá del tiempo. Naturalmente disfruté enormemente de la forma de plantear relatos, emociones y refexiones, así como de los poemas que inserta ocasionalmente entre sus apuntes. Pero para mí la lectura de este libro fue ante todo una profunda alegoría espiritual.</p><p style="text-align: justify;">Quien escribe viajaba sola, pero de alguna manera sabía que de alguna manera estaba acompañada. Era consciente que el pavimento de piedra guardaba ecos de voces lejanas. Las páginas de un libro le permitían entrar en contacto con el poeta <b><a href="https://mislibrosconnotas.blogspot.com/2016/11/poesia-del-padre-azarias-h-pallais.html" target="_blank">Azarías Pallais</a></b>, cuyas palabras, escritas hace mucho tiempo, guardaban un mensaje para ella que, por alguna misteriosa razón, la alcanzó en el inicio de su recorrido.</p><p style="text-align: justify;">Vagando sin plan y sin rumbo, se encuentra ante la tumba del poeta Luis de Góngora y, poco después, también sin buscarla, encuentra la casa en la que el poeta falleció. Levanta la vista en una esquina cualquiera y se percata que se encuentra en la calle San Felipe Neri, dedicada a la memoria del santo florentino que quiso ser misionero en tierra de infieles y acabó siéndolo en la propia Roma. Zingonia reza por el eterno descanso de un cuñado que no conoció. Recuerda a su hijo que, como todo joven, empieza forjar su propio destino. Por casualidad, se encuentra un par de veces a un muchacho con cara de estar hambriento. Un hombre se le aproxima, le estrecha la mano, le dice un par de palabras y se marcha. Zingonia supone que es un ángel y es casi seguro que en verdad lo sea. La palabra ángel significa "enviado" y, con frecuencia, la misión de los ángeles no es tanto hacer algo, como anunciar algo.</p><p style="text-align: justify;">Uno nunca viaja solo. El recuerdo de los seres queridos que, aunque estén lejos, tenemos siempre presentes; las palabras de los escritores con los que, a través de los libros, hemos mantenido un coloquio prolongado; la memoria de quienes ya no están es este mundo, la intercesión protectora de ángeles y santos, así como los rostros desconocidos, ya sean bellos, sonrientes, severos o tristes, que encontramos en el camino, nos demuestran a cada paso que la soledad es en realidad aparente.</p><p style="text-align: justify;">Cuando uno viaja, carga en la mochila la propia vida entera, con sus preocupaciones, temores, tristezas, alegrías, esperanzas, deseos y aspiraciones. Durante el viaje, uno tiene presente que el tiempo que uno podrá estar en ese sitio es limitado, que igual que como llegó, en algún momento tendrá que marcharse. Lo mismo ocurre, aunque con frecuencia lo olvidemos, con la vida misma. Todo es fugaz, los años se construyen con instantes que pasan. Planeamos cosas que no suceden y nos suceden cosas que no planeamos. Con frecuencia, tanto lo mejor como lo peor que nos ha ocurrido, ha sido lo inesperado.</p><p style="text-align: justify;">Bellísimo, simplemente bellísimo, es este libro de Zingonia. Un libro de viajes en el que no hay descripciones ni narraciones detalladas, sino solamente anotaciones breves sobre instantes pasajeros que, al menos a mí (y espero que a otros lectores también) me hicieron descubrir, en pequeños detalles, grandes verdades sobre esta maravillosa aventura que es la vida.</p></div>Carlos Porrashttp://www.blogger.com/profile/00994918944534877814noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8739524028743279961.post-85634105526934101532021-11-04T23:09:00.737-06:002022-04-29T13:35:39.658-06:00Gregorio José Ramírez.<div style="text-align: justify;"><table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjtdGfMcGefYXySaC1coX6AFxYKhfmY5GYitZnUs34oNoiMn5dekGMVhXhNd2OnfO3b2GGV8zYdE8UsoW-eR_YRh13m_3sffZVsnXireN3PhavkYliRe1eQKozd8j_WxSwVvvqKHGWmswtV4VnVzK6xEsbq34O2RD0nVgGWyd_3110PoESvB_VJ2WJV/s1996/Gregorio%20Jos%C3%A9%20Ram%C3%ADrez.jpg" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1280" data-original-width="827" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjtdGfMcGefYXySaC1coX6AFxYKhfmY5GYitZnUs34oNoiMn5dekGMVhXhNd2OnfO3b2GGV8zYdE8UsoW-eR_YRh13m_3sffZVsnXireN3PhavkYliRe1eQKozd8j_WxSwVvvqKHGWmswtV4VnVzK6xEsbq34O2RD0nVgGWyd_3110PoESvB_VJ2WJV/w240-h400/Gregorio%20Jos%C3%A9%20Ram%C3%ADrez.jpg" width="257" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Gregorio José Ramírez.<br />Carlos Meléndez Chaverri.<br />José Hilario Villalobos.<br />Ministerio de Cultura Juventud<br />y Deporte. San José, Costa Rica.<br />1973</td></tr></tbody></table><div><span>Líder armado, y triunfador, de la primera guerra civil en la historia de Costa Rica, tras la cual fue dictador por poco más de una semana, </span><b>Gregorio José Ramírez</b><span> es un personaje en verdad interesante al que la posteridad no le ha brindado la atención que merece. Su hazaña, para quienes no la conocen, puede resumirse en pocas líneas.</span></div></div><p></p><p style="text-align: justify;">En cuanto llegó la noticia de la Independencia a Costa Rica, delegados de las distintas poblaciones se reunieron para decidir qué hacer ante la nueva situación. Gregorio José Ramírez, como representante de Alajuela, participó en las reuniones y fue uno de los firmantes del Acta de Independencia de Costa Rica del 29 de octubre de 1821. Lo que se acordó fue que la provincia (por la costumbre, todavía no se decía "el país" y, en todo caso, Costa Rica seguía siendo provincia centroamericana) sería gobernada por una Junta de Legados que, sin distraerse en largas deliberaciones, en pocas semanas redactó el <b>Pacto de Concordia</b>, nuestra primera constitución, sancionada el 1 de diciembre de 1821. En enero de 1822 tomó posesión la Junta Superior Gubernativa, nuestro primer gobierno constitucional.</p><p style="text-align: justify;">Todo parecía indicar que el tránsito de provincia española a territorio independiente gobernado por los propios habitantes con leyes proclamadas por ellos mismos se estaba llevando a cabo sin sobresaltos. Sin embargo, el Sábado Santo de 1823, poco menos de un año y medio después de que hubiera llegado la noticia de la independencia, los conservadores de Cartago desconocen las autoridades locales y pretenden proclamar la anexión de Costa Rica al imperio mexicano de <b>Agustín de Iturbide</b>. En Heredia, había también simpatías por la anexión a México, pero los vecinos principales de San José y Alajuela, estaban en contra y decidieron alzarse en armas contra la propuesta imperialista. </p><p style="text-align: justify;">Gregorio José Ramírez, aunque era pequeño, flaco (dicen que también un poco bizco) y sufría de asma, fue elegido comandante del alzamiento. Sin perder tiempo reunió hombres y armas para marchar inmediatamente hacia Cartago.</p><p style="text-align: justify;">El 5 de abril de 1823 tuvo lugar la batalla de Ochomogo, nuestra primera y brevísima guerra civil. Ese mismo día, tras el triunfo, Gregorio José Ramírez asumió como dictador. Trasladó la sede del gobierno a San José y, en la plaza principal de la nueva capital, levantó un patíbulo con una horca, amenazando con colgar a quien quisiera revertir lo hecho y por hacer. También se cuenta que Ramírez, personalmente, le medía grilletes en los tobillos a sus enemigos prisioneros, pero sin llegar nunca a cerrarlos. La horca, por cierto, tampoco fue utilizada. Su dictadura duró solamente diez días, del 5 al 15 de abril de 1823 y tras dejar el poder en manos de una nueva Junta Gubernativa, se retiró a su casa, donde murió, en diciembre de ese mismo año, a los veintisiete años y ocho meses de edad.</p><p style="text-align: justify;">La nota irónica de este suceso histórico, es que los conservadores cartagineses se anexaron a un imperio que ya no existía. La proclama de anexión en Cartago fue realizada el 29 de marzo de 1823 y el juramento de lealtad estaba programado para el 6 de abril, pero el Imperio de Iturbide en México había terminado diez días antes de la proclama, el 19 de marzo de 1823. Las noticias no corrían muy rápido en aquellos tiempos y resulta hasta divertido imaginar qué habría pasado si los imperialistas hubieran ganado.</p><p style="text-align: justify;">La guerra de Ochomogo es mencionada en la escuela y ha sido discutida por historiadores, pero la figura de Gregorio José Ramírez sigue siendo poco conocida. En <i>Bosquejo histórico de Costa Rica</i>, de Felipe Molina, publicado en 1851, se le menciona. Joaquín Bernardo Calvo, Francisco Montero Barrantes y <b>Francisco María Yglesias Llorente</b>, se refieren a él. <b><a href="https://mislibrosconnotas.blogspot.com/2016/08/pedro-perez-zeledon-historiador-abogado.html" target="_blank">Pedro Pérez Zeledón</a></b> publicó una reseña elogiosa de Ramírez en 1900. <b><a href="https://mislibrosconnotas.blogspot.com/2016/04/el-historiador-manuel-de-jesus-jimenez.html" target="_blank">Manuel de Jesús Jiménez</a></b>, Ricardo Fernández Guardia y Hernán Peralta, han sido más bien críticos de sus actuaciones. Hasta <b>Carmen Lyra</b> llegó a contar su hazaña en un relato dirigido a niños escolares. Pero no sería sino hasta 1973. siglo y medio después de la batalla de Ochomogo, que aparecería, publicada por el Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes, una biografía completa de Gregorio José Ramírez, escrita por <b>Carlos Meléndez Chaverri</b> y <b>José Hilario Villalobos</b>.</p><p style="text-align: justify;">Aunque en el libro hay algunos detalles imprecisos, como decir que Gregorio José Ramírez tuvo solamente una hermana, cuando en realidad tuvo cuatro, el retrato que hace, tanto de él como de su época, es completo y esclarecedor. </p><p style="text-align: justify;">Unico hijo varón de Gregorio Ramírez Otárola y María Rafaela Castro Alvarado, Gregorio José Ramírez nació en San José el 27 de marzo de 1796. Fue bautizado el mismo día de su nacimiento por el padre Félix Velarde, gran impulsor del cultivo del café en el Valle Central y, como dato curioso, el niño que recibía el agua del Bautismo de sus manos, acabaría eventualmente transportando café costarricense a otros países.</p><p style="text-align: justify;">Desde pequeño, Gregorio padecía de asma y, en busca de un clima más cálido y menos húmedo su familia se trasladó a Alajuela. El padre murió cuando su hijo apenas tenía siete años de edad. En los documentos de su sucesión se consigna que no dejó mayores bienes y que la viuda no sabía leer, ni escribir, ni firmar. Hecho irónico, porque su marido, recién fallecido, había sido fundador de una escuela. </p><p style="text-align: justify;">Al cumplir quince años, Gregorio se traslada solo a Puntarenas y se embarca como marinero en una nave propiedad de Juan Aizótegui. Su patrón acabó siendo como un padre para él, lo hospeda en su casa en Panamá y viajan para comprar y vender mercadería a los puertos de Guayaquil, en Ecuador, o de Paita o El Callao en Perú. El muchacho se esmera en aprender y, cuatro años después, llega a ser el segundo de a bordo. En el mar su salud mejora y, por la amenaza constante de corsarios o piratas durante el trayecto, así como de asaltantes y timadores en tierra, participa en enfrentamientos armados.</p><p style="text-align: justify;">En 1820 llega a ser capitán del barco <i>Nuestra Señora de los Angeles</i>, también conocido como <i>El Costarrica</i>, que le alquila al canario, residente en Cartago, don Antonio Figueroa. Con esta nave viaja ida y vuelta de Puntarenas a Panamá, llevando y trayendo mercaderías que pudiera adquirir a buen precio en un sitio y las pagaran mejor en el otro. En uno de sus primeros viajes lleva a Panamá 125 quintales de azúcar, 86 quintales de carne de puerco, 38 quintales de sebo, veinte quintales de ajos, catorce de jabón, doce de carne de res, cinco de queso y un único quintal de café. Llama la atención que llevara mucho más quintales de ajos que de café, pero las exportaciones de nuestro grano de oro apenas estaban empezando.</p><p style="text-align: justify;">Pero además de mercadería en sacos, también llevaba y traía ideas. Como marino mercante, le chocaban las restricciones que ponían las autoridades españolas al comercio entre las provincias. Los impuestos, además de elevados, le parecían no solamente injustos, sino absurdos. En Perú y en Ecuador había entrado en contacto con las ideas liberales y trajo a Costa Rica material impreso sobre el tema para ponerlo en manos de quienes lo pudieran valorar y aprovechar.</p><p style="text-align: justify;">De regreso en Costa Rica, le informó al gobernador español, <b><a href="https://mislibrosconnotas.blogspot.com/2020/09/juan-manuel-de-canas.html" target="_blank">Juan Manuel de Cañas</a></b>, que había visto corsarios navegando cerca de la costa. Se disponía a embarcarse de nuevo cuando llegó la noticia de la Independencia. Suspendió su viaje y decidió quedarse a ver qué ocurría. Cabe recordar que, al momento de la independencia, se estima que la población de Costa Rica apenas sobrepasaba las cincuenta mil personas, repartidas en poblados distantes y aislados que eran como pequeñas islas en la montaña.</p><p style="text-align: justify;">Conscientes de la escasa población y los escasos recursos, nadie pensaba que Costa Rica pudiera convertirse, ni a corto ni a mediano plazo, en una república soberana. Necesariamente, había que seguir siendo parte de un Estado más grande. Por lo pronto, no romper lazos con las otras provincias centroamericanas pero, a largo plazo, unos (los conservadores, encabezados por <b>José Santos Lombardo</b>) pensaban que habría que unirse al Imperio mexicano, mientras que otros (los liberales, con el <b>Bachiller Rafael Francisco Osejo</b> y el propio Gregorio José Ramírez), sostenían que lo más conveniente era unirse a la Colombia de <b>Simón Bolívar</b>. </p><p style="text-align: justify;"></p><table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiDMGQ8pscxTmFRT0wwuv46PrHJ0NuOWoUhQcbKCPOE2p_UFHVkwqxKRkeXqxOY5k6sHcuqq74wtSBf-NFemr30EGhPQs-aqBcVfz9TQ1B_TDKcUN4Z-Rvh9U45N9f2sqkwDT8zfZpLl5lVnm3hne8af2DjaTTMFELRBFiWp_ibz1Q8UdgEulxb6L6O/s320/Gregorio%20Jose%20Ramirez.jpg" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="320" data-original-width="252" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiDMGQ8pscxTmFRT0wwuv46PrHJ0NuOWoUhQcbKCPOE2p_UFHVkwqxKRkeXqxOY5k6sHcuqq74wtSBf-NFemr30EGhPQs-aqBcVfz9TQ1B_TDKcUN4Z-Rvh9U45N9f2sqkwDT8zfZpLl5lVnm3hne8af2DjaTTMFELRBFiWp_ibz1Q8UdgEulxb6L6O/s1600/Gregorio%20Jose%20Ramirez.jpg" width="252" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Gregorio José Ramírez.<br />1796-1823</td></tr></tbody></table><br /><div style="text-align: justify;">A lo interno, también había diferencias. La mayoría de los habitantes eran pobres y analfabetos, por lo que las decisiones las tomaban en cada pueblo <i>"los vecinos principales"</i>, es decir, los ricos que sabían leer y escribir. Ante la nueva situación, los conservadores abogaban porque los cambios fueran mínimos. De hecho, como dato en verdad irónico, el propio gobernador español, Juan Manuel de Cañas, cuyo mandato quedaba sin efecto por la independencia, fue quien tomó el caballo para anunciar la noticia y, mientras se decidía la forma de instalar las nuevas autoridades, siguió al frente del gobierno, al extremo de presidir las reuniones de las asambleas de vecinos.</div><p></p><p style="text-align: justify;">Pero, aunque todo siguiera igual, algo había cambiado y el Bachiller Osejo y Gregorio José Ramírez, abogaban por establecer normas más liberales y republicanas, menos oligárquicas y más democráticas. La vida y las ideas eran muy distintas en Cartago, San José, Heredia y Alajuela. Los vecinos principales de Cartago y Heredia, los poblados más grandes, eran conservadores. San José se había convertido en un centro emprendedor y dinámico en que se producía y comerciaba más que en las poblaciones conservadores. En San José nadie presumía de abolengo ni de autoridades heredadas. De lo único que podían presumir era de su trabajo, de su arrojo y de la riqueza que habían obtenido fruto de su esfuerzo. La joven villa de Alajuela, fundada hacía menos de treinta años, en 1783, pretendía seguir el ejemplo josefino. Es revelador el dato que, pese a ser Cartago la sede del gobierno, fue el ayuntamiento de San José el que tomó la iniciativa de fundar la Casa de Enseñanza de Santo Tomás y traer a un profesor, el Bachiller Osejo, no solamente calificado y culto, sino también ilustrado y liberal.</p><p style="text-align: justify;">Como no había consenso y la discusión iba para largo, en vez de nombrar un gobernante, se decidió que las asambleas siguieran funcionando y que Costa Rica fuera gobernada, no por una persona, sino por una Junta. </p><p style="text-align: justify;">Gregorio José Ramírez tuvo un pleito, que acabó en los tribunales, con Antonio Figueroa, el dueño de la nave que comandaba. Ramírez ganó el pleito, rompió relaciones con Figueroa y se compró su propio barco, el <i>Jesús María</i>, al que puso como sobrenombre <i>El Patriota</i>. Se hizo a la mar y, de abril a diciembre de 1822 no estuvo en Costa Rica, ya que se dedicó a comerciar en América del Sur. Durante ese viaje, tuvo la oportunidad de estar presente en Guayaquil, precisamente en los días en que, en esa ciudad, se entrevistaban Simón Bolívar y José de San Martín. Es poco probable que el joven marinero costarricense haya tenido oportunidad de conocer a los libertadores, a quienes, a lo sumo, habrá visto pasar de lejos. Pero es fácil imaginar los artículos que se publicaban o el ambiente que se vivía en las tertulias en aquel lugar y en aquel momento. Regresó a Costa Rica entonces, más liberal y más republicano, cargado de folletos propagandísticos (<i>Catecismos políticos</i>, les decían, porque estaban compuestos en formato de preguntas y respuestas), para compartir con sus amigos.</p><p style="text-align: justify;">No sorprende entonces que pese a su mala salud y debilidad física, los liberales lo hayan nombrado comandante de las fuerzas que impedirían la anexión de Costa Rica al Imperio Mexicano. La situación era en verdad tensa. Nunca antes había habido en Costa Rica un conflicto armado entre costarricenses. Se trató de lograr un acuerdo negociado pero, aunque el representante de Cartago, Manuel García Escalante, fue recibido y escuchado en San José, el representante de San José, el padre Juan de los Santos Madriz Linares, fue devuelto apenas llegó a Taras y no se le permitió ingresar a Cartago.</p><p style="text-align: justify;">Como era sabido que Gregorio José Ramírez era, no solo creyente, sino muy religioso y devoto, un cura de Cartago le hizo llegar un mensaje que venía ni más ni menos que de la <b>Virgen de los Angeles</b>, que se había manifestado para ordenarle que desistiera de sus planes. Precisamente por ser un hombre religioso, aquella artimaña más bien le resultó ofensiva y condenó severamente que se recurriera a la manipulación de símbolos sagrados. </p><p style="text-align: justify;">Gregorio José Ramírez reunió su tropa con hombres de Alajuelita, El Murciélago (actualmente Tibás), Zapote y Mata Redonda. Los oficiales al mando de los batallones fueron Cayetano de la Cerda y el marino portugués Antonio Pinto Soares, el famoso Tata Pinto.</p><p style="text-align: justify;">Los hombres de Cartago, comandados por Joaquín de Oreamuno, Salvador de Oreamuno y Pedro Mayorga, esperaban en Ochomogo. Sobre la batalla, hay un relato detallado escrito por Pedro Pérez Zeledón, pero es un texto más literario que histórico, compuesto setenta y siete años después de los hechos. </p><p style="text-align: justify;">Con gran delicadeza, don Manuel de Jesús Jiménez escribió que <i>"en ambos bandos hubo deserciones"</i>, lo cual, traducido a lenguaje coloquial significa que, como era de esperarse, muchos salieron corriendo en cuanto sonaron los primeros tiros. El enfrentamiento fue breve. En el bando de San José hubo diecisiete muertos y treinta y dos heridos, mientras que en el de Cartago fueron cuatro muertos y nueve heridos. Sin embargo, pese al disparejo número de bajas. los josefinos avanzaron y los cartagos retrocedieron.</p><p style="text-align: justify;">Cuando Gregorio José Ramírez se disponía a entrar a la vieja metrópoli, los cartagos le enviaron un mensajero proponiendo entablar negociaciones. Su respuesta fue tajante: <i>"No voy a negociar con quienes han perturbado el orden público y han derramado sangre de hermanos. Entreguen las armas o reanudemos la batalla."</i></p><p style="text-align: justify;">Señorones de las prestigiosas y antiguas familias, acabaron presos y, como ya se dijo, hasta se les midieron los grilletes en los tobillos sin llegar a cerrarlos. El 1 de mayo de 1823 se declaró San José como capital de Costa Rica, con un patíbulo recién levantado en su plaza principal.</p><p style="text-align: justify;">Los heredianos, que no sabían nada de lo sucedido en Ochomogo se aprestaban a marchar sobre San José, pero en cuanto se enteraron de cómo estaban las cosas, acabaron devolviéndose. </p><p style="text-align: justify;">A pesar de la horca y los grilletes, Gregorio José Ramírez no fue vengativo. Llamó a todos a volver a sus labores habituales dándoles la seguridad de que no tenían nada que temer. Puso las tareas de investigación, resolución y sentencia sobre lo sucedido en manos de los jueces. Fue dictador diez días, durante los cuales procuró que se reuniera un congreso de delegados de los pueblos y una nueva junta de gobierno. En cuanto estuvieron instaladas las autoridades legítimas, se fue para su casa y no volvió a involucrarse más en asuntos políticos. En todo caso, le quedaba poco de vida.</p><p style="text-align: justify;">Siete meses después de haberse retirado, dictó su testamento. Llama la atención que, en aquella época en que las mujeres no tenían derechos políticos, en su testamento llama a su madre "<i>La ciudadana Rafaela Castro</i>". Sin poder ya levantarse de la cama, Gregorio José Ramírez agonizaba en una pequeña casa de adobe con pocos muebles y solamente dos cuadros colgados en la pared, uno del Patriarca San José, su Santo Patrono (por Gregorio José) y otro de la Santísima Virgen María. No tenía dinero. El gobierno le debía pagos atrasados por servicios que había brindado con anterioridad (tanto antes como después de la Independencia), pero nunca quiso cobrarlos porque consideraba que el dinero se gana en el comercio privado, pero que el servicio público debe hacerse sin cobrar. Poco antes de morir, empeñó joyas para comprar leña, fósforos, candelas y comida. Tras su muerte se inventariaron sus bienes. Llamó mucho la atención que Gregorio tenía un guardarropa mucho más amplio del que solía ser la norma en aquella época. Disponía de abundantes camisas, zapatos, sombreros, trajes, abrigos y levitas. Sin embargo, pese a ser vanidoso en el vestir, pidió ser enterrado con el hábito de San Francisco de Asís. Fue sepultado en el cementerio de Alajuela, pero a su tumba nunca se le puso lápida por lo que el sitio exacto se desconoce. Su casa fue rematada en 300 pesos y no se sabe de la suerte que corrió su madre al quedar sola, analfabeta, sin ingresos y sin familia.</p><p style="text-align: justify;">En Cartago, cuando se supo la notica de la muerte de Gregorio José Ramírez, celebraron el acontecimiento con pólvora, música callejera y bailes.</p><p style="text-align: justify;">En 1971, Gregorio José Ramírez fue declarado Benemérito de la Patria. En Alajuela, una plaza, un colegio y una urbanización llevan su nombre. Su figura, sin embargo, sigue siendo poco recordada, pese a lo mucho que da para reflexionar su corta vida de veintisiete años y su aún más corta dictadura de diez días.</p><p style="text-align: justify;">INSC: 1878</p>Carlos Porrashttp://www.blogger.com/profile/00994918944534877814noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8739524028743279961.post-30718562977275364642021-10-28T03:10:00.725-06:002021-11-29T16:57:30.643-06:00La ruta de los héroes de Adriano Corrales.<p style="text-align: justify;"></p><p style="text-align: justify;"><span style="text-align: justify;"></span></p><div style="text-align: left;"><span style="text-align: justify;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="text-align: justify;"><table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgQINL58_3tI5L05s9CKKUW-Tf2sTUvckWikp2O1_Bn8pU3kPkDSrKthTbbrTx7c9hmFc3Ystq7iPhryRN0FB9wC7xKnBCToCD-OPmKlII0cSdbGpveDrEqBD67nP0SF45WH8Ip5VkGyTE/s2048/La+ruta+de+los+heroes+Adriano+Corrales.jpg" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="2048" data-original-width="1283" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgQINL58_3tI5L05s9CKKUW-Tf2sTUvckWikp2O1_Bn8pU3kPkDSrKthTbbrTx7c9hmFc3Ystq7iPhryRN0FB9wC7xKnBCToCD-OPmKlII0cSdbGpveDrEqBD67nP0SF45WH8Ip5VkGyTE/w250-h400/La+ruta+de+los+heroes+Adriano+Corrales.jpg" width="250" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><div style="text-align: center;"><span style="text-align: justify;">La ruta de los héroes.</span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: justify;">Adriano Corrales.</span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: justify;">Segunda edición. </span><span style="text-align: justify;">Editorial Arlekin.</span></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: justify;">Costa Rica. 2021</span></div></td></tr></tbody></table></span></div><div><p style="text-align: justify;"><span>Cada vez que, al inicio de una novela, aparece la leyenda de que todos los personajes y situaciones son ficticios y cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia, es porque sin lugar a dudas, dentro de sus páginas hay figuras y hechos que, por más disimulados que estén, pueden ser perfectamente reconocidos. Tal es el caso de la novela</span><span> </span><b>La ruta de los héroes</b><span>, de</span><span> </span><b>Adriano Corrales</b><span> </span><span>que, en ciento veintitrés breves relatos, se refiere tanto a importantes episodios de la historia nacional como a hechos tan recientes que todavía andan por ahí muchos que los protagonizaron o presenciaron.</span></p><p style="text-align: justify;">Delfín Dorado, el protagonista, es un joven rebelde y transgresor con grandes inquietudes artísticas y sociales. Interesado en la literatura y la historia de Costa Rica, estudia ambos temas de manera obsesiva. Pero su vocación no es de simple analista, sino que aspira a ser promotor de un cambio de paradigma. Le interesa mucho lo que se ha hecho hasta ahora, pero sus miras están puestas en lo que se puede hacer de ahora en adelante. Se involucra entones con movimientos políticos clandestinos, al tiempo que se relaciona con jóvenes escritores que frecuentan talleres literarios. Ambos colectivos no pasan de ser grupos de soñadores. Los amigos con quienes pasa tardes enteras discutiendo de literatura, se llaman escritores pero no tienen obra publicada, por lo que no cuentan ni con un solo lector. Los revolucionarios de comité a puerta cerrada, sueñan con la transformación total del país, pero no tienen respaldo popular. El público, ni siquiera sabe que existen esos escritores que sueñan con dar la gran sorpresa, mientras que el pueblo al que consideran oprimido, también ignora que haya un movimiento dispuesto a salvarlo.En ambos escenarios, Delfín Dorado se enfrenta a grandes frustraciones. La literatura que se lee, se promociona y se premia es, un su opinión, mediocre. Los partidos por los que vota la mayoría, no solo no ofrecen soluciones, sino que, le parece, son más bien la causa de todas las situaciones que deben ser corregidas. Considera que tanto las obras literarias de verdadero valor artístico, como las propuestas políticas más audaces y creativas, son las que se mantienen en la sombra, conocidas solamente por unos pocos que tampoco logran ser capaces de darlas a conocer masivamente.</p><div><p style="text-align: justify;">No es de extrañar, entonces, que a pesar de su afición por construir castillos en el aire y soñar con todo lo que podría ser, pero no es, las tertulias con sus compañeros de letras y de luchas estén teñidas de un amargo tono de queja. El entorno político y el entorno literario, de la última década del Siglo XX, no solamente les parece opaco sino, en muchos aspectos, absurdo.</p><p style="text-align: justify;">En la novela se repasan algunas situaciones de aquella época que, como ya dije, todavía andan (o andamos) por aquí, muchos de quienes las presenciamos. Yo estuve presente en aquella incómoda situación en la que, en medio de un recital con numeroso público, un reconocido poeta, al hacer uso de la palabra, le reclamó a una escritora, que también formaba parte del panel, el haber expresado una opinión desfavorable sobre su más reciente poemario en una entrevista. Lo que la escritora dijo sobre el libro del poeta que acababa de publicarse, fueron apenas seis palabras. Pero el poeta, dolido porque su obra no fuera de gusto y aprobación universal, al tenerla al frente, le leyó un discurso de protesta, bastante largo, que traía preparado por escrito.</p><p style="text-align: justify;">Disimuladas con nombres cambiados, se cuentan otras anécdotas de este tipo. Curiosamente (vale la pena anotarlo para un lector no costarricense o poco familiarizado con el mundillo literario tico), las situaciones más descabelladas y hasta increíbles, en verdad ocurrieron. Un poeta publicó un libro de poemas dedicado a su esposa, cuyo nombre, para que quede claro, formaba parte del propio título de la obra. Dicho libro obtuvo el Premio Nacional de Poesía. Lo feo del caso, es que la esposa, a quien iban dedicados los poemas, formaba parte del jurado que otorgó el premio. El caso del bibliotecario que fue jurado en los premios nacionales de literatura, pese a no tener no solamente ningún libro, sino ni siquiera ningún artículo publicado, por increíble que parezca, también ocurrió realmente. Al igual que muchos otros, yo también escuché directamente de los labios del poeta paranoico. su explicación convencida de que las cucarachas portaban micrófonos ocultos.</p><p style="text-align: justify;">A los que ya han muerto, los cita por sus nombres. Así se repasan anécdotas de <b>Felipe Granados</b>, <b>Alexander Obando</b> y el simpático Tomás Saraví, conocido como el Dr. Taurus, quien solía afirmar revelaciones totalmente inverosímiles que, a la larga, resultaban ciertas, al menos en parte. </p><p style="text-align: justify;">Pero <i>La ruta de los héroes </i>es mucho más que un repaso anecdótico de situaciones vividas en la última década del Siglo XX y la primera del XXI. Un descubrimiento viene a introducir en la novela un plano paralelo. </p><p style="text-align: justify;">Justo cuando Costa Rica parecía sumida en la rutina y el conformismo, cuando no había ya grandes luchas ni en mente ni en proceso, apareció un diario de un combatiente de la Campaña Nacional contra los filibusteros de <b>William Walker</b>. La novela entonces intenta enlazar la lucha de aquella guerra que ocurrió siglo y medio atrás, con los desafíos que debían afrontar Delfín Dorado y sus compañeros poco después del año 2000. Se plantean entonces dos líneas narrativas de alguna forma análogas. De la misma forma es que la presencia de Walker en Nicaragua alteró la serena vida de los habitantes de Costa Rica, que debieron realizar acciones y afrontar riesgos para los que no estaban preparados, así mismo, Delfin Dorado y los suyos, inspirados por el diario de combatiente, se envalentonaron para dejar de arreglar el mundo en la tertulia y pasar de una vez de las palabras a los hechos.</p><p style="text-align: justify;">La credibilidad del diario es poco convincente. Más que un documento auténtico, parece más bien una fabricación realizada a propósito para dar soporte propagandístico a una posición determinada. Salvo las breves y esporádicas menciones a su novia, Lucía, se trata de un diario sin apuntes personales. Es más bien una crónica histórica, en que presta más atención a figuras conocidas tales <b><a href="https://mislibrosconnotas.blogspot.com/2017/04/luis-dobles-segreda-recopilo-documentos.html" target="_blank">Juan Santamaría</a></b>, <b><a href="https://mislibrosconnotas.blogspot.com/2020/01/pancha-carrasco-heroina-real-y-legendaria.html" target="_blank">Pancha Carrasco</a></b>, el Padre Francisco Calvo, el <a href="https://mislibrosconnotas.blogspot.com/2016/01/viajes-de-carl-hoffmann-en-costa-rica.html" target="_blank">Dr. Carl Hoffmann</a>. el periodista <b><a href="https://mislibrosconnotas.blogspot.com/2017/11/adolphe-marie-periodista-en-costa-rica.html" target="_blank">Adolphe Marie</a></b>, los médicos Cruz Alvarado Velazco y Andrés Sáenz Llorente y hasta el músico español. patriarca de una gran familia de artistas, Alejandro Cardona Llorens. Son escasas y esporódicas las ocasiones en que se refiere a sus compañeros de torpa y, cuando los menciona, aparecen identificados con nombres de escritores de finales del Siglo XX.</p><p style="text-align: justify;">Algo que llama poderosamente la atención, es que el relato, así como las reflexiones que se hacen sobre él tengan numerosas inexactitudes históricas. El grupo revolucionario del que forma parte Delfín Dorado decide denominarse <i>Héroes del 56</i>. ya que, según su interpretación de los hechos, la expulsión de los filibusteros fue <i>"la primera derrota del imperialismo yanqui"</i>. Sobre esta apreciación, vale la pena aclarar que la incursión de Walker en Nicaragua respondió al acuerdo firmado por Byron Cole con Francisco Castellón, que fue estrictamente privado. Una vez proclamado presidente de Nicaragua, a pesar de sus múltiples y reiterados esfuerzos, Walker nunca fue reconocido por el gobierno de los Estados Unidos. Por otra parte, Walker, ya como gobernante, consideró que la Compañía del Tránsito, propiedad del magnate Cornelius Vanderbilt, debía ser gravada con mayores impuestos, lo que le hizo ganarse un enemigo poderoso e influyente que, además, tenía la ventaja de estar más cerca de Washington. Antes, durante y después de su incursión en Nicaragua, Walker fue visto, tanto en Centroamérica como en los propios Estados Unidos, como un aventurero que actuaba por cuenta propia. Los barcos de guerra norteamericanos que se aproximaron a Nicaragua en 1857 no entraron en combate. Y, de haberlo hecho, habrían actuado más bien contra Walker. </p><p style="text-align: justify;">Curiosamente, por una parte, en la trama se desenmascaran mitos históricos que se repiten por tradición oral sin que nadie se moleste en confirmarlos pero, por otra parte, en la obra misma se repiten también mitos de este tipo. En la novela, Pancha Carrasco toma las armas y <b>Carmen Lyra</b> lidera la quema de la Información, pese a que ambos hechos son relatos legendarios y que no corresponden con lo que en realidad ocurrió.</p><p style="text-align: justify;">Este asunto de las imprecisiones llega a estar presente incluso en los más pequeños detalles. El diario del combatiente, menciona a Schlessinger en la batalla de Rivas, cuando donde estuvo Schlessinger fue más bien en Santa Rosa. Se presenta a don Vicente Aguilar Cubero como ministro y cuñado de don Juan Rafael Mora, cuando es sabido que Vicente Aguilar Cubero era su socio, no su ministro. El cuñado de don Juanito, tampoco era don Vicente, sino el <b><a href="https://mislibrosconnotas.blogspot.com/2017/06/dr-jose-maria-montealegre-presidente-de.html" target="_blank">Dr. José María Montealegre Fernández</a></b>. </p><p style="text-align: justify;">Conforme avanzaba en la lectura del libro, me fui dando cuenta que todas estas inexactitudes históricas eran deliberadas. No son errores sino, más bien, distorsiones, exageraciones, juegos de cambios, es decir, fantasías. La ruta de los héroes es una novela, es decir, una obra de ficción. Más que una novela histórica, da la impresión de que se trata de una novela antihistórica. Poco a poco, la fantasía va ganando más protagonismo y, ya en los últimos episodios, acaba completamente sumida, tanto en el diario del combatiente del 1856, como en las andanzas de Delfín Dorado en las primeras décadas del siglo XXI, en una realidad alternativa. Cuenta lo que pudo haber sido, pero no fue. </p><p style="text-align: justify;">Para evitar arruinarle la sorpresa a quienes no han leído este libro, me abstengo de hacer comentarios sobre el desenlace. Me limito a recomendarles, para que disfruten la trama de principio a fin, que no cometan el error que yo cometí. No se distraigan con las referencias a hechos, situaciones o personajes que les resulten familiares. Esta novela, como todas las novelas, es un mundo en sí misma. Lo que sucedió hace poco, como lo que ocurrió hace mucho, tuvo lugar en un país imaginario y (en este caso la advertencia resultó ser cierta), cualquier semejanza con personajes o acontecimientos de la realidad es puramente accidental. Los novelistas, amos y señores del mundo que crean, solamente le deben fidelidad a su propia fantasía y nada, ni siquiera la realidad conocida o documentada, puede ponerle límites a sus sueños.</p><p style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;">La lectura de </span><i style="text-align: left;">La ruta de los héroes</i><span style="text-align: left;"> nos invita reflexionar sobre el pasado, presente y futuro de Costa Rica, pero no solamente a partir de los datos, sino también por medio de la fantasía.</span></p><p style="text-align: justify;">En todo caso, hasta los libros de historia más rigurosos y documentados, están también llenos de inexactitudes. Las de los historiadores no solamente son inexactitudes inconscientes e involuntarias sino que en alguna medida también responden a su propio mundo imaginario. Al final, se acabe repitiendo lo que se ha descubierto, como lo que se ha interpretado. Lo que consta se altera con lo que se cree, o lo que se quiere creer. La literatura, desde la fantasía, nos puede aclarar la realidad. La historia, inevitablemente, es en gran parte fruto de la imaginación.</p><p style="text-align: justify;">INSC: 2779</p></div></div>Carlos Porrashttp://www.blogger.com/profile/00994918944534877814noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8739524028743279961.post-73910138205869992282021-04-06T04:54:00.004-06:002021-08-20T09:03:28.800-06:00Fabio Baudrit y la leyenda del Paso de la Vaca.<p style="text-align: justify;"> </p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: justify;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEinDxPo51WSi7WpYYPBz4HPY7_554Jr9QHS63ahCMPzoA3x3A0C-h9qnKBYrErN8i4IL8cXsHJABwDAQCEz5fh0WwqVSTIrEnjl5PR7EWM0z-AEkoBFfiMtV90g1yoKUxBJ3zAoZYtc1Z4/s1198/El+paso+de+la+vaca+y+otros+relatos+Fabio+Baudrit+Gonzalez.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1198" data-original-width="763" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEinDxPo51WSi7WpYYPBz4HPY7_554Jr9QHS63ahCMPzoA3x3A0C-h9qnKBYrErN8i4IL8cXsHJABwDAQCEz5fh0WwqVSTIrEnjl5PR7EWM0z-AEkoBFfiMtV90g1yoKUxBJ3zAoZYtc1Z4/w255-h400/El+paso+de+la+vaca+y+otros+relatos+Fabio+Baudrit+Gonzalez.jpg" width="255" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">El Paso de la vaca y otros relatos.<br />Fabio Baudrit González.<br />Editorial Costa Rica. <br />Costa Rica. 1977.</td></tr></tbody></table><p></p><div style="text-align: justify;">En uno de sus primeros casos, como abogado recién graduado, a don <b>Fabio Baudrit González</b> le tocó defender a un hombre que había cometido un homicidio. Como la culpabilidad de su cliente era innegable y estaba fuera de toda duda, el único argumento que se le ocurrió plantear en su defensa fue que el asesino sufría de demencia. Su alegato fue tan convincente que su defendido acabó siendo encerrado de por vida en el hospital psiquiátrico. A decir verdad, no le hizo ningún favor. Si lo hubieran declarado culpable, lo habrían condenado a unos años de cárcel, tras los cuales, eventualmente acabaría saliendo en libertad. Pero al ser considerado un loco peligroso, aquel hombre nunca volvió a poner un pie en la calle y pasó el resto de sus días maldiciendo a su abogado defensor. </div><p></p><p style="text-align: justify;">Otros abogados se hacían ricos y famosos, pero el bueno de don Fabio no tuvo la misma suerte y se quejaba de que a su bufete solamente llegaban dos tipos de clientes: los que no tenían dinero y los que no tenían razón. Una vez, por ejemplo, una viejita mendiga le solicitó que le ayudara a conseguir una pensión para su marido, que estaba muy enfermo. Aquello fue a principios del Siglo XX y todavía el Estado otorgaba pensiones a quienes hubieran luchado en la campaña nacional contra los filibusteros de <b><a href="https://mislibrosconnotas.blogspot.com/2015/05/william-walker-antes-de-nicaragua.html" target="_blank">William Walker</a></b>. Los únicos tres requisitos que se solicitaban eran: haber participado en la guerra, no tener medios de subsistencia y no estar en capacidad de trabajar. La ancianita le dijo a don Fabio que ella y su marido eran realmente pobres, no tenían absolutamente nada; que su marido estaba tan débil, que apenas era capaz de ponerse en pie, pero que, en los tiempos de la guerra, su marido pasó dos años escondido en la montaña para que no se lo llevaran como soldado. Para ayudar a la pobre mujer, don Fabio le manifestó con optimismo: <i>"De los requisitos que piden, su marido tiene dos de tres"</i>. Y ahí mismo le redactó la solicitud de pensión que, poco después, acabó siendo aprobada.</p><p style="text-align: justify;">Una vez pensionado, la salud de aquel hombre mejoró milagrosamente y era común su presencia en los actos cívicos de las escuelas, a los que asistía para hablarles a los niños de sus hazañas tan heroicas como imaginarias. El señor, hay que reconocérselo, fue también solidario, ya que en muchas de las solicitudes de pensión de sus amigos compareció, en calidad de testigo, y dijo <i>"haberlos visto"</i> en Santa Rosa y Rivas.</p><p style="text-align: justify;"></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: justify;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi3OCVEgEmaJBRQAWpzxeAzOQiDcUVolMsriO2bJ4xmOnjeYdSAJ0F4G6tKY7qiLxoJDXykIkCwsf0l3ted81J9AR6mKud2_U-xCf5aN5rzvAoePHayhav7-XsvbN9b1n4BqrEDC4lOJkU/s150/Fabio+Baudrit+Gonz%25C3%25A1lez.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="150" data-original-width="90" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi3OCVEgEmaJBRQAWpzxeAzOQiDcUVolMsriO2bJ4xmOnjeYdSAJ0F4G6tKY7qiLxoJDXykIkCwsf0l3ted81J9AR6mKud2_U-xCf5aN5rzvAoePHayhav7-XsvbN9b1n4BqrEDC4lOJkU/w240-h400/Fabio+Baudrit+Gonz%25C3%25A1lez.jpg" width="240" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Fabio Baudrit González.<br />(1875-1954)</td></tr></tbody></table><p></p><div style="text-align: justify;">Hijo de don Doroteo Baudrit Murillo y de doña Adelaida González Víquez, don Fabio Baudrit González (1875-1954) fue conocido, durante su juventud, simplemente como <i>"el sobrino de don Cleto"</i>. Su tío materno, el licenciado <b><a href="https://mislibrosconnotas.blogspot.com/2017/06/don-cleto-gonzalez-viquez.html" target="_blank">Cleto González Víquez</a></b>, dos veces presidente de Costa Rica, con frecuencia lo regañaba por no tomarse la vida en serio. Cuando don Fabio contrajo matrimonio con María Atilia Moreno Cañas, pasó a ser reconocido como el cuñado del <a href="https://mislibrosconnotas.blogspot.com/2015/01/ricardo-moreno-canas.html" target="_blank"><b>Dr.</b> <b>Ricardo Moreno Cañas</b></a>. Y, finalmente, cuando su hijo mayor, Fabio Baudrit Moreno, destacó como intelectual y catedrático, don Fabio fue identificado como el padre del rector de la Universidad de Costa Rica. Curiosamente, con un tío famoso, un cuñado famoso y un hijo famoso, don Fabio Baudrit González acabó siendo una figura prácticamente desconocida.</div><p></p><p style="text-align: justify;">Además de abogado de causas pintorescas y pariente de personajes destacados, don Fabio Baudrit González fue escritor, pero murió sin haber publicado nunca un libro. Sus escritos, todos de tono risueño, que incluyen cuentos, anécdotas y artículos de opinión, quedaron dispersos en muchísimos periódicos y revistas de distintas décadas. Don <b>Adolfo Blen</b>, un meticuloso explorador de hemerotecas, tuvo la paciencia de buscarlos hasta llegar a reunirlos todos. Sin embargo, no llegó a publicarlos. Los primeros escritos de don Fabio datan de 1903 y se mantuvo colaborando frecuentemente en la prensa hasta poco antes de su muerte, en 1954. </p><p style="text-align: justify;">Pese a no contar con libros publicados, don Fabio Baudrit fue miembro fundador de la Academia Costarricense de la Lengua, en la que ocupó el sillón H. Al año siguiente de su muerte, fue elegido para sucederlo en ese puesto, el filólogo y poeta <b>Arturo Agüero Chaves. </b>Ya había caído en desuso la costumbre de que los nuevos académicos dedicaran su discurso de incorporación a elogiar a su antecesor, pero don Arturo Agüero quiso realizar un ensayo crítico sobre la obra de don Fabio Baudrit recopilada por don Adolfo Blen. Ese estudio, junto con una pequeña antología, fue publicado por la Universidad de Costa Rica, pero no tuvo gran difusión.</p><p style="text-align: justify;">No sería sino hasta 1977, veintitrés años después de la muerte de don Fabio, que aparecería el libro <i><b>El paso de la vaca y otros relatos</b></i>, publicado por <b>Editorial Costa Rica. </b> Como su producción literaria era muy abundante, no fue posible publicar todos sus escritos, de manera que se hizo una selección clasificada en cuentos, semblanzas, leyendas, minucias y otras prosas. Afortunadamente, el libro incluyó la lista completa de publicaciones realizada por don Adolfo Blen, de manera que, quien quiera rastrear alguno de los relatos o artículos no incluidos en el libro, no tiene más que ir a la hemeroteca con la seguridad de saber exactamente dónde encontrarlo. El ensayo de don Arturo Agüero también aparece al final del libro.</p><p style="text-align: justify;">Los escritos de Fabio Baudrit son breves, amenos, fluidos y, en cada uno de ellos, hace gala de una fina ironía y un sentido del humor punzante. El apartado que lleva por título <i>"Minucias"</i>, recopila artículos de opinión sobre distintos temas del acontecer nacional, expuestos y analizados en un sutil tono de burla. No se crea, sin embargo, que don Fabio era un humorista. Sus observaciones son claras, profundas y reveladoras, pero tienen el gran mérito de destacar el lado absurdo, cómico y hasta ridículo, de los temas más serios.</p><p style="text-align: justify;">En el apartado de leyendas, cuenta la del Cadejos, la Cegua y la Llorona, pero, sin lugar a dudas, la leyenda que, a la larga, acabó teniendo más impacto en el pueblo, hasta el punto de llegar a convertirse, por ser repetida de boca en boca, en un mito urbano considerado por muchos como verdad histórica, es la del Paso de la vaca.</p><p style="text-align: justify;">Publicada en el periódico <i>El Noticiero</i>, en 1905, la leyenda se refiere al origen del nombre de un humilde barrio al noroeste de San José que, desde mediados del Siglo XIX era llamado "El Paso de la vaca". Se trataba de un caserío de trabajadores y pequeños comerciantes que tuvo solamente un vecino ilustre, ni más ni menos que el poeta <b><a href="https://mislibrosconnotas.blogspot.com/2015/07/ruben-dario-en-costa-rica.html" target="_blank">Rubén Darío</a></b>, que alquiló allí una pequeña casita de adobe durante los meses que vivió en Costa Rica.</p><p style="text-align: justify;">Cuenta don Fabio que las familias modestas de San José mantenían con los vecinos relaciones cordiales, pero de lejos. Las conversaciones tenían lugar en la calle, el mercado, la pulpería o la salida de Misa, pero era algo muy raro, y bastante mal visto, irse a meter a otra casa. Cuando recibían visitas, las atendían desde el lado adentro de la cerca y, si las pasaban adelante, a lo más que llegaban era a sentarse en la banca del corredor.</p><p style="text-align: justify;">La única ocasión en que invitaban a los vecinos, los dejaban entrar hasta la cocina y los atendían con bebidas, comidas y hasta postres y golosinas, era en el Rezo del Niño. De hecho, las casas eran estrechas, sencillas y no tenían cuadros ni adornos ni otros elementos puramente decorativos pero, incluso la familia más pobre, en la época navideña montaba un portal de tan grandes proporciones que, en muchos hogares, apenas dejaba espacio para caminar. Tener un pasito grande y lindo era un lujo con el que todos soñaban para impresionar a los vecinos en la única ocasión en que los dejaban entrar a su casa.</p><p style="text-align: justify;">En algún momento vino de Guatemala un escultor que era un verdadero artista tallando santos de madera. Algunos curas le encargaron imágenes para los templos y una que otra familia rica también contrató sus servicios. Pero, entre los humildes trabajadores descalzos de San José, los únicos que pudieron reunir el dinero para hacerle un encargo al escultor <i>"fuerero"</i> (en aquellos años no se decía extranjero ni forastero), fueron unos Abarca a los que, por grandotes y fuertes, les decían, como apodo, <i>"los bueyes".</i></p><p style="text-align: justify;">Los Abarca le pidieron al escultor que les hiciera un pasito completo, con el ángel, San José, la Santísima Virgen María, el Niño Dios, los tres reyes magos, la mula y el buey. Al oír la palabra buey, el viejo padre de familia, que no soportaba escuchar el apodo por el que era conocido, le ordenó al escultor que, en vez de buey, le hiciera una vaca. El chapín, <i>"fuerero"</i>, le respondió que eso no era posible, que se arriesgaba hasta que el cura se negara a bendecirle su pasito, pero ñor Abarca no se dejó convencer y, tajante, le advirtió: <i>"Le pone tetas o no le pago"</i>.</p><p style="text-align: justify;">Esa Navidad, por curiosidad más que por otra cosa, todos los vecinos de San José fueron a ver el portal de los Abarca, que acabó volviéndose famoso. Entonces, cuando alguien preguntaba una dirección en la zona le decían: <i>"es por la calle de los Abarca, los que le dicen bueyes, los del paso de la vaca".</i></p><p style="text-align: justify;"><i>"Y esa es"</i>, declaraba don Fabio, <i>"la religiosa historia del Paso de la Vaca"</i>, antes de cerrar su escrito con un contundente: <i>"Como me lo contaron te lo cuento."</i></p><p style="text-align: justify;">Pocos días después de que su leyenda <i>"El Paso de la vaca" </i>apareciera publicada en el periódico, don Fabio se encontró con su buen amigo Juan José Loaiza, un hombre ingenioso y conversador, quien no solo le dijo que había leído su escrito y lo felicitó por la forma tan amena en que contó la historia, sino que también le comentó que todavía vivían en el Paso de la vaca, descendientes de la familia Abarca que había encargado hacer su pasito al escultor guatemalteco.</p><p style="text-align: justify;">Don Fabio reaccionó sorprendido ante la noticia, ya que todo, absolutamente todo, era inventado. Nunca existieron en realidad ni los Abarca, ni el escultor guatemalteco, ni el pasito con vaca en lugar de buey. Su historia era tan inventada como la demencia del asesino que le tocó defender, o las hazañas patrióticas y heroicas de aquel pobre hombre que estuvo dos años escondido en la montaña para no ir a la guerra. Sin embargo, como buen escritor, es decir, autor de ficciones, y por puro apego a la mentira, no le confesó a su amigo que nada de lo que había relatado era cierto.</p><p style="text-align: justify;">La leyenda del Paso de la vaca, como ya se dijo, fue publicada en el periódico en 1905 y don Fabio murió en 1954. Durante casi medio siglo, entonces, don Fabio pudo sonreír complacido, al ver como su relato era repetido de boca en boca, hasta convertirse en historia oficial. Su nombre, como autor, fue olvidado, pero al menos una de las páginas que escribió llegó a ser tan aceptada por el pueblo, que acabó apropiándose de ella. Incluso hoy en día, son muchos quienes repiten la historia del origen del pintoresco nombre del barrio al noroeste de San José, sin haber escuchado nunca mencionar el nombre de don Fabio Baudrit González. </p><p style="text-align: justify;">INSC: 1784</p>Carlos Porrashttp://www.blogger.com/profile/00994918944534877814noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8739524028743279961.post-91344059193258424082021-03-26T08:38:00.015-06:002021-04-16T15:35:42.185-06:00Los ojos del antifaz. Novela de Adriano Corrales.<p style="text-align: justify;"></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: justify;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgGythww1tSYOi92K2yQexu7vX4fVuxazrEjPGAt4aETsVyhhgLF_HPTOrFKFxvDpEJyFioiBpb5WaHl14WbK4R1hb9MEuD5fx6I_zoxsvxtwh8Xn5vd8eql3gczx8SdMDDWDRJtxXRs5g/s426/Los+ojos+del+antifaz+BBB.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="426" data-original-width="302" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgGythww1tSYOi92K2yQexu7vX4fVuxazrEjPGAt4aETsVyhhgLF_HPTOrFKFxvDpEJyFioiBpb5WaHl14WbK4R1hb9MEuD5fx6I_zoxsvxtwh8Xn5vd8eql3gczx8SdMDDWDRJtxXRs5g/w227-h320/Los+ojos+del+antifaz+BBB.jpg" width="227" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Los ojos del antifaz.<br />Adriano Corrales.<br />BBB. Costa Rica. 2020</td></tr></tbody></table><p></p><div style="text-align: justify;">En determinado momento, David, el protagonista de la novela <i><b>Los ojos del antifaz</b></i>, de <b>Adriano Corrales</b>, se mira al espejo y no se reconoce. Aún joven, le cuesta creer que aquel rostro envejecido, maltratado, doloroso y amargo, sea el suyo. No hace mucho que era un muchacho alegre, curioso y enamoradizo que, a falta de un balón de verdad, jugaba con sus amigos utilizando como pelota una vejiga de chancho bien inflada y bien cosida.</div><p></p><p style="text-align: justify;">Creció en el campo, tan cerca de la naturaleza virgen que, en las noches, se escuchaban los gruñidos de manadas de saínos salvajes que se atrevían a curiosear cerca de la casa. Estaba pequeño cuando, cargada dentro de una carreta de bueyes, venía enroscada una enorme serpiente muerta. Los habitantes del lugar se congregaron curiosos y, para que pudieran verla mejor, la colgaron de un poste. Se aprovechó todo. El cuero, que parecía inagotable, sirvió para hacer zapatos, cinturones y billeteras, la grasa, para remedios caseros y la carne para hacer chicharrones.</p><p style="text-align: justify;">Su infancia y juventud las vivió en un lugar mágico, en que los fantasmas hacían visitas para anunciar su propia muerte, las brujas se entretenían anudando apretadas trenzas en las crines de los caballos y el <b><a href="https://mislibrosconnotas.blogspot.com/2015/01/ricardo-moreno-canas.html" target="_blank">Dr. Ricardo Moreno Cañas</a></b> operaba en sueños a sus devotos. Las oportunidades de divertirse y socializar eran pocas, pero se aprovechaban al máximo, como la vez aquella en que tuvo su primera, brevísima, pero inolvidable conquista amorosa con la muchachita que hacía fila delante de él para montarse en la rueda de Chicago.</p><p style="text-align: justify;"><b>Guy de Maupassant </b>decía que una novela es un ciclo completo de vida, que se toman los personajes en un momento de sus vidas y se les acompaña, durante la transición, hasta el momento siguiente. El David joven, fuerte, sano, juguetón, idealista y soñador que respiraba el aire puro del monte y se bañaba en los ríos, no es el mismo David, joven aún, que se mira al espejo y se percata que, aunque actuó movido por las mejores intenciones y con el propósito de hacer lo correcto, el sueño al que dedicó todas sus energías, por el que hizo enormes sacrificios y en el que hasta puso en riesgo su vida, no fue más que un espejismo.</p><p style="text-align: justify;">De mente inquieta, David desde pequeño se cuestionaba todo, hasta la doctrina del catecismo. Era inteligente y curioso, pero acabó volviéndose rebelde y revoltoso, hasta el punto que, siendo apenas un adolescente, <i>Cuzuco</i>, el director del colegio, lo expulsó por haber afeado, con protestas estudiantiles, la visita del Presidente de la República. Fuera de las aulas, sin derecho a matricularse en ninguna institución estatal de segunda enseñanza, David, que podía ser constante cuando se lo proponía, terminó la secundaria y abandonó su verde y mágica tierra natal para ir a estudiar a la universidad.</p><p style="text-align: justify;">Deambuló por distintas carreras, se hizo de amigos y, además de compartir parrandas juveniles, acabó involucrándose en una agrupación política que, en la novela, se llama simplemente <i>"La orga"</i>. Aunque en el grupo había unos cuantos intelectuales y hasta algunos miembros de otros países, que tenían amplia experiencia en tácticas de agitación, labores de espionaje y hasta de guerilla, lo cierto es que la gran mayoría de los compañeros eran revolucionarios de camiseta y boina. Muchachos que se proponen cambiar el mundo, sin ser capaces de cambiar sus propios hábitos, que pretenden establer otro orden de cosas, sin tener su propia vida en orden.</p><p style="text-align: justify;"></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: justify;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgtpKUK2g2hRslwPfCPky7-NwnjahbvFs6PSs1U7ohwx6aGTYUdL4ZP6cqe-SxL_hVu-3v7lXfp7OJnnr-xcW0gQgh93P0DmR3njrc4eZY6o753PDdmtkVTCgxO9dZ9fQ_A0haitqeshas/s293/Los+ojos+del+antifaz+Perro+Azul.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="293" data-original-width="183" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgtpKUK2g2hRslwPfCPky7-NwnjahbvFs6PSs1U7ohwx6aGTYUdL4ZP6cqe-SxL_hVu-3v7lXfp7OJnnr-xcW0gQgh93P0DmR3njrc4eZY6o753PDdmtkVTCgxO9dZ9fQ_A0haitqeshas/w200-h320/Los+ojos+del+antifaz+Perro+Azul.jpg" width="200" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Los ojos del antifaz.<br />Adriano Corrales.<br />Primera edición.<br />Perro Azul. Costa Rica. 1999.</td></tr></tbody></table><p></p><div style="text-align: justify;">Aquellos jóvenes, aunque cumplían con entusiasmo las tareas que les asignaban los dirigentes, la mayor parte del tiempo eran simplemente compañeros de tertulia y de parranda. Acabaron viviendo todos juntos en una casa alquilada pero el asunto no funcionó muy bien, porque todos comían y solamente unos pocos aportaban. Los recursos llegaron a ser tan escasos que, en una ocasión, todos intervinieron en el debate oral y público de un juicio que se improvisó por la desaparición de un plátano. En la convivencia quedó claro que la tan cacareada palabra <i>"solidaridad"</i>, unos (pocos) la consideraban un deber, mientras que otros (muchos) la aprovechaban como una ventaja gratuita. </div><p></p><p style="text-align: justify;">Era el final de los años setenta y como David era uno de los más entusiastas de <i>la orga</i>, le propusieron entrenarlo para que fuera a luchar como guerrillero sandinista en el frente sur de Nicaragua. David tenía su novia y sus planes. Fue duro decidir entre Lucía y la lucha revolucionaria pero, se dijo, la lucha está por encima de todo. Además, pensó: <i>"Si me niego, quedaré como un farsante."</i></p><p style="text-align: justify;">Se fue entonces como <i>"voluntario"</i> y, ya en la montaña, llegó a entablar buena amistad con sus compañeros de armas. Eran en verdad muy distintos a los revolucionarios de la universidad y poco a poco fue conociendo sus historias, reales o inventadas, así como las razones por las que explicaban, tanto a los otros como a sí mismos, el que estuvieran allí. Entre los guerrilleros había personajes de todo tipo y hasta niños de doce años de edad, cuya estatura apenas era ligeramente más alta que el fusil que cargaban. Los más viejos, tenían sus razones, pero en cuanto a los chavalitos, aunque eran valientes y arrojados, resultaba difícil de creer que fueran <i>"voluntarios"</i>.</p><p style="text-align: justify;">A la hora de escoger su nombre de guerrillero, tras descartar muchas opciones, David decidió llamarse Aquiles. Lo más terrible del tiempo de lucha en la montaña no fue el hambre, ni el frío, ni la lluvia, ni el sol, ni las largas caminatas con el equipo a cuestas. Ni siquiera fueron los tiroteos ni la conciencia de que se arriesgaba la vida a cada paso. Lo más terrible fue la muerte, tanto de los compañeros como del enemigo porque, tras los combates, David o, más bien, Aquiles, descubrió que los muertos no solamente tienen un aspecto impactante, que impresiona por lo grotesco, sino también un olor penetrante que queda impregnado por dentro y por fuera de quien se les acerca demasiado.</p><p style="text-align: justify;">Cuando <b>Anastasio Somoza</b> abandonó el poder en Nicaragua y los guerrilleros fueron recibidos en las principales poblaciones del país como héroes, por todo lo sufrido, el sabor de la victoria fue amargo y llegó a prestarse para ironías. Hasta la consigna revolucionaria <i>"Hasta la Victoria, siempre"</i>, era repetida por los mismos guerrilleros con otro significado, porque en Nicaragua, Victoria es una marca de cerveza.</p><p style="text-align: justify;">La madre se curó de todos los males que la tenían postrada en una cama cuando su hijo volvió a la casa. El retorno fue difícil. <i>"¿Cómo se hace para volver?" </i>A petición de los curiosos, David contaba sus andanzas como si el protagonista de su relato fuera otro y no él mismo. Su mente estaba en otra parte. No le interesaba hacerse el interesante con relatos de aventuras, sino retomar de nuevo su vida, sus planes, volver a encontrarse con su novia, buscar una ruta a seguir, hacer algo después de ese paréntesis en su vida. A veces se preguntaba qué habría sido si nunca hubiera salido del pueblo. Tal vez peón de finca, trabajador del aserradero o dependiente de comercio. </p><p style="text-align: justify;">David quería retomar su vida, pero "L<i>a orga"</i>, tenía otros planes para él. Decidieron, sin consultarle, aprovechar su experiencia para realizar lo que llamaban <i>"operaciones de recuperación financiera", </i>eufemismo rimbombante que, en buen castellano, significa, simple y llanamente, realizar asaltos para obtener un botín. Bien mirado, la tergiversación de las palabras es hasta irónica. Solamente se puede recuperar lo que a uno le pertenece. Recuperar algo que pertenece a otro es, por feo que suene, robar.</p><p style="text-align: justify;">El asalto a una sucursal bancaria salió bien. No hubo heridos, ni muertos ni detenidos. Pero en el segundo golpe las cosas se complicaron y David acabó arrestado e interrogado. Los cuerpos policiales estaban alarmados y tensos. A inicios de los años ochenta estaban sucediendo hechos cada vez más violentos. secuestros de empresarios de otras nacionalidades residentes en el país, tiroteos, asaltos y acciones de organizaciones armadas con algún tipo de connotación política, como las del grupo La Familia, que dejó la muerte de dos guardias civiles durante un enfrentamiento y de la joven <b>Viviana Gallardo Camacho</b>, ametrallada en una celda mientras esperaba presentarse a juicio.</p><p style="text-align: justify;">David llegó a pensar que no saldría vivo del interrogatorio. Nadie, ni siquiera él mismo, sabía dónde se encontraba. Pero a fin de cuentas lo dejaron ir. Pudo dormir y, a la mañana siguiente, mientras se aseaba, se miró al espejo.</p><p style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><i>"Allí, frente a mí, estaba parado un tipo con los ojos amoratados y la cara de una palidez violácea. Un tipo barbado y golpeado por días y años de lucha inútil consigo mismo y con la muerte. Un tipo desconocido, envejecido por los años a la interperie y a salto de mata. No un guerrero, sino un transeúnte por la vía de los que nunca se descubrieron...Ese era el antifaz que había llevado hasta siempre... Ese tipo no era yo, era otro. Los ojos, mis ojos, al fin podían mirar el antifaz. O el antifaz mirar a mis ojos."</i></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;">En Centroamérica abundan las obras testimoniales de guerrilleros pero, por lo general, son de corte propagandístico o apologético en las que el protagonista es retratado como héroe o como víctima. Los ojos del antifaz no va por ahí. Es una novela en la que, más que en la referencia histórica, la atención está concentrada en el drama humano, más que en la lucha social, el argumento se concentra en la experiencia individual. Independientemente de las posiciones políticas o ideológicas que pudiera tener quien la lea la novela, acabará comprendiendo a David y, hasta me atrevería a afirmar que, conforme avance el lectura, llegará hasta a sentirle afecto.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;">No sé si Adriano los escogió deliberadamente o si ni siquiera se dio percató del detalle, pero encontré profundamente simbólicos los dos nombres del protagonista. David, como el pastorcillo que, siendo apenas un niño, derribó con su honda a un guerrero gigante armado hasta los dientes, y Aquiles, el invencible que tenía, sin embargo, un punto vulnerable. A pesar de la fortaleza de sus palabras, sus ideas y sus acciones, de alguna forma es evidente que, en el fondo, el personaje que está detrás del antifaz es una criatura frágil. A la larga, él mismo se percata que el punto débil de su ser es más que el talón y que el enemigo que pretendía derribar es mucho más grande que Goliat.</span></p><p style="text-align: justify;"></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: justify;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpQjSK_GT6zS1ib84g2wF4OB0JIV6VZbEcOXEIqjLxq7PEAbmXqFCNjMqHW4Ds1AJ9zwRJuUw8uaJfhEpBuERjJkD4-hmyTR9S8V-kVqfX2ZPDFdb5Pv9QZC_W560n9msGscUDFwcBU_o/s475/Los+ojos+del+antifaz+EUNED.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="475" data-original-width="295" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpQjSK_GT6zS1ib84g2wF4OB0JIV6VZbEcOXEIqjLxq7PEAbmXqFCNjMqHW4Ds1AJ9zwRJuUw8uaJfhEpBuERjJkD4-hmyTR9S8V-kVqfX2ZPDFdb5Pv9QZC_W560n9msGscUDFwcBU_o/w199-h320/Los+ojos+del+antifaz+EUNED.jpg" width="199" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Los ojos del antifaz.<br />Adriano Corrales.<br />EUNED. Costa Rica. 2007.</td></tr></tbody></table><p></p><div style="text-align: justify;">El sueño se volvió una pesadilla de la que fue triste despertar. A lo largo del libro hay reflexiones filosóficas, éticas, estéticas e históricas de gran interés y profundidad. Hasta las alucinaciones, o premoniciones, de la vez que durmió tres días seguidos son fascinantes. David sufrió al lado de la sarta de vagos de la universidad, en los duros tiempos de la guerrilla y en las operaciones clandestinas en las que lo involucró <i>"la orga"</i>, pero disfrutó de la serenidad de las nostálgicas charlas con sus caseros doña Luz y don Toño. David, en el fondo, era un pensador y un artista más que un guerrilero o un redentor de la sociedad.</div><p></p><p style="text-align: justify;">Mientras leía <i>Los ojos del antifaz</i>, reafirmé mi convicción de que los movimientos de izquierda, pese a su prédica contra la discriminación de clase, en la práctica son bastante clasistas. Están, para empezar por lo más alto, los que llamo <i>"los comunistas gourmet" </i>o, como les dicen en Europa, <i>"La gauche"</i>, que son pura pose, como las preciosas ridículas de la comedia de <b>Moliére</b>. Luego están los dirigentes, que dan la cara y pronuncian discursos, pero nunca se ensucian las manos. Y, en lo más bajo de la pirámide, están quienes, como el David de la novela, hacen cualquier cosa que les manden y son capaces de poner a un lado hasta sus aspiraciones personales con tal de contribuir a la causa.</p><p style="text-align: justify;">Los de arriba son una farsa. Los de abajo de verdad se creen el cuento. Su idealismo y su compromiso son auténticos, pero acaban siendo utilizados como peones de una partida en la que otros deciden sus movimientos. Uno no puede dejar de preguntarse cómo alguien que, siendo apenas un muchacho, ponía en apuros a la maestra de religión por cuestionar la doctrina y el catecismo, luego, ya más crecido, no solo abrazó sin objeciones de ningún tipo la religión, la doctrina y el catecismo de "<i>la orga"</i>, sino que hasta cumplió sus órdenes sin cuestionarlas en lo más mínimo.</p><p style="text-align: justify;">El ideal por la justicia social lo llevó a la delincuencia. Se jugó el riesgo de matar, de que lo mataran o de ir a parar la cárcel, con tal de obtener un botín del que ni siquiera recibiría una parte, puesto que debía entregarlo a los de arriba, a los que dan órdenes sin arriesgar nada.</p><p style="text-align: justify;">Lo irónico, y lo triste, es que los más comprometidos y obedientes, cuanto todo acabó, fueron los más olvidados. Los otros, los que hablaban de revolución pero tuvieron el cuidado de mantenerse lejos de los disparos, hospedados en buenos hoteles mientras sus compañeros se escondían en charrales con el enemigo al frente, al final siguieron politiqueando y encontraron su campito en los partidos que antes combatían.</p><p style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;">Sereno, sin dolor y sin resentimientos, David llega a decir que si un largo periodo de su juventud se puede considerar como un montón de años perdidos, confía al menos que no acabe siendo también una memoria perdida. Y se propone entonces escribir su historia personal novelada.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;">Una vez, le pregunté a Adriano si este libro se podía considerar como unas memorias o un testimonio de su experiencia personal. Tras un profundo respiró, simplemente me respondió: <i>"Los ojos del antifaz es una novela."</i></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;">Una novela, por cierto, que lleva años generando interés y atrayendo lectores. Su primera edición fue publicada en 1999 por <b>Perro Azul,</b> en 2001 fue editada en Argentina por el sello <b>Piel de leopardo, </b>la <b>EUNED</b> la incluyó en sus colección de literatura costarricense en 2007 y la edición más reciente la realizó <b>BBB</b> en el año 2020.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;">INSC: 1091, 2777</span></p>Carlos Porrashttp://www.blogger.com/profile/00994918944534877814noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8739524028743279961.post-88949171559265252232021-03-22T03:39:00.005-06:002021-03-25T00:54:50.250-06:00Boris Spassky y Bobby Fischer. El torneo de ajedrez del siglo, 1972.<p style="text-align: justify;"></p><table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: justify;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjIF9lP-rZfz7MfYPuU9VE2Ayzc1IJvKbFMRSNdeqPgAM283YV_3gGygrLw2Tg2J7eHf34yg-BKdlT1ufOvVUAIEKbVy6RTauv0LS8_01db32VdBfOv5fJ-YEPOCR4U7euer2_ZrIa97EU/s699/Spassy+Fischer+Lorenzo+Ponce+Sala.jpg" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="699" data-original-width="415" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjIF9lP-rZfz7MfYPuU9VE2Ayzc1IJvKbFMRSNdeqPgAM283YV_3gGygrLw2Tg2J7eHf34yg-BKdlT1ufOvVUAIEKbVy6RTauv0LS8_01db32VdBfOv5fJ-YEPOCR4U7euer2_ZrIa97EU/s320/Spassy+Fischer+Lorenzo+Ponce+Sala.jpg" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Spassky Fischer.<br />Todas las partidas del <br />Match del Siglo.<br />Lorenzo Ponce-Sala<br />Bruguera, España. 1972</td></tr></tbody></table><p></p><div style="text-align: justify;">Nunca antes, y nunca después, el ajedrez acaparó tanta atención como cuando, en 1972, se disputó el campeonato mundial entre el ruso <b>Boris Spassky</b>, que defendía su título, y el norteamericano <b>Bobby Fischer</b>, que era el retador.</div><p></p><p style="text-align: justify;"><i>"El sereno mundo del ajedrez",</i> como lo llamaba el propio Spassky, es un ambiente de competencias largas, lentas y silenciosas, premios modestos y escaso público. Un torneo de ajedrez no tiene momentos espectaculares para quien no comprenda el juego y, con mucha frecuencia, ni para los propios entendidos tampoco.</p><p style="text-align: justify;">Sin embargo, tal vez por el tenso ambiente de la guerra fría, que enfrentaba en aquel tiempo a la Unión Soviética y a los Estados Unidos, el hecho de que el campeonato de 1972 tuviera a un norteamericano como retador de un campeón ruso, logró que el evento fuera llamativo, quizá más desde el punto de vista político que del propiamente deportivo.</p><p style="text-align: justify;">Las actitudes de los contendientes eran verdaderamente distintas. <i>"Yo compito por mi patria y por mi bandera"</i>, decía Spassky, mientras que Fischer declaraba sin pelos en la lengua, <i>"Más allá del título, a mí lo único que me importa es el dinero." </i></p><p style="text-align: justify;">La diferencia de edad entre ellos era mínima (Spassky era solamente siete años mayor que Fischer), pero por la personalidad y el aspecto de los jugadores. daba la impresión de que en el encuentro se enfrentaba un hombre maduro, serio, elegante y sereno contra un muchacho flaco, rubio, atarantado e inquieto.</p><p style="text-align: justify;">Aunque nacieron y crecieron en sociedades muy distintas, en las vidas y costumbres de ambos había muchas coincidencias. Los dos fueron hijos de familias de escasos recursos y los dos crecieron sin la presencia del padre. El de Spassky murió cuando el futuro campeón ruso era un niño pequeño y el de Fischer abandonó la familia cuando el futuro campeón americano era también un niño pequeño. Tanto Spassky como Fischer aprendieron a jugar ajedrez antes de aprender a leer y a escribir. Compartían además la afición por los mismos deportes e intereses, ambos jugaban tenis y practicaban con frecuencia la natación, eran grandes lectores que devoraban un libro tras otro, estudiaban a fondo cuanta publicación de ajedrez encontraban y compartían un gran interés y facilidad para aprender idiomas.</p><p style="text-align: justify;">Consultado sobre esas coincidencias, Spassky decía: <i>"La única diferencia entre Fischer y yo, es que yo no fui un niño prodigio. Yo fui aprendiendo poco a poco. Fischer parece que lo sabía todo desde la primera vez que se sentó ante un tablero."</i></p><p style="text-align: justify;">Había también otra diferencia. Boris Spassky completó sus estudios y se graduó en la universidad como periodista, carrera que, sin embargo, nunca ejerció. Boby Fischer abandonó la escuela en la adolescencia y se dedicó exclusivamente a jugar ajedrez. Para ganarse la vida, cobraba por sus partidas, sus torneos, sus simultáneas, sus presentaciones y hasta por sus entrevistas.</p><p style="text-align: justify;"><i>"La ventaja de los rusos"</i>, decía Fischer, <i>"es que los ajedrecistas son profesionales. Reciben un estipendio del gobierno para que se dediquen a tiempo completo a perfeccionar su juego. En los Estados Unidos y en el resto del mundo, hay muchos talentos que se pierden porque no pueden jugar ajedrez competitivamente y ganarse la vida al mismo tiempo."</i></p><p style="text-align: justify;">Cuando alguien que no sabía jugar ajedrez le preguntaba a Fischer por el juego, con una gran sonrisa le afirmaba:<i> "Es muy divertido y muy fácil. Y aunque ser un gran jugador de ajedrez no está al alcance de cualquiera, ser un buen jugador de ajedrez sí es algo que cualquiera puede lograr. Es como el baile. No cualquiera es un gran bailarín, pero el mundo está lleno de buenos bailarines."</i></p><p style="text-align: justify;">Al campeón cubano <b>José Raúl Capablanca</b> lo llamaban <i>"El Mozart del ajedrez", </i>elogio con el que también han distinguido al actual campeón mundial, el noruego <b>Magnus Carlsen</b>. Bobby Fischer, en su momento, también fue llamado <i>"El Mozart del ajedrez"</i>, no solamente porque las partidas que jugó Fischer siendo un niño, como las piezas musicales que compuso Mozart siendo niño, son de una audacia asombrosa, sino porque para ambos ese nivel de calidad les parecía fácil de lograr y lo alcanzaban de manera espontánea, sin esfuerzo. Se sabe que en los manuscritos de Mozart no hay ni una sola corrección. Fischer, muchas veces, incluso en torneos importantes, ni siquiera se tomaba la molestia de escribir sus partidas. Ambos tenían una memoria prodigiosa. Mozart era capaz de tocar cualquier composición después de haberla escuchado una única vez y Fischer podía reproducir de memoria en un tablero cualquier partida que hubiera jugado, presenciado o estudiado.</p><p style="text-align: justify;">De hecho, una de las primeras cosas que llamó la atención en el campeonato mundial de ajedrez de 1972, fue que el campeón ruso llegó al encuentro con un equipo de asesores, entre los que se encontraban cuatro maestros que habían derrotado a Fischer anteriormente. Fischer, en cambio, llegó solo y se mantuvo solo durante todo el encuentro. <i>"Nadie puede ayudarme a analizar mi juego"</i>, dijo Fischer.</p><p style="text-align: justify;">Spassky y Fischer ya habían jugado en cuatro ocasiones y, aunque Fischer demostró ser un digno rival, nunca había logrado derrotarlo. Ganaba Spassky o empataban.</p><p style="text-align: justify;">Que un campeón mundial, acompañado de un equipo asesor de grandes maestros, se enfrentara a un retador que estaba completamente solo, fue visto en su momento como una alegoría del colectivismo soviético frente al individualismo norteamericano.</p><p style="text-align: justify;">Fischer estaba desde hacía años acostumbrado a estar solo. No tenía novia ni amigos. Solicitó a los organizadores que tuvieran a alguien disponible por si deseaba jugar tenis, pero no quería hablar con nadie durante el torneo. Solo, sin asesores y sin compañía, las sesenta y cuatro figuras del tablero serían sus mejores y únicos amigos durante las semanas en que se jugarían las partidas por el campeonato mundial.</p><p style="text-align: justify;">Parecía inevitable que el ruso acabaría manteniendo el título. Especialmente porque Fischer perdió la primera partida y no se presentó a la segunda. Sin embargo, cuando Fischer empezó a recuperar terreno, empató en puntos al campeón y, luego, tomó la delantera, quedó claro que aquello era un verdadero duelo de titanes.</p><p style="text-align: justify;">Conforme avanzaba el torneo, empezó a ganar más y más atención. Las partidas empezaron a ser transmitidas por televisión. Los periódicos de todo el mundo reseñaban y comentaban cada partida. En Colombia, el diario <i>El Tiempo</i> colocó un tablero gigante en la fachada de su edificio, que acabó generando congestionamientos de tránsito, ya que la multitud congregada al frente era enorme a todas horas. Hasta las emisoras de música popular, en Islandia, la Unión Soviética, los Estados Unidos y distintos países europeos, latinoamericanos y asiáticos, interrumpían la canción que estaba sonando cada vez que había un movimiento. En los clubes de ricachones, grandes industriales, comerciantes y ganaderos, que no sabían nada de ajedrez, hacían fuertes apuestas por el triunfo de su jugador favorito. Las noticias reportaban que, incluso en grandes ciudades, era imposible conseguir un juego de ajedrez, porque las tiendas ya los habían vendido todos.</p><p style="text-align: justify;">La fiebre que desató el encuentro Sapssky Fischer, se mantuvo durante toda la década de los años setenta, en la que, ya sea mal o bien, una gran número de personas de toda edad, jugaban al ajedrez o, al menos, sabían cómo se movían las piezas y se apuntaban a aceptar un reto. Eran comunes los torneos de barrio y se hacían campeonatos de ajedrez en oficinas, instituciones, fábricas y hasta en las cárceles.</p><p style="text-align: justify;">Mi tío Gilbert fue quien me regaló mi primer tablero de ajedrez. No solamente me enseñó cómo se juega, sino también cómo se escribe. Cuando ya fui capaz de leer y reproducir una partida, me regaló el libro <i>"Spassky Fischer. Todas las partidas del match del siglo"</i>, en que, comentadas por el español <b>Lorenzo Ponce-Sala</b>, se recopilan completas las veintiún partidas del enfrentamiento por el campeonato mundial de 1972, así como las otras cuatro partidas que habían sostenido previamente Spassky y Fischer antes de disputarse el título de campeón del mundo. Ese libro, fue el primer libro de ajedrez que tuve y, aunque con los años he ido adquiriendo y revisando otros, sigue siendo el más apasionante que tengo y lo repaso con frecuencia.</p><p style="text-align: justify;">Los entendidos han repetido mil veces que el juego de Spassky fue muy cauteloso, mientras que el de Fischer fue muy agresivo. Pero hubo en este torneo ciertas jugadas fuera del tablero bastante notorias. Aunque era Fischer el que protestaba por todo, por la luz, por el ruido, por el sillón, por la mesa y hasta por el tamaño y material del tablero y las piezas, a la larga fue Spassky el que acabó estando más nervioso, al pundo de solicitar el aplazamiento de la partidas número nueve y número catorce por sentirse indispuesto.</p><p style="text-align: justify;">Aunque se jugaba con reloj y el tiempo podía ser un factor determinante al final de la partida, Fischer, así jugara con las negras o con las blancas, solía llegar tarde, cuando la partida ya estaba iniciada, mostrando con ello que no le importaba perder varios minutos de su tiempo. Spassky, que era famoso por su puntualidad, nunca llegó tarde pero, como para dar a entender que a él tampoco le preocupaba mucho el reloj, en una ocasión que jugaba con las blancas, dejó correr el reloj diez minutos antes de hacer la jugada inicial. El tiempo, en todo caso, nunca llegó a ser protagonista en el torneo, ya que todas las partidas terminaron cuando a ambos jugadores aún les quedaba como media hora disponible. Consultado si sus llegadas tardías eran un práctica intimidatoria, Bobby Fischer lo negó:<i> "Yo soy impuntual. Los impuntuales llegamos tarde, pero no lo hacemos a propósito."</i></p><p style="text-align: justify;">Cuando Fischer ganó el derecho de disputar el campeonato mundial, se barajaron varias sedes para el encuentro. El <b>Dr. Max Euwe</b>, holandés y campeón mundial de 1935 a 1937, quien era presidente de la <b>Federación Internacional de Ajedrez</b>, dispuso que el torneo no se disputara ni en la Unión Soviética ni en los Estados Unidos. El Dr. Euwe, por cierto, era en aquel momento el último campeón mundial de otra nacionalidad distinta a la rusa, ya que, después de él, ocho rusos fueron campeones mundiales desde 1937 hasta 1972. </p><p style="text-align: justify;">Spassky prefería jugar en Europa y Fischer en América. Las dos opciones americanas eran Argentina (preferida por Fischer) y Colombia. Al final la sede elegida fue Islandia, porque ofreció un mejor premio. Sin embargo, el monto de ciento veinticinco mil dólares de premio le pareció poco a Fischer, quien amenazó con no presentarse si no ofrecían más. Un banquero de Londres salvó el torneo al aportar cien mil libras esterlinas extra al premio. Según parece, el dinero sería repartido en un sesenta por ciento al ganador y un cuarenta por ciento al perdedor.</p><p style="text-align: justify;">La dinámica del torneo era bastante sencilla. Ambos contendientes jugarían veinticuatro partidas. En cada partida, cada uno tendría dos horas y media de tiempo. Si a alguno se le acababa el tiempo, perdía, pero, como ya se dijo, el tiempo no fue determinante para ninguno de los dos. Por cada partida ganada, el triunfador se llevaba un punto. Si los jugadores acordaban un empate, o dejarla "tablas" como se dice en ajedrez, cada uno obtendría medio punto. El torneo terminaría cuando alguno de los dos alcanzara doce puntos y medio. Al que lo lograra, se declararía ganador y no se jugarían las partidas restantes, puesto que ya no podrían cambiar en nada el resultado final. En caso de empate, es decir 12 y 12 puntos, se daría por ganador al que ya ostentaba el título.</p><p style="text-align: justify;">Una de las características más bellas del ajedrez es que, de cierto nivel para arriba, casi nunca hay un jaque mate. Los grandes jugadores son capaces de prever las jugadas que vienen y, cuando se dan cuenta que sus posibilidades de ganar o empatar son nulas, se retiran del juego y conceden la victoria al oponente. <i>"Un buen ajedrecista nunca es derrotado"</i>, decía Bobby Fischer, <i>"porque él solo se da cuenta en qué momento no vale la pena seguir adelante."</i></p><p style="text-align: justify;">Los que con frecuencia no se dan cuenta de cómo están las cosas cuando los jugadores se retiran son los miembros del público, que no pueden ver más de unas cuantas jugadas por adelantado y se hace necesario, entonces, que alguien explique las jugadas posibles y la razón por la que el triunfo es para tal o cual contendiente. En el libro, Lorenzo Ponce-Sala con frecuencia debe explicar perspectivas que para el común de los mortales, como uno, no saltan a la vista.</p><p style="text-align: justify;">Fischer perdió la primera partida y no se presentó a la segunda. Con ese marcador inicial de dos a cero, sus posibilidades de éxito parecían muy remotas. Todo le molestaba, todo le incomodaba, de todo se quejaba. Al principio rogaba y al final exigía todo tipo de cambios. El caballeroso Spassky soportaba con paciencia los berrinches de su oponente y consentía que le dieran gusto en todo lo que pidiera. Spassky era gentil y accesible con los periodistas. Fischer les huía y esto, como es fácil de suponer, le generó mala prensa. Los periódicos presentaban a un ecuánime y sereno caballero soportando pacientemente las rabietas de un muchacho malcriado.</p><p style="text-align: justify;">Se creyó que Fischer solamente hacía un show porque iba a perder, pero ganó la tercera partida, empató la cuarta y ganó la quinta. El torneo parecía volver a empezar de cero. Estaban dos y medio a dos y medio.</p><p style="text-align: justify;">En la sexta partida, Fischer, que jugaba con las blancas, dio la gran sorpresa al abrir el juego con peón cuatro dama. Nunca había empezado una partida así. Esa era, más bien, la forma más común de movimiento inicial de Spassky. Fischer no estaba jugando como Fischer, sino como Spassky. A lo largo del juego, el campeón ruso quedó desconcertado por movimientos inesperados del norteamericano y, en la jugada 49, abandonó la partida. Fischer había tomado la delantera tres y medio a dos y medio. En la sétima partida quedaron tablas, por lo que la ventaja de un punto,a favor de Fischer, se mantuvo.</p><p style="text-align: justify;">A partir de la octava partida, los encuentros fueron transmitidos por televisión en los Estados Unidos y en Europa. Y en esta primera partida televisada, Boris Spassky, el campeón del mundo acabó acostando su rey, declarándose derrotado. La novena quedó tablas y la décima la ganó Fischer, porque Spassky se retiró. La posición final de esta décima partida aún hoy es un quebradero de cabeza para los estudiosos. Fischer había quedado con dos torres y dos peones, mientras que Spassky tenía una torre, un alfil y un peón. Además de la ventaja de piezas, Fischer tenía ventaja de posición, pero aún así hay quienes dicen que no todo estaba perdido para Spassky y que no debió haberse retirado.</p><p style="text-align: justify;">Spassky ganó la partida once, empató la doce y perdió la trece. La catorce fue tablas, por lo que, al inicio de la partida quince, Fischer llevaba ya una ventaja de ocho y medio a cinco y medio. Las partidas quince, dieciséis, diecisiete, dieciocho y diecinueve fueron tablas, pero estos empates solamente favorecían al retador. </p><p style="text-align: justify;">Aunque el reloj nunca fue protagonista, en la partida diecinueve llamó la atención que, en cuarenta movimientos, el ruso utilizara dos horas y veinte minutos, frente a una hora y cincuenta minutos del norteamericano. Pese a su acostumbrado aspecto impasible, sin gestos ni ademanes, Boris Spassky se veía tenso y, pese a su inevitable temperamento inquieto, caminando alrededor sosteniéndose la cabeza con las manos, Fischer se veía relajado.</p><p style="text-align: justify;">Cuando parecía que Fischer iba directo a coronarse campeón, Spassky gana la partida número veinte. La posición en que abandonaron la partida, en la jugada treinta y uno, da mucho que pensar. Spassky tiene ventaja, pero hay quienes dicen que Fischer pudo haber todavía buscado el empate. Fischer, en muchas entrevistas posteriores, explicó que no tenía manera de evitar perder este juego.</p><p style="text-align: justify;">Independientemente de que ganara uno, ganara el otro, o quedaran tablas, los ajedrecistas alrededor del mundo coincidían en que el juego de ambos era impecable, magistral, asombroso, perfecto. Pero en la partida número veintiuno ocurrió lo que nadie se esperaba. Spassky cometió un error o, al menos, hizo una jugada inexplicable. El campeón ruso se percató de inmediato de que, de todas las opciones que tenía, eligió la menos conveniente. No había manera de reparar la situación y Fischer tomó una ventaja apabullante. La partida fue suspendida y Spassky no se presentó cuando fue reanudada. Bobby Fischer fue proclamado entonces como campeón del mundo.</p><p style="text-align: justify;">Boris Spassky elogió a su sucesor.<i> "Fischer no solamente derrota a sus oponentes, sino que los destruye, los aniquila."</i> El periódico <i><b>Pravda</b></i>, órgano oficial del Partido Comunista de la Unión Soviética publicó: <i>"Spassky esperaba un error de Fischer. Spassky se equivocó. Fischer no se ha equivocado nunca."</i></p><p style="text-align: justify;">Bobby Fischer comentó, en una entrevista, que cuando despertó a la mañana siguiente de haber ganado el campeonato mundial de ajedrez, en vez de una sensación de éxito, experimentó una sensación de vacío. Anteriormente había dicho que, cuando fuera campeón del mundo, seguiría dando presentaciones, aceptando retos y defendiendo su título, pero más bien, tras ganar el Campeonato Mundial, desapareció de la escena pública, como si se lo hubiera tragado la tierra. Nadie sabía que hacía ni dónde vivía y no volvió a participar en competencias. Ni siquiera defendió su título en 1975.</p><p style="text-align: justify;">Curiosamente, a Spassky, que en un primer momento dijo que esperaba recuperar su título en la primera oportunidad que tuviera, también se lo tragó la tierra. En 1976 abandonó la Unión Soviética y se trasladó a vivir a Francia. No fue sino hasta poco antes de cumplir los ochenta años que regresó a vivir a Moscú. Pero a esos dos grandes ajedrecistas, los únicos campeones mundiales que fueron noticia de primera página alrededor del mundo, dejaron de generar atención en la prensa y se apartaron, también, del sereno mundo del ajedrez.</p><p style="text-align: justify;">Al cumplirse los veinte años del famoso torneo, en 1992, Spassky y Fischer volvieron a jugar en Yugoeslavia por un jugoso premio de cinco millones de dólares, tres y medio para el ganador y uno y medio para el perdedor. Ni siquiera lo elevado del monto en disputa logró despertar interés. Hasta los ajedrecistas admiradores de los dos campeones miraron con desdén esta repetición del duelo de veinte años atrás. Se llegó a decir que ver un encuentro de ajedrecistas de hace veinte años, es como ver un encuentro de boxeadores de hace veinte años. El combate se observa con nostalgia, pero sin asombro ni emoción. Fischer ganó el torneo y, al aceptar el dinero del premio, se convirtió en fugitivo del Departamento de Justicia de los Estados Unidos, que previamente le había advertido que no debía aceptar dinero de Yugoeslavia, por estar ese país sancionado debido a su guerra civil. </p><p style="text-align: justify;">Un triste paralelismo en la vida de los dos campeones es que ambos, por distintas circunstancias, llegaron a perder su posesiones. Ambos se lamentaban de los atropellos que sufrieron y coincidían al decir que lo que más les había dolido perder, fueron sus respectivas bibliotecas, que habían logrado reunir a lo largo de toda la vida. </p><p style="text-align: justify;">Aunque abandonó la Unión Soviética, Spassky fue siempre muy discreto en sus declaraciones y no llegó a ganarse grandes enemigos. Fischer, en cambio, no se medía a la hora de hablar y, en cuanto tenía un micrófono enfrente, despotricaba contra todo lo que se moviera y no dejaba títere con cabeza. En sus últimos años, sostenía opiniones muy radicales y bastante extrañas. El Departamento de Justicia de los Estados Unidos giró orden de captura internacional contra él y Fischer fue arrestado en Japón. Para evitar que Fischer fuera encarcelado en Estados Unidos y en recuerdo al histórico encuentro que se jugó en su capital, el gobierno de Islandia le otorgó la ciudadanía y Fischer residió hasta el fin de sus días en la ciudad en que se coronó como campeón del mundo.</p><p style="text-align: justify;">La muerte de Fischer, aunque no fue suicidio, sí fue voluntaria. Estaba muy enfermo, pero se negó a someterse a cirugías, recibir tratamientos o tomar medicinas. Como él mismo decía: "Uno sabe el momento en que no vale la pena seguir adelante", Muchos que nunca lo trataron en persona, se han atrevido a diagnosticarle algún tipo de demencia. Su amigo, Boris Spassky, que lo trató de cerca y le tuvo siempre gran aprecio, niega que Fischer estuviera fuera de sus cabales. Dolido por la muerte de su amigo y contrincante, Spassky dijo: <i>"Fischer creía que había personas confabulando para hacerle daño. Yo le decía que eso no era cierto, pero él no me creía. Fischer decía cosas terribles, pero no era un hombre de malos sentimientos. Jugando ajedrez era un niño genio. En el mundo exterior, cuando no jugaba ajedrez, era un niño acorralado. Yo lo conocí bien y puedo afirmar que el alma de Bobby Fischer tenía una pureza tan limpia como el alma de un niño."</i></p><p style="text-align: justify;">Repaso con frecuencia las partidas del campeonato de ajedrez de 1972 y me alegra tener un libro en que esté registrado todo lo que ocurrió en el tablero. Me gustaría que algún día alguien escriba el otro libro, sobre lo que sucedía fuera del tablero, sobre la vida oculta y trágica de los dos grandes jugadores que protagonizaron el torneo del siglo, así como de la amistad que nació entre ellos, compartieron a lo largo de los años y mantuvieron hasta el final.</p><p style="text-align: justify;">INSC: 0920</p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjy8ebtOc-1PSVL8NgB1FOAERhxOP9wzjsirXkNefyIxUO4zZc12dRF1uz1MJHDwDXGmci-xDEtXLWJ3K58l2mwu3d9PLHrUfD-Xj_goPhTUnU5Mc1Gh5lrupFy47xfdlgIYGFFozWUuhI/s470/Boris+Spassky+y+Bobby+Fischer+1972.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="295" data-original-width="470" height="274" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjy8ebtOc-1PSVL8NgB1FOAERhxOP9wzjsirXkNefyIxUO4zZc12dRF1uz1MJHDwDXGmci-xDEtXLWJ3K58l2mwu3d9PLHrUfD-Xj_goPhTUnU5Mc1Gh5lrupFy47xfdlgIYGFFozWUuhI/w436-h274/Boris+Spassky+y+Bobby+Fischer+1972.jpg" width="436" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Boris Spassky y Bobby Fischer (1943-2008).</td></tr></tbody></table><br /><p style="text-align: justify;"><br /></p>Carlos Porrashttp://www.blogger.com/profile/00994918944534877814noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-8739524028743279961.post-72442468120895458412020-10-23T23:38:00.230-06:002021-04-16T15:36:11.975-06:00La olvidada Guerra de Coto.<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgjV4CDtoATk7aHxpTNB5JoDvUTXNI0BI3hgiENGIiA8MTpEWiY7yZCUEuutuprSK0SOvRMDwDnn2dbRyfhuaIsC9LPiLwRf5RcnTVeh3SoC4VTooLvLLsFclhF1Q_aMG-8tFb9ABU0cGE/s2048/Coto+y+la+Soledad+Guillermo+Padilla+Castro.jpg" style="clear: left; display: block; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="2048" data-original-width="1329" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgjV4CDtoATk7aHxpTNB5JoDvUTXNI0BI3hgiENGIiA8MTpEWiY7yZCUEuutuprSK0SOvRMDwDnn2dbRyfhuaIsC9LPiLwRf5RcnTVeh3SoC4VTooLvLLsFclhF1Q_aMG-8tFb9ABU0cGE/s320/Coto+y+la+Soledad+Guillermo+Padilla+Castro.jpg" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Coto y la Soledad. <br />Guillermo Padilla Castro.<br />1961</td></tr></tbody></table><p style="text-align: justify;">La guerra de Coto fue tan breve, que a la gran mayoría de los ticos que se reclutaron como soldados voluntarios para combatir en ella ni siquiera les dio tiempo de trasladarse al sur del país. Entre los que no lucharon, pero estuvieron dispuestos a hacerlo, se contaban, entre otros, el expresidente <b>Rafael Yglesias Castro</b>, el general <b>Jorge Volio</b>, el escritor <b>Mario González Feo</b> y el Jurista <b>Víctor Guardia Quirós</b>, quien formó un batallón con sus estudiantes de la Escuela de Derecho. En buena hora que no pudieron llegar al campo de batalla, porque a los que sí lograron llegar no les fue nada bien.</p><p style="text-align: justify;">El conflicto bélico, que enfrentó a Costa Rica y Panamá por disputas de territorios en la frontera, duró poco menos de dos semanas, del 21 de febrero al 5 de marzo de 1921. Todo empezó porque un pequeño grupo de policías panameños se instalaron en Pueblo Nuevo de Coto, montaron una oficina e izaron la bandera de su país. Enterado del hecho, el gobierno de don <b>Julio Acosta García</b>, envió a la zona al coronel Héctor Zúñiga Mora junto con un pequeño grupo de soldados para recuperar la autoridad costarricense sobre el pequeño poblado. Los policías panameños se retiraron y, una vez en la capital de su país, informaron a su gobierno de lo sucedido. El asunto fue tema de incendiarios artículos, tanto en la prensa panameña como en la costarricense y los ánimos se caldearon de tal manera que las representaciones diplomáticas de Costa Rica en Panamá y de Panamá en Costa Rica, fueron atacadas por turbas enardecidas que, aunque no hicieron mayores daños, acabaron arrancando la bandera y el escudo de las fachadas. </p><p style="text-align: justify;">El gobierno panameño, el 27 de febrero de 1921, envió tropas que arrestaron al coronel Zúñiga Mora y se reinstalaron como autoridades en Pueblo Nuevo de Coto. El gobierno tico, por su parte, aunque el conflicto era al lado del Pacífico, atacó la costa Caribe y, el 4 de marzo de 1921, tomó las poblaciones de Guabito, Las Delicias, Almirante y Bocas del Toro. Parecía que el asunto iba a hacerse grande, ya que el clima de agitación, de nacionalismo y de guerra era creciente tanto en Costa Rica como en Panamá. Sin embargo, la guerra terminó abruptamente, a la segunda semana de haber iniciado, gracias a la intervención del gobierno de los Estados Unidos. Y ni siquiera fue una intervención militar, sino, simplemente, una llamada a la calma por medio de correspondencia diplomática. Medio en broma y medio en serio, se dijo que al Presidente <b>Warren Harding</b>, que acababa de jurar su cargo el 4 de marzo de 1921, no debía importarle gran cosa que dos pequeñas repúblicas se disputaran territorios rurales y despoblados, de no haber sido porque en el territorio en conflicto hubiera grandes fincas bananeras propiedad de la <b>United Fruit Company</b>. Al fin y al cabo, resultó más importante la paz por los bananos que la guerra por la frontera.</p><p style="text-align: justify;">En su momento, el Presidente <b>Julio Acosta García</b> fue severamente criticado por su manejo del conflicto, ya que quiso involucrar al país en un conflicto bélico para el que no estaba preparado. Además, el asunto no era para tanto y tanto el gobierno panameño como el costarricense, se dejaron llevar por una ola de nacionalismo desbordado que, en vez de solucionar el problema, lo iba a hacer más grande.</p><p style="text-align: justify;">Poco a poco la guerra de Coto fue cayendo en el olvido, como tantos otros episodios sobre los que se opta por mejor no mencionarlos más. No hay estudios profundos sobre este conflicto al que no suele prestársele mayor atención. </p><p style="text-align: justify;">En 1960, <b>Guillermo Padilla Castro</b>, quien fue comandante de una fracasada expedición en la Guerra Coto, publicó una serie de artículos en <b>La Nación</b>, en los que lamentaba que, poco antes de que se cumplieran los cuarenta años del conflicto armado, nadie en Costa Rica recordara a los costarricenses que murieron, fueron heridos o acabaron como prisioneros durante la guerra de Coto. Dichos artículos fueron publicados en 1961 en un librito titulado <i>Coto y la soledad</i>, una pieza testimonial verdaderamente difícil de conseguir, que mi buen amigo <b>Tomás Guardia Yglesias</b> tuvo la gentileza de prestarme.</p><p style="text-align: justify;">Don Guillermo Padilla Castro cuenta que, junto con la tropa a su cargo, viajó en tren, desde a San José hasta Puntarenas, donde zarpó a bordo de una pequeña lancha, rumbo a Golfito. Lo acompañaba su gran amigo "El Cholo" Obregón, con quien discutía temas filosóficos o literarios mientras descansaban sobre los sacos de gangoche amontonados en cubierta. En Golfito, fueron recibidos por <b>Daniel Herrera Yrigoyen</b>, un poeta mexicano que, en busca de paz y soledad, se había instalado en el sur de Costa Rica.</p><p style="text-align: justify;">Mientras navegaban en pequeños botes por el río, fueron atacados por soldados panameños. El poeta Herrera Yrigoyen, que les servía de guía, murió como consecuencia del ataque junto con treinta soldados costarricenses. Los heridos de gravedad fueron cuarenta y ocho, incluyendo al propio Padilla Castro. Los soldados panameños, que fueron certeros en el ataque, fueron magnánimos en la victoria. Enterraron a los muertos y trasladaron a los heridos a un lugar llamado Rabo de Puerco, en la costa panameña, para que recibieran atención médica. El comandante de las tropas panameñas en Rabo de Puerco, era el capitán Alejandro Armuelles y, en su honor, el lugar que antes se llamaba Rabo de Puerco, se llama hoy Puerto Armuelles. Las heridas de Padilla Castro y de otros costarricenses, eran tan serias que no podían ser atendidas en un campamento, ya que requerían cirugía mayor, por lo que él y sus compañeros mal heridos fueron trasladados al hospital Santo Tomás en la ciudad de Panamá. En el barco que los transportaba, uno de los soldados ticos contó a los soldados panameños que los custodiaban e, ingenuamente dijo <i>"Somos más que ellos"</i>, como proponiendo un ataque, pero la gran mayoría de los ticos no podían ni moverse.</p><p style="text-align: justify;">Doctores y enfermeras del hospital tenían la curiosidad de conocer al Comandante capturado de las tropas costarricenses y, al acercarse a su lecho, se sorprendían al encontrarse con un joven estudiante de Derecho que apenas pasaba de los veinte años de edad. En el Hospital, nadie los trató como enemigos, sino como pacientes. Recibieron la mejor atención y fueron enviados de vuelta a Costa Rica totalmente recuperados. Sus compañeros, es cierto, habían muerto bajo fuego enemigo, pero ninguno de los heridos, muchos de ellos de gravedad, murió por falta de cuidados médicos. Por su experiencia en la guerra, Padilla Castro más bien tuvo la oportunidad de experimentar el gran aprecio que los panameños tienen por los ticos, a quienes consideran un pueblo hermano.</p><p style="text-align: justify;">Militarmente, la guerra de Coto fue un rotundo fracaso para Costa Rica. Los jóvenes estudiantes de San José, a pesar de su cándido entusiasmo, no tenían ninguna posibilidad de enfrentarse con éxito a los soldados panameños bien equipados y entrenados. Irónicamente, la guerra de Coto, tras la intervención de los Estados Unidos, fue un éxito para Costa Rica, puesto que la zona en disputa quedó bajo soberanía costarricense y así fue ratificado veinte años después, en 1941, cuando se firmó el tratado de límites Echandi Montero Fernández Jaén.</p><p style="text-align: justify;">A Padilla Castro le dolía sin embargo, que nadie recordara a los muertos, heridos y prisioneros de la guerra de Coto. En su libro, consigna el nombre completo de cada uno de los que perdieron la vida, derramaron su sangre o estuvieron meses cautivos por un conflicto que tal parece que a nadie le importa y nadie menciona. Por insistencia suya, en 1961, al celebrarse los cuarenta años de la guerra de Coto, se levantó un modesto monumento al lado del Templo de la Música, en el Parque Morazán de San José. Dicho monumento, fue removido cuando el parque fue remodelado en los años noventa. No sé si el monumento fue trasladado a otro sitio o, simplemente, fue olvidado también, como la guerra cuya memoria pretendía perpetuar.</p><p style="text-align: justify;"></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj038P9qeSb0_jifWYJ5TEmRAZOacOCYUnpYG1HO-cdiqkzJKin33gE2UfPM_pvxNF9rFeX8B5cAWfUDAi-ilTqDrvQ_voVawreaRzVpl31WFcQ4amHarhao9jeNRfPbYzo5vjCOag0jGI/s328/Soldados+Guerra+de+Coto.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="240" data-original-width="328" height="293" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj038P9qeSb0_jifWYJ5TEmRAZOacOCYUnpYG1HO-cdiqkzJKin33gE2UfPM_pvxNF9rFeX8B5cAWfUDAi-ilTqDrvQ_voVawreaRzVpl31WFcQ4amHarhao9jeNRfPbYzo5vjCOag0jGI/w400-h293/Soldados+Guerra+de+Coto.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Soldados de la Guerra de Coto. 1921</td></tr></tbody></table><br /> INSC: 2776<p></p>Carlos Porrashttp://www.blogger.com/profile/00994918944534877814noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8739524028743279961.post-17363130083752729142020-09-15T21:22:00.749-06:002021-02-28T22:44:03.121-06:00Juan Manuel de Cañas. Ultimo Gobernador español de Costa Rica.<p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"></span></p><table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgfbaxRISGrPPD2zKtb_oBiogEaxmR6cuqiawQCov0oy8zlku_X1jsRb3sNikigAsiZ9UwUwFHUD5HulD47Kg-JJL2Vs7JmUneurrPLkPKSG9uYmdkFtpWVYv5QoT0ojRH00fnLizP6BGg/s1460/Juan+Manuel+de+Ca%25C3%25B1as+Elizabeth+Fonseca.jpg" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1460" data-original-width="879" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgfbaxRISGrPPD2zKtb_oBiogEaxmR6cuqiawQCov0oy8zlku_X1jsRb3sNikigAsiZ9UwUwFHUD5HulD47Kg-JJL2Vs7JmUneurrPLkPKSG9uYmdkFtpWVYv5QoT0ojRH00fnLizP6BGg/w241-h400/Juan+Manuel+de+Ca%25C3%25B1as+Elizabeth+Fonseca.jpg" width="241" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Juan Manuel de Cañas.<br />Elizabeth Fonseca Corrales.<br />Ministerio de Cultura, Juventud<br />y Deportes. <br />Costa Rica, 1975.</td></tr></tbody></table><span style="font-family: arial;"><div style="text-align: justify;">La independencia de una provincia colonial pobre, aislada y poco poblada no es un asunto que se resuelva de un día para otro, especialmente si el aviso de la declaración llega por correo de manera inesperada. Cada año, al conmemorar la independencia de Costa Rica, se recuerda que la noticia tomó a los habitantes por sorpresa. Sin embargo, no suele mencionarse que quien recibió los documentos fue el propio Gobernador español, don <b>Juan Manuel de Cañas</b> que, sin demora, los dio a conocer a los vecinos de las principales poblaciones. La independencia de España le ponía fin a su autoridad pero, irónicamente, incluso después de conocida y aceptada la independencia, Juan Manuel de Cañas siguió siendo la máxima autoridad de Costa Rica mientras se definía la manera en que se iba a proceder en las nuevas circunstancias.</div></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Aunque era militar, en pocas ocasiones le tocó entrar en combate. Por los documentos que se conservan sobre sus actuaciones en el plano político, judicial, administrativo y burocrático, así como por su correspondencia privada, queda en evidencia que Juan Manuel de Cañas era un hombre discreto, conciliador y paciente. Cuando era subalterno, obedecía órdenes sin chistar. Cuando se dirigía sus superiores, esperaba sin apuro la respuesta y la aceptaba aunque fuera contraria a sus deseos. Cuando fue gobernador, escuchaba a los afectados por sus decisiones de manera tan abierta y comprensiva, que llegó al punto de variar y hasta a anular del todo, disposiciones dictadas por él mismo con tal de complacer las solicitudes de los habitantes. Como figura histórica, el último gobernador español de Costa Rica es un personaje sin grandes claroscuros y, tal vez por eso, su nombre no se mencione con frecuencia.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Las menciones sobre él, tanto en investigaciones históricas como en estudios genealógicos, suelen ser escuetas, pero hay un libro de la <b>Dra. Elizabeth Fonseca Corrales</b>, publicado por el Ministerio de Cultura Juventud y Deportes en 1975. titulado <i><b>Juan Manuel de Cañas</b></i>, en que se repasa de manera detallada su trayectoria militar y administrativa y, muy especialmente, su participación protagónica en el proceso de independencia de Costa Rica.</span></p><p></p><table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgyAbaX9xtdeyzKyyLVBjgzLUW2DI94mx9Odqs531QsODqZwQjrwDZkXymx547XUbUyenVedeceFUssgSF7PBdzceDNGaTmXi_PqE2SZexBflW4M-oSSAn32q5WCYLKExN1Y53VRvhytUg/s960/Juan+Manuel+de+Ca%25C3%25B1as.jpg" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="960" data-original-width="742" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgyAbaX9xtdeyzKyyLVBjgzLUW2DI94mx9Odqs531QsODqZwQjrwDZkXymx547XUbUyenVedeceFUssgSF7PBdzceDNGaTmXi_PqE2SZexBflW4M-oSSAn32q5WCYLKExN1Y53VRvhytUg/w247-h320/Juan+Manuel+de+Ca%25C3%25B1as.jpg" width="247" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Juan Manuel de Cañas.<br />Ultimo Gobernador español de Costa Rica.</td></tr></tbody></table><span style="font-family: arial;"></span><p></p><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Hijo de don Nicolás Francisco de Cañas Trujillo y de doña Magdalena Sánchez de Madrid y Bacaro, Juan Manuel de Cañas estaba emparentado, por línea materna con familias principales de la nobleza española. Por el lado paterno descendía de varias generaciones de militares. El apellido originalmente era Guevara, pero tanto su abuelo como un tío abuelo lo cambiaron por Cañas. A la hora de rastrear datos personales, los genealogistas suelen ser más acuciosos que los historiadores. En el libro se dice que Juan Manuel de Cañas nació <i>"en Jerez de la Frontera, en fecha desconocida pero cercana a 1760."</i> Entre los genealogistas, sin embargo, se da por confirmado el dato de que Juan Manuel de Cañas nació en el Puerto de Santa María, Cádiz, el 2 de julio de 1763 y fue bautizado dos días después en la parroquia de Los Milagros, de esa misma ciudad. Al igual que muchos otros de quienes lo precedieron en el cargo de Gobernador de Costa Rica durante la Colonia, Juan Manuel de Cañas era andaluz. Con el libro de doña Elizabeth Fonseca y con otras fuentes genealógicas, se puede conocer su biografía, que resulta en verdad interesante.</span></div><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">De su juventud en España no hay mucho que decir. Siendo apenas un muchacho entró a formar parte del regimiento de infantería de Sevilla y, antes de cumplir los dieciocho años de edad, fue trasladado a servir en las tropas de la Capitanía General de Guatemala donde, el 15 de abril de 1804, recibió el grado de Sargento Mayor que le fue otorgado directamente por el rey Carlos IV. Ejerció funciones en Quetzaltenango y pasó, poco después, a El Salvador, Nicaragua y, finalmente, Costa Rica, a donde llegó en 1795-.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">El trabajo de Juan Manuel de Cañas como comandante del batallón provincial de Costa Rica fue bastante tranquilo ya que no había ataques de enemigos foráneos y las revueltas contra las autoridades eran pequeñas y esporádicas. A veces los vecinos protestaban en las calles contra las normas de producción de tabaco o venta de aguardiente y entonces los soldados debían restablecer el orden pero, en realidad, en lo que más se mantenía ocupado el comandante era en buscar cómo conseguir los quinientos pesos mensuales que necesitaba para pagar el sueldo de la tropa. En todo caso y por si acaso, Juan Manuel de Cañas procuraba que los soldados no se mantuvieran ociosos y los ponía a realizar maniobras de entrenamiento. Solamente en dos ocasiones las cosas se pusieron realmente serias. En 1808 debió reprimir las protestas de los cultivadores de tabaco heredianos y en 1812 marchó con sus hombres al partido de Nicoya, donde hubo grandes disturbios. Cuando llegaron, ya el asunto se había calmado y retornaron a Cartago, pero poco después debieron volver a tomar rumbo al norte para aplacar una revuelta de grandes proporciones en Granada, Nicaragua, donde permanecieron casi un año y sufrieron una peste que llamaron <i>"Calentura pútrida"</i>. Por este servicio a la Corona, Cartago recibió no solamente el título de ciudad, sino la distinción de <i>"la muy noble y leal."</i></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">El Gobernador de Costa Rica, don Juan de Dios Ayala, ya estaba viejo y cansado. Cañas mostró interés en ser su sucesor, escribió algunas cartas y movió algunos hilos, pero su candidatura no prosperó. Para sustituir a Ayala fue nombrado Bernardo Vellarino, pero murió en un naufragio antes de llegar a Costa Rica. Como Ayala también había muerto, la provincia se quedó sin gobernador. Mientras se nombraba uno nuevo, Ramón Jiménez Maldonado tomó la autoridad civil y Juan Manuel de Cañas la autoridad militar. Vale la pena aclarar que la burocracia colonial era muy compleja y, a pesar de su título, el Gobernador no gobernada. Las poblaciones eran gobernadas por ayuntamientos. El gobernador lo que hacía era resolver los conflictos entre vecinos y mantener el orden. Es decir, sus funciones eran más judiciales y policiacas que de gobierno. Irónicamente, era quien cobraba los impuestos pero no tenía autoridad para disponer del uso de lo recaudado.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">El 7 de agosto de 1819, Cañas fue distinguido con el título de Caballero de San Hermenegildo y, pocas semanas después, el 3 de diciembre, fue nombrado Gobernador interino, que luego fue confirmado en propiedad. Tenía pocos meses en el cargo cuando empezó a regir la Constitución de Cádiz, jurada en Costa Rica en julio de 1820. Juan Manuel de Cañas, al igual que la nueva Consitución, había nacido en Cádiz, pero esa nueva ley fundamental acabó causándole dolores de cabeza. Muchas de las normas eran ambiguas y poco claras, especialmente en materia administrativa y tributaria. Se discutió si los pueblos indígenas debían seguir pagando impuestos. Cañas no dejó de cobrarlos y eso le fue recriminado posteriormente. Por otra parte, la autoridad de los ayuntamientos se vio fortalecida y el Bachiller <b>Rafael Francisco Osejo</b>, verdadero entusiasta y estudioso de la nueva Constitución, sostenía interpretaciones distintas a las del Gobernador. Cañas no era jurista, sino militar, pero hay que reconocerle que siempre procuró actuar dentro de la legalidad.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">De manera similar, Cañas, que no era agricultor, ni ganadero, ni comerciante, sino militar, administraba a su manera las rentas de la factoría de tabacos y, ante la escasez de alimentos, fomentó cultivos tanto individuales como comunales de trigo, frijoles y garbanzos, pero cuando los agricultores le mostraron con argumentos convincentes que sus iniciativas podrían más bien perjudicar la producción agrícola, echó atrás en sus disposiciones.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Como Gobernador, Cañas puso especial empeño en construir una trocha transitable entre Cartago y Matina y brindó gran apoyo al desarrollo de Esparza que, pese a ser uno de los primeros asentamientos españoles de Costa Rica, iba mermando en población y actividad agrícola y comercial. Para Cañas, la prosperidad de Esparza era estratégica, puesto que era el único poblado que había entre Bagaces y Alajuela. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Otras acciones suyas fueron la realización de censos de pobladores y planos de las villas. Le tocó hacer frente a dos epidemias, una de viruela en 1820 y otra de tosferina en 1821. Para favorecer a los pobres, instaló ventas de alimentos a la puerta de los cabildos en donde no admitía intermediarios ni revendedores. Auditaba el funcionamiento de las romanas en los mercados y castigaba severamente a los comerciantes que hacían trampa con el peso. A los vagabundos, es decir, a los hombres adultos que no tuvieran oficio conocido, los enrolaba a la fuerza en el batallón.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Un comunicado del Gobernador, verdaderamente curioso por su redacción, manda <i>"a los padres y madres de familia, a instruir a sus hijos a leer, escribir y contar."</i> Llama la atención que utiliza el lenguaje inclusivo al referirse a <i>"padres y madres"</i>, pero no lo utiliza al mencionar a los <i>"hijos". </i>Ya sea que este pequeño detalle gramatical, haya sido intencional o accidental, no deja de ser interesante.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Una parte rutinaria de su trabajo como Gobernador era recibir y responder la correspondencia que recibía de otras autoridades del Istmo. Pero el correo que llegó el 13 de octubre de 1821 le trajo noticias verdaderamente extraordinarias. Además de los documentos usuales, venían las copias de dos actas. La de Guatemala, del 15 de setiembre de 1821, que declaraba la Independencia de España, y la de León Nicaragua, que cautelosamente se limitaba a esperar hasta <i>"que se aclaren los nublados"</i>. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Resulta hasta divertido imaginarse ese momento. Cañas era español, militar español y Gobernador español. Con la declaración de independencia quedaba sin autoridad, pero no había otra autoridad a cargo más que la suya. Como siempre se había mostrado dispuesto a escuchar a otros, Cañas reunió a los vecinos de Cartago y los puso al tanto de las novedades. De inmediato, montó en su caballo y se fue dar a conocer la noticia a los habitantes de las demás poblaciones. La historia de Costa Rica está llena de ironías y, sin lugar a dudas, que el Gobernador español haya sido quien anunciara la independencia de pueblo en pueblo es una de las más simpáticas.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Los vecinos, al igual que el Gobernador, no tenían muy claro qué hacer. Del 25 de octubre al 1 de noviembre de 1821 se efectuó en Cartago una reunión de representantes de los pueblos. Entre otros estuvieron el Dr. Juan de los Santos Madriz por San José, <b>José Santos Lombardo</b> por Cartago y Escazú, <b>Gregorio José Ramírez</b> por Alajuela, el Bachiller Rafael Francisco Osejo por Ujarrás, Cipriano Pérez por Heredia y Bernardo Rodríguez por Barva. También participaron, como anfitriones, los miembros del Ayuntamiento de Cartago, los sacerdotes de la muy noble y leal y el propio Juan Manuel de Cañas, que ya no podía llamarse Gobernador. Nadie cuestionó su presencia, pero luego los representantes de algunos pueblos (Pacaca, Curridabat y Aserrí) manifestaron que Cañas no debería participar en las reuniones. Juan Manuel de Cañas, de hecho, ya estaba pensionado y quería retirarse del puesto e irse a vivir a Nicaragua. Por él, se iría inmediatamente, pero no estaba claro a quién debería entregarle los expedientes de los procesos judiciales que estaban abiertos ni las armas del arsenal. Sobre las armas, por cierto, hubo algún conato de rebelión y Cañas debió resguardarlas. Su gesto fue considerado por algunos como desafiante.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">El 29 de ocubre de 1821, los representantes de los pueblos firmaron un documento que, en opinión de algunos, es el acta de independencia de Costa Rica. Sin embargo, el historiador <b>Rafael Obregón Loría</b> consideraba que esa declaración de independencia no era la de toda la provincia sino, solamente, el acta de independencia de Cartago. Elizabeth Fonseca es de su misma opinión, puesto que, cuando los delegados regresaron a sus pueblos y dieron a conocer el documento, los ayuntamientos no estuvieron de acuerdo con lo que establecía. En todo caso, la independencia fue jurada el 1 de noviembre de 1821 ante el padre Joaquín Alvarado y el propio Juan Manuel de Cañas quien, de ser el último Gobernador español, pasó a ser nombrado por los vecinos como Jefe Político Patriótico de Costa Rica. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">En cuanto se formó la Primera Junta Superior Gubernativa, Juan Manuel de Cañas le entregó los documentos y las armas y se dispuso a partir. Su salida se demoró, no por asuntos políticos, administrativos ni judiciales, sino por cuestiones estrictamente personales. Antes de dejarlo irse, había que ver cómo se iban a cancelar las deudas que tenía pendientes ya que, a título personal y no como gobernador, había pedido plata prestada. Además, debía hacerse responsable de la manutención de los hijos extramatrimoniales que había tenido con Feliciana Ramírez Pacheco.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">En Nicaragua, Cañas se había casado con Tomasa Bendaña Zurita Moscoso, nacida en León, pero hija de Juan Antonio Avendaño, natural de Granada. El matrimonio tuvo tres hijos, todos nacidos en Nicaragua. El mayor tenía apenas cinco años cuando la familia se trasladó a Costa Rica. Doña Tomasa, la esposa de Juan Manuel de Cañas, murió en Costa Rica en 1810 y el militar se juntó, sin casarse, con Feliciana Ramírez Pacheco, con quien tuvo otros tres hijos. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Una vez que quedó claro y garantizado que Juan Manuel de Cañas no se iba a desentender de sus hijos costarricenses ni de las deudas que tenía pendientes, se le permitió la salida. Las autoridades costarricenses por su parte, garantizaron el giro de la pensión de Cañas. Es decir, otra ironía histórica, Juan Manuel de Cañas, que toda su vida sirvió como militar a la Corona española, fue quizá el primer funcionario pensionado de un nuevo Estado independiente llamado Costa Rica.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Juan Manuel de Cañas partió a Nicaragua el 8 de enero de 1822. No se sabe cuándo murió, pero consta en documentos que todavía en 1830 estaba con vida, ya que en ese año aparece como padrino del bautismo de su nieto Juan de la Rosa Cañas Hidalgo, efectuado en la catedral de León, Nicaragua.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Entre los descendientes de Juan Manuel de Cañas abundan las figuras destacadas pero, como botón de muestra, vale la pena citar al menos dos de ellas. Su hijo, Manuel Antonio Cañas Avendaño, casado con Ana Hidalgo Muñoz de la Trinidad, fue el padre de Manuela Cañas Hidalgo quien, casada con Alvaro Contreras Membreño, fue la madre de <b>Rafaela Contreras Cañas</b>, primera mujer escritora y periodista centroamericana, esposa del Príncipe de la Letras Castellanas, el poeta <b>Rubén Darío</b>. Juan Manuel de Cañas, quien decía que los "hijos" debían aprender a leer y escribir, pero olvidó mencionar a "las hijas", fue el bisabuelo de la primera mujer centroamericana que incursionó en la literatura.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Otro hijo de Juan Manuel de Cañas, José Nicolás Cañas Ramírez, casado con Feliciana Alvarado Velasco, fue el padre de Clara Cañas Alvarado quien, casada con Inocente Moreno Quesada, fue la madre del <b><a href="https://mislibrosconnotas.blogspot.com/2015/01/ricardo-moreno-canas.html" target="_blank">Dr. Ricardo Moreno Cañas</a></b>, eminente médico y político costarricense que, a raíz de su asesinato, llegó a convertirse en leyenda.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Además de estos dos célebres bisnietos, Juan Manuel de Cañas dejó en Centroamérica toda su vida. Tenía cincuenta y ocho años de edad cuando recibió la noticia de la independencia. Había salido de España a los diecisiete años de edad y ya llevaba más de cuarenta años de vivir a este lado del Atlántico. A pesar de sus ancestros nobles, de su título de Caballero y de sus grados militares, su verdadera tierra, su patria, estaba aquí y no allá. Quizá por eso no tuvo problema alguno en anunciar la independencia de pueblo en pueblo y, una vez instaladas las nuevas autoridades, retirarse de los asuntos de gobierno para vivir acompañado de sus hijos y nietos quienes, como él, ya no eran españoles.</span></p><p>INSC 1906</p>Carlos Porrashttp://www.blogger.com/profile/00994918944534877814noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8739524028743279961.post-74481721164842323092020-08-31T23:28:00.549-06:002021-02-28T22:44:57.333-06:00Todos los cuentos de Juan Aburto.<div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><span><table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhw6_iXgIT-ctcdM4F-8sYUE8POIkr79D07_6uCG1Gungco5iepvusypaM3AwZeNcwv0Aps8N5pFC8FH7ii984OUch7iWkvJfjBYu_pxAOrFTvWaZFrT77uIXVN84KF5g66cBYzxwOHhlg/s680/Cuentos+completos+de+Juan+Aburto+2.jpg" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="680" data-original-width="482" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhw6_iXgIT-ctcdM4F-8sYUE8POIkr79D07_6uCG1Gungco5iepvusypaM3AwZeNcwv0Aps8N5pFC8FH7ii984OUch7iWkvJfjBYu_pxAOrFTvWaZFrT77uIXVN84KF5g66cBYzxwOHhlg/w227-h320/Cuentos+completos+de+Juan+Aburto+2.jpg" width="227" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Cuentos Completos. Juan Aburto.<br />Hispamer. Nicaragua, 2018</td></tr></tbody></table><div style="font-family: "times new roman";"><span style="font-family: arial;"><span>Casi como un acto deliberado de rebeldía, el escritor nicaragüense <b>Juan Aburto</b> no quiso ser, a diferencia de muchos de sus contemporáneos, un poeta más en la tierra de <b>Rubén Darío.</b> En lugar de versos, se puso a escribir relatos que publicaba, inicialmente, en periódicos y revistas. En 1969 apareció <i>Narraciones</i>, su primer libro, que fue muy bien recibido por los lectores, no solamente por lo agradable de su prosa, sino por la mirada, general y a la vez profunda, con la que observaba los pequeños y grandes dramas que se pueden encontrar en las calles de ya populosa ciudad de Managua. Aburto apostó, no solamente por ser narrador en vez de poeta, sino por ser escritor urbano, en lugar de campesino costumbrista. Su apuesta tal parece que fue acertada porque, especialmente a partir de su libro <i>Se alquilan cuartos</i>, de 1973, Aburto llegó a ser considerado figura clave y verdadero referente de la literatura </span>nicaragüense</span></div><div style="font-family: "times new roman";"><span style="font-family: arial;">En un plazo de apenas diecinueve años, llegó a publicar seis libros de relatos. <i>Narraciones</i>, de 1969, como ya se dijo, fue el primero, mientras que <i>Los recuerdos simultáneos</i>, de 1988, fue el último. Juan Aburto nació en 1918 y, a propósito del centenario de su nacimiento, en el año 2018 apareció, publicado por <b>HIspamer</b>, el libro <i><b>Juan Aburto Cuentos Completos</b></i>, que reúne, en un solo volumen, los seis libros que publicó en vida, así como otros relatos dispersos que no fueron incluidos en ninguno de sus libros y una interesante secuencia de reseñas y semblanzas sobre su vida y obra. </span></div></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">De primera entrada, lo que más llama la atención y llega a ser hasta sorprendente, es que la obra completa de Juan Aburto sea tan breve. De las trescientas quince páginas del libro, más de cien corresponden a textos introductorios escritos por otros. Este hecho encierra una gran lección. En literatura, el reconocimiento no se obtiene arrojándole al público puñados de páginas de manera insistente y constante. A Juan Aburto le bastó escribir doscientas páginas para alcanzar un puesto fundamental en la narrativa de su país.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Verdaderamente emotiva, y hasta conmovedora, es la semblanza biográfica que hace su hija Alfonsina, en que deja claro que aquel señor metódico, que trabajó cuarenta años como modesto ejecutivo bancario, era, en el plano familiar y doméstico, un padre ingenioso y divertido, que llamaba con nombres exóticos a los alimentos más cotidianos y que, con solamente su imaginación y buen humor, lograba convertir un rutinario paseo dominical en una aventura inolvidable. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><b>Sergio Ramírez Mercado</b>, quien, cuando era un joven estudiante universitario en León, viajaba semanalmente a Managua para tomar prestados libros de la biblioteca de Aburto y devolverle los de la semana anterior, destaca que más que un cambio de escenario, la obra de Aburto representaba un cambio de visión. Los relatos campesinos, populares por entonces, eran falsos, caricaturescos y puramente folcóricos, mientras que las escenas urbanas de Aburto, eran tan genuinas y auténticas que sus personajes saltaban a la vista en el propio barrio en que vivía el escritor. Don Sergio cuenta una anécdota simpática. Uno de los cuentos de Aburto, escrito en primera persona, relata un episodio en que, el propio narrador, acabó siendo seducido por una mujer casada, del barrio Buenos Aires, quien lo pasó adelante para que escampara. No había de qué preocuparse, puesto que el marido de la hospitalaria señora, estaba destinado, como guardia nacional, en el puerto de Corinto. El cuento era ficción pero el hecho era perfectamente posible. Don Sergio, entonces, quiso jugarle una broma al autor y le escribió una carta haciédose pasar por el guardia cornudo. No solamente consiguió una máquina de escribir, tinta y papel como las que usaba la Guardia Nacional, sino que, gracias a la ayuda de un cómplice, logró que el sobre fuera despachado con el sello de la oficina de correos de Corinto. Juan Aburto anduvo oculto por un buen rato, temeroso de encontrarse en la calle con el personaje salido del cuento que él mismo había escrito.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><span><b><table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgaiUAun0ghp-rbZhh2xpd_S7RwUYYBHLMzBFSJe_6c5yXatSYv64mHnBltpb358rVuV5usBmmzQTFIl-vdZZzrTRPYRZVd12QDCpS-Crv83bHs6BdYFz0OXzHarKq17_yQC-kajPdmxkI/s254/Juan+Aburto.jpg" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="254" data-original-width="199" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgaiUAun0ghp-rbZhh2xpd_S7RwUYYBHLMzBFSJe_6c5yXatSYv64mHnBltpb358rVuV5usBmmzQTFIl-vdZZzrTRPYRZVd12QDCpS-Crv83bHs6BdYFz0OXzHarKq17_yQC-kajPdmxkI/w313-h400/Juan+Aburto.jpg" width="313" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Juan Aburto.<br />(1918-1988)</td></tr></tbody></table></b></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;"><b>Julio Valle Castillo</b>, por su parte, de manera muy sustentada, se refiere ampliamente a la importancia de la obra de Juan Aburto en la narrativa </span><span style="font-family: arial;">nicaragüense. El libro incluye también ensayos de crítica académica escritos por Erick Blandón Guevara, Fernando Burgos Pérez, Víctor Ruiz, Ana Ilce Gómez, Lisandro Chávez Alfaro y Marcel Jaentschke. Naturalmente, aunque estos estudios muestran interesantes puntos de vista, no considero adecuado aventurarme en un comentario del comentario y prefiero referirme directamente a los cuentos de Aburto.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Cada una de sus narraciones es una obra individual, planteada y cerrada en sí misma, que nada tiene que ver con las otras. Sin embargo, al tener la oportunidad de leer todos sus cuentos, me ha parecido encontrar, no solamente un denominador común, sino también una evolución verdaderamente fascinante.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Al desarrollar sus historias y mostrar sus personajes, Aburto mantiene, en todos sus cuentos, una expresión contenida, de emoción atenuada. Ya sean cómicos o trágicos, divertidos o dolorosos, el escritor no pretende provocar carcajadas ni lágrimas. Simplemente narra los hechos sin retruécanos, sin florituras, sin malabarismos retóricos, sin distracciones. Incluso en los relatos extensos, no hay ni una línea superflua o prescindible.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Esta condición de narrador puro, de llegar a ser alguien que nada más cuenta una historia es, para todos los cuentistas, una cima difícil y, para muchos de ellos, hasta imposible de alcanzar.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Aunque todos los cuentos de Aburto tienen en común el mérito de ser narrados con naturalidad y fluidez, sin adornos ni decorados, llama la atención que sus temas fueran pasando de lo cotidiano a lo fantástico.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">En <i>Narraciones</i>, su primer libro, Aburto es un observador, un caminante atento que recorre las calles como un fotógrafo dispuesto a captar las escenas que encuentra desde un buen ángulo. Atento al paisaje en general y al detalle en particular, logra curiosear sin inmiscuirse, escudriñar sin acercarse demasiado. Escribe en primera persona, ya que lo único que sabe de los hechos y los protagonistas es lo que percibe con su ojos. Más que acontecimientos, muestra imágenes. La descripción es amplia.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Pero en su segundo libro, <i>El convivio (1972),</i> ya aparecen micro cuentos. Relatos brevísimos como una ráfaga de viento a la que basta un segundo para volcar lo que llevaba rato de estar quieto. En <i>Se alquilan cuartos </i>(1973), el escritor que antes solamente observaba se hace a un lado para darle voz a los personajes y dejarlos hablar por sí mismos. Aparecen entonces cuentos planteados, desarrollados y resueltos a puro diálogo, como los que escribía su amigo granadino <b>Fernando Silva</b>. <i>Contame amor contame</i> y <i>El hijo pródigo</i>, son dos maravillosas muestras de que basta mostrar lo que alguien dice para que quede claro lo que siente o lo que piensa.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Aburto poco a poco se va convirtiendo, de un narrador testigo, en un narrador omnisciente, al punto que sabe, desde que era solamente una ramita que asomaba en el suelo, que aquello no era un árbol de jocote.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">También poco a poco la imaginación va sustituyendo a la observación. Siempre dentro de los barrios capitalinos azotados por el sol y el polvazal, los personajes siguen siendo tan simples y familiares como el vecino de al lado, pero cada vez ofrecen mayores sorpresas. Un hombre que se arrancó un diente flojo, por seguir traveseándose la boca, acabó sacándose la mandíbula y, yendo cada vez más profundo, continuó sacándose todos los huesos. Sin ponerse folclórico, Aburto escribe sobre figuras populares de espanto, como la Cegua o la carreta nagua pero, en vez de irse al terreno de la leyenda, se los trae al suyo, al mundo cotidiano en que hasta lo más extraño ocurre con la mayor naturalidad. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">No acostumbro etiquetar las obras literarias, pero para utilizar el lenguaje de quienes ponen etiquetas, diría que lo más asombroso de la obra de Aburto es que, desde el realismo, pasó a la literatura fantástica, sin dejar por eso de ser realista. Empezó como un fotógrafo que sale a la calle sin más intención que lograr el retrato fiel, pero cuando le dio rienda suelta a su imaginación y creó situaciones y personajes fantásticos, sus cuentos no perdieron nada del realismo que les es característico y hasta las situaciones más descabelladas son escritas (y leídas) como un episodio cotidiano que le puede pasar a cualquiera.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Figura fundamental del cuento, no solo </span><span style="font-family: arial;">nicaragüense, sino centroamericano, Juan Aburto, a un siglo de su nacimiento, tiene mucho que contar, mostrar, demostrar y enseñar, a los lectores de hoy y mañana que, sin lugar a dudas, disfrutarán de su obra refrescante, amena y sorprendente. No sé, y el libro no lo menciona, si alguna vez Aburto se atrevió a escribir un poema. En todo caso, hizo bien en no ser un poeta más en un país de poetas. La narrativa era lo suyo.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Esta edición de sus cuentos completos, recopilada por sus hijas Alfonsina y Gilda, en cooperación con Sergio Ramírez Mercado y Erick Blandón Guevara, en verdad se agradece. Es maravilloso tener la oportunidad de adquirir la obra completa de un escritor cuando vale la pena leer toda su obra completa.</span></div>Carlos Porrashttp://www.blogger.com/profile/00994918944534877814noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-8739524028743279961.post-76870329873718389282020-07-31T05:51:00.000-06:002020-08-01T12:34:24.389-06:00Biografía polaca del joven Karol Wojtyla.<div style="text-align: justify;">
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhonfjG0NQFKqxQZ8Huel_13yUXlkXGG_5HS5Dgo6V7rVJwTXeFP-N2MNfvejNon09Fh00EHCiOK2z-KyqOFVExXLB-NrEzzDjjN_e7RlulBt5dDzd7s1gANr8P0nxoa5KTjEuODbAEwxg/s1600/George+Blazynski+Juan+Pablo+II.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="826" data-original-width="552" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhonfjG0NQFKqxQZ8Huel_13yUXlkXGG_5HS5Dgo6V7rVJwTXeFP-N2MNfvejNon09Fh00EHCiOK2z-KyqOFVExXLB-NrEzzDjjN_e7RlulBt5dDzd7s1gANr8P0nxoa5KTjEuODbAEwxg/s400/George+Blazynski+Juan+Pablo+II.jpg" width="266" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Juan Pablo II. George Blazynski.<br />
Cuarta edición en español.<br />
Lasser Press. México. 1983</td></tr>
</tbody></table>
La gran mayoría de las biografías del papa <b>Juan Pablo II</b> que se han escrito hasta ahora y, muy probablemente, todas las que se escriban en el futuro, están y estarán concentradas en reseñar y analizar su largo pontificado de más de veinteséis años. Admirado por unos y criticado por otros, el papa polaco llegó a ser conocido mundialmente a partir de su elección como Pontífice Romano y será recordado por su desempeño en ese cargo. Pero <b>Karol Wojtyla </b>fue papa solamente en las últimas décadas de su vida y pocos de los que se ocupan de su figura suelen prestarle mayor atención al hombre detrás del personaje, a sus raíces y las circunstancias en que nació, creció y se formó.</div>
<div style="text-align: justify;">
En este sentido, encontré particularmente valiosa y muy interesante la información que brinda el autor polaco <b>George Blazynski</b> en su libro titulado <b style="font-style: italic;">Juan Pablo II</b>, cuya primera edición fue publicada en 1979, apenas un año después de la elección de Wojtyla como papa. En ese momento no había aún mucho que decir sobre su pontificado, que apenas iniciaba, de manera que la mayor parte del libro se ocupa precisamente en reseñar las primeras etapas de la vida del biografiado con el fin de mostrar quién era y de dónde venía este personaje que, por entonces, aún era un desconocido.</div>
<div style="text-align: justify;">
La narración es amena y fluida aunque, en la edición que tengo, publicada en México en 1983 por <b>Lasser Press</b>, la traducción tiene algunos tropiezos (verdaderamente pocos, a decir verdad), que supongo se deben a conceptos polacos a los que resultaba difícil encontrarle un equivalente en español. Otro detalle que llamó la atención fue que gran parte de las personas entrevistadas eran citadas como el Sr. M, la señora S, o el padre F. Por alguna razón, el autor o los propios entrevistados, consideraron conveniente que esas personas, que vivían en Polonia, gobernada entonces por un régimen comunista que era bastante policiaco, no fueran identificables a pesar de que sus declaraciones no tuvieran nada de políticas y fueran puramente anecdóticas. </div>
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De hecho, una de las afirmaciones más repetidas en el momento de la elección de Wojtyla era que venía de un país comunista en que la Iglesia era perseguida. Al brindar coordenadas históricas y nacionales, el propio autor aclara que esa afirmación no es del todo exacta. En Polonia, a finales de la década de los setenta, de treinta y cuatro millones de habitantes, más de treinta y tres millones se declaraban católicos, estaban bautizados y frecuentaban la catequesis y los sacramentos. Dentro de esa apabullante mayoría estaban, irónicamente, hasta los propios cuadros, dirigentes y funcionarios del Partido Comunista. Los polacos estaban convencidos de que el sistema comunista era algo impuesto desde afuera y, por ello, consideraban que quienes desempeñaban cargos en el gobierno o en el partido comunista local, eran en el fondo patriotas que hacían lo mejor que podían dentro de las circunstancias existentes. Aunque hasta el propio Cardenal Primado <b>Stefan Wyszynski</b>, así como muchos otros sacerdotes incómodos, fueron arrestados y pasaron temporadas como prisioneros, lo cierto es que las autoridades eclesiásticas, con el propio Wyszynski a la cabeza, también hacían lo que podían dentro de las circunstancias existentes. Más que confrontación, entre la Iglesia y el Estado polaco existía un permanente estado de negociación en que cada parte calculaba en qué puntos podía ceder, hasta dónde y en qué momento. Esas negociaciones dieron sus frutos. En Polonia cada diócesis tenía su propio seminario, los aspirantes al sacerdocio eran tantos que muchos candidatos no eran admitidos, la Iglesia tenía editoriales, medios de comunicación y, como la cereza del pastel, la Universidad de Lublin, tenía la peculiaridad de ser la única universidad católica del mundo que funcionaba normalmente dentro del bloque comunista.</div>
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La explicación de este extraño fenómeno se encuentra en la historia. Como es sabido la II Guerra Mundial empezó con Polonia ocupada por la Alemania de <b>Adolfo Hitler</b> y terminó con Polonia ocupada por la Unión Soviética de Josef Stalin. Y si nos vamos más para atrás, vemos que durante siglos Polonia ha sufrido, alternativamente, el ataque del este y el ataque del oeste. Las fronteras polacas se han movido por las incursiones de los vecinos y hasta hubo épocas en que el país simplemente desapareció del mapa, al ser anexado a otras potencias. Buena parte de la identidad nacional polaca radica, precisamente, en su catolicismo, frente a los rusos, que son ortodoxos, y los alemanes, que son protestantes. Como el país no se vio sacudido ni por la Reforma ni por la Ilustración, desde tiempos medievales, los obispos polacos, además de pastores religiosos, han sido considerados por el pueblo como líderes sociales, sea cual sea el régimen político imperante.</div>
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Por cierto, una de las críticas que se le han hecho a Juan Pablo II es que en ocasiones parecía no comprender, como Pastor Universal, que la Iglesia, en distintas partes del mundo, Africa, Asia, América Latina, los Estados Unidos, los distintos países de Europa e, incluso, la misma Italia, a nivel social e histórico se había desarrollado de manera muy distinta a la de su Polonia natal, por lo que obispos, clero y fieles (incluyendo los más apegados al Magisterio) se movían dentro de una dinámica que a él, con frecuencia, le resultaba difícil de aceptar.</div>
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<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEikF6NKrh8NEE6UEGxTwGugaZzJzkUNJHwHgEGUitmt_jyXsPvmkS-TeU50n0qqwDHZjo0e7-sHZE9kx32T_K3rSsw_9yeAWjr3iyT-eInyHjDOoD1rQUXG4ED5QyZnHsy8GTnOVkBGhl4/s1600/Wojtyla+padre+e+hijo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="573" data-original-width="540" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEikF6NKrh8NEE6UEGxTwGugaZzJzkUNJHwHgEGUitmt_jyXsPvmkS-TeU50n0qqwDHZjo0e7-sHZE9kx32T_K3rSsw_9yeAWjr3iyT-eInyHjDOoD1rQUXG4ED5QyZnHsy8GTnOVkBGhl4/s400/Wojtyla+padre+e+hijo.jpg" width="376" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Karol Wojtyla junto a su padre, que se llamaba también Karol Wojtyla.</td></tr>
</tbody></table>
Pero no nos distraigamos con el Papa y concentrémonos en el hombre. Karol Josef Woytila nació en 1920, apenas dos años después de que Polonia, tras la Primera Guerra Mundial, volviera a aparecer como Estado independiente y soberano en el mapa de Europa. Fue parte entonces de la primera generación de niños nacidos con nacionalidad polaca en más de siglo y medio. Su padre, que también se llamaba Karol, era un capitán del ejército austrohúngaro que se había retirado con una pensión bastante baja, por lo que mantenía la familia con cierta estrechez económica. El abuelo paterno, Maciej Wojtyla, trabajaba como sastre en una aldea rural. Su madre, Emilia Kaczorowska, era de Silesia, por lo que desde que aprendió a hablar pudo hacerlo en tres idiomas: polaco, alemán y checo. Aunque el pequeño Karol nació en una remota aldea de apenas quince mil habitantes donde todos hablaban polaco, su madre le hablaba mayormente en alemán y a veces también en checo, por lo que el niño, al igual que ella, creció hablando varios idiomas. Por ser políglota de nacimiento y por herencia, en la escuela secundaria, destacó en las clases, que eran verdaderamente difíciles para otros, de latín y griego clásico. Antes de cumplir los veinte años ya hablaba francés. Fascinado por los textos de <b>San Juan de la Cruz</b>, aprendió español. Recién ordenado sacerdote fue enviado a estudiar a Roma donde aprendió italiano. Pronto llegó a dominar también el inglés, el holandés y el portugués y, como era aficionado a las obras literarias, históricas y filosóficas, por su facilidad para los idiomas, desde joven tuvo oportunidad de leer los libros que le interesaban en la lengua original en que fueron escritos.</div>
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Su conducta juvenil, sin embargo, no era la del típico ratón de biblioteca. Como fue electo papa a los cincuenta y ocho años de edad, el autor del libro tuvo oportunidad de entrevistar a numerosos amigos, vecinos y compañeros de escuela, quienes lo recordaban como un muchacho alegre que cantaba bien, bailaba bien, tenía gracia para contar chistes, le gustaba ir de excursión y acampar en las montañas, era bueno nadando y remando, cuando jugaba futbol lo hacía como portero y era en verdad difícil meterle un gol y, como si fuera la cosa más normal del mundo, organizaba con sus amigos paseos de ciento cuarenta kilómetros en bicicleta. Tanto él como sus amigos eran pobres, pero se las arreglaban para divertirse. Por ejemplo, jugaban hockey con cualquier pelota, empujándola con la escoba que cada uno había tomado prestada de la casa.</div>
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Aunque ya era Papa, todos los entrevistados se referían a él como Lolek, el diminutivo de su nombre. Karol es Carlos en polaco, por lo que Lolek sería Carlitos. </div>
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La casa donde nació Karol Wojtyla, hoy convertida en un museo en su memoria, es una mansión de varios pisos. Naturalmente, una residencia así estaba fuera del alcance de los recursos de un capitán retirado con una pensión mínima. En realidad, la construcción era un edificio de apartamentos en que numerosas familias alquilaban cuartos estrechos, mal ventilados y mal iluminados, muchos de los cuales no contaban ni siquiera con cañería y los habitantes debían traer el agua en baldes desde una pila común que había en el patio.</div>
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La madre de Karol murió cuando él tenía nueve años. Su único hermano, Edmundo, murió cuatro años después. Al quedarse solos padre e hijo, se trasladaron a vivir a la cercana ciudad de Cracovia, donde alquilaron una habitación en un sótano. El lugar era tan oscuro y estrecho que los vecinos lo llamaban "Las catacumbas". Al principio, el padre limpiaba, lavaba y cocinaba para que el hijo se dedicara a sus estudios, pero el señor enfermó y debió quedarse en cama. Por ese tiempo, Karol trabajaba en una cantera picando piedras con mazo y, al cobrar el sueldo, iba al mercado a comprar comida, pero debía recurrir a familias amigas, o a sus primas que vivían en el piso de arriba, para que le cocinaran lo que había conseguido y después poder llevárselo a su papá. Una tarde que fue a dejarle la cena, lo encontró muerto. Con apenas veinte años de edad, ya había perdido a toda su familia más cercana. De parientes, solamente le quedaban su tía Estefanía (hermana de su padre), con quien pasaba la Navidad y la Pascua, así como algunas primas. Una de ellas, María Wisdrowska, era su madrina. La señora aún vivía cuando su ahijado se convirtió en Papa y le parecía increíble que aquel niño recién nacido que ella había sostenido en sus brazos cuando recibía el agua del Bautismo se hubiera convertido en pastor universal de la Iglesia.</div>
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<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right; margin-left: 1em; text-align: right;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgN9hbta5TH69K3vPxFZbLX-a-ff-8Rv5sqXIPhZ6DEAoTDv6FERCj5S0VExQB6SH3FPiohqxe9hQa4FwN72B7NLWoSIdhd8CVU7Odde3pIRoeh3zGzeaLLfK9daLHOEZf9ZuMoq57yzbs/s1600/Wojtyla+soldado.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="960" data-original-width="713" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgN9hbta5TH69K3vPxFZbLX-a-ff-8Rv5sqXIPhZ6DEAoTDv6FERCj5S0VExQB6SH3FPiohqxe9hQa4FwN72B7NLWoSIdhd8CVU7Odde3pIRoeh3zGzeaLLfK9daLHOEZf9ZuMoq57yzbs/s400/Wojtyla+soldado.jpg" width="296" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Karol Wojtyla en la Legión Académica, servicio militar<br />
que debía cumplirse para entrar a la universidad.</td></tr>
</tbody></table>
El libro aclara dos puntos importantes. Hay una fotografía en que Karol Wojtyla aparece con uniforme, alineado con otros soldados. La imagen se ha prestado para interpretaciones erróneas y algunos han supuesto que el futuro Papa participó en la defensa de Polonia ante la ocuapción nazi. En realidad la foto es anterior al inicio de la guerra y se trata de lo que se llamaba "La legión académica", un breve servicio militar que debían prestar los estudiantes antes de ser admitidos a la universidad. El segundo punto es la razón por la que Karol trabajó, primero como peón en una cantera y luego como obrero en una fábrica de productos químicos. Además de la necesidad económica, ya que la devaluada y ya de por sí baja pensión del padre apenas daba para cubrir lo más elemental, en la Polonia ocupada por los nazis, si una patrulla alemana detenía en la calle a un hombre joven que no tuviera un trabajo fijo, corría el riesgo de que lo arrestaran y lo enviaran a un centro de trabajos forzados en condición de esclavo. El temible campo de concentración de Auschwitz era la opción más cercana. </div>
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Cuando entró a la universidad, Karol, que era gran lector y hablaba ya varios idiomas, eligió la carrera de Filología polaca. Las clases del profesor Urbanczyk, gran autoridad en lingüística y literatura, eran muy exigentes y ponían a los estudiantes a sudar frío en cada examen oral. Karol admiraba la erudición del profesor pero no estaba de acuerdo con su método. En la Facultad de letras, entabló una gran amistad con un compañero de su misma edad, <b>Juliusz Kydrynski</b>, quien llegaría a convertirse en un escritor muy popular en Polonia. Poco después de la guerra, Kydrynski publicó una novela autobiográfica titulada <i>Tapima</i>, en que su amigo Karol aparece como personaje. El Karol de la novela es un joven alegre y optimista que trabaja en una cantera volando mazo y llevando piedras en carretillo. </div>
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A diferencia de su amigo Kydrynski, Karol no escribía narrativa, sino poesía. Hay un poema juvenil suyo sobre las manos callosas y agrietadas de un peón que resulta en verdad conmovedor, entre otras cosas por el hecho de que el poema no tiene nada de pose artificial ni visión idílica, sino que en realidad fue escrito por Wojtyla con sus manos callosas y agrietadas de trabajador.</div>
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Desde que estaba en la primaria, además, Wojtyla era actor de teatro y, en su época de estudiante universitario llegó también a escribir obras dramáticas. En 1940, durante la ocupación nazi, se integró a un grupo llamado <i>Rhapsody</i>, que organizaba veladas para representar obras clásicas de la literatura polaca. Las funciones, que eran clandestinas, se realizaban en recintos pequeños y, en vista de que no contaban con escenografía, utilería, vestuario y ni siquiera espacio para moverse, se hacían solamente recitadas. Lo que se quería presentar, en todo caso, era el texto.</div>
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<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right; margin-left: 1em; text-align: right;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgU1wWG8-J2UMEdPtrivhUMysU7aZf6TOmj18mA2d2GpaI7g70QhstvWs2sfhPrV3VDOHtOUgMjdzRJpc9rxhmT09iz2VbAVAANaKoxXRMEriue6eZD-p0UKLtimO359-3-2zfAMw6Ltrg/s1600/Wojtyla+obrero.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="242" data-original-width="208" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgU1wWG8-J2UMEdPtrivhUMysU7aZf6TOmj18mA2d2GpaI7g70QhstvWs2sfhPrV3VDOHtOUgMjdzRJpc9rxhmT09iz2VbAVAANaKoxXRMEriue6eZD-p0UKLtimO359-3-2zfAMw6Ltrg/s400/Wojtyla+obrero.jpg" width="343" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Karol Wojtyla en sus tiempos de obrero.</td></tr>
</tbody></table>
Después de la guerra, Wojtyla publicó sus poemas, obras teatrales, así como artículos de opinión y crítica literaria con el pseudónimo de Andrzej Jawien. No los publicaba con su nombre porque, como ya para entonces era sacerdote, no le parecía apropiado que sus feligreses se enteraran que su párroco dedicaba parte de su tiempo a escribir y comentar literatura, sobre todo por el hecho de que los más beatos de su comunidad le recriminaban sus constantes salidas al cine y al teatro.</div>
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Políglota, lector voraz y de intereses muy amplios, aficionado a las películas, los conciertos y las representaciones escénicas, Wojtyla, curiosamente, nunca tuvo radio ni televisor, porque consideraba que esos aparatos solamente servían para perder el tiempo.</div>
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Era muy sociable, le gustaba conversar con todo el mundo. Disfrutaba conocer gente nueva y no perdía el contacto con amigos de otros tiempos. Su mejor amigo de la infancia, Kluger, a quien visitaba todos los días, era judío hijo de rabino. Tenía amigos de barrio, de escuela, de deporte, de literatura, de teatro, de filología, de excursiones y estaba pendiente que ninguno se le desapareciera por mucho tiempo. Todos los años se reunía con sus compañeros de escuela primaria y, cuando fue nombrado obispo y, posteriormente, cardenal, la cita anual se celebraba en el Palacio Episcopal. Nunca olvidaba una cara ni un nombre y, cuando conocía a alguien se interesaba por saber detalles de su vida. En su afán de mantenerse al tanto de la andanzas de todas las personas que conocía, a veces se ponía demasiado preguntón y sus amigos de más confianza, para detener el interrogatorio, le hacían ver, en su propia cara, que uno de sus principales defectos era que le gustaba mucho el chismorreo.</div>
<div style="text-align: justify;">
Todos los que lo trataban sabían que Karol era creyente, que iba a Misa, que se detenía todos los días un momento en una iglesia para orar, pero ninguno creyó nunca que tuviera intenciones de ordenarse sacerdote. Con lo hablantín que era, se mostraba muy reservado con su espiritualidad, que procuraba mantener en privado, casi en secreto. En lo religioso, su gran guía y mentor no fue un cura sino un laico, Jan Tyranowski, un hombre viejo, pobre y sin estudios, que vivía solo, trabajaba de sastre y reparaba zapatos, con quien se reunía para rezar el rosario y compartir devociones. El estudiante brillante, el gran intelectual lector de filosofía, el erudito que dominaba más de media docena de idiomas, consideraba que aquel anciano analfabeto que vivía en la miseria era quien le mostraba la verdad de la fe y quien realmente lo acercaba a Cristo. El primer artículo publicado de Wojtyla, titulado <i>"El apóstol" </i>fue escrito en memoria de Tyranowski.</div>
<div style="text-align: justify;">
Nadie sabía que Wojtyla había tomado la decisión de ser sacerdote. Por el día trabajaba en la fábrica, vivía solo en un cuarto alquilado y los estudios eclesiásticos los realizaba a escondidas, en citas clandestinas con los formadores, que apenas daban tiempo para recibir textos, entregar la tarea y compartir unas cuantas palabras. El 6 de agosto de 1944, cuando ya los nazis la estaban viendo fea en todos los frentes, las patrullas de la Gestapo y de las SS se tiraron a las calles de Cracovia y, con sus ametralladoras, realizaron una matanza en la que solamente les perdonaron la vida a las mujeres, los niños y los ancianos. Los cadáveres de todos los hombres adultos que encontraron a su paso quedaron tendidos en la calle. Por si hechos como los de ese día, que fue conocido como Domingo Negro, llegaran a repetirse, el Arzobispo Adam Sapieha dispuso que todos los jóvenes que de manera secreta se preparaban para el sacerdocio, se trasladaran a vivir en el Palacio Episcopal.</div>
<div style="text-align: justify;">
Karol Wojtyla desapareció de la fábrica y del cuarto que alquilaba. En noviembre de 1946 fue ordenado sacerdote. Tuvo la intención de ingresar a la orden carmelita, pero el Arzobispo Sapieha tenía otros planes. Lo envió a Roma a sacar un doctorado y lo que vino luego ya es conocido. Fue profesor universitario, obispo, arzobispo, cardenal y finalmente, fue electo papa con el nombre de Juan Pablo II.</div>
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La imagen que ha quedado de él es la de un anciano que fue en vida, y sigue siendo tras su muerte, objeto de discusiones y controversias. Pero quienes se ocupan de él, hablan de Juan Pablo II, el papa, y no de Karol Wojtyla, el joven lector, deportista, dramaturgo, poeta, actor y políglota que nació y creció en la pobreza y que a los veinte años ya había perdido a su familia inmediata. Si no hubiera sido electo papa y, es más, incluso si no se hubiera ordenado sacerdote, tal vez no habría llegado a ser conocido más allá de Cracovia pero, en todo caso, seguiría siendo un personaje interesante.</div>
<div style="text-align: justify;">
INSC: 0175</div>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg65rpqAQrzguLUQzXTOp29nWdUKLm2X5XUG3aIscTLvuj7J31SyE0vw9qNSDbdFjtTD8Vcb1UcmwpMXu00fNkzw70iNJ0P8Q4fuHk8trVUjOZpfadV_3pBm6FTIE_r6SdCN7FCs1TSet8/s1600/Wojtyla+en+monta%25C3%25B1a.gif" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="401" data-original-width="600" height="266" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg65rpqAQrzguLUQzXTOp29nWdUKLm2X5XUG3aIscTLvuj7J31SyE0vw9qNSDbdFjtTD8Vcb1UcmwpMXu00fNkzw70iNJ0P8Q4fuHk8trVUjOZpfadV_3pBm6FTIE_r6SdCN7FCs1TSet8/s400/Wojtyla+en+monta%25C3%25B1a.gif" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Karol Wojtyla en una de sus habituales excursiones.</td></tr>
</tbody></table>
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<br /></div>
Carlos Porrashttp://www.blogger.com/profile/00994918944534877814noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8739524028743279961.post-23323302665129801112020-06-11T23:48:00.002-06:002020-06-18T13:17:30.352-06:00Henri Pitter. Científico suizo que trabajó en Costa Rica.<div style="text-align: justify;">
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjFUYw72F0XJ-03svU14QJ4TTGcG9ULfaD7FJmOgPUwhi2FiCwhTr4Dy1x6Us2LMRcIYBZDfXQ1E5b_YAwv1qE8E3_DKxyQvCj827sMExR_O3wn4m6pokLHzZFvpwo3fVg6udct9vmkNjo/s1600/Henri+Pitter+4.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1206" data-original-width="728" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjFUYw72F0XJ-03svU14QJ4TTGcG9ULfaD7FJmOgPUwhi2FiCwhTr4Dy1x6Us2LMRcIYBZDfXQ1E5b_YAwv1qE8E3_DKxyQvCj827sMExR_O3wn4m6pokLHzZFvpwo3fVg6udct9vmkNjo/s400/Henri+Pitter+4.jpg" width="241" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Henri Pittier.<br />
Adina Conejo.<br />
Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes.<br />
San José, Costa Rica. 1975</td></tr>
</tbody></table>
El científico <b>Henri Pittier </b>realizó valiosas investigaciones sobre la flora, la fauna y los pueblos autóctonos en Costa Rica, México, los Estados Unidos, Panamá, Guatemala, Colombia, Ecuador y Venezuela. Nació el 13 de agosto de 1857 en Suiza, en el cantón de Vaut, y desde niño se mostró tan obsesionado por la naturaleza que dejó de ir a la escuela para poder dedicar todo su tiempo a enriquecer sus colecciones de piedras, hojas, raíces, insectos y partes de cuerpo de animales. Sus padres y maestros debieron convencerlo de que, si en verdad le interesaba tanto la ciencia, en vez de abandonar los estudios, más bien debería procurar profundizarlos. Un poco a regañadientes y sin dejar de lado sus excursiones por la montaña y su cada vez mayor colección de muestras animales, vegetales y minerales, terminó con éxito la primaria y la secundaria. </div>
<div style="text-align: justify;">
Curiosamente, al entrar a la universidad, no optó por estudiar biología, botánica, entomología, zoología, ni agronomía, sino que se graduó como Ingeniero Civil en la Universidad de Jena, en Alemania. Años después, de regreso en Suiza, obtuvo el Doctorado en Filosofía en la Universidad de Laussana. De alguna forma, el niño rebelde se salió con la suya, ya que, aunque obtuvo títulos universitarios, las áreas de conocimiento a las que se dedicó y en las que se destacó, las estudió por si mismo de manera autodidacta, tanto en libros como en investigaciones de campo. </div>
<div style="text-align: justify;">
En Suiza, investigó el cerebro y lo hábitos de los cuervos y dirigió un centro meteorológico. Realizó también viajes de investigación a Africa y Asia Menor.</div>
<div style="text-align: justify;">
Su traslado a Costa Rica fue fruto de una coincidencia bastante trágica. El famoso Marqués de Peralta, don <b>Manuel María Peralta Alfaro</b>, Embajador de Costa Rica en Europa, recibió el encargo de contratar un profesor de ciencias para que viniera al país a impartir clases en el Liceo de Costa Rica y el Colegio Superior de Señoritas. El elegido fue un señor de apellido Wettstein, quien aceptó el cargo y firmó el contrato, pero semanas antes de la fecha fijada para el viaje, salió a dar un paseo por el bosque y no apareció nunca más. Cuando se le dio definitivamente por perdido, Henri Pittier, entonces un joven de apenas treinta años, se dirigió al Marqués y le manifestó su interés en el puesto. Naturalmente, a Pittier lo que lo ilusionaba no era dar clases de secundaria, sino tener la oportunidad de explorar la selvas del trópico, que conocía solamente por los libros. El Marqués tuvo sus dudas. Le habían pedido un profesor de ciencias y Pittier era un ingeniero civil con Doctorado en Filosofía. Cuando un candidato no está calificado para un puesto, simplemente se le dice que no y se acabó, pero cuando más bien está sobrecalificado, si insiste, lo obtiene. Pittier insistió y el Marqués, muy satisfecho, lo envió a Costa Rica. El científico suizo desembarcó en Limón, con su esposa e hijos, el 27 de noviembre de 1887.</div>
<div style="text-align: justify;">
Como es fácil de suponer, Pittier apenas impartió clases solamente unas cuantas semanas. Con toda la naturaleza que lo rodeaba, era imposible mantenerlo encerrado en un aula. Las aulas, en todo caso, desde niño no le gustaban. </div>
<div style="text-align: justify;">
Recién llegado, por cierto, casi corre que la misma suerte que el profesor Wettstein, el que se perdió en los Alpes. Recorriendo Costa Rica con un pequeño grupo de siete hombres, por la bruma, se perdieron durante todo un mes en el Cerro de la Muerte, que entonces se llamaba Cerro Buenavista. Ya los daban por muertos cuando aparecieron. En otra ocasión, se encontró en el monte unas hojas que pensó que eran familia de una variedad europea muy similar, se las comió y acabó intoxicado. Estos gajes del oficio no lo desanimaron y Pittier recorrió todo el país. Y al decir todo el país, es literalmente todo el territorio nacional, ya que no solo anduvo por las cordilleras de cerros y volcanes, Talamanca, Térraba, las llanuras de San Carlos, la pampa Guanacasteca y las penínsulas de Nicoya y de Osa, sino que fue también hasta la isla del Coco. En sus giras, fiel a su costumbre de toda la vida, recolectaba hojas, cortezas, muestras de suelos, rocas, insectos y animales disecados. Estas colecciones las almacenaba, cuidadosamente clasificadas, en el Museo Nacional, fundado por iniciativa suya en 1888. Cuando Pittier salió de Costa Rica, dejó dieciocho mil colecciones de plantas en las que se registraban unas cinco mil especies. Lamentablemente, todas esas muestras, por no haber sido conservadas adecuadamente, se las comió el comején. Lo más triste y vergonzoso, es que un herbario de proporciones mayores, que Pittier realizó en Venezuela, aún se conserva.</div>
<div style="text-align: justify;">
Pittier fue también el fundador del Instituto Meteorológico Nacional y del Instituto Físico Geográfico.</div>
<div style="text-align: justify;">
En 1901, Pittier dejó de trabajar para el gobierno de Costa Rica y, sin su consentimiento y sin que el gobierno se molestara en informárselo, fue cedido a la United Fruit Company. Con la compañía bananera realizó estudios fitológicos y de suelos hasta 1904, año en que se traslada a los Estados Unidos para trabajar como funcionario federal en el Departamento de Agricultura en Washington. Naturalmente, no estuvo sentado en un escritorio, sino que fue enviado a largas misiones en México, Guatemala, Panamá, Colombia y Ecuador. En Guatemala, realizó importantes descubrimientos que sirvieron para combatir las plagas que afectaban el cultivo de algodón. En Panamá, investigó y catalogó los árboles maderables. Como además de la naturelaza le interesaban los pueblos y su cultura, aquel suizo que cuando llegó a Limón no hablaba una sola palabra de español, llegó a dominar las lenguas indígenas centroamericanas. Le llamó la atención que su conocimiento de lenguas indígenas le permitía comunicarse más o menos fluidamente con los aborígenes de México a Costa Rica. Con los de Panamá, ya el asunto se complicaba, porque había diferencias notables, y cuando habló con indígenas del Valle del Cauca, en Colombia, se percató que su lengua era totalmente otra, sin relación alguna con las que ya conocía. En Ecuador, ni siquiera intentó buscar coincidencias, porque sabía que, si quería hablar con los indígenas en su lengua, tenía que empezar de cero.</div>
<div style="text-align: justify;">
En 1913 visita por primera vez Venezuela, país en el que radicaría permanentemente desde 1919 hasta su muerte en 1950. Aunque se instaló en Venezuela cuando ya tenía sesenta y dos años edad, su labor en ese país fue asombrosa como botánico y fitogeógrafo. En Venezuela, una reserva natural lleva su nombre, sus obras completas fueron publicadas y sus colecciones son conservadas como un tesoro.</div>
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right; margin-left: 1em; text-align: right;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-_Tl1D3ZYRpVaVa4JyB7jpNdElR-XPZcrMOKInzBZR350rHSgfRH7M6p08RjQRkW-61t8EPRSAgrWVx7fsBr1GURTyzZ3XswOob5226_1lYDrWdsh-pF91i77f2siKKcOFXlSdkYjET4/s1600/Henri+Pittier+3.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="738" data-original-width="593" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-_Tl1D3ZYRpVaVa4JyB7jpNdElR-XPZcrMOKInzBZR350rHSgfRH7M6p08RjQRkW-61t8EPRSAgrWVx7fsBr1GURTyzZ3XswOob5226_1lYDrWdsh-pF91i77f2siKKcOFXlSdkYjET4/s320/Henri+Pittier+3.jpg" width="257" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Henri Pittier.<br />
Nació en Vaud, Suiza, el 13 de agosto de 1857.<br />
Murió en Venezuela el 27 de enero de 1950.<br />
Vivió en Costa Rica de 1887 a 1904.</td></tr>
</tbody></table>
<div style="text-align: justify;">
Es triste decirlo, pero en Costa Rica el trabajo de Pittier no fue apreciado. El asunto va más de que el comején se comiera su herbario. Pocos costarricenses le han prestado atención a su figura. Hay algunos artículos de José Antonio Echeverría, Federico Gutiérrez Braun, Octavio Castro Saborío y Luis Felipe González Flores sobre Pittier, pero no se ha publicado una buena biografía suya y su nombre no ha sido tan destacado como en Venezuela, donde reconocidos escritores, entre los que se puede nombrar hasta a <b>Arturo Uslar Pietri</b>, se han ocupado de él.</div>
<div style="text-align: justify;">
Por algunas cartas que se conservan de Pittier, ha quedado constancia de que, mientras estuvo en Costa Rica, sufrió en carne propia la serruchada de piso. Sobre el asunto, vale la pena prestarle atención a un dato anecdótico. Las exploraciones científicas las realizaba Pittier con dos compatriotas suyos, Paul Biolley y Adolphe Tonduz. Los suizos tenían como asistente a don <b>Anastasio Alfaro</b> quien, a la larga (y sin que él tuviera nada que ver en ello), acabó llevándose las flores. Son numerosos los artículos y hasta libros que indican que don Anastasio fue quien fundó el Museo Nacional, el Instituto Meteorógico y el Instituto Geográfico, que fueron fundados por Pittier. Las investigaciones se le atribuyen al tico mientras que el suizo que se fue y nunca más volvió cayó en el olvido.</div>
<div style="text-align: justify;">
Los esfuerzos que hubo por ensalzar su memoria fracasaron. En 1949, la Universidad de Costa Rica tuvo la intención de publicar las obras completas de Pittier, pero nunca lo hizo. El Ministerio de Educación iba a ponerle su nombre a una escuela, pero cambió de parecer al último momento ya que los vecinos del lugar preferían que la escuela llevara el nombre de un líder comunal y no de un suizo que ni sabían quién era. Don Manuel Bonilla, admirador de Pittier, donó un terreno para que se hiciera un parque y se le levantara un monumento, pero al final el terreno se utilizó para otros fines. Hasta donde sé, el ensayo <i>Plantas usuales de Costa Rica</i>, publicado en Washington en 1908, no ha tenido una edición costarricense.</div>
<div style="text-align: justify;">
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEilA_7NdkODnPBEZ-J_xKgQQ2iAn4YImVw_Nld9eO9r80hcC9Rl5atyQMAarkbk2VLHZ2I33DlqZkGQsvIoNNcLAlcy3iFFTviicDKz3YE0jBb3_AOlIB1ZDZu3n8jS6eN-eaBfzopbLjw/s1600/Henri+Pitier.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="257" data-original-width="196" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEilA_7NdkODnPBEZ-J_xKgQQ2iAn4YImVw_Nld9eO9r80hcC9Rl5atyQMAarkbk2VLHZ2I33DlqZkGQsvIoNNcLAlcy3iFFTviicDKz3YE0jBb3_AOlIB1ZDZu3n8jS6eN-eaBfzopbLjw/s320/Henri+Pitier.jpg" width="244" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Henri Pittier. Naturalista, botánico y etnógrafo.</td></tr>
</tbody></table>
Dentro de lo poco que se ha publicado sobre Pittier en Costa Rica, hay un libro de <b>Adina Conejo</b>, publicado por el Ministerio de Cultura Juventud y Deportes en 1975, que además de una breve biografía, incluye una pequeña antología de cartas y varios artículos suyos. Me hizo mucha gracia que, precisamente cuando estaba leyendo su artículo sobre las frutas de Costa Rica, fui al supermercado y me encontré que estaba en oferta una <i>"ensalada exótica"</i> de palmito y pejibaye. Aquello debió haberse llamado más bien <i>"ensalada autóctona</i>",. porque,. como bien dice Pittier,. la mayoría de las frutas que se consumen en Costa Rica son exóticas. El mango, el banano, la piña, la sandía, el durazno, el higo, las dos clases de mamones, el limón, la naranja, la mandarina y la toronja, entre otras, son exóticas, es decir, fueron traídas de otro lado. Mientras que el palmito, el pejibaye, el marañón, el zapote y el caimito, por citar algunos, no tienen nada de exótico, son más bien autóctonos porque siempre han estado aquí.</div>
<div style="text-align: justify;">
Son verdaderamente fascinantes su descripción del río Térraba, la explicación que da sobre el origen de la Laguna de Fraijanes y las observaciones que hace sobre la conducta de los monos cara blanca. Hasta al escribir textos científicos Pittier logra ser ameno y entretenido. Pero los artículos que más disfruté fueron los etnográficos, los que tienen que ver con la gente y sus costumbres. Particularmente interesante es lo que cuenta de los ritos funerarios de los bribris. Al muerto le hacían dos entierros. Primero lo enterraban durante unos meses en un terreno húmedo, cerca de la casa, para que el cuerpo se pudriera rápido. Luego sacaban los huesos, los hacían un paquete compacto y le hacían un segundo entierro, ya definitivo, en la montaña, lejos del poblado. Cuando estuvo de visita en Nicoya, en 1904, entrevistó a José Silverio Gómez, un hombre sano, fuerte y lúcido, que había nacido en 1801 y tenía, por tanto, ciento tres años de edad. Recordaba claramente la independencia y la anexión. En el pueblo había viejitas que no sabían que edad tenían, pero se acordaban de él cuando era niño. Pittier no se atreve a plantear una hipótesis sobre la causa del fenómeno, pero en Nicoya se encontró con hombres y mujeres de ochenta, noventa, cien años y aún más, montando a caballo, trepando a los árboles y picando leña con hacha. Para quien no conozca la zona tal vez resulte difícil de creer, pero la longevidad en Nicoya aún se mantiene sin que nadie sepa por qué.</div>
<div style="text-align: justify;">
INSC: 1902</div>
Carlos Porrashttp://www.blogger.com/profile/00994918944534877814noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8739524028743279961.post-82387879296826799512020-05-23T03:42:00.001-06:002020-05-23T04:03:36.737-06:00Todas las que eres. Poesía de Joan Bernal.<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgnJwtm60_nkT-lnAu6qx_vQkqv3yWFRQrT5gl8RTkN9GOBQDrMI6wb19VVvqoCTYmP0y_AHhFIoA6c9OpcDDZTwaiJrF2417DbwUypWxNLyNH0Mhh18kpLMAqa6owy7cTJGSjNsNSZk1k/s1600/Todas+las+que+eres+Joan+Bernal.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="600" data-original-width="363" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgnJwtm60_nkT-lnAu6qx_vQkqv3yWFRQrT5gl8RTkN9GOBQDrMI6wb19VVvqoCTYmP0y_AHhFIoA6c9OpcDDZTwaiJrF2417DbwUypWxNLyNH0Mhh18kpLMAqa6owy7cTJGSjNsNSZk1k/s400/Todas+las+que+eres+Joan+Bernal.jpg" width="241" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Todas las que eres. Joan Bernal.<br />
Editorial Arboleda. Costa Rica. 2019.</td></tr>
</tbody></table>
<div style="text-align: justify;">
Cuando a un hombre le preguntan si ha habido muchas mujeres en su vida, generalmente se asume que el recuento se limita a las protagonistas de historias románticas o eróticas. Sin embargo, además de las amadas y las amantes, que no suelen ser, por cierto, las más importantes ni memorables, en la vida de todo hombre hay muchas otras mujeres: la madre, la abuela, las tías, la maestra, las compañeritas de escuela y las vecinas del barrio. Están también las que provocaron, sin enterarse nunca de ello, las primeras fascinaciones, los primeros enamoramientos. Y la lista continúa con mujeres que fueron un alivio y mujeres que fueron un tropiezo. La que nos hizo perder la cabeza, la que nos volvió locos en todo el sentido de la palabra, la que nos despertó sentimientos de admiración, ternura, sensibilidad o pasión que ni siquiera sabíamos que cargábamos dentro. Aquella a la que queríamos aproximarnos y aquella otra de la que procurábamos alejarnos. La inalcanzable y la alcanzada. La que nos abandonó y la que abandonamos. La que era como una sombra que nunca llegamos a conocer. La que nunca ni siquiera supo de nuestra existencia ni, mucho menos, de la altura del pedestal al que la habíamos elevado. Y también, por supuesto, la cercana, la confidente y queridísima, con la que no hubo fascinación, atracción ni deseo, pero que llegó a ser una verdadera amiga.</div>
<div style="text-align: justify;">
La mujer no es una idea abstracta, sino una realidad concreta o, más bien, muchas realidades individuales. Los prejuicios son fruto de las generalizaciones. Cuando se concentra la atención en un ser individual se descubre que es único, por lo que colgarle una etiqueta resultaría, además de injusto, inexacto. </div>
<div style="text-align: justify;">
El libro <i>Todas las que eres</i>, de <b>Joan Bernal</b>, publicado por la <b>Editorial Arboleda</b> en 2019, reúne textos, la gran mayoría breves, dedicados a mujeres concretas. A lo largo de su vida, Joan se ha encontrado en su camino a muchas mujeres cuya presencia o ausencia, lo ha impactado al punto de hacerlo escribir poemas. No se trata de uno de esos libros que tanto abundan, en que el escritor asume el papel de versificador inspirado o de macho alfa y se refiere a <i>"la mujer"</i> que, como la Dulcinea de don Quijote, es una criatura inventada que solamente existe en su imaginación. Todo lo contrario. Más que escribir este libro, podría decirse que Joan lo recopiló, ya que la mayor parte de los poemas incluidos ya habían sido publicados en otros libros suyos. Visto así, podría decirse que este es su primera obra temática. </div>
<div style="text-align: justify;">
Por las páginas del libro desfila una variada secuencia de mujeres que van desde la madre agonizante que no acaba de tomar la decisión de partir, hasta la actriz de películas para adultos, ya muerta, cuya carne se pudre en la tierra porque la enfermedad no respeta ni la belleza más espectacular. Allí esta Gina, cuyos ojos le pide a Dios poder ver al menos una vez más, la escritora Ana Istarú y su impresionante presencia, una muchacha de Texas y otra de Iowa, la misma Laura con la que compartía el cansancio de sentirse más perfectos que los otros y la tipa, <i>"sucia y fétida, que se cree más que yo, y lo es". </i>Allí está la que es capaz de iluminar lo más oscuro y la que acaba oscureciendo hasta lo más claro. Está hasta la vecina de enfrente, casada y con hijos, que siempre se mostró curiosa pero nunca se atrevió a quitarse la curiosidad y no era más que una sombra que se movía tras la cortina cada vez que el solterón del otro lado de la calle, mirándola de reojo, se demoraba arreglando el jardín.</div>
<div style="text-align: justify;">
Con unas la cercanía fue breve pero, aunque desaparecieron tan abruptamente como aparecieron, dejaron huella y hasta cicatriz. La compañía de otras llegó a ser prolongada y, de alguna manera, hasta permanente. Con algunas de ellas alcanzó una unión plena, pero otras ni se dejaron conocer o ni daban ganas de conocerlas. Algunas (el poeta lo dice con franqueza) no eran más que un cuerpo. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<i>"Tu alma no importa aquí. </i></div>
<div style="text-align: justify;">
<i>Tu alma es un avalorio. </i></div>
<div style="text-align: justify;">
<i>Un cuerpo. Fuiste un cuerpo.</i></div>
<div style="text-align: justify;">
<i>Juzgada por la carne</i></div>
<div style="text-align: justify;">
<i>merecés la gloria."</i></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Hay remembranzas de relaciones dispares en que cada miembro de la pareja pretendía obtener del otro algo distinto de lo que el otro podía darle. <i>"Amor no hubo, y sin embargo lo nombro."</i></div>
<div style="text-align: justify;">
A alguna se atreve a decirle <i>"Quédate. Acompáñame los días que yo viva"</i>, pero, realista y resignado declara: <i>"Yo sigo agradecido con todas las mujeres que no quieren perder su tiempo conmigo."</i></div>
<div style="text-align: justify;">
Joan Bernal hace tiempo dejó de ser lo que se suele llamar <i>"un poeta joven"</i>. Sus libros demuestran que su poesía no promete, sino que cumple. Las vanguardias infantiles, los malabares y florituras, las audacias para la gradería o las provocaciones gratuitas nunca lo sedujeron. Como poeta, Joan ha logrado plasmar su rica experiencia de vida en la página en blanco con un lenguaje esmerado que logra tanto mostrar como insinuar. Sus amplias, numerosas y bien asimiladas lecturas de poetas de distintas épocas, le han permitido definir un estilo propio, en que tal vez se pueda descubrir alguna influencia pero nunca una imitación. Tiene el enorme mérito, bastante difícil de alcanzar, de ser expresivo, sin caer en lo retórico; ser contenido y breve, sin caer en lo tosco; y ser capaz de utilizar un lenguaje directo y hasta, en ocasiones, áspero, sin caer en lo grotesco. </div>
<div style="text-align: justify;">
Pero, aunque la poesía se exprese con palabras, lo verdaderamente importante no es la técnica ni la habilidad sino, más bien, lo que está detrás de las palabras: la experiencia vivida, la emoción experimentada y el sentimiento con que se evoca todo aquello para plasmarlo de manera total en apenas unas cuantas líneas. En este sentido, Joan logra alcanzar cimas de expresividad y concisión a los que pocos llegan.</div>
<div style="text-align: justify;">
Cada página de este libro es un mundo aparte. Al evocar las mujeres de su vida, Joan no se concentró en sus amadas y sus amantes, sino que brindó un abanico amplio de figuras femeninas inolvidables. Sería inexacto, entonces, calificar esta obra como poesía romántica o erótica ya que, en conjunto es mucho más que eso. Sin embargo, a la hora de escoger un pequeño botón de muestra para compartir, opté por las últimas líneas del poema titulado <i>Desvelo</i>.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<h2 style="text-align: center;">
</h2>
<h2 style="text-align: center;">
Desvelo</h2>
<div style="text-align: center;">
(Fragmento)</div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<h4 style="text-align: center;">
<i>En tu casa huele a que los dos deseábamos<br />tocarnos con las manos<br />que ahora se completan húmedas<br />de pura agua de zozobra.<br />Suelto una pequeña lágrima en tu espalda<br />y en tu piel se hacen ondas mientras veo<br />mi cara en las mitades<br />de tu espalda y tu pelo.<br />En lo que va de estas horas<br />te has sentado y tendido<br />de pie desde que el lápiz se paró en su punta.<br />Si esta es la alegría<br />siempre estuve triste.</i></h4>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
INSC: 2775</div>
Carlos Porrashttp://www.blogger.com/profile/00994918944534877814noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8739524028743279961.post-69303439401661214952020-04-11T00:47:00.004-06:002020-04-11T00:47:49.524-06:00Literatura juancarlista.<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjV7w4YR2gcqIiTO6XC_B26z5qqEpRWTORuqtpGi1JZvmlYeMQyVLM4uno7XNDkH3lBKkWtFLoEMH9XpzxosDP3zBBW_m2FyTRul2AxxR4CmDEU6MR-Y4v7KiZPj7B_HXHc9AYdsZ-sheY/s1600/Juan+Carlos+I+Esperanza+de+Espa%25C3%25B1a.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="855" data-original-width="585" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjV7w4YR2gcqIiTO6XC_B26z5qqEpRWTORuqtpGi1JZvmlYeMQyVLM4uno7XNDkH3lBKkWtFLoEMH9XpzxosDP3zBBW_m2FyTRul2AxxR4CmDEU6MR-Y4v7KiZPj7B_HXHc9AYdsZ-sheY/s400/Juan+Carlos+I+Esperanza+de+Espa%25C3%25B1a.jpg" width="272" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Jun Carlos I esperanza de España.<br />No indica autor. Publicaciones Españolas.<br />Madrid, España. 1975.</td></tr>
</tbody></table>
<div style="text-align: justify;">
Durante toda su larga dictadura, <b>Francisco Franco</b> no solamente acaparó todo el poder, sino también toda la atención. Cualquier realización estatal, desde las obras más ambiciosas hasta las más realizaciones más modestas, era fruto de la iniciativa y esfuerzo del Caudillo. Los ministros y demás funcionarios del gobierno eran casi invisibles. Su sucesor no fue la excepción. En 1969, Franco anunció que su sucesor en la jefatura de Estado sería, con título de rey, don <b>Juan Carlos de Borbón</b>, pero desde ese anuncio, hasta su proclamación como monarca, en 1975, solamente de manera muy esporádica el joven príncipe aparecía en las noticias. Mientras Franco viviera, nadie, ni su sucesor, podía tener protagonismo.</div>
<div style="text-align: justify;">
Juan Carlos, o don Juanito, como lo llamaban entonces, era un misterio. Joven, alto, rubio y atlético, el príncipe era bien recibido dondequiera que llegara. Se mostraba sencillo, abierto y natural, bromeaba con los interlocutores y los hacía reír pero, pese a su simpatía y don de gentes, sus discursos no pasaban de un saludo amable y breve. Nadie sabía lo que pensaba del pasado, del presente ni del futuro.</div>
<div style="text-align: justify;">
Más que el heredero de la corona, era considerado el heredero de Franco. De hecho, lo llamaban don Juanito porque don Juan era su padre, don Juan de Borbón quien, como hijo del rey Alfonso XIII, aspiraba a ser algún día rey de España. El nombre completo del príncipe era Juan Carlos Alfonso Víctor María y, al ser nombrado sucesor de Franco, se le empezó a llamar don Juan Carlos en vez de don Juanito. Si lo hubieran seguido llamando solamente por su primer nombre, habría llegado a ser el rey Juan III, lo que habría hecho más evidente el salto dinástico sobre don Juan, su padre.</div>
<div style="text-align: justify;">
Juan Carlos nació en Roma, en 1938, cuando la guerra civil española estaba candente y la II Guerra Mundial ya se veía venir. Fue bautizado por el cardenal Eugenio Pacelli quien, al año siguiente, se convertiría en el Papa Pío XII. Por la entrada de Italia en la guerra, su familia se traslada a Suiza, donde don Juan Carlos cursa los primeros años de escuela. Una vez finalizada la guerra, la familia se instala en Portugal. </div>
<div style="text-align: justify;">
No fue sino hasta que Franco y don Juan llegaron a un acuerdo, que el príncipe, que ya había cumplido los diez años de edad, logró pisar suelo español por primera vez. Alejado de su familia, a la que visitaba solamente cuando estaba de vacaciones, don Juanito fue educado por preceptores escogidos personalmente por Franco. El caudillo se reunía con frecuencia con el príncipe que, llegado el momento, cursó estudios militares.</div>
<div style="text-align: justify;">
Cuando, tras la muerte de Franco, el príncipe simpático y misterioso fue proclamado rey en noviembre de 1975, todavía no estaba claro qué se podía esperar de él. Ante unas Cortes no electas, juró su cargo para mantener los principios del Movimiento Nacional. Cuando tomó posesión, Franco todavía estaba insepulto y el primer acto oficial que le tocó presidir, como rey, fue precisamente el funeral del caudillo. Aunque había quienes albergaban la esperanza de que se pudiera mantener un franquismo sin Franco, la gran mayoría, tanto de derechas como de izquierdas, tenía claro que aquello inevitablemente iba a cambiar. Lo que no se sabía era cómo, ni que papel jugaría el rey en el asunto.</div>
<div style="text-align: justify;">
Tengo en mi biblioteca un pequeño libro titulado <i>Juan Carlos I Esperanza de España</i> que, curiosamente, no menciona en ninguna parte el nombre del autor pero, por lo que se dice en el prólogo, fue escrito por uno de los maestros que estuvieron a cargo de la formación del príncipe apenas llegó a España. Publicado en 1975, en el libro se elogia a Franco,<i> "el hombre indiscutido e indiscutible", "que gobernó con gran dignidad y grandes aciertos durante treinta y nueve años", </i>sin embargo, también insiste en que los tiempos han cambiado y que la gran mayoría de los españoles, incluyendo al recién proclamado monarca, no recuerdan la guerra civil porque o eran muy pequeños por entonces o ni siquiera habían nacido. <i> </i>El libro invita a mirar hacia el futuro e insiste, de manera machacona en que Juan Carlos ser un líder de cambio. Al final se incluye una recopilación de opiniones, todas muy elogiosas, sobre la sabiduría, capacidad e integridad del nuevo Jefe de Estado sobre el que hasta hacía poco no se sabía nada.</div>
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgyK5yJbEK4fQjQ3rISzIRLGrDR3kePgeeSyPBF3GShyphenhyphenPN7FQcEl8mejIQ41-YHkiq3D8gEhCOtS3PNJWYKdXSO69HupomS1JHuaSsaaOqDsPHKr4uihli08O9hpkVHWAycCytDiaMze2Y/s1600/Juan+Carlos+I+Carlos+Seco+Serrano.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="856" data-original-width="591" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgyK5yJbEK4fQjQ3rISzIRLGrDR3kePgeeSyPBF3GShyphenhyphenPN7FQcEl8mejIQ41-YHkiq3D8gEhCOtS3PNJWYKdXSO69HupomS1JHuaSsaaOqDsPHKr4uihli08O9hpkVHWAycCytDiaMze2Y/s400/Juan+Carlos+I+Carlos+Seco+Serrano.jpg" width="275" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Juan Carlos I el rey que reencontró América.<br />Carlos Seco Serrano.<br />Anaya. Madrid, España. 1988.</td></tr>
</tbody></table>
<div style="text-align: justify;">
Pasar de un régimen dictatorial, represivo y caudillista a una democracia parlamentaria no es tarea fácil, pero la transición española se desarrollo sin grandes tropiezos. Se establecieron partidos, se convocó a elecciones, se formó gobierno y se votó una nueva Constitución. La intentona de golpe del 23 de febrero de 1981, tuvo al país en vilo y al Congreso secuestrado por varias horas. Aunque entre los cabecillas golpistas estaba <b>Alfonso Armada</b>, que era muy cercano al rey, la figura de don Juan Carlos salió muy fortalecida por haberse pronunciado a favor de la Constitución y la opinión favorable sobre él llegó a ser casi unánime. Hasta los republicanos acabaron declarándose <i>"juancarlistas". </i>Como entre quienes alababan al rey se hallaba también <b>Santiago Carrillo</b>, en son de broma se hablaba del <i>"Real partido comunista español."</i></div>
<div style="text-align: justify;">
Mientras la imagen del rey se elevaba a las alturas, la de Franco, quien una vez fue "el hombre indiscutido e indiscutible" empezó a opacarse. En su última aparición pública, una multitud inmensa lo vitoreaba pero, a poco después de cinco años de su muerte, no se encontraba en España un solo franquista ni nadie que reconociera haberlo sido. </div>
<div style="text-align: justify;">
Surgió entonces una mitología, la de Juan Carlos liberal, progresista, democrático que, desde su juventud, no hizo más que planear la manera de lograr que en España se instalara un régimen de libertad y prosperidad. Su mutismo, durante los años de dictadura franquista, fue interpretado como estratégico. Dentro de esta línea está el libro <i>Juan Carlos I el rey que reencontró América</i>, de Carlos Seco Serrano, publicado en 1988, que no se mide a la hora de soltar elogios. Juan Carlos no solamente es un gobernante ideal, sino también un militar ejemplar, un hombre de cultura extraordinaria con una concepción visionaria del panorama político español y universal, un padre de familia perfecto, un servidor de la patria intachable y, en fin, todo lo bueno imaginable.</div>
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhGYOxW4HsBcX5kvwJlF6LdX8WfrgDxSITemnJ95923ISIYaPRpU7j3yw766UsjHuVZmAYhyA2NptsZRq5BUV7xu4fNazFiW7qBE8VGu_87IpQvnx4JvqLVCBIJ5CjHk3_htp024BTBnTs/s1600/Las+mejores+an%25C3%25A9cdotas+del+rey+Ricardo+Parrotta.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="818" data-original-width="511" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhGYOxW4HsBcX5kvwJlF6LdX8WfrgDxSITemnJ95923ISIYaPRpU7j3yw766UsjHuVZmAYhyA2NptsZRq5BUV7xu4fNazFiW7qBE8VGu_87IpQvnx4JvqLVCBIJ5CjHk3_htp024BTBnTs/s400/Las+mejores+an%25C3%25A9cdotas+del+rey+Ricardo+Parrotta.jpg" width="248" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Las mejores anécdotas del rey.<br />Ricardo Parrotta. Planeta, España. 1982.</td></tr>
</tbody></table>
<div style="text-align: justify;">
Los libros de este tipo no solo se volvieron frecuentes, sino que acabaron siendo muy populares. El juancarlismo tenía un público numeroso. Prueba de ello es <i>Las mejores anécdotas del rey, </i>una obrita bastante ligera, del periodista argentino <b>Ricardo Parrotta</b>, publicada por <b>Planeta</b>. El ejemplar que tengo destaca en la portada que va por la tercera edición y lleva trece mil ejemplares vendidos. Además del anecdotario, en el que hay algunas historias en verdad divertidas, el libro incluye un capítulo titulado <i>"Así ven al rey"</i> en el que políticos, periodistas, militares, artistas y escritores sueltan palabras de verdadera idolatría por el monarca.</div>
<div style="text-align: justify;">
Planeta publicó también en el año 2000, bajo el sello Booket, en edición de bolsillo, <i>Las anécdotas de don Juan Carlos el quinto rey de la baraja</i>, del periodista Marius Carol. El título, por cierto, es de un optimismo desbordado. Cuando el rey Faruk de Egipto fue derrocado, en 1952, al llegar al exilio soltó una afirmación que acabó siendo famosa: <i>"En el futuro, solamente habrá cinco reyes: los cuatro de la baraja y el rey de Inglaterra."</i> España no tiene, por cierto, una estable tradición monárquica ya que dos veces, en el pasado reciente, se ha declarado la república y la familia real ha acabado en el exilio.</div>
<div style="text-align: justify;">
Las anécdotas de don Juan Carlos, en todo caso, se leen con deleite. No cabe duda que es un hombre simpático, relajado, que tutea a todo el mundo, sonríe y parece estar siempre de buen humor. Solamente una vez tuve la oportunidad de verlo en persona en un acto que, se suponía, debía de ser solemne. Los organizadores no contaron con la espontaneidad desbordada de algunos asistentes y la supuesta solemnidad acabó en un tumulto en que todos, especialmente el rey, sufrieron empujones y pisotones. Sus escoltas estaban tensos y apurados por restablecer el orden, pero el rey, sonriente, más bien parecía disfrutar el momento y correspondía con bromas ingeniosas a quienes lo rodeaban. Ha habido ocasiones, también, en que don Juan Carlos ha perdido la paciencia y hasta la compostura, no solamente al punto de mandar a callar a quien lo tenía harto con sus majaderías, sino incluso también hasta soltar alguna palabrota. Tal vez sea esta naturalidad lo que más lo diferencia de Franco. Franco era un personaje tieso, planchado y almidonado, rígido y solemne. Juan Carlos es totalmente casual y espontáneo. </div>
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhwHgp9wt6PGBwlZaCYvZmqR_eGluIGQ3rOW-rUt46TWBy_NdLQQj6CRJsVpGWAXBTAR2bXGVxMrSvnraxL1yW6zeY0luciSwN2fKcL74D1R5-BGaRewZF_Env2KDQAM5CbHwLMOjUutDE/s1600/Las+an%25C3%25A9cdotas+de+don+Juan+Carlos+Marius+Carol.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="769" data-original-width="478" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhwHgp9wt6PGBwlZaCYvZmqR_eGluIGQ3rOW-rUt46TWBy_NdLQQj6CRJsVpGWAXBTAR2bXGVxMrSvnraxL1yW6zeY0luciSwN2fKcL74D1R5-BGaRewZF_Env2KDQAM5CbHwLMOjUutDE/s400/Las+an%25C3%25A9cdotas+de+don+Juan+Carlos+Marius+Carol.jpg" width="247" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Las anécdotas de don Juan Carlos el quinto<br />rey de la baraja. Marus Carol.<br />Booket. Planeta, España, 2000.</td></tr>
</tbody></table>
<div style="text-align: justify;">
Ahora bien, ser simpático y dicharachero ("campechano", dicen los españoles), no significa necesariamente ser el mejor jefe de Estado imaginable. Estos cuatro libros de mi biblioteca son solamente una pequeña muestra de la literatura juancarlista, que los lectores españoles consumían para acabar de convencerse de su rey era algo así como la octava maravilla del mundo.</div>
<div style="text-align: justify;">
El nivel de adulación hacia el rey no tenía límites y lo curioso es que la gran mayoría del pueblo español se tragaba el cuento sin cuestionarlo.</div>
<div style="text-align: justify;">
Los gobernantes de otras latitudes, apaleados a diario en la prensa de sus respectivos países, envidiaban el pacto de silencio no escrito que parecía tener la prensa española al referirse al rey. Pero la verdad es que, más que un pacto de silencio, era una complicidad de culto a su persona. Revistas y periódicos serios, analíticos y cuestionadores, perdían toda objetividad y sentido crítico cuando se referían al rey, al que arrojaban flores y quemaban incienso a diestra y siniestra.</div>
<div style="text-align: justify;">
A aquello no se le podía llamar publicidad, porque no era comercial, ni propaganda, porque no era ideológica. Era, simple y sencillamente, literatura. Don Juan Carlos, el hombre de carne y hueso, había sido convertido también un personaje de ficción, el más popular de España, cuyas aventuras, narradas por una multitud de autores, se podían leer en libros, periódicos y revistas.</div>
<div style="text-align: justify;">
Tal vez porque ese mundo ilusiorio había llegado a calar muy hondo en la imaginación del público, fue tan duro para los españoles ver romperse el espejismo y descubrir que aquella fantasía no calzaba con la realidad. Descubrieron que el rey que le tenía respeto y afecto a Franco (cosa que, bien pensado, no debería sorprender a nadie), así como que su monarca idealizado no era en el fondo muy brillante y que muchas actuaciones suyas, que fueron ocultadas en su momento pero que han salido a la luz, eran bastante cuestionables.</div>
<div style="text-align: justify;">
A Franco lo vitoreaban, pero cinco años después de su muerte no quedaba un solo franquista en España. A Juan Carlos lo amaban, pero cinco años después de su abdicación tal parece que el juancarlismo no tiene defensores. Más bien, las librerías y las páginas de la prensa se están llenando de un nuevo género literario, el antijuancarlismo, en el que don Juan Carlos ha pasado de ser héroe a convertirse en villano. Los juancarlistas, más que destacar el papel que tocó jugar en la transición, lo elevaron a un pedestal. Los antijuancarlistas, más que criticar sus errores y desaciertos, denigran agresivamente su persona.</div>
Algún día, el personaje histórico será analizado con objetividad. Hasta ahora, el personaje literario ha sido distorsionado y caricaturizado, tanto por quienes ayer lo ovacionaban como por los que hoy lo abuchean.<br />
INSC: 1650, 1660, 1975, 1977.Carlos Porrashttp://www.blogger.com/profile/00994918944534877814noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8739524028743279961.post-6437064911507929652020-03-13T02:49:00.004-06:002020-03-13T02:54:32.781-06:00Una biografía inexacta de don Pepe Figueres.<div style="text-align: justify;">
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgYCiqcqIVHrs6YBd4NbRMeauaI-c6b5ekAymDBa-dGVjZdK9tcybVpGHf2l-BIzWn-znI5dUWLW3NT3oNo0wx_mheLaC1yN7tu4eJEzfInNnTPtBuGaqoR85cOkQ7JRMa66q5A8-8mzb0/s1600/Jos%25C3%25A9+Figueres+una+vida+por+la+justicia+social.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="885" data-original-width="565" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgYCiqcqIVHrs6YBd4NbRMeauaI-c6b5ekAymDBa-dGVjZdK9tcybVpGHf2l-BIzWn-znI5dUWLW3NT3oNo0wx_mheLaC1yN7tu4eJEzfInNnTPtBuGaqoR85cOkQ7JRMa66q5A8-8mzb0/s400/Jos%25C3%25A9+Figueres+una+vida+por+la+justicia+social.jpg" width="255" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">José Figueres una vida por la justicia social.<br />
Tomás Guerra. Cedal. San José, Costa Rica.<br />
1987</td></tr>
</tbody></table>
Sobre don <b>José Figueres Ferrer</b>, como sobre cualquier otro personaje histórico, circulan opiniones encontradas. Figura fundamental de la política costarricense del Siglo XX, fue siempre objeto de controversia y sus actuaciones, alabadas por unos y criticadas por otros, han sido tema de innumerables polémicas. Aunque se han publicado varios libros sobre su vida, obra y pensamiento, soy de la opinión de que no ha aparecido aún una biografía suya que lo retrate de manera integral.<br />
Quienes han escrito sobre él, lo han hecho sin matices ni balance desde la más completa admiración o desde el más abierto rechazo. Son abundantes las investigaciones históricas sobre la guerra civil de 1948 y el gobierno de la Junta Fundadora de la Segunda República, pero verdaderamente escasas las que se ocupan de sus dos gobiernos posteriores. Por otra parte, don Pepe, además de tres veces presidente de Costa Rica, fue un hombre de amplia cultura, un gran pensador, un filósofo, un apreciable ensayista y un notable escritor. Al concentrar la atención en el gobernante, se suele pasar por alto su categoría de hombre de letras, así como sus facetas, también importantes, de empresario agrícola e industrial.<br />
Cuando don Pepe aún vivía, justo al año siguiente de que cumpliera los ochenta años de edad, el <b>Centro de Estudios Democráticos de América Latina CEDAL</b> publicó un libro titulado <i>José Figueres Ferrer Una vida por la justicia social, </i>en el que, además de su biografía, se exploraba también a su trayectoria, obra y pensamiento. De primera entrada, me pareció que el libro podría ser interesante por el hecho de que su autor, el abogado y periodista salvadoreño <b>Tomás Guerra</b>, no fuera costarricense, de manera que, supuse, la obra estaría estaría libre pasiones locales y se concentraría en analizar los hechos investigados. Lamentablemente, muy pronto me percaté que, no solamente las interpretaciones que plantea eran audaces, superficiales y sin fundamento sino que, lo más grave, hasta muchos de los hechos que consigna son erróneos.<br />
Tomás Guerra afirma, por ejemplo, que, en Costa Rica, don <b><a href="https://mislibrosconnotas.blogspot.com/2017/06/don-cleto-gonzalez-viquez.html" target="_blank">Cleto González Víquez</a> </b>fue el padre de la democracia liberal, mientras que don Pepe fue el padre de la democracia social, sin molestarse en explicar con qué criterios llegó a semejante conclusión. En Costa Rica el liberalismo es bastante anterior a don Cleto y las reformas sociales son bastante anteriores a don Pepe. En todo caso, sin embargo, si Tomás Guerra, a fin de cuentas, no hace más que expresar su punto de vista personal, esa opinión, como todas las opiniones, por más discutible que sea, debe respetarse aunque no se comparta.<br />
Algo muy distinto ocurre cuando, para poner otro ejemplo, Tomás Guerra afirma que, como medida previa la nacionalización bancaria, se fundó el Banco Central. En este caso, simplemente se equivoca. El decreto de nacionalización bancaria es del 29 de diciembre de 1948 y la fundación del Banco Central tuvo lugar el 28 de enero de 1950.<br />
Opinar, incluso sin justificación o fundamento, es totalmente válido. Brindar datos equivocados sobre hechos concretos y comprobables es un descuido que, en una obra seria, no debe ser frecuente.<br />
Algunas de las inexactitudes son hasta divertidas. Como tanto don Pepe como don <b><a href="https://mislibrosconnotas.blogspot.com/2017/07/el-presidente-julio-acosta-garcia.html" target="_blank">Julio Acosta García</a></b> nacieron en San Ramón, Tomás Guerra dice que fueron amigos cercanos. Es verdad que ambos eran ramonenses, pero cuando don Pepe nació, creció y vivió en San Ramón, don Julio estaba en El Salvador, como cónsul en tiempos de don Cleto, en San José, como ministro de <b><a href="https://mislibrosconnotas.blogspot.com/2017/05/gobierno-alfredo-gonzalez-flores.html" target="_blank">Alfredo González Flores</a></b>, o en Nicaragua durante la dictadura de Federico Tinoco. Don Pepe tenía apenas catorce años de edad cuando don Julio fue electo presidente y, años después, don Julio fue el primer jerarca de la Caja Costarricense de Seguro Social, fundada por el <b>Dr. Rafael Angel Calderón Guardia</b> y ministro de Relaciones Exteriores de don <b>Teodoro Picado</b>, es decir, estaba con el bando que combatió don Pepe.<br />
También dice que don Pepe fue seguidor del Partido Reformista de <b>Jorge Volio</b>, cuando en realidad, no solo don Pepe en persona declaró que, en su juventud, simpatizaba con el Partido Agrícola de don Alberto Echandi Montero, adversario de Jorge Volio, sino que durante la guerra civil Jorge Volio combatió contra las fuerzas figueristas y, tras el conflicto, fue destituido tanto de su cargo de director del Archivo Nacional como de su cátedra en la Universidad de Costa Rica.<br />
De manera similar, todo lo que menciona sobre la independencia, el período liberal, la reforma social de los años cuarenta, la guerra civil, la abolición del ejército y la constituyente está equivocado. Insisto en que no se trata de apreciaciones de juicio que respondan a su particular punto de vista, sino de una interminable secuencia de datos erróneos. Vale la pena citar un último ejemplo. El partido comunista fue fundado en 1931 y, doce años después, por iniciativa de sus propios dirigentes, cambió de nombre y pasó a llamarse Vanguardia Popular. Tomás Guerra afirma que el cambio de nombre tuvo lugar en 1932 por orden del Congreso.<br />
Cansado de tropezarme en cada página con errores de este tipo, hubo un momento en que estuve a punto de suspender la lectura. Sin embargo, acabé leyendo el libro completo. De hecho, si se toma con buen humor, para quienes, como yo, son aficionados a la historia patria, marcar con un lápiz los errores de este libro podría tomarse como una manera de divertida de examinarse en la materia.</div>
<div style="text-align: justify;">
Aunque el dominio de Tomás Guerra sobre historia de Costa Rica sea, por decir lo menos, bastante pobre, con toda ligereza se deja llevar por su entusiasmo y, en tono de prédica, se echa un editorial lleno de prejuicios y lugares comunes. Según él, el periodo liberal propició la acumulación de grandes capitales en manos de unos pocos, la reforma social de los años cuarenta no representó ningún cambio estructural, la CIA propició la invasión de 1955, los dictadores centroamericanos tenían una red de conspiración oculta llena de alianzas que cambiaban constantemente</div>
<div style="text-align: justify;">
Por más que uno esté dispuesto a escuchar e intentar comprender, con todo respeto, las opiniones ajenas, algunas de las que Tomás Guerra plantea llegan a ser incomprensibles. Afirma, por ejemplo, que <i>"el pueblo costarricense es dócil y sumiso pero sabe utilizar la violencia con más justificación que otros." </i></div>
<div style="text-align: justify;">
Es triste decirlo pero lo mejor de este libro, lo único en que no hay ni inexactitudes ni afirmaciones gratuitas, es en las citas textuales de declaraciones de don Pepe que, afortunadamente, son abundantes.</div>
<div style="text-align: justify;">
La biografía de don Pepe es un libro que aún no se ha escrito. Entre los muchos intentos que se han emprendido hasta ahora, el de Tomás Guerra es, sin lugar a dudas, el peor logrado. Es verdad que quienes se han referido a la vida y obra de don Pepe lo han hecho desde una perspectiva parcializada, pero tanto sus críticos como sus admiradores, aunque difieran en sus apreciaciones, han tenido el cuidado de ofrecer al público investigaciones serias, a las que se les pueden cuestionar las conclusiones, pero no los datos sobre los hechos.</div>
INSC: 2204Carlos Porrashttp://www.blogger.com/profile/00994918944534877814noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8739524028743279961.post-84859887863481722542020-03-06T08:31:00.000-06:002020-03-06T08:31:08.754-06:00El continente imaginario de Montaner.<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjDc-_GHW96D7tZ4VYMa3ZV4aqvxZPCezU1JuUKomZp6POdHrcEJHGk53dacCYKgJaDiGS76FXjHQmaw-Er61cDCCiG9cA-h3bcOO80bF2eW1etSZrFcYiIrYFKAqehawbyUOC7OOZX-hY/s1600/Carlos+Alberto+Montaner+Continente+Imaginario.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1548" data-original-width="1064" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjDc-_GHW96D7tZ4VYMa3ZV4aqvxZPCezU1JuUKomZp6POdHrcEJHGk53dacCYKgJaDiGS76FXjHQmaw-Er61cDCCiG9cA-h3bcOO80bF2eW1etSZrFcYiIrYFKAqehawbyUOC7OOZX-hY/s400/Carlos+Alberto+Montaner+Continente+Imaginario.jpg" width="273" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Para un continente imaginario.<br />
Carlos Alberto Montaner.<br />
Libro Libre. San José, Costa Rica. 1985</td></tr>
</tbody></table>
<div style="text-align: justify;">
No es lo mismo ser un comentarista que un analista. Para hacer un comentario, basta con observar una situación y decir los primero que venga a la mente. Del comentarista, se espera, simplemente, que sea ingenioso y conciso. El análisis es otra cosa. Para empezar, requiere que quien lo realice cuente con amplia información previa y, más allá de valorar lo evidente, sea capaz de mostrar causas tanto las causas como las consecuencias que no saltan a la vista.</div>
<div style="text-align: justify;">
Durante años, décadas más bien, <b>Carlos Alberto Montaner</b> ha sido un activo comentarista en la prensa latinoamericana. Sus columnas de opinión, que se publican en periódicos de varios países, han llegado a ser muy leídas, tanto por quienes comparten como por quienes adversan sus puntos de vista.<br />
Ingenioso y ameno, Montaner es capaz de dejar caer una gota de humor incluso cuando comenta situaciones verdaderamente serias y hasta dramáticas. Sus columnas son por lo general breves y en ellas logra plantear su punto de vista de manera clara y concisa.<br />
Sin embargo, pese a ser un efectivo escritor de artículos de opinión, Montaner, que ha llegado a ser popular como comentarista, se queda en verdad corto cuando pretende ser analista.<br />
Es perfectamente normal y aceptable que un comentarista exponga sus esperanzas, suposiciones y temores, pero del analista se espera más bien que sea capaz de hacerlos a un lado. Es válido que el comentarista haga propaganda para su causa, pero del analista se espera que brinde una explicación bien fundamentada sobre una realidad, indiferentemente si esa realidad le gusta o no.<br />
La reflexión viene al caso porque, aunque leo con interés desde hace años sus columnas en la prensa, quedé francamente defraudado por su libro <i>Para un continente imaginario</i>, publicado por la Editorial <b>Libro Libre</b>, en 1985. La publicación, en todo caso, no se trata de un estudio que fuera concebido y desarrollado como una obra de conjunto, sino que es, más bien, una recopilación de artículos y conferencias que datan de diferentes épocas.<br />
El libro está dividido en tres secciones. La primera, sobre América Latina, la segunda, sobre Centroamérica y la tercera sobre Cuba. En los tres apartados salta a la vista que la opinión de Montaner no es más que una apreciación personal y superficial, que no está basada en un estudio metódico y profundo de los hechos ni de las ideas sino, simplemente, en sus propios prejuicios y suposiciones.<br />
Para empezar, no se puede escribir sobre una sociedad partiendo del menosprecio. América Latina ha tenido su historia particular que debe ser estudiada y comprendida tal. y como fue. Montaner, con verdadera insistencia, se lamenta que América Latina sea tan diferente a Europa y a los Estados Unidos y, también de manera insistente, plantea que los países latinoamericanos, más que desarrollar soluciones a sus propios problemas, deben imitar el modelo de sociedad norteamericano o europeo. Los países latinoamericanos, según él, no son más que sociedades inmaduras que requieren que otras sociedades, más desarrolladas y exitosas, les señalen el camino a seguir.<br />
Esta visión colonialista llega rozar extremos de verdadero racismo. Los comentarios que hace sobre los pueblos indígenas, en contraposición a lo que llama "la cultura europea", parecieran sugerir que tanto la pobreza como la riqueza está determinada por los genes. Repite prejuicios, tan comunes como poco fundamentados, como que América Latina es capaz de producir artistas, pero no es terreno propicio para que se desarrolle la ciencia ni la técnica. Su <i>"continente imaginario" </i>al que hace alusión en el título, es uno guiado por <i>"la razón y el sentido común" </i>que, según él, han estado ausentes de la historia latinoamericana.<br />
Si, en su mundo de fantasía, espera que un buen día los latinoamericanos amanezcan convertidos en blancos sin sangre indígena que decidan de pronto olvidar su historia y tradiciones y adaptar su sociedad a imagen y semejanza de Estados Unidos, definitivamente está delirando. Al plantear esa propuesta como algo posible y hasta deseable, Montaner es un propagandista más que un analista y no hace más que evidenciar sus prejuicios.<br />
Su visión histórica es, no solo superficial, sino también, en muchos aspectos, abiertamente errónea. Las inexactitudes históricas de este libro, que elevan habladurías a la categoría de hechos, son tan frecuentes que resultan innumerables. Las afirmaciones que hace en este libro sobre los presidentes de Estados Unidos James Folk y Theodore Rossevelt parecen sacadas de folletines humorísticos y poco serios y no corresponden, en absoluto, con la figura, el pensamiento y el actuar de los aludidos.<br />
Cada vez que Montaner hace una mención histórica, queda en evidencia que no tiene la más mínima idea del contexto.<br />
Precisamente por su escaso conocimiento histórico, con frencuencia Montaner se deja llevar por sus temores. Escrito a mediados de la década de los años ochenta del siglo pasado, cuando aún existía la Unión Soviética, el libro es un buen ejemplo de la paranoia que imperó durante la Guerra Fría. Al referirse a la realidad centromericana, una vez más Montaner comete el grave error de pretender explicar algo que no comprende y acaba reduciéndo toda la situación a un choque de fuerzas ideológicas manejadas desde fuera. Para Montaner, lo que ocurría en Nicaragua, El Salvador, Honduras, Guatemala y Costa Rica no era más que el reflejo de la confrontación de la influencia norteamericana con la influencia soviética. Esta interpretación, además de simplista, es errónea. El complejo escenario político de cada uno de los países centroamericanos durante los años ochentas, respondía a circunstancias más locales que globales.<br />
Montaner escribe sobre América Latina con menosprecio, sobre Centroamérica con desinformación y sobre Cuba con resentimiento. Su explicación sobre la caída de <b>Fulgencio Batista</b> y la entronización de <b>Fidel Castro</b>, es más terrorífica que exacta. La advertencia de las páginas finales, escrita en un tono verdaderamente alarmista, sobre el peligro inminente de que Cuba esté <i>"al acecho" </i>de Puerto Rico es, por decir lo menos, desmesurada.<br />
Carlos Alberto Montaner es un propagandista más que un analista. Un narrador más que un pensador. Ha llegado a ser altamente popular como columnista porque al comentar la realidad suelta frases ingeniosas y se luce con su buen humor pero su superficial conocimiento histórico y su inclinación a dejarse vencer por el pánico, lo convierten en un comediante que no debe ser tomado en serio.<br />
INSC: 1867<br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiQlonaDFog9zXxkQjCFXF5o6rgGuqIxbnt6QCUMJ9xQECOA3Rtik_kiDPGlgYKHRkYrGpO6du2JbpVLpCs3Vhy90E-aweN7FBBll5aWyvLEJMi2IZoFrflV92bs-2T8Umahg53GXi3yRs/s1600/Carlos+Alberto+Montaner.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="183" data-original-width="275" height="266" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiQlonaDFog9zXxkQjCFXF5o6rgGuqIxbnt6QCUMJ9xQECOA3Rtik_kiDPGlgYKHRkYrGpO6du2JbpVLpCs3Vhy90E-aweN7FBBll5aWyvLEJMi2IZoFrflV92bs-2T8Umahg53GXi3yRs/s400/Carlos+Alberto+Montaner.jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Carlos Alberto Montaner.</td></tr>
</tbody></table>
<br /></div>
<br />Carlos Porrashttp://www.blogger.com/profile/00994918944534877814noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8739524028743279961.post-84970438593127221182020-03-02T04:18:00.000-06:002020-03-02T09:08:26.495-06:00Escarceos literarios de don Víctor Guardia Quirós.<div style="text-align: right;">
<b>A mi amigo Tomás Guardia Yglesias, nieto de don Víctor.</b></div>
<div style="text-align: right;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEirFgwtxBRJoY0iJbJWBDJleWPro7euQFZKTF-Oc2EFRuceBh1neCUFhIRn9BBX0a82NT6VRQqRC0XVNJBK90QEKH6SEk3FoybbZemWD8vXGj_iqE0_DeaOjYuK8WC9rpFBcmkmpDxa8u0/s1600/Escarceos+Literarios+V%25C3%25ADctor+Guardia+Quir%25C3%25B3s.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1280" data-original-width="912" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEirFgwtxBRJoY0iJbJWBDJleWPro7euQFZKTF-Oc2EFRuceBh1neCUFhIRn9BBX0a82NT6VRQqRC0XVNJBK90QEKH6SEk3FoybbZemWD8vXGj_iqE0_DeaOjYuK8WC9rpFBcmkmpDxa8u0/s400/Escarceos+Literarios+V%25C3%25ADctor+Guardia+Quir%25C3%25B3s.jpg" width="285" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Escarceos Literarios.<br />
Víctor Guardia Quirós.<br />
Imprenta Borrasé, San José, Costa Rica. 1938</td></tr>
</tbody></table>
Los abogados pasan la mayor parte de su tiempo leyendo y escribiendo. Sin embargo, no por eso se les considera grandes lectores ni, mucho menos, grandes escritores. Muchos de ellos, después de pasar todo el día leyendo notificaciones y expedientes, no están dispuestos a leer ni una página más en sus ratos de ocio. Tras haber redactado apelaciones, escrituras, actas y contratos, no les queda energía ni paciencia para escribir un poema, un cuento o una reflexión sobre alguno de los tantos aspectos de la vida.<br />
Los libros que publican los abogados, generalmente son de interés exclusivo para los colegas, aunque siempre hay honrosas excepciones. Don <b>Víctor Guardia Quirós </b>(1873-1959), cuyo nombre aparece de manera fugaz pero constante en los libros de historia de Costa Rica es una de ellas. Hijo del General Víctor Guardia Gutiérrez y de doña Esmeralda Quirós Morales, cursó sus estudios de Derecho en La Sorbona, donde se graduó en 1897. Fue muy activo en el ejercicio de su profesión y, además de los numerosos e importantes clientes que atendía en su bufete, tuvo una brillante carrera de servicio público. Magistrado desde 1908, llegó a ser Presidente de la Corte Suprema de Justicia, cargo al que renunció, podría decirse que de manera ejemplar y hasta heroica, cuando sus compañeros magistrados, presionados por el poder ejecutivo, se echaron atrás en un recurso de Habeas Corpus que ya habían votado favorablemente. En el primer gobierno de <b>Don Cleto González Víquez</b>, don Víctor fue subsecretario de Relaciones Exteriores. También fue electo diputado, pero estuvo en el cargo solamente durante unos pocos meses. Ocupó su curul en mayo de 1916 pero, en enero del año siguiente, por el golpe de Estado de <b>Federico Tinoco</b>, el Congreso del que formaba parte se desintegró.<br />
Tanto su padre, don Víctor Guardia Gutiérrez, como su célebre tío, el General <b>Tomás Guardia Gutiérrez</b>, participaron como oficiales en la Campaña Nacional contra los filibusteros de <b>William Walker</b>. Muchos años después, en 1921, cuando parecía que iba a estallar una guerra entre Costa Rica y Panamá, a don Victor Guardia Quirós también le tocó empuñar las armas y movilizarse hasta la frontera, pero al final no fue necesario que entrara en combate ya que el asunto se resolvió por las buenas.<br />
Publicó varios tratados de Derecho y numerosos ensayos especializados. Hombre de amplia cultura gran lector de filosofía y obras literarias, ejerció también el periodismo. Inevitablemente afrancesado por su años de estudiante en París, su prosa fue en algún momento comparada con la de Renán, por su elegancia, y con la Voltaire, por su ironía. Desde 1912, además de editoriales y reportajes, publicaba cuentos, reseñas, reflexiones y hasta poemas en La República, periódico que dirigía. En 1951, ingresó a la Academia Costarricense de la Lengua.<br />
Las referencias que tenía de don Víctor eran principalmente como abogado. Algunas personas mayores que lo recordaban, me lo describían como un señor severo que, cuando resultaba apropiado y oportuno, era capaz de sorprender con su ingenio chispeante y su humor afilado. Sin embargo, no había tenido oportunidad de leer ni una sola de sus creaciones literarias que, como dije, fueron publicadas de manera dispersa en el periódico. Por eso, casi salté de alegría cuando mi amigo Tomás Guardia Yglesias, sin darle mayor importancia al asunto me dijo: <i>"¿Te gusta leer? Tomá, te regalo un libro que escribió mi abuelo."</i> Y puso en mis manos un ejemplar de <i>Escarceos literarios, </i>publicado en 1938.<br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiA8ZFu69jZydf1cviKe5JKEkDEegWg9FdIojLHWu80BP8J-DomwAPSkW5hxmWixpGGVA9sepS5HjLBc6uHtS4prZ0KNwzfzkpktXD0OiCZT0t3tGu-Sm_y9tDAgveUPZGpmGIsa0juATc/s1600/Estampilla+Nicaragua.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="370" data-original-width="600" height="246" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiA8ZFu69jZydf1cviKe5JKEkDEegWg9FdIojLHWu80BP8J-DomwAPSkW5hxmWixpGGVA9sepS5HjLBc6uHtS4prZ0KNwzfzkpktXD0OiCZT0t3tGu-Sm_y9tDAgveUPZGpmGIsa0juATc/s400/Estampilla+Nicaragua.jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">La estampilla de Nicaragua, de 1937, en que aparece parte de<br />
costa de Honduras como territorio en disputa.</td></tr>
</tbody></table>
El libro tiene su historia. En 1937, el primer año que <b>Anastasio Somoza</b> era presidente, Nicaragua publicó una estampilla con el mapa del país en que aparecía, como parte de su territorio, un sector de la costa caribeña que, según un laudo de Alfonso XIII en 1906, pertenecía a Honduras.<br />
Las protestas de Honduras fueron airadas y la tal estampilla, que estuvo a punto de provocar una guerra, desató una intensa polémica de Derecho Internacional. Don Víctor Guardia Quirós metió la cuchara y publicó un artículo, que fue reproducido por periódicos de Managua y Tegucigalpa, en el que le daba la razón a Honduras. El Dr. Pedro Joaquín Chamorro Zelaya le respondió con argumentos en favor del reclamo territorial de Nicaragua, que consideraba que la zona incluida en el mapa estaba aún en disputa. Don Víctor Guardia Quirós, en la réplica al Dr. Chamorro, le señaló los errores en que incurría, aportó nuevos datos y argumentos y dejó bien claro que Honduras tenía toda la razón en su reclamo.<br />
Por su intervención, don Víctor se vio convertido, de repente, en algo así como un héroe nacional hondureño. El Presidente de Honduras, Tiburcio Carías, le envió una emotiva carta de agradecimiento, el Colegio de Abogados de Honduras lo nombró miembro honorario, la prensa hondureña publicó elogios a la contundente retórica de don Víctor y el público de aquel país quiso tener compilada en un solo tomo sus intervenciones en la polémica, así como conocer algo más de su creación literaria. De hecho, el libro, editado en Costa Rica por la imprenta Borrasé y prologado por <b>Moisés Vincenzi</b>, tiene impreso en la parte de atrás el precio de venta al público: tres colones, en Costa Rica, y un lempira y medio, en Honduras.<br />
Además de la reproducción de los artículos sobre el conflicto limítrofe, que aparecen en el inicio del libro, se reproduce cierta correspondencia con <b>Joaquín Vargas Coto</b> y <b>Víctor Raúl Haya de la Torre</b> y se incluyen también una pequeña selección de las creaciones literarias que don Víctor publicaba en la prensa. El cuento <i>Los sabaneros </i>es una hermosa estampa guanacasteca en que don Víctor recuerda la camaradería y buen humor que imperaba entre quienes arriaban ganado por el lado de Bagaces. Cuando los acompañaba a caballo bajo el sol en medio de las reses, era apenas un muchachito joven del valle central, por lo que aquellos curtidos jinetes lo llamaban cariñosamente <i>"Cartaguito".</i><br />
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhsUCGHnvmael-obK9U6ZTASCZAhEXq8KzhKFmjX4izr3F2VzjkiQhsESILt3CRfzrNG_5NFag_8UT40PIWrpT6I0pLg0QhIAqw5SxDWb3CV3s02FpDmtAyhEBy0cABCmkYZ1Aspa-MqQ0/s1600/Victor+Guardia+Quiros.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="341" data-original-width="241" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhsUCGHnvmael-obK9U6ZTASCZAhEXq8KzhKFmjX4izr3F2VzjkiQhsESILt3CRfzrNG_5NFag_8UT40PIWrpT6I0pLg0QhIAqw5SxDWb3CV3s02FpDmtAyhEBy0cABCmkYZ1Aspa-MqQ0/s400/Victor+Guardia+Quiros.jpg" width="282" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Víctor Guardia Quirós.<br />
(1873-1959)</td></tr>
</tbody></table>
Aunque no era un hombre particularmente religioso, sí tenía una profunda sensibilidad espiritual y su poema <i>"Oración profana" </i>es una larga letanía de los santos, en que se refiere, entre otros, a Santa Teresa de Avila, Santa María Magdalena, San Francisco de Asís y, muy emotivamente, a Santa Teresita del Niño Jesús, la joven y bella monjita de clausura francesa, que murió el mismo año que él se graduó de abogado y de la que era, si no devoto, al menos gran admirador.<br />
Llenos de belleza y sabiduría son los versos que dedica al <i>Delta del Reventazón, </i>y profundamente emotivo es el largo poema <i>"Amable simbolismo" </i>dedicado a la memoria doña Zoila Guardia Tinoco, que murió a los treinta y cinco años de edad y dejó al partir siete hijos pequeños. Doña Zoila era hija de Rudecindo Guardia Solórzano, hijo del General Tomás Guardia y, por tanto, primo hermano de don Víctor. Además, doña Zoila era la esposa de don <b>Arturo Volio Jiménez</b>, quien era el gran amigo de don Víctor. Su amistad era tan estrecha, que don Víctor fue el padrino de don <b>Claudio Volio Guardia</b>, hijo de don Arturo, y don Arturo fue el padrino de Gastón Guardia Uribe, hijo de don Víctor. La muerte de doña Zoila sin lugar a dudas fue un hecho muy doloroso para sus familiares pero, en el poema que escribió como tributo, don Víctor se refiere a la placidez con que las aguas pasan de estero al golfo y del golfo al océano, en un tránsito natural, sereno e inevitable.<br />
El texto que cierra el libro, dedicado a la vejez, fue escrito cuando el autor tenía apenas cuarenta y un años y, desde esa edad tan temprana, acepta con calma que llegará un día en que las cosas ya no serán como eran antes pero, a fin de cuentas, la transformación no implicará necesariamente una pérdida.<br />
Víctor Guardia Quirós no se atrevió a llamarse escritor y tituló su libro <i>"Escarceos Literarios" </i>como si sus escritos fueran apenas una tentativa preliminar. Creía, y así lo manifiesta en su libro, que la creación literaria es mucho más que una manera de disfrutar el ocio. Para él, cultivar la poesía y la narrativa es algo así como un sacerdocio y el hombre de letras, al compartir sus preocupaciones, penas y alegrías, de alguna manera se convierte en oráculo para el pueblo al que le escribe. En vista que tenía un concepto tan elevado de la literatura y los escritores, es comprensible que haya considerado sus creaciones simples escarceos. Sin embargo, tras leer el libro, me entró la sospecha de que, quizá, don Víctor haya más bien puesto en el título un significado oculto. El fluir del agua, en los ríos, las pozas y el mar, es una imagen a la que él recurre con mucha frecuencia. Un escarceo es un intento preliminar, es cierto, pero se llaman escarceos también a las pequeñas olas que se forman en la superficie del agua cuando hay corrientes debajo. Más que intentos preliminares, las páginas literarias que escribió don Víctor podrían considerarse leves ondulaciones que responden a una fuerza interior intensa, pero oculta. En todo caso, ambas interpretaciones del título reflejan una gran modestia.<br />
Como abogado, juez, magistrado, profesor de Derecho y jurista, don Víctor Guardia Quirós debió de haber escrito y leído miles de páginas a lo largo de su carrera. Afortundamente, tuvo la energía, la voluntad y la paciencia para escribir también reflexiones, relatos y poemas. En sus alegatos y sentencias quedó constancia de su profunda preparación y riguroso análisis. En sus escritos literarios, se aprecia su faceta más emocional y profundamente humana: su sensibilidad artística, su pensamiento, su espiritualidad y su amor por la naturaleza.</div>
<div style="text-align: justify;">
INSC: 2777</div>
Carlos Porrashttp://www.blogger.com/profile/00994918944534877814noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8739524028743279961.post-78459965084809797512020-02-28T07:36:00.001-06:002020-02-28T23:43:21.300-06:00Costa Rica en la II Guerra Mundial.<div style="text-align: justify;">
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhlrtApd_MfbkIG0nEH5oT3MhDu6HC3vao9bzv7oyCJ92lG-X1YC_nkXZHPnLmfFdSk5-BQqVYUiunlqkbHJlZR6fvd2LuhnriY1qjP5oQRDkMiKlMT20e_5kvFXAJCFPtJZadJOnehcgU/s1600/Costa+Rica+en+la+Segunda+Guerra+Mundial.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="894" data-original-width="574" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhlrtApd_MfbkIG0nEH5oT3MhDu6HC3vao9bzv7oyCJ92lG-X1YC_nkXZHPnLmfFdSk5-BQqVYUiunlqkbHJlZR6fvd2LuhnriY1qjP5oQRDkMiKlMT20e_5kvFXAJCFPtJZadJOnehcgU/s400/Costa+Rica+en+la+Segunda+Guerra+Mundial.jpg" width="256" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Costa Rica en la Segunda Guerra Mundial.<br />
Carlos Calvo Gamboa.<br />
Editorial de la Universidad Estatal a Distancia.<br />
San José, Costa Rica. 1983</td></tr>
</tbody></table>
Los grandes batallas de la Segunda Guerra Mundial se libraron en distintos países de Europa, el norte de Africa y diferentes puntos del Oceáno Pacífico. Los efectos del conflicto armado, sin embargo, se hicieron sentir en todo el mundo. Aunque no hubo ningún enfrentamiento en el continente americano, todos los países de la región, de alguna manera, se vieron afectados, no solamente en asuntos económicos o políticos, sino incluso en su vida cotidiana. </div>
<div style="text-align: justify;">
Todas las personas mayores con las que en algún momento pude conversar sobre esa época, coincidían en recordar una gran escasez de productos elementales. Muchas panaderías cerraron porque no había harina. Era muy difícil conseguir llantas nuevas o gasolina. En los tiempos de la Segunda Guerra Mundial, los costarricenses se percataron de que la gran mayoría de artículos de consumo cotidiano eran importados. Hasta la manteca para cocinar, que venía en grandes latas cuadradas y que vendían en las pulperías por libras, empezó a escasear. Además del comercio, la agricultura también se contrajo. Los bananales de la zona cercana a Parrita y Quepos, que fueron sembrados poco antes de la guerra, empezaron a dar frutos justo cuando los barcos cargueros dejaron de navegar por el Pacífico. La producción de café, que era la principal actividad económica de Costa Rica, perdió de golpe a su principal comprador, que era Alemania. </div>
<div style="text-align: justify;">
Dos barcos de guerra del eje, uno alemán y otro italiano, fueron hundidos por su propia tripulación en Puntarenas y una explosión en un carguero anclado en Limón desató una paranoia colectiva. Las familias alemanas, italianas y hasta españolas residentes en Costa Rica fueron perseguidas, muchos de sus miembros fueron encarcelados y deportados mientras sus propiedades eran confiscadas. La población en general vio limitados sus derechos, las Garantías Individuales fueron suspendidas y la policía recibió órdenes de hacer uso de la fuerza para suprimir cualquier manifestación pública. La economía se vino al suelo y el ambiente en general se tornó tenso. Todo lo que ocurría, se decía entonces, era a causa de la guerra que, pese a librarse tan lejos de Costa Rica, acabó cubriendo el país como una densa y oscura sombra.</div>
<div style="text-align: justify;">
El historiador <b>Carlos Calvo Gambo</b><b>a </b>explora ampliamente esa complicada época en su libro <b>Costa Rica en la Segunda Guerra Munidal</b>, publicado en 1983 por la Editorial de la Universidad Estatal a Distancia. La obra es breve y, aunque no llega a profundizar en muchos de los temas que plantea, brinda valiosas revelaciones.</div>
<div style="text-align: justify;">
De primera entrada, se le puede reclamar el que no se haya referido con mayor amplitud a las actividades del Club Alemán de Costa Rica, dentro del cual funcionó una agrupación nazi. El tema se menciona, pero con demasiada timidez. Es una verdadera lástima que no se haya atrevido a dar nombres, porque si lo hubiera hecho, habría mostrado una situación sorprendente. Contra lo que comúnmente se piensa y se ha dicho, solamente algunos, realmente pocos, de los alemanes o descendientes de alemanes residentes en Costa Rica eran simpatizantes nazis y la mayor parte de los integrantes del grupo nazi que se reunía en el Club Alemán eran ticos. Algunos de ellos, por cierto, de reconocido prestigio. En su defensa, cabe señalar que estos nazis de primera hora en los años treinta, dejaron de serlo en los años cuarenta. Si se tragaron el cuento con la propaganda de la época del inicio, abrieron los ojos al contemplar lo que vino luego. </div>
<div style="text-align: justify;">
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiksTirMvv36As5PED9vyiCQDyFKQzw6R4axhzh9DNCr1R7AksQDnw9oiIiq08ydA6OBeXyr4ObI26wvOR1d4cJIHdYmvC1EHhMxLAZuJ0edIjI_nCehA9p1180kLwT0_Gz72OOTyyxcxo/s1600/Arthur+Bliss+Lane.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1039" data-original-width="800" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiksTirMvv36As5PED9vyiCQDyFKQzw6R4axhzh9DNCr1R7AksQDnw9oiIiq08ydA6OBeXyr4ObI26wvOR1d4cJIHdYmvC1EHhMxLAZuJ0edIjI_nCehA9p1180kLwT0_Gz72OOTyyxcxo/s320/Arthur+Bliss+Lane.jpg" width="246" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Arthur Bliss Lane. (1894-1956)<br />
Embajador de Estados Unidos en Costa Rica<br />
de 1941 a 1942.</td></tr>
</tbody></table>
Tampoco le presta la atención que debiera a la figura de <b>Arthur Bliss Lane </b>(1894-1956), embajador de Estados Unidos en Costa Rica de 1941 a 1942. Graduado de Yale y diplomático de Carrera, Bliss Lane ocupó diferentes puestos en las embajadas americanas de Roma (poco antes del ascenso del fascismo), Varsovia, Londres, México y París. Era el jefe de la legación americana en Nicaragua en el tiempo en que fue asesinado <b>Augusto César Sandino</b>. Cuando el Presidente Juan Bautista Sacasa le pidió explicaciones a <b>Anastasio Somoza</b> sobre ese lamentable suceso, Tacho le echó el muerto a Bliss Lane quien, según él, le había dado la orden. Naturalmente, Bliss Lane negó rotundamente haber ordenado semejante cosa y afirmó que Tacho había actuado por iniciativa propia. En todo caso, su participación en el asunto nunca quedó clara. Después de Costa Rica, Bliss Lane fue Embajador en Colombia de 1942 a 1944 y, finalmente, embajador en Polonia en el último año de la Segunda Guerra Mundial. Profundamente defraudado por el hecho de que Polonia hubiera quedado sometida al comunismo, consideró que Polonia había sido traicionada. La guerra, que empezó por liberar a Polonia de los nazis, acabó dejando a Polonia dominada por los soviéticos. Bliss Lane escribió duras críticas contra los acuerdos de Yalta y acabó enemistado con <b>Franklin D. Roosevelt. </b>El asunto es que Bliss Lane era un hombre que no se andaba con rodeos y, durante los dos años que fue Embajador en Costa Rica, que coincidieron con la entrada de los Estados Unidos en la guerra, acabó desempeñando un papel protagónico. El Dr. <b>Rafael Angel Calderón Guardia</b>, entonces Presidente de la República, se mostró siempre dispuesto a cumplir dócilmente todo lo que Bliss Lane le dijera que debía hacerse y esta actitud sumisa, le valió severas críticas de sus adversarios políticos.</div>
<div style="text-align: justify;">
Un punto verdaderamente serio, que el libro no explora con profundidad, es el de las famosas "Listas Negras", suscritas por el Gobierno, que aparecían en los periódicos, indicando los nombre de personas y empresas con las que se debía cortar todo trato por ser enemigas de la libertad, la democracia y la causa aliada. Al igual que en el asesinato de Sandino, la participación de Bliss Lane en este asunto no está del todo clara y hay quienes sospechan que Bliss Lane fue el autor de esas listas.</div>
<div style="text-align: justify;">
Cualquier costarricense sabía, por ejemplo, que los Federspiel, los Lehmann y los Sauter eran impresores y libreros, que los Niehaus tenían una industria azucarera, que los Peters comerciaban café y que los Musmanni eran panaderos, pero tal parece que el Embajador norteamericano recién llegado justo en el año que su país entraba en guerra se asustó por los apellidos. El propio don <b>Ricardo Jiménez Oreamuno</b> se manifestó en contra de las listas negras, argumentando que los nombres que aparecían en ellas como sujetos peligrosos, eran en realidad trabajadores y empresarios ejemplares, muchos de ellos nacidos en Costa Rica.</div>
<div style="text-align: justify;">
El alegato del patriarca liberal, tres veces Presidente de la República, no fue escuchado y el gobierno arrestó y confinó en un campo de concentración, situado donde ahora se encuentra el Mercado de Mayoreo, a cuanta persona apareciera en la lista negra. Entre los cautivos se contaron, desde un caballero de reconocida conducta ejemplar e intachable, como don Eberhard Steivorth, hasta el joven padre adoptivo de la escritora Virginia Grutter que, irónicamente, se había radicado en Puntarenas huyendo de la Alemania Nazi. Todos los bienes de los detenidos fueron confiscados sin indemnización y pasaron a ser administrados por un organismo llamado Junta de Custodia de la Propiedad Enemiga, que empezó tomando control de todas las actividades financieras, agrícolas, comerciales e industriales de las empresas intervenidas y, al final, acabó vendiendo los activos por mucho menos de su valor. Hasta a un pobre japonés que tenía una pequeña nave en Puntarenas dedicada a la pesca y al turismo, le decomisaron el barquito. Un buque mercante alemán, el <i>Wesser</i>, anclado en Puntarenas, logró salir a tiempo rumbo a México. Otro, el <i>Stella</i>, no tuvo tanta suerte y, tras ser decomisado, el gobierno lo vendió en Nicaragua.</div>
<div style="text-align: justify;">
Cuando los presos fueron muchos, empezaron a enviarlos a campos de concentración en Estados Unidos. Lo delicado del asunto es que iban acompañados de sus esposas e hijos, que eran costarricenses. La escritora Virginia Grutter, que pasó una larga temporada de su juventud en uno de esos campamentos, se refiere al asunto en sus memorias. Tristemente célebre fue el caso de doña Esther Pinto de Amrheim. Era una verdadera ironía histórica que una descendiente de <b>Tata Pinto</b>, el marino portugués que tanto sirvió a Costa Rica y que llegó hasta a gobernar el país por un breve período tras la caída de Morazán, fuera recluida como prisionera simplemente por el apellido de su marido. Don Herberh Knhor planteó un recurso de Habeas Corpus, que fue votado de manera favorable por la Corte Suprema de Justicia. Presionados por el gobierno, que tenía las Garantías Individuales suspendidas, los magistrados se echaron atrás y, en un acto de coherencia, ante lo que consideraba un atropello a los derechos fundamentales de un ciudadano, el Presidente de la Corte, don <b>Víctor Guardia Quirós</b>, renunció a su cargo.</div>
<div style="text-align: justify;">
El libro relata con gran amplitud el hundimiento de dos buques de guerra, el <i>Eisenach </i>y el <i>Fella</i>, uno alemán y otro italiano, anclados en Puntarenas. Ambas embarcaciones navegaban por el Pacífico cuando se enteraron de la noticia de que los Estados Unidos habían entrado en la guerra. En espera de órdenes, decidieron refugiarse en el puerto más cercano. Su presencia, como es fácil de imaginar, generó intranquilidad. Tal parece que el propio Bliss Lane fue quien le ordenó al gobierno que confiscara los barcos y encarcelara a los tripulantes. Un grupo de cincuenta guardias civiles armados con rifles fue enviado en tren a Puntarenas a cumplir la orden. Aunque de primera entrada la situación pueda parecer cómica, pudo haber tenido un final trágico. ¿Qué podían hacer cincuenta policías ticos, que eran campesinos con uniforme, frente a dos tripulaciones de soldados bien armados y entrenados que los superaban en número? Afortunadamente no hubo enfrentamiento. Enterados de los planes, los capitanes pidieron instrucciones y recibieron la orden de entregarse y hundir las naves. El hecho, que sorprendió y defraudó a las autoridades costarricenses, es perfectamente normal en la marina de guerra, ya que es preferible hundir un barco que abandonarlo en otras manos. El gobierno quedó entonces sin las naves que pretendía confiscar y con un numeroso grupo de prisioneros a los que fue bastante complicado sacar del país.</div>
<div style="text-align: justify;">
En cuanto a la famoso caso del vapor San Pablo, anclado en Limón, en el que murieron veinticuatro personas por una explosión el 2 de julio de 1942, hay en este libro dos inexactitudes demasiado grandes como para pasarlas por alto. En primer lugar, menciona repetidas veces la palabra "hundimiento" y, como es sabido, el San Pablo no fue hundido. Ni siquiera quedó inservible, ya que casi inmediatamente después de la explosión, apenas le repararon los daños sufridos, navegó a Panamá y continuó funcionando sin problemas durante años. En segundo lugar, en el libro se da por un hecho la leyenda urbana que circuló en ese tiempo, de que que el San Pablo fue torpedeado por un submarino alemán. El asunto acabó siendo pieza clave de la historia política de la década de los cuarenta porque dos días después, el 4 de julio, hubo manifestaciones de protesta contra el supuesto ataque que acabaron en saqueos de los negocios de alemanes, italianos y españoles de San José, A raíz de estos saqueos fue que don <b>José Figueres Ferrer</b> pronunció el famoso discurso por el que fue arrestado y expulsado del país. Hay historias similares, de submarinos alemanes atacando barcos anclados en otros países latinoamericanos. Sin embargo, investigaciones posteriores no le encuentran sentido a que los pocos submarinos con que Alemania disponía en 1941, anduvieran tan al sur de la zona en conflicto realizando ataques de un único tiro. Por otra parte, no hay manera de explicarse cómo un torpedo pudo haber causado una explosión en la bodega de un barco sin lastimar el casco, como fue en el caso del San Pablo. La verdadera tragedia del Vapor San Pablo, y esto el libro lo explica muy bien, es que murieron veinticuatro humildes trabajadores, no hubo una investigación sobre los hechos y los familiares de las víctimas no recibieron indemnización alguna.</div>
<div style="text-align: justify;">
Durante los años de la guerra se intentó establecer en Costa Rica el cultivo de abacá y madera de balsa, pero esas iniciativas se quedaron en la intención. El gobierno americano facilitó recursos financieros, técnicos y de maquinaria para la construcción de la carretera interamericana. Se decía entonces que el propósito era establecer una ruta terrestre hasta el Canal de Panamá, pero cuando la guerra terminó la carretera ni siquiera había llegado al Cerro de la Muerte. A propósito de la visita a Costa Rica del Vicepresidente de Estados Unidos Henry Wallace se estableció el CATIE en Turrialba. Sin embargo, a nivel de seguridad interna, el principal cambio durante la guerra fue el establecimiento de un cuerpo militarizado de policía, llamado la Unidad Móvil, que efectuó operaciones represivas y, años después, se enfrentó a los rebeldes de don Pepe durante la guerra civil de 1948. Tras ser vencida, la Unidad Móvil dejó de existir.</div>
<div style="text-align: justify;">
Verdaderamente reveladores son los datos que este libro ofrece sobre la economía durante los años de guerra. Dicen que una imagen vale más que mil palabras. Algo parecido podría decirse de los números. Las tablas que aparecen en el capítulo quinto pintan un panorama desolador. Para resumirlas, basta decir que, en apenas cuatro años, el costo de la vida se duplicó, el dinero circulante se triplicó, el déficit fiscal aumentó sin control, la deuda externa llegó al doble y la economía en general cayó en picada. Al terminar la guerra, Costa Rica, que antes tenía un comercio diversificado con distintos países, acabó dependiendo de las compras de Estados Unidos, que se convirtió en su principal socio comercial. La producción para consumo interno tampoco anduvo muy bien y, de manera frecuente y creciente, el país debió importar hasta arroz, frijoles y azúcar. </div>
<div style="text-align: justify;">
La lectura del libro Costa Rica en la Segunda Guerra Mundial, de Carlos Calvo Gamboa, permite descubrir, entre líneas, una revelación verdaderamente esclarecedora. El Dr. Rafael Angel Calderón Guardia fue electo en 1940 por una amplia mayoría. Era un médico graduado en Europa querido y respetado por todo el país. Su primer año de gobierno fue brillante, con la fundación de la Universidad de Costa Rica y la Caja Costarricense de Seguro Social, así como con el tratado limítrofe con Panamá. Sin embargo, ya a mediados de su segundo año de gobierno su popularidad caía en picada y era cada vez mayor el número de quienes lo criticaban y adversaban. Después de la declaratoria de guerra de Costa Rica a Japón, el 8 de diciembre de 1941, y a Alemania e Italia, el 11 de diciembre siguiente (las mismas fechas de las declaraciones de guerra de Estados Unidos), los costarricenses empezaron a sufrir situaciones que les resultaban inaceptables. Escasez de productos básicos, aumentos de precios, cierre de negocios, garantías individuales suspendidas, listas negras, arrestos sin derecho a Habeas Corpus, expulsiones del país de ciudadanos nacidos en Costa Rica y confiscaciones de propiedades sin indemnización. La policía, que miraba hacia otro lado ante los saqueos y el vandalismo, disolvía reuniones y manifestaciones políticas por la fuerza. Si alguien cuestionaba la situación en que se vivía, se le respondía que todo era debido a la guerra. Si alguien criticaba al gobierno, se le tildaba se simpatizante nazi. Antes de la guerra, el Dr. Calderón Guardia gozaba del apoyo general. Por las políticas locales, durante la guerra, fue perdiendo simpatizantes y ganando adversarios. </div>
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Muchos de los temas que este libro plantea, merecerían ser desarrollados más ampliamente. En la obra hay, además, un capítulo pendiente que podría ser más bien un libro aparte. Esperaba encontrar algún apartado en que se refiriera a los costarricenses que combatieron en la Segunda Guerra Mundial pero, lamentablemente, en ninguna parte se refiere a este tema. El prestigioso genealogista don Guillermo Castro Echeverría, que sirvió en el ejército norteamericano en Europa y que, al respecto, publicó un libro de memorias noveladas, contaba que fueron muchos los ticos que prestaron servicio en la infantería y muchos más los que sirveron en la marina. Sus nombres han sido recogidos en listas. Yo tengo una a la que no termino de agregar nombres y fechas. El libro sigue aún pendiente.</div>
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INSC: 0317</div>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhtk3835iHVlCvxqbpwuNM99-VhI_qTmkeUbUgDqKY3kZk99i8EF1qaTh_gtW9JoMrDT17zmBtoqllM9tUIrXjEGbkqTtm3fbd5JNrSJaivWbOhQukbVC4wR0d_vOQRop1bDEXDU6cjEyk/s1600/Costa+Rica+declara+la+guerra+a+Jap%25C3%25B3n.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="386" data-original-width="586" height="262" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhtk3835iHVlCvxqbpwuNM99-VhI_qTmkeUbUgDqKY3kZk99i8EF1qaTh_gtW9JoMrDT17zmBtoqllM9tUIrXjEGbkqTtm3fbd5JNrSJaivWbOhQukbVC4wR0d_vOQRop1bDEXDU6cjEyk/s400/Costa+Rica+declara+la+guerra+a+Jap%25C3%25B3n.jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">8 de diciembre de 1941. Tras el ataque a Pearl Harbor Costa Rica declara la Guerra<br />
a Japón. De izquierda a derecha: Alfredo Volio Mata, Alberto Echandi Montero, el<br />
Presidente Rafael Angel Calderón Guardia, Luis Demetrio Tinoco Castro, Carlos Manuel<br />
Escalante, Durán, Mario Luján Fernández y Francisco Calderón Guardia.</td></tr>
</tbody></table>
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<br /></div>
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<br /></div>
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Carlos Porrashttp://www.blogger.com/profile/00994918944534877814noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8739524028743279961.post-2650035077995502742020-01-16T23:43:00.000-06:002020-01-22T22:02:34.751-06:00Pancha Carrasco, heroína real y legendaria.<div style="text-align: justify;">
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRXIl076DlswCEDwnMiuLOOPjwjtwE_98bsgNqWyc3oiIqhl-8w5HMCAjjMC1mM7NvS6XxbdPFY6hU6e9ZnGkuheMhX_Bb45ma0H8ZihOYLgzPuACKVVcXoiLfp-gn-02P9TR1zUD7O58/s1600/Francisca+Carrasco.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1011" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRXIl076DlswCEDwnMiuLOOPjwjtwE_98bsgNqWyc3oiIqhl-8w5HMCAjjMC1mM7NvS6XxbdPFY6hU6e9ZnGkuheMhX_Bb45ma0H8ZihOYLgzPuACKVVcXoiLfp-gn-02P9TR1zUD7O58/s400/Francisca+Carrasco.jpg" width="252" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Francisca Carrasco.<br />
Carlos Manuel Zamora Hernández.<br />
Dirección de Mujer y Familia. Ministerio de<br />
Cultura, Juventud y Deportes. Costa Rica, 1985.</td></tr>
</tbody></table>
En la carta que, el 21 de julio de 1884, dirigió al Congreso para solicitar una pensión que aliviara la pobreza en que vivía, <b>Francisca Carrasco</b> afirmó que ella había sido la única mujer que formó parte del ejército, que sirvió como asistenta del General en Jefe y de su Estado Mayor, que en diversas batallas contra los filibusteros de <b>William Walker</b>, incluyendo la Batalla de Rivas el 11 de abril de 1856, participó también como soldado y que tuvo la fortuna de señalarse entre las más valientes y denodadas patriotas.</div>
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No entra en detalles sobre sus acciones militares porque eso sería, además de <i>"inmodesto"</i>, innecesario, porque su aporte, dice, es bien conocido por todos los que lucharon en aquella gesta histórica. </div>
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Se dice que las labores asignadas a Francisca Carrasco, o Pancha Carrasco como acabó siendo conocida por la posteridad, eran lavar y coser la ropa de los soldados, así como cocinar y servirles los alimentos, pero que, una vez frente al enemigo, también tomó el fusil y entró en combate. Algunos autores, <b>Luis Ferrero</b> entre ellos, llegaron a publicar que, por su letra grande, clara y redonda, fue secretaria de don <b>Juan Rafael Mora Porras</b>. También hay quienes le atribuyen tareas de enfermera o de mensajera. No faltan tampoco quienes sostienen que el famoso cañoncito que los filibusteros le quitaron a los ticos en la Batalla de Rivas fue recuperado por Pancha.</div>
<div style="text-align: justify;">
Con el correr de los años, la figura de Pancha Carrasco ha acabado siendo protagónica en todos los episodios de la Campaña Nacional de 1856, pero muchas de las afirmaciones que circulan sobre ella son poco comprobables o abiertamente falsas. </div>
<div style="text-align: justify;">
Es normal que esto ocurra, porque todos los héroes históricos están construidos con una mezcla de realidad y leyenda en que resulta a veces muy difícil separar lo que en verdad hicieron y lo que les inventaron luego. De primera entrada, en el caso de Pancha Carrasco, resulta un tanto extraño que haya sido la única mujer que acompañara a las tropas de 1856. Ciertamente su nombre es el único que se conoce, pero podría suponerse que debieron de haber otras. Una sola cocinera y lavandera no podría atender a un ejército de más de dos mil soldados. Se sabe que los boyeros que trasladaban el café en carreta, desde el valle central hasta Puntarenas, iban acompañados por sus esposas e hijas para que cocinaran. Sin embargo, si algún historiador quisiera investigar la participación de otras mujeres en el ejército costarricense de 1856, probablemente se encontraría un gran vacío de información. Los reportes describen las acciones de los oficiales de alto rango, pero casi nunca se refieren a los actos individuales de los miembros de la tropa. Si no mencionaban a los soldados, mucho menos a las cocineras y lavanderas.</div>
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<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right; margin-left: 1em; text-align: right;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh1UQMeFq2Mkv5F6yDNjk5npJSucyiZN4cme92Hm4122T1xu5LjzkphmjGmZSZz2xFsrhTV44fd9Bq6EvixIwZyemhUphOG3Mq92wT91pvzRJ2dFeOsPD2XaWv1DmK3PpDb9D8y5VjegIU/s1600/Pancha+Carrasco.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="300" data-original-width="220" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh1UQMeFq2Mkv5F6yDNjk5npJSucyiZN4cme92Hm4122T1xu5LjzkphmjGmZSZz2xFsrhTV44fd9Bq6EvixIwZyemhUphOG3Mq92wT91pvzRJ2dFeOsPD2XaWv1DmK3PpDb9D8y5VjegIU/s400/Pancha+Carrasco.jpg" width="293" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Francisca "Pancha" Carrasco.<br />
1816-1890</td></tr>
</tbody></table>
En 1985, la Dirección General de Mujer y Familia del Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes, publicó el libro <b>Francisca Carrasco</b>, del historiador <b>Carlos Manuel Zamora Hernández</b>. Aunque es una obra muy breve, de poco más de treinta páginas, tiene el mérito de separar adecuadamente lo que consta en documentos de lo que es leyenda popular. El estudio tiene algunos errores. Da a entender que Walker fue enviado por Estados Unidos, cuando en realidad fue llamado a Nicaragua por el contrato que firmó su amigo <b>Byron Cole </b>con <b>Francisco Castellón</b>. Dice que Pancha Carrasco fue a la guerra para acompañar a su marido, Gil Zúñiga, que era soldado, pero en ese tiempo Francisca todavía estaba casada con Espíritu Santo Espinoza quien, por cierto, murió en la Batalla de Rivas. </div>
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Pero haciendo a un lado estos y otros pequeños detalles, lo verdaderamente importante en el trabajo de Carlos Manuel Zamora Hernández, es que recopila la leyenda pero también la cuestiona.</div>
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Pancha Carrasco nació en Cartago, hija de José Francisco Carrasco Méndez y María de la Trinidad Jiménez Rodríguez. El acta de matrimonio de sus padres, celebrado en marzo de 1815, se conserva, así como también el registro de bautismo de tres hijos de la pareja: Petronila de Jesús (1817), Andrea de Jesús (1818) y Pablo de Jesús (1824). Sin embargo, no se han encontrado registros sobre el bautismo de Francisca que, se supone, era la mayor y debió de haber nacido en 1816.</div>
<div style="text-align: justify;">
En sus <b>Crónicas de Antaño</b>, don <b>Ricardo Fernández Guardia</b> cuenta que el 10 de setiembre de 1842, mientras <b>Francisco Morazán</b> montaba a caballo por el centro de San José, fue insultado por un pequeño grupo de mujeres y una de ellas le lanzó una pedrada que le dio en la cara. Morazán no le dio importancia al hecho y se refugió en el cuartel. A la mañana siguiente lo que recibió no fueron piedras sino balas de los hombres liderados por <b>Tata Pinto</b>, que acabaron fusilándolo cuatro días después. Aunque Fernández Guardia no menciona nombres, escritores posteriores han llegado a afirmar que Pancha Carrasco era la lideresa de aquel grupo de mujeres y no faltará alguno que diga que ella en persona fue quien arrojó la piedra.<br />
Cuando don Juanito Mora llama a la movilización de tropas para ir a luchar a Nicaragua, Pancha ya era una mujer de cuarenta años de edad que se había casado, había tenido dos hijas de las cuales una murió pequeña, había enviudado y se había vuelto a casar. Su primer marido, Juan Manuel Solano Montoya, era el padre de sus hijas. Su segundo marido, Espíritu Santo Espinoza Ríos, como ya se dijo, murió en la Batalla de Rivas el 11 de abril de 1856. Cuando se desató la peste del cólera, las tropas regresaron a la capital y, el 30 de mayo de 1856, Pancha contrajo matrimonio con Gil Zúñiga Solano, quien también luchó en Rivas. La madre de Pancha murió en 1856, pero no se conoce la causa ni la fecha, así que no se podría afirmar que haya sido víctima de la epidemia.<br />
No hay documentos en que conste la participación de Pancha Carrasco en acciones bélicas. Sobre el episodio del cañón recuperado, así como sobre la gesta de <b><a href="https://mislibrosconnotas.blogspot.com/2017/04/luis-dobles-segreda-recopilo-documentos.html" target="_blank">Juan Santamaría</a></b>, existen distintas versiones. Aunque en Costa Rica se conmemora la Batalla de Rivas como un triunfo sobre los filibusteros, el enfrentamiento dejó en las tropas costarricenses centenares de muertos y heridos. Se dice que el día siguiente a la batalla, mientras los soldados enterraban a sus compañeros caídos, Pancha le servía de enfermera al <b style="text-align: start;"><a href="https://mislibrosconnotas.blogspot.com/2016/01/viajes-de-carl-hoffmann-en-costa-rica.html" style="text-align: start;" target="_blank">Dr.Carl Hoffman</a> </b><span style="text-align: start;">que debió realizar numerosas curaciones, cirugías y hasta amputaciones. Sin embargo, hay que repetirlo, no hay documentos en que consten estas acciones de Francisca.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
Lo que sí quedó ampliamente documentado en los archivos fue una serie de expedientes judiciales, posteriores a la guerra, sobre diversas querellas que Pancha planteó en los Tribunales. Tal parece que su vida familiar fue mucho más que complicada. Denunció a una vecina, primero, y a una hija de su tercer marido, después, por haberla insultado en vía pública. A su marido Gil Zúñiga Solano, lo acusó por agresión. <i>"Me ha querido matar a golpes y no me da lo suficiente para vivir." </i>Como su marido mantenía una relación extraconyugal con una vecina llamada Fulgencia Palma, a él le abrió una demanda de divorcio y a <i>"la otra" </i>la acusó de adulterio. Los cargos contra su marido agresor e infiel fueron retirados y, tras la muerte de Pancha, Gil Zúñiga Solano se apropió de los pocos bienes de su esposa fallecida, razón por la cual, María Manuela Solano Carrasco, la hija de Pancha, planteó una demanda en su contra.</div>
<div style="text-align: justify;">
Lo verdaderamente revelador de todos estos expedientes, es que Pancha los presentó verbalmente y al pie de los documentos se dejó anotado que ella no sabía firmar. En aquellos tiempos, algunas personas que no sabían leer y escribir, al menos eran capaces de trazar una firma, pero Pancha ni siquiera podía hacer eso, ya que era completamente analfabeta. Al toparse con tal descubrimiento, Carlos Manuel Zamora, el autor del libro, fue a entrevistar a Luis Ferrero Acosta, quien en una serie de artículos había afirmado que Pancha había sido secretaria de don Juanito. Don Luis manifestó desconocer esos expedientes judiciales y afirmó que en el Museo Histórico Juan Santamaría estuvieron expuestas al público cartas escritas por Pancha Carrasco. Esas cartas, naturalmente, desaparecieron en cuanto se supo que Pancha no sabía leer ni escribir.</div>
<div style="text-align: justify;">
La carta que envió al Congreso, solicitando una pensión, en que recordaba sus méritos y se declaraba pobre y vieja, fue firmada por Gil Zúñiga, su marido.</div>
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La respuesta tardó en llegar. Pancha planteó su solicitud el 21 de julio de 1884 y no fue sino hasta el 8 de setiembre de 1886, más de dos años después, que el presidente <b>Bernardo Soto Alfaro</b> dispuso concederle una pensión de quince pesos mensuales por haber servido <i>"</i><i>en calidad de cantinera"</i> en el ejército costarricense. Vale aclarar que, aunque popularmente se le llama cantina a un establecimiento que vende licores, en el lenguaje militar se le llama cantina al comedor. Es decir, Francisca trabajaba cocinando y sirviendo alimentos a los soldados.</div>
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Cuando Pancha Carrasco murió, el 31 de diciembre de 1890, a los 74 años de edad, el gobierno de<b> José Joaquín Rodríguez Zeledón</b> decretó duelo nacional y dispuso que sus funerales fueran oficiales y con honores militares.</div>
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El libro de Carlos Manuel Zamora Hernández fue publicado en 1985 y menciona una iniciativa que, ese mismo año, presentó la diputada Matilde Marín de Soto, para que Pancha Carrasco fuera declarada Heroína Nacional. La propuesta, como la solicitud de pensión, se demoró bastante. En 1994, Pancha Carrasco fue declarada <i>"Defensora de las Libertades Patrias</i><i>" </i> y en 2012 <i>"Heroína Nacional",</i></div>
<div style="text-align: justify;">
El reconocido genealogista <b>Mauricio Meléndez Obando</b> publicó en 2006 un <b><a href="http://wvw.nacion.com/ln_ee/ESPECIALES/raices/2006/agosto/30/raices51.html" target="_blank">valioso estudio sobre Pancha Carrasco</a>, </b>en que se refiere ampliamente a los mitos que se han creado en torno a su figura.</div>
<div style="text-align: justify;">
Bien mirado, a Pancha Carrasco no hay que inventarle episodios grandiosos para considerar que su vida fue heroica. Por lo que sabemos, ella era una mujer modesta, analfabeta y de orígenes humildes, que debió afrontar, durante toda su vida, circunstancias muy difíciles. Sufrió la muerte de su hija mayor así como la de su primer y segundo marido. Para mantenerse, debió estirar el poco dinero que ganaba como cocinera o lavandera. Estuvo en la guerra y le tocó ver caer muertos a sus compañeros de travesía y a su propio esposo. Regresó a la patria viuda y, al final de su vida, debió soportar la pobreza, la infidelidad, los maltratos y la violencia en su propia casa. La Patria reconoció sus servicios con una pensión mensual de quince pesos. Cincuenta céntimos diarios en un tiempo en que la cajuela de frijoles costaba un peso y las maestras de escuela, que recibían sueldos muy bajos, ganaban cincuenta pesos al mes.</div>
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Más que una mujer guerrera, fue una mujer sufrida y, como ella, en la guerra de 1856 y en toda la historia de Costa Rica, debieron de haber habido muchas otras. Si la medalla que llevó en su pecho, el recuerdo de su nombre, la pensión de quince pesos, los funerales con honores militares y la declaratoria de Heroína Nacional, sirven de alguna forma para que tengamos presente en nuestra memoria a otras mujeres con vidas tan heroicas como la suya, su figura, sin necesidad de agregarle nada legendario o mitológico, es de gran importancia en la actualidad y lo será también en el futuro.</div>
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INSC: 2225 </div>
Carlos Porrashttp://www.blogger.com/profile/00994918944534877814noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8739524028743279961.post-9982741386322612402020-01-10T00:00:00.000-06:002020-01-10T03:31:29.090-06:00Perfiles al aire. Semblanzas de Luis Ferrero.<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh55SaA_1UY-gBp34lQAraw2sa0eQPMdlp-EuhcYcoPnSOX1Nrh_TQ6KaKfCkRKy9-QymsXig0nM5bPAPZ59VRkTH7nm8i_LBjXp3F7e20oOwGMo0vjyxEMlGAxmjkw8IkDxaXQS0yOgt4/s1600/Perfiles+al+aire+Luis+Ferrero.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1592" data-original-width="1064" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh55SaA_1UY-gBp34lQAraw2sa0eQPMdlp-EuhcYcoPnSOX1Nrh_TQ6KaKfCkRKy9-QymsXig0nM5bPAPZ59VRkTH7nm8i_LBjXp3F7e20oOwGMo0vjyxEMlGAxmjkw8IkDxaXQS0yOgt4/s400/Perfiles+al+aire+Luis+Ferrero.jpg" width="266" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Perfiles al aire. Luis Ferrero.<br />
Museo Histórico Juan Santamaría.<br />
Costa Rica. 1986.</td></tr>
</tbody></table>
<div style="text-align: justify;">
Don <b>Luis Ferrero</b> nació en Orotina pero estaba muy pequeño cuando su familia se trasladó a San José. Recuerda que la Niña Claudia Brenes Montero, su maestra de la Escuela Porfirio Brenes, solía traer invitados para que les hablaran a los niños.</div>
<div style="text-align: justify;">
A su aula llegaron de visita <b>Carmen Lyra</b>, <b>Rogelio Sotela</b>, <b>Roberto Brenes Mesén</b>, <b>Anastasio Alfaro</b> y <b>Luis Dobles Segreda</b> entre otros. Los alumnos, que acababan de aprender a escribir y todavía leían con dificultad, escuchaban atentos las palabras de aquellas personas mayores que habían escrito los libros que su maestra les leía en clase.</div>
<div style="text-align: justify;">
Cuando cursaba el tercer grado, el pequeño Luis Ferrero quedó particularmente impresionado con la figura y personalidad de un hombre bajito y medio calvo que hablaba y caminaba muy lentamente. Era don <b>Joaquín García Monge</b>, de quien, pocos años después, acabaría convirtiéndose en colaborador cercano.</div>
<div style="text-align: justify;">
Niño inquieto y curioso, lector voraz desde pequeño, cuando Luis Ferrero se interesaba en algún libro, se ponía a vender melcochas y cajetas hasta reunir el dinero para comprarlo. La revista <b>Repertorio Americano</b>, que publicaba don Joaquín, la leía completa apenas empezaba a circular.</div>
<div style="text-align: justify;">
Poco después de terminar la primaria, con apenas doce años de edad, se presentó en la oficina de don Joaquín con la intención de ayudarle en lo que le hiciera falta. Don Joaquín lo puso a amarrar paquetes de revistas, a ordenar un poco su archivo y a mecanografiar su correspondencia, seguramente creyendo que el entusiasmo del chiquillo pasaría pronto y en cualquier momento dejaría de llegar por allí. Pero Luis Ferrero, que llegó a su oficina un día de 1942, estuvo al lado de su maestro y mentor hasta el día de su muerte, en 1958. La última carta que escribió don Joaquín, en su lecho de muerte, iba dirigida a <i>"Ferrerito"</i>. Le decía que ya estaba en las últimas y le encargaba que apresurara la nueva edición que estaba preparando de su novela <i>El Moto</i>, aunque sabía que él difícilmente la iba a llegar a ver impresa.</div>
<div style="text-align: justify;">
La historia de esta entrañable amistad, así como el texto de la carta, aparecen en el libro <i>Perfiles al aire</i>, escrito por Luis Ferrero y publicado en 1986 por el <b>Museo Histórico Juan Santamaría</b>.</div>
<div style="text-align: justify;">
Durante los dieciséis años que Luis Ferrero colaboró con el Repertorio Americano, tuvo oportunidad de conocer y tratar de cerca a todos los intelectuales, escritores, poetas y artistas de Costa Rica que publicaban en la revista. El trato era amistoso y llano porque, según afirma, don Joaquín, con su hablar pausado, su actitud serena y sus movimientos lentos, era un maestro de humildad. Comprensivo con todos, pero exigente consigo mismo, don Joaquían creía que cada uno viene a este mundo a hacer algo que valga la pena y se angustiaba cuando creía no ser capaz de lograr lo que se hubiera propuesto. Aunque su revista circulaba en España y todos los países de América Latina, era un hombre sencillo que iba caminando a dejar los paquetes de su publicación al correo. Mantenía correspondencia con renombrados escritores y artistas de muchísimos países, pero era un hombre de hábitos modestos que vivía modestamente en su casita de adobe en Desamparados. El gran riesgo de los intelectuales, escritores y artistas, decía, era volverse narcisistas y acabar integrando grupos cerrados, como si fueran una casta elevada que despreciara que despreciara al pueblo. Si algo así llegara a suceder, el pueblo, para corresponder, no los despreciaría sino que, simplemente, acabaría ignorándolos como si no existieran.</div>
<div style="text-align: justify;">
Los intelectuales y escritores de la época, a los que precisamente los críticos literarios posteriores han llegado a llamar "la generación del Repertorio", eran personas tan humildes y sencillas como el propio don Joaquín, que hacían lo que hacían con el propósito de que valiera la pena, pero no se creían dioses del Parnaso y estaban siempre dispuestos a compartir interminables tertulias con jóvenes curiosos e inquietos, como el propio <i>Ferrerito</i>.</div>
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En <i>Perfiles al aire</i>, Luis Ferrero evoca la memoria de otros diez personajes a los que tuvo la oportunidad de tratar de cerca. Siendo muy joven, solía ir a visitar al historiador <b>Ricardo Fernández Guardia</b>, quien ya era un señor de edad avanzada. También dedica un capítulo a otro historiador a quien conoció ya mayor, don <b>Francisco María Núñez</b>, quien tuvo la mala suerte de que todos los ejemplares de su primer libro, <i>Tierra Nativa</i>, se hubieran perdido, el mismo día que estaban listos para ser retirados, por un incendio que destruyó la imprenta donde los hicieron.</div>
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Se ocupa de figuras conocidas, como <b>León Pacheco </b>y <b>Carlos Salazar Herrera</b>, pero también se refiere con amplitud a escritores no tan conocidos como <b>Reinaldo Soto Esquivel</b>, autor de Mi Pajarera, un libro que, en su momento fue muy popular entre niños de escuela primaria, el maestro normalista <b>José de Jesús Sánchez Sánchez</b>, así como a su pariente <b>Eulogio Porras Ramírez</b>, que publicaba con el pseudónimo de <b>Aníbal Reni</b>. </div>
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Permanente interesado en la difusión cultural, don Luis dedica un apartado también a la periodista <b>Norma Loaiza de Chacón</b>, quien fue directora del suplemento <i>Ancora </i>del periódico <b>La Nación</b>, que había fundado poco antes <b>Carlos Morales. </b> Don Luis, con auténtica satisfacción, cuenta que colaboró estrechamente con Norma Loaiza para hacer de Ancora un suplemento con rico y amplio contenido.</div>
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Muy simpática resulta la nota que dedica a <b>Arturo Echeverría Loría</b>. Se conocieron en la galería de arte que regentaba Arturo y a la que el joven Luis, de apenas quince años, entró, obviamente, en calidad de curioso y no de cliente. Arturo, destacado crítico de arte, lo hizo apreciar las pinturas de Max Jiménez y, cuando ya iba, le informó que Max era también poeta y le regaló todos los libros que había publicado. Arturo Echeverría era un Quijote que, aunque no era rico, con todo gusto entregaba generosamente su energía, su tiempo y su escaso dinero, en proyectos literarios que se sabía de antemano que no recompensarían lo invertido en ellos. Tuvo una editorial en la que publicó obras muy selectas y cuando fundó la revista <i>Brecha</i>, tuvo a Luis Ferrero como colaborador permanente desde el primer número. Don Luis, muchos años después, siguió sus pasos y fundó la Editorial Don Quijote, con similares resultados a los que obtuvo Arturo.</div>
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El libro está lleno de revelaciones sorprendentes. Cuenta que Carlos Salazar Herrera era un escultor y grabador obsesivo. Cuando tenía un tronco de madera en frente, no descansaba hasta verlo convertido en escultura y cuando tenía una tabla de madera, tomaba sus gubias y hacía un grabado. Apenas terminaba, buscaba otra tabla u otro tronco para empezar una nueva creación. Pero cuando escribía lo hacía muy lentamente, corregía todo palabra por palabra una y otra vez y solamente muy de vez en cuando se aparecía por el <b>Repertorio Americano</b> con un cuento.<br />
<i>Perfiles al aire </i>es un libro muy agradable y emotivo. Cada una de las personas que menciona es recordada con respeto y admiración pero, muy especialmente, con aprecio y cariño. Desde pequeño, gracias a su maestra, don Luis Ferrero, el lector voraz, tuvo oportunidad de conocer a los autores de los libros que leía. Al recordar a aquellos con quienes tuvo trato más estrecho, inevitablemente acaba evocándolos, no solo como escritores sino, especialmente, como amigos.<br />
INSC: 2003<br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhm3DHpmtDGytFkCsKPG9i2aZbmKZWNmuyiysalkGwph8zSinvcC5EYuHSqeg6kklq0H2LAy62c1b8UGDDfjPu2SC2HdS9oAOlHz_OH4iYbWqo_4M9Nhyphenhyphen1PQOFsw3dyDXSfCn7HKOfRZbo/s1600/Luis+Ferrero+Acosta.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="448" data-original-width="640" height="280" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhm3DHpmtDGytFkCsKPG9i2aZbmKZWNmuyiysalkGwph8zSinvcC5EYuHSqeg6kklq0H2LAy62c1b8UGDDfjPu2SC2HdS9oAOlHz_OH4iYbWqo_4M9Nhyphenhyphen1PQOFsw3dyDXSfCn7HKOfRZbo/s400/Luis+Ferrero+Acosta.jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Luis Ferrero Acosta. (1930-2005)</td></tr>
</tbody></table>
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<br />Carlos Porrashttp://www.blogger.com/profile/00994918944534877814noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8739524028743279961.post-53692447692559373872020-01-08T23:59:00.001-06:002020-01-09T03:37:47.108-06:00Embajador de España en las Españas.<div style="text-align: justify;">
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiApptzwpHzK6GDMjJVZ_1M1_6I9S37edLR7yQd0lAnRWXCTm1G8PBKyOWOuIYPhuzP9E9NBFmthpZ8kSo31kMDrB6U3Rbg2FJprGEFaQTFPTd639pheg5oGozBXXLtlts_yazAbFbjjaQ/s1600/Las+Espa%25C3%25B1as+y+Espa%25C3%25B1a.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="762" data-original-width="514" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiApptzwpHzK6GDMjJVZ_1M1_6I9S37edLR7yQd0lAnRWXCTm1G8PBKyOWOuIYPhuzP9E9NBFmthpZ8kSo31kMDrB6U3Rbg2FJprGEFaQTFPTd639pheg5oGozBXXLtlts_yazAbFbjjaQ/s400/Las+Espa%25C3%25B1as+y+Espa%25C3%25B1a.jpg" width="268" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Las Españas y España. Ernesto La Orden Miracle.<br />
Instituto Costarricense de Cultura Hispánica.<br />
San José, Costa Rica. 1976</td></tr>
</tbody></table>
Por su trabajo como diplomático, <b>Ernesto La Orden Miracle</b> tuvo la oportunidad de conocer a fondo muchos países. Por su larga vida, le correspondió presenciar grandes acontecimientos históricos. Nació en Valencia y sirvió en las representaciones españolas en Inglaterra y Francia. Luego cruzó el Atlántico y residió en Uruguay, Ecuador, Puerto Rico, Nicaragua y Costa Rica. En Puerto Rico, por cierto, estuvo a cargo de la repatriación de los restos del poeta <b>Juan Ramón Jiménez</b>, que residía en la Isla del Encanto. Cuenta que en, San Juan de Puerto Rico, durante el funeral del autor de <i>Platero y yo</i>, un grupo de niños colocó sobre el féretro un burrito blanco.</div>
<div style="text-align: justify;">
Nacido en 1911 y muerto en el año 2000, Ernesto La Orden Miracle vivió la dictadura de Primo de Rivera, la caída de <b>Alfonso XII</b>I, los años de la República y la Guerra Civil española, la II Guerra Mundial, la larga dictadura de <b>Francisco Franco</b>, la transición de España a la democracia y el inicio y final de la Guerra Fría.</div>
<div style="text-align: justify;">
Hombre culto, profundamente interesado en el arte y la historia, por donde pasaba establecía amistad con intelectuales, académicos y escritores locales. Como escritor, tenía la doble cualidad, que es en verdad difícil de encontrar, de ser al mismo tiempo ameno y erudito. Uno de sus libros más comentados es una recopilación de ensayos sobre el culto al apóstol Santiago en América, Inglaterra y Escocia. Escribió también libros sobre las ciudades de Quito, capital de Ecuador, y San Juan, capital de Puerto Rico. Su obra <i>Estampas de Arte Hispano Americano</i>, fue muy apreciada en su momento. </div>
<div style="text-align: justify;">
En 1976, el Instituto Costarricense de Cultura Hispánica le publicó dos libros: <i>Viajes de Arte por América Central</i> y <i>Las Españas y España</i>. Este segundo libro es digno de atención por una razón que, aunque podría considerarse circunstancial, acaba convirtiéndolo en un documento histórico.</div>
<div style="text-align: justify;">
La muerte de Francisco Franco ocurrió cuando Ernesto La Orden Miracle era Embajador de España en Costa Rica. Aunque el dictador presumía de que lo dejaría todo <i>"atado y bien atado"</i>, estaba claro que una vez que él muriera, nada seguiría igual. Salvo algunos fanáticos que no eran capaces de ver la realidad que tenían al frente y albergaban la esperanza de que se mantuviera un franquismo sin Franco, la enorme mayoría de españoles, ya fueran franquistas o antifranquistas, sabían que el cambio era inminente e inevitable.<br />
Poco después de la muerte del dictador, Ernesto La Orden Miracle dictó una serie de conferencias sobre la historia de España, que posteriormente fueron recogidas en el libro <i>Las Españas y España</i>. Quien por largos años había sido diplomático de la España franquista, tenía claro que había terminado una época y empezaba otra. Quien había viajado, trabajado, investigado, estudiado, escrito y publicado en distintos países latinoamericanos, había llegado a la conclusión de que su patria en Europa y las repúblicas americanas en las que había vivido, más allá de los lazos evidentes de lengua e historia, formaban parte de una misma familia.<br />
Empieza diciendo que quien haya recorrido toda España solamente habrá conocido la mitad de ella, porque la otra mitad está en América. Los españoles se volcaron sobre el Nuevo Mundo, al punto que la península por poco queda despoblada. En tiempos de los Reyes Católicos la población de España era de doce millones de habitantes y, unos cuantos siglos después, en tiempos de los Borbones, no llegaba a ocho. Cada una de ciudades virreinales de México y Lima tenía mayor infraestructura, mayor comercio y mayor número de habitantes que Madrid. Los españoles que cruzaron el océano, desde el instante mismo en que abordaban el barco, sabían que lo hacían para no regresar nunca. Su intención, al ir al Nuevo Mundo, era empezar una nueva vida.<br />
Su disertación está llena de datos interesantes. Como la empresa de conquista y colonización era del Reino de Castilla, por ciertas normas legales que entonces les permitían considerarse súbditos castellanos, vinieron numerosos franceses, italianos y hasta irlandeses. En cambio, aunque Fernando el Católico era rey de Aragón, los aragoneses no tuvieron permiso de emigrar a América sino hasta entrado el Siglo XVIII.<br />
Admite que las autoridades españolas no tuvieron la sabiduría necesaria para gobernar adecuadamente el amplio imperio. Llega incluso a llamar <i>"indignos"</i> a los reyes Carlos IV y Fernando VII. Recuerda, como dato curioso que el libertador <b>Simón Bolívar</b>, siendo niño, visitó Madrid con su familia, jugó a la pelota con el Príncipe de Asturias que sería, años después, Fernando VII.<br />
Cita una de las cartas Bolívar, en que se queja de que los criollos nunca son virreyes ni gobernadores, rara vez son nombrados obispos y como militares nunca pasan de subalternos. Los tatarabuelos de los criollos eran españoles, pero los criollos, que por varias generaciones habían nacido, habían crecido, se habían reproducido y habían muerto en el Nuevo Mundo, no se sentían ligados ni siquiera remotamente con España. Si ellos manejaban el comercio y la producción agrícola, ganadera y minera, tenían más derecho de ejercer puestos de gobierno que los funcionarios recién llegados desde España.<br />
La ruptura con España, en todo caso, no fue una liberación de un pueblo contra otro que lo oprime. Eso habría sido así, recuerda La Orden Miracle, si los indígenas hubieran expulsado a los españoles en los primeros años de la conquista. Lo que ocurrió más bien fue que los descendientes de españoles se cansaron de un gobierno para el que ellos tributaban pero en el que su voz no era escuchada. Lamenta que <b>Carlos III </b>no haya acatado el consejo que le dio el duque de Aranda, para que creara reinos independientes con gobierno propio en América.<br />
Se refiere también, muy someramente, a los difíciles que fueron las últimas décadas del Siglo XIX y las primeras del Siglo XX, cuando España parecía que caminaba hacia su autodestrucción. Recuerda que precisamente por esa época es que <b>Rubén Darío</b> sorprende con su Salutación del Optimista, un verdadero himno de esperanza y llamada a la unión de todos los pueblos hispano parlantes.<br />
Por esa experiencia como viajero, estudioso e investigador, Ernesto La Orden Miracle sostiene que el famoso concepto de <i>Hispanidad</i>, planteado por el padre Zacarías de Vizcarra, no es una idea abstracta, sino una realidad palpable.<br />
El libro cierra con un tono verdaderamente optimista, no solamente por el cambio de régimen en España, sino por el futuro prometedor que augura para los países latinoamericanos. Manifiesta su esperanza de que pronto los antagonismos desaparezcan y se pueda construir una sociedad en que las diferencias se ventilen de manera constructiva.<br />
En 1976, año en que el libro fue publicado, apenas empezaba en España el camino de transición a la democracia. Años después vino la nueva Constitución y el tremendo susto del 23 de febrero de 1981. En cuanto a los países latinoamericanos, a pesar de las particularidades de cada uno, quien los recorra con atención, como lo hizo Ernesto La Orden Miracle, llegará a la misma conclusión que él llegó. Hay algo común más allá de la lengua y la historia. La palabra <i>Hispanidad</i>, lamentablemente, por considerarla excluyente de la diversidad, se ha vuelto políticamente incorrecta. Nunca he podido comprender por qué los países de habla francesa tienen una fiesta anual para celebrar la francofonía mientras que a los hispano hablantes el complejo del qué dirán los otros nos impide hasta plantear siquiera la necesidad de una fiesta semejante.<br />
La expresión <i>"las dos Españas"</i> se utilizó para ilustrar cómo la división interna amenazaba la unidad del país. No creo que Ernesto La Orden Miracle se refiriera a bandos políticos al hablar de "Las Españas". Da la impresión más bien que se refiere a los pueblos americanos, que él conoció a fondo, donde siempre encontró una tradición, una devoción, un hábito o, al menos, una sombra o un eco, que lo hacía evocar la patria en que nació, al punto de creer que nunca salió de ella.<br />
INSC: 2155 </div>
Carlos Porrashttp://www.blogger.com/profile/00994918944534877814noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8739524028743279961.post-30448521340942406112020-01-03T23:58:00.000-06:002020-01-04T14:50:46.378-06:00Costa Rica y la guerra civil española.<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgdK5cZVdGi5KTbx6_71PHKwx_rlADTK315V6lVXiZx41AZP-Zg13ROJIYQKMLhjEQ6OT6-w4xgiIxCDhZWrlvXAPTs8Lk0Tinq3KCBtrJrIxSJ23RfW_NWm-K869z3PFFlBu4wJKoBJGA/s1600/Costa+Rica+y+la+guerra+civil+espa%25C3%25B1ola+Angel+R%25C3%25ADos.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1006" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgdK5cZVdGi5KTbx6_71PHKwx_rlADTK315V6lVXiZx41AZP-Zg13ROJIYQKMLhjEQ6OT6-w4xgiIxCDhZWrlvXAPTs8Lk0Tinq3KCBtrJrIxSJ23RfW_NWm-K869z3PFFlBu4wJKoBJGA/s320/Costa+Rica+y+la+guerra+civil+espa%25C3%25B1ola+Angel+R%25C3%25ADos.jpg" width="201" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Costa Rica y la Guerra Civil Española.<br />
Angel María Ríos Espariz.<br />
Editorial Porvernir. Costa Rica. 1997.</td></tr>
</tbody></table>
<div style="text-align: justify;">
Más que un conflicto interno por el control del gobierno, la guerra civil española fue considerada como un choque entre dos visiones distintas de la sociedad. Ambos bandos gozaban de simpatías y antipatías incluso en países alejados de España. Quienes seguían con atención el desarrollo de las hostilidades desde lejos, por medio de los periódicos y la radio, lo hacían no solamente con gran atención, sino con temor y apasionamiento ya que de alguna manera creían que lo que ocurriera en España, acabaría decidiendo el futuro de Europa y, tal vez, de todo el orbe.</div>
<div style="text-align: justify;">
En Costa Rica, el escritor Mario Sancho llegó a escribir que "la guerra civil española se peleó en todas partes del mundo." Lo cierto es que la división de España se reprodujo en todos los países de América Latina. Lo que ocurría al otro lado del Atlántico, era como un espejo de lo que podría suceder en su propia realidad.</div>
<div style="text-align: justify;">
<b>Angel María Ríos Espariz</b>, español de nacimiento que cursó la carrera de Historia en la Universidad de Costa Rica, investigó artículos de prensa de la época y descubrió que en Costa Rica el debate en torno a la guerra civil española fue intenso y tuvo hasta momentos de gran tensión. </div>
<div style="text-align: justify;">
Su libro <i>Costa Rica y la guerra civil española</i>, publicado en 1997 por la Editorial Porvenir con el Auspicio del Centro Cultural de España, además de datos reveladores, ofrece una interpretación extraordinariamente expuesta y argumentada sobre diversas polémicas e incidentes, que tuvieron lugar en San José, relacionados con el conflicto español.</div>
<div style="text-align: justify;">
Los libros de historia se tardan en ir al grano, ya que suelen empezar con un largo preámbulo, muchas veces prescindible. Sin embargo, en esta investigación, el preámbulo o, mejor dicho, los preámbulos, son verdaderamente valiosos. Con gran concisión explica los antecedentes de la guerra civil española. Pero no lo hace de la manera tradicional y simplicista, atribuyéndolo todo a una sucesión lineal de acontecimientos de última hora, sino que brinda una perspectiva amplia de la compleja situación social que se vivía en España desde las últimas décadas del siglo XIX. Con escaso desarrollo tecnológico, poca industria y poco comercio, con una considerable parte de la población analfabeta, España, mientras experimentaba un "estirón demográfico", era una sociedad muy militarizada. El ejército consumía la mitad del presupuesto del país. El golpe de Estado, o más bien la amenaza de golpe de Estado, era constante. Podría decirse que el país iba un tanto a la deriva. Cita el dato que en seis años, de 1917 a 1923, hubo trece cambios de gobierno. Vino luego la dictadura de Primo de Rivera, la República y el alzamiento militar, pero la raíz del asunto el autor la rastrea desde los orígenes de una sociedad que, durante décadas estaba intentando establecer cambios en su estructura.</div>
<div style="text-align: justify;">
En cuanto a Costa Rica, expone con gran claridad el desarrollo de la democracia liberal. Curiosamente, nuestro pequeño país centroamericano, presentaba un desarrollo social más estable que el de España. La independencia en, 1821, y la declaración de la República, en 1848, ya habían dejado claro el rumbo a seguir. Los gobiernos del <b>Dr. José María Castro Madriz </b>y el Dr. Jesús Jiménez Zamora lograron grandes avances en educación y larga dictadura de don<b> Tomás Guardia</b> apartó a los militares del poder y dejó como herencia una Constitución liberal que garantizaba libertades individuales. Tras los hechos de 1889 y la breve dictadura de <b>Federico Tinoco</b> (de 1917 a 1919), Costa Rica era una república cuyos habitantes genuina, aunque tal vez ingenuamente, creían haber alcanzado una estabilidad política duradera.</div>
<div style="text-align: justify;">
En Costa Rica, por la larga tradición republicana, las simpatías monárquicas se consideraban absurdas. Así mismo, por la también larga tradición liberal, las imposiciones colectivistas generaban rechazo. Aunque hubo costarricenses que, con gran entusiasmo, se manifestaron tanto a favor de la República Española como del bando Nacional, el grueso de la población, y de las autoridades, mantenía opiniones alejadas de ambos bandos.<br />
El gobierno de México, presidido por Lázaro Cárdenas, se pronunció abiertamente a favor de la República y hasta envió brigadas a combatir. En Cambio, Guatemala y El Salvador, en 1936, y Honduras, en 1937, reconocieron el gobierno Nacional de Burgos.<br />
En Costa Rica, el gobierno de León Cortés no se decide por ninguno, lo que generaría que, a la larga, surgieran conflictos hasta en el mismo seno de la Embajada de España en Costa Rica, en la que había<span style="text-align: start;"> diplomáticos nacionales y republicanos.</span><br />
<span style="text-align: start;">Esta falta de definición del gobierno de Cortés en el plano diplomático resulta bastante extraña, puesto que a nivel local no se andaba con rodeos ni consideraciones. León Cortés removió de cargo y prohibió que ejercieran la docencia los maestros comunistas <b>Carmen Lyra</b>, <b>Luisa González</b> y los hermanos Adela, Judith y Arnoldo Ferreto Segura. Prohibió la entrada al país a <b>León Felipe</b>, invitado por <b>Mario Sancho</b>, así como Luis Quer y María Teresa León, solamente por ser republicanos, mientras que intelectuales simpatizantes de Franco, como Luciano López Ferrer o José González Marín sí fueron admitidos. Efraín Jiménez Guerrero, primer diputado comunista electo en Costa Rica, fue arrestado el 14 de setiembre de 1936 por participar en una marcha a favor de la República Española.</span><br />
<span style="text-align: start;">Importantes figuras políticas, como el expresidente Julio Acosta García y los futuros presidentes Rafael Angel Calderón Guardia y Teodoro Picado Michaski, mostraron abiertamente sus simpatías por Franco.</span><br />
<span style="text-align: start;">Los intelectuales, en cambio, se manifestaban a favor del bando republicano. Entre quienes se pronunciaron abiertamente a favor de la República Española cabe citar a don Joaquín García Monge, Carlos Luis Sáenz, Vicente Sáenz, Carmen Lyra, Luisa González, Emilia Prieto, José Marín Cañas y los por entonces jóvenes Fabián Dobles y Joaquín Gutiérrez Mangel. Carlos Luis Sáenz llegó a publicar un libro de poemas, <i>Raíces de esperanza</i>, sobre la Guerra Civil Española, que fue editado poco después de finalizado el conflicto.</span><br />
<span style="text-align: start;">Hubo también quienes estaban dispuestos a ir más lejos. Manuel Mora Valverde y Arturo Echeverría Loría, intentaron enlistarse para ir a luchar a favor de la República, pero no fueron aceptados. De hecho, no se sabe que ningún costarricense haya luchado ni en un bando ni en el otro. Muy por el contrario, el gobierno giró instrucciones al Embajador de Costa Rica en París, don <b>Luis Dobles Segreda</b>, para que ayudara a regresar a todos los costarricenses que residían en España. Entre los repatriados estaba el futbolista <b>Alejandro Morera Soto</b> y el poeta<b> Fernando Centeno Güell</b>. </span><br />
<span style="text-align: start;">Invitado por don Luis Dobles Segreda, el 10 de octubre de 1938 el <b>Dr. Gregorio Marañón</b> pronunció una conferencia en la Embajada de Costa Rica en París.</span><br />
Los obispos españoles no solo denunciaron la persecución religiosa que sufrió la Iglesia por parte de grupos extremistas, sino que se pronunciaron contra la libertad de conciencia y la separación entre la Iglesia y el Estado. En el primer punto, recibieron el apoyo unánime de obispos, sacerdotes y fieles de todos los países americanos pero, en el segundo punto, el respaldo del episcopado, clero y fieles americanos no fue general, ya que, en las repúblicas americanas, y muy especialmente en México y los Estados Unidos, los clérigos saben, por experiencia, que la distancia de las autoridades eclesiásticas y civiles, no solo no es peligrosa sino que, más bien, es recomendable. El padre<b> Rosendo Valenciano</b>, que cuestionaba a ambos bandos por distintos motivos, insistía en no ver el conflicto armado como una guerra religiosa.<br />
Carmen Lyra y Luisa González organizaron colectas para las víctimas de la guerra en España. Cuando hubo una iniciativa para establecer censurar periódicos, revistas y libros, el Dr. Calderón Guardia la apoyó, pero el poeta Rogelio Sotela se opuso. Afortunadamente, prevaleció el derecho de libre circulación de impresos, sin que ninguna autoridad evaluara su contenido.<br />
Si los costarricenses se pronunciaban vehemente sobre el conflicto, los españoles residentes en Costa Rica lo vivían con mayor intensidad.</div>
<div style="text-align: justify;">
De 1850 a 1930 cerca de tres mil quinientos inmigrantes españoles se radicaron en Costa Rica. Tal vez el número suene pequeño, pero la población total de Costa Rica era tan escasa que en 1930 ni siquiera había llegado al medio millón de habitantes. Los españoles eran la colonia de inmigrantes más grande del país. Por otra parte, a diferencia de otros países latinoamericanos, a los que llegaron españoles de baja escolaridad dispuestos a trabajar en lo primero que apareciera, los que vinieron a Costa Rica eran personas de elevado nivel cultural que contaban con recursos suficientes para establecer negocios propios. Eran propietarios de cines, imprentas, tiendas, almacenes, industrias y hasta de un periódico. Aunque hubo castellanos, andaluces, gallegos y asturianos, la gran mayoría de esta oleada migratoria de finales del siglo XIX y principios del XX, eran catalanes. Además de los empresarios y comerciantes Borrasé, Raventós, Terán, Crespo, Uribe, Pozuelo, Llobet, Ollé, Pujol y Perera, estaba el médico don Mariano Figueres Forges, padre de don <b>José Figueres Ferrer</b>, quien sería luego tres veces presidente de Costa Rica. Don Mariano, por cierto, era franquista, pero don Pepe, su hijo, desde joven tomó partido por el bando republicano.</div>
<div style="text-align: justify;">
Desde 1866 funcionaba en Costa Rica La Casa España, que era el club social y la sociedad de beneficencia de los españoles residentes en el país. Uno de los organismos que funcionaba en esa Casa, la Cámara Española de Comercio, que se ocupaba de la importación y exportación entre Costa Rica y España, era subvencionada por el gobierno español. En 1936, apenas empezó la guerra civil, la Cámara se declaró públicamente a favor de Franco y el gobierno republicano le retiró el aporte financiero que le daba.</div>
<div style="text-align: justify;">
Aunque la gran mayoría de la colonia española en Costa Rica simpatizaba con Franco, los de la posición contraria se hicieron oír. Anastasio Herrero, Tomás Soley Güell y el artista Tomás Povedano se manifestaron a favor de la República.</div>
<div style="text-align: justify;">
En vez de en la ecuménica Casa España, donde todos tenían cabida, los españoles se congregaban en el franquista Comité Patriótico Español y en la Falange Española o, los del otro bando, en el Comité Pro República y la Liga Democrática Antifascista.</div>
<div style="text-align: justify;">
Las disputas entre españoles residentes en Costa Rica llegaron a tal punto de apasionamiento, que el Ministro de Relaciones Exteriores, don <b>Manuel Francisco Jiménez Ortiz</b>, decidió intervenir para procurar armonía, pero su esfuerzo fue inútil.</div>
<div style="text-align: justify;">
Todas las actividades que organizan los españoles a favor del bando nacional, eran boicoteadas por los republicanos. Y todas las actividades que organizaban los republicanos, eran boicoteadas por los nacionales.Hasta las iniciativas con propósitos puramente humanitarios, como la recolección de dinero, ropa, alimentos y medicinas para enviar a España, despertaban la desconfianza (y la furia) del bando contrario.</div>
<div style="text-align: justify;">
El 4 de noviembre de 1937, el poeta malagueño <b>José González Marín</b> se presentó en el Teatro Raventós para declamar sus versos. Apenas habían transcurrido un par de minutos desde que tomó el uso de la palabra, cuando le empezaron a gritar insultos desde distintos sectores del auditorio y, además, lo acribillaron a tomatazos. Uno de los jóvenes que participaba en la protesta, don <b>Jaime Cerdas Mora</b>, dejó escrito en sus memorias que logró desalojar el recinto gracias a varias burbujas con sustancias fétidas que arrojaba desde la galería. Luisa González y Carmen Lyra, estaban allí también, gritándole <i>"¡Fascista!"</i> al poeta invitado.</div>
<div style="text-align: justify;">
José González Marín no pudo declamar sus versos en San José, pero miembros de la colonia española le entregaron una fuerte suma de dinero, además de abundantes monedas de oro y piedras preciosas. Los periódicos costarricenses informaron después que González Marín, ya de vuelta en España, había entregado todo lo recolectado en su gira por Costa Rica y Puerto Rico al General Gonzalo Queipo del Llano, uno de los cabecillas principales del alzamiento contra el Frente Popular.</div>
<div style="text-align: justify;">
El pueblo costarricense se interesó mucho en el conflicto. Los periódicos brindaban reportes a diario y, como en aquel tiempo no había radio en la gran mayoría de las casas, al caer la tarde se formaban grupos en las pulperías para escuchar los partes de guerra más frescos.</div>
<div style="text-align: justify;">
Al igual que en Costa Rica, la Guerra Civil Española fue seguida de manera atenta y apasionada en todo el mundo ya que no se trataba de un conflicto interno por el control del gobierno, sino de un enfrentamiento de ideologías y visiones de mundo, que todos los conservadores, tradicionalistas, fascistas, comunistas, socialistas, anarquistas, liberales y demócratas, independientemente de dónde se encontraran, consideraron propio.</div>
<div style="text-align: justify;">
INSC: 02629</div>
Carlos Porrashttp://www.blogger.com/profile/00994918944534877814noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8739524028743279961.post-45719526342797365402020-01-02T23:50:00.003-06:002020-01-03T02:53:14.766-06:00Puro Humo de Guillermo Cabrera Infante.<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg1tmrzkYZHt3K25D8DQzQ7vkf6RNcu7m7P95ovcGdM3UbrRCJpmJUELLvwvyr7DO13CxfWO2yTwdjXu8s8iX7m7dx5V1XO79wHMBWyWVdxI35cWXVTeFqDut6eCLQc-gsX5BI50TenppY/s1600/Puro+humo+Guillermo+Cabrera+Infante.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="430" data-original-width="276" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg1tmrzkYZHt3K25D8DQzQ7vkf6RNcu7m7P95ovcGdM3UbrRCJpmJUELLvwvyr7DO13CxfWO2yTwdjXu8s8iX7m7dx5V1XO79wHMBWyWVdxI35cWXVTeFqDut6eCLQc-gsX5BI50TenppY/s400/Puro+humo+Guillermo+Cabrera+Infante.jpg" width="256" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Puro Humo. Guillermo Cabrera Infante. Ensayo.<br />
Alfagura, España, 2000.</td></tr>
</tbody></table>
<div style="text-align: justify;">
El primer cigarrillo que fumó <b>Guillermo Cabrera Infante</b>, a la tierna edad de ocho años, lo fabricó él mismo con hojas secas de árbol arrolladas en una página de cuaderno. A los catorce fumó su primer tabaco, un puro que lo mareó al punto de hacerlo caer en el suelo, donde acabó vomitando una baba espesa y amarga. Sin embargo, a pesar de esa incómoda experiencia, el escritor cubano fue fumador toda su vida. Su madre, bastante comprensiva, toleró que fumara confiando en que ese sería su único vicio.</div>
<div style="text-align: justify;">
La inseparable y permanente unión que mantuvo Cabrera Infante con los cigarros, acabó convirtiéndolo en un verdadero conocedor. </div>
<div style="text-align: justify;">
Reconocido autor de novelas, cuentos, ensayos y artículos periodísticos, acatando la recomendación de sus amigos, quienes lo instaban a escribir sobre el que, de hecho y como había deseado su madre, era su único vicio, escribió un libro dedicado por entero al fumado.</div>
<div style="text-align: justify;">
Publicado originalmente en inglés, con el título <i>Holly Smoke</i>, en 1985, el libro, ingenioso, divertido y revelador, fue muy bien recibido en Inglaterra, donde Cabrera Infante residía. La versión en español se tardó quince años en aparecer y, traducida o, más bien, reescrita por el propio autor, fue publicada por Alfaguara en el año 2000 con el título de <i>Puro Humo</i>.</div>
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Se trata de una obra inclasicable en que hay un poco de todo. Empieza con el relato de los marinos de <b>Cristóbal Colón </b>quienes, mientras exploraban las Antillas en su primer viaje, quedaron asombrados al mirar hombres aspirando rollos de hierbas encendidas para luego expulsar el humo por la boca y la nariz. Los marineros que se atrevieron a probar tuvieron una experiencia similar a la de Cabrera Infante a los catorce años pero, a la larga, al igual que al escritor, el vicio acabó atrapándolos. Al Almirante Cristóbal Colón, el asunto no le interesó y llegó a manifestar que no lograba comprender qué gusto o provecho podría obtenerse de aquella acción tan extraña. Lejos estaba de imaginar que una de las muchas consecuencias futuras de su viaje, sería que el hábito de fumar se extendiera por todo el mundo. </div>
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Tras reseñar que el descubrimiento de América y del tabaco fueron simultáneos, se extiende en las diferentes formas de consumirlo. Dedica páginas enteras tanto a los puros como a los cigarrillos y también se refiere, de manera más breve, al extraño hábito de aspirar <i>rapé</i>, que era tabaco en polvo. Curiosamente, casi no presta atención a la práctica de mascar tabaco.</div>
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Los historias y los datos que menciona son más amenos que exactos. La veracidad de muchas de sus afirmaciones resulta con frecuencia más que dudosa pero, en todo caso, el libro no pretende ser una investigación minuciosa sino, más bien, una larga y amena charla alrededor de un tema ligero y sin mayor importancia. Al buen conversador no se le exige exactitud, sino amenidad. Los datos que brinda sobre semillas, cultivos, procesos, prácticas de fumado y hasta tipos de ceniza, inevitablemente se van olvidar. Lo que queda, a fin de cuentas, es el recuerdo del deleite que causó la forma en que fueron expuestos.</div>
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Verdaderamente deliciosas son las historias familiares que, de nuevo, no importa que sean reales o inventadas. Cuenta que su abuelo era madrugador. Se levantaba a las cinco de la mañana y se acostaba a las cinco de la tarde. La abuela, en cambio, era noctámbula. Se acostaba a la medianoche y se levantaba al mediodía. Los abuelos se llevaban bien, en las pocas horas en que coincidían despiertos. Cada uno tenía una relación particular con el tabaco. El abuelo siempre tenía un puro en la mano, pero fumaba solamente un tercio y lo apagaba. El cabo lo dejaba "para luego" y, por esa práctica, había puros a medio fumar por toda la casa. La abuela no fumaba pero mascaba tabaco y llevaba siempre en la mano una escupidera de cristal.</div>
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Desde mediados del Siglo XX hasta el día de hoy, la discusión más acalorada que puede haber en Cuba es entre revolucionarios y contrarrevolucionarios pero, dice Cabrera Infante, en los tiempos anteriores a la revolución, el tabaco, producto estelar de la isla, causaba discusiones más intensas que la política. Ya existían en ese tiempo verdaderos fanáticos del tabaco y furibundos críticos del fumado. A un tío abuelo de Cabrera Infante le molestaba tanto el humo de cigarro que, cuando supo que <b>Adolfo Hitler </b>había promulgado la primera ley antitabaco del mundo, solamente por eso, se hizo nazi. La madre de Cabrera Infante era fumadora. Su padre no. De hecho el libro viene con una bella dedicatoria: <i>"A mi padre quien, a los 84 años, aún no fuma."</i></div>
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Cabrera Infante no deja tema sin tocar. Menciona los procesos de semillas, cultivos y selección de hojas. Cuenta las historias de famosas marcas de tabaco como la de Jaime Partagás y H. Upman. Niega el mito que los anillos de papel en los puros hayan sido creados para no manchar los guantes blancos de los <i>dandies</i> del Siglo XIX. Muy por el contrario, explica que lo primero que hay que hacer, desde el momento mismo en que se saca el tabaco de la caja, es retirarle el anillo. Las normas de etiqueta sobre el fumado que menciona no dejan de ser sorprendentes. Por ejemplo, declara que encenderle el cigarrillo a alguien es una muestra de cortesía, pero que nunca, bajo ninguna circunstancia, se debe ofrecer a quien enciende un puro. Encender un puro, acalara, es una faena estrictamente personal. Al terminar de fumar, el cigarrillo se aplasta en el cenicero, pero el puro simplemente se deja quieto, sin aplastarlo.<br />
Lector voraz y gran aficionado al cine, Cabrera Infante es exhaustivo al rememorar escenas de películas o de relatos en las que los protagonistas aparecen fumando. A lo largo de las más de cuatrocientas páginas del libro, salta de un asunto a otro pero, ya sea que se refiera a cine, historia, literatura o recuerdos personales, el fumado está presente en cada relato. Con verdadero dolor cuenta que en cierta ocasión estaba en compañía de un pequeño grupo que se disponía a ver una película cuando, sin previo aviso, llegó <b>Fidel Castro </b>y se acomodó en una butaca. Antes de que se apagaran las luces, Fidel lo miró fijamente y dijo: <i>"¿Alguien aquí tendrá un tabaco?"</i> Y Cabrera Infante no tuvo más remedio que darle uno de los que, muy visiblemente, asomaban en el bolsillo de su camisa.<br />
Los asistentes no pudieron disfrutar de la proyección porque el comandante no dejó de hablar ni un momento. Incluso en una sala de cine, él tenía que ser el centro de atención. Aunque su cigarro estaba aún a medio consumir, lo tiraba, se volteaba al escritor y le decía <i>"Dame otro."</i> Cuando la película terminó y se encendieron las luces, a Cabrera Infante solamente le quedaba un puro en la bolsa de la camisa y Fidel, al verlo, se lo pidió para el camino. La anécdota retrata con exactitud la total falta de respeto que Fidel tenía por las demás personas y por la propiedad privada.<br />
Existía la leyenda, sobra decir que totalmente falsa, que sostenía que los cigarros eran enrollados (<i>torcidos </i>es la palabra correcta) por mujeres hermosas que, para no empapar su ropa con sudor, trabajaban desnudas. Cuando era pequeño, el morboso y precoz Cabrera Infante se asomó al taller de una fábrica de tabacos, pero casi todas las mesas estaban ocupadas por hombres de rostro severo. Las pocas mujeres que había no eran jóvenes, ni bellas. Trabajaban en silencio y, para entretenerse, prestaban atención al hombre que, situado en una tribuna, leía un libro en voz alta.<br />
Los tabaqueros no eran especialmente instruidos y la mayoría de ellos trabajaba solamente para mantener sus vicios. Sin embargo, eran personas de amplia cultura general y rico vocabulario debido a que los lectores que amenizaban su lugar de trabajo leían obras maestras de la literatura universal. En un principio el lector no recibía sueldo de la fábrica, sino que era pagado por los propios torcedores. Solo se le exigían dos cosas: que tuviera una pronunciación clara y que su voz fuera lo suficientemente fuerte como para ser escuchada claramente en la última fila. Cuando pusieron micrófono con amplificador, este segundo requisito ya no fue importante.<br />
Tradicionalmente, las lecturas preferidas eran novelas francesas del Siglo XIX. <i>Nuestra señora de París</i>, de <b>Víctor Hugo</b>, y <i>El conde de Montecristo</i>, de <b>Alexandre Dumas</b>, eran tan populares que, una vez terminadas, por petición de los oyentes, se empezaban a leer de nuevo. Ambos escritores enviaron cartas de saludo a sus fieles seguidores de las fábricas de tabaco de Cuba. La marca de cigarros <i>Montecristo</i>, por cierto, tuvo su origen en la fascinación de los tabaqueros por la novela de Dumas.<br />
Entre las muchas libertades que los cubanos perdieron tras el triunfo de la revolución, estuvo la de escoger las lecturas en las fábricas de tabaco y, al menos durante el período inicial, los pobres torcedores debieron hacer su trabajo escuchando aburridísimas novelas propagandísticas soviéticas.</div>
<i>Puro humo</i> es un libro ameno y entretenido. Los juegos de palabras, a los que Cabrera Infante era tan aficionado y que, en esta obra, están presentes desde el mismo título, en repetidas ocasiones son más que forzados y su frecuencia, que es demasiado insistente, más que amenizar el relato, lo llena de tropiezos.<br />
En todo caso, la lectura de <i>Puro Humo </i>es placentera, ante todo, por lo que tiene de políticamente incorrecta. Aceptémoslo: fumar tabaco es nocivo para la salud. Como decía Cristóbal Colón, no puede obtenerse ningún provecho de esa acción tan extraña. Sin embargo, el vicio del fumado ha atrapado a innumerables generaciones alrededor del mundo durante los últimos quinientos años y, aunque no exista justificación a su consumo, sobre el tabaco hay mucho decir y este libro lo dice casi todo.<br />
INSC: 1876<br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgF0ek8Ul0Qm8kqzBFMvBevU9U2xzqWlkZCq2Crvmb3mT3BTs3VmDXnr1eRsFfo3mro3ATAxEw_O-jvObAiCgvJY5wVdJvUcT-WZiNtIHOQXKOJ1bZtCa2ZlJuzlDJoCcoOUjYtvJ-Fcv8/s1600/Guillermo+Cabrera+Infante.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="177" data-original-width="285" height="248" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgF0ek8Ul0Qm8kqzBFMvBevU9U2xzqWlkZCq2Crvmb3mT3BTs3VmDXnr1eRsFfo3mro3ATAxEw_O-jvObAiCgvJY5wVdJvUcT-WZiNtIHOQXKOJ1bZtCa2ZlJuzlDJoCcoOUjYtvJ-Fcv8/s400/Guillermo+Cabrera+Infante.jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Guillermo Cabrera Infante. (1929-2005).</td></tr>
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<br />Carlos Porrashttp://www.blogger.com/profile/00994918944534877814noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8739524028743279961.post-58208611775645923192019-12-30T16:11:00.001-06:002020-05-09T01:54:53.656-06:00Una visita a Federico Tinoco.<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEievTX0wE-44zm2N9HMAM-b1iweala_f4fACKjH5Fb_ygjGUMlzUG9IIFYQjoG80mKQdie6nrwuyrbdjS5qTgzRczxhqSL34Smxw61u2BD6ODz3C6_f8J_5oPxgblMhVDwPl6DNQA4HQa0/s1600/Tinoco+dias+de+Tirania+Ileana+Zambrana.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1332" data-original-width="946" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEievTX0wE-44zm2N9HMAM-b1iweala_f4fACKjH5Fb_ygjGUMlzUG9IIFYQjoG80mKQdie6nrwuyrbdjS5qTgzRczxhqSL34Smxw61u2BD6ODz3C6_f8J_5oPxgblMhVDwPl6DNQA4HQa0/s400/Tinoco+dias+de+Tirania+Ileana+Zambrana.jpg" width="283" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Tinoco Días de Tiranía. Ileana Zambrana.<br />
Euroamericana de Ediciones.<br />
San José, Costa Rica. 1994</td></tr>
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Cuando <b>Federico Tinoco Granados </b>partió de Costa Rica para nunca más volver estaba exhausto, pero no derrotado. Gobernó con mano dura durante dos años y, también con mano dura, fue capaz de reprimir todas las protestas en su contra que incluyeron hasta rebeliones armadas. Irónicamente, tras vencer en todos los enfrentamientos a sus adversarios, Tinoco renunció por voluntad propia. Cuando ya había anunciado su intención de renunciar a la presidencia y abandonar el país, fue asesinado su hermano Joaquín. </div>
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Numerosos autores han contado esta historia al revés. Se ha dicho que Tinoco renunció por la revolución del Sapoá, por las protestas callejeras o por la muerte de su hermano, cuando en realidad, pese su decisión de marcharse fue tomada después de haber triunfado y no por haber fracasado.</div>
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Hijo mayor de don Federico Tinoco Yglesias y de doña María Granados Bonilla, era miembro de una de las familias más ricas, cultas y respetadas de Costa Rica. Su padre era dueño de grandes fincas ganaderas, azucareras y ganaderas y, junto don <b>Francisco María Yglesias Llorente</b>, era socio de una gran empresa de importaciones. </div>
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Federico Tinoco Granados cursó estudios militares en los Estados Unidos y Bélgica, era gran aficionado a la lectura y la música clásica y hablaba perfectamente inglés y francés. Sus ideas políticas, sin embargo, al menos antes de 1914, no favorecían los beneficios de la oligarquía, sino los derechos del pueblo. Desde joven fue miembro activo del Partido Republicano de don <b>Máximo Fernández Alvarado</b>. </div>
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Tras las elecciones de 1914, primeras con voto directo, en que ningún candidato logró obtener el número de votos requerido para ser electo presidente, Federico Tinoco fue quien propició el arreglo para que <b>Alfredo González Flores </b>asumiera la presidencia. Don Alfredo nombró a Federico Tinoco como su ministro de Guerra y se cuenta que, en 1917, cuando le anunciaron a don Alfredo que estaba en marcha un golpe de Estado en su contra, su primera reacción fue pedir que llamaran a <i>"Pelico"</i>, ya que jamás habría imaginado que el propio <i>"Pelico" </i>era quien le estaba dando el golpe. A Alfredo González Flores lo quitó el mismo que lo puso.</div>
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En un primer momento, Federico Tinoco gozó del apoyo general, pero su gran popularidad no duró mucho. En apenas pocos meses, muchos de los que se manifestaron a favor del golpe, incluyendo a amigos y parientes suyos, así como ministros y colaboradores de su propio gabinete incial, acabaron presos en la Penitenciaría. En apenas dos años, el régimen de Federico Tinoco, que fue altamente represivo, pasó de la aceptación general al rechazo general. El hombre culto, refinado, idealista y de distinguida familia, acabó siendo considerado un monstruo y esa fue la imagen que quedó.</div>
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En Costa Rica, durante décadas, ser llamado <i>"tinoquista"</i> era una ofensa y una acusación muy seria. Quienes habían tenido trato con el dictador y, tal vez, hasta le guardaban aún aprecio y respeto, debían disimularlo.</div>
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Instalado en París con su esposa la escritora <b>María Fernández Le Capellain</b>, Tinoco escribió su libro <i>Páginas de Ayer</i>, en que brindaba su versión de los hechos y a la larga, acabó desempeñando trabajos mal remunerados, por lo que vivía muy modestamente. Aunque frecuentaba al <b>Marqués Manuel María de Peralta</b>, embajador de Costa Rica en Europa, su vida social era mínima. En París, Tinoco fue entrevistado por un joven periodista norteamericano llamado <b>Ernest Hemingway</b> y conversó con frecuencia con un también joven escritor cubano llamado <b>Alejo Carpentier</b>. A ambos escritores les llamó la atención ver a un exdictador convertido en un simple peatón anónimo y acabaron sorprendidos al notar que aquel militar que tomó el poder por la fuerza, no fuera un hombre de toscos modales, sino un caballero refinado y elegante. Se dice que el personaje del dictador, en la novela <i>El recurso del método</i>, de Alejo Carpentier, tiene algunas características inspiradas Federico Tinoco.</div>
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Su contacto epistolar con sus amigos costarricense era también escaso. Uno de los pocos que se carteaba con él era don Alejandor Aguilar Mora, cuyo hijo, <b>Alejandro Aguilar Machado</b>, durante un viaje a París, pasó a visitarlo.</div>
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En este punto termina la historia y empieza la ficción. <b>Ileana Zambrana</b>, escritora nicaragüense de origen cubano, se inspiró en esta visita para escribir una obra teatral titulada <i><b>Tinoco días de tiranía</b></i>, publicada por<b> Euroamericana de Ediciones </b>en 1994. El libro, que tiene un prólogo de don <b>Carlos Meléndez Chaverri</b>, está dedicado a la memoria de los hermanos Federico y Joaquín Tinoco Granados. No se trata, sin embargo, de una apología. Más que pretender ocultar o justificar los aspectos oscuros del régimen, los explora ampliamente. El dictador en el exilio, al conversar con el joven visitante, está dispuesto a responder sus preguntas y saciar su curiosidad. El tiempo y la distancia le permiten referirse a los hechos con cierta perspectiva y gran honestidad.</div>
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Según dice, él esperaba ser candidato presidencial en 1918 y decidió derrocar a Alfredo González Flores cuando se percató que pretendía reelegirse. Elude responsabilidad en el asesinato de Rogelio Fernández Güell, pero sí acepta su participación en el intento de asesinato que sufrió <b>Alfredo Volio Jiménez</b> en Llano Grande. Recuerda con dolor la explosión que dejó más de sesenta muertos en la Penitenciaría Central y se refiere a las actividades de <b>Minor Cooper Keith</b>, a las inescrupulosas negociaciones petroleras de Lincoln Valentine y a las dificultades que tuvo para que el Presidente de los Estados Unidos <b>Woodrow Wilson </b>reconociera su gobierno. Resignado, admite que le toca cargar con las consecuencias de sus errores.<br />
Estas declaraciones, sobra decirlo, son fruto de la imaginación de la escritora. Todas las afirmaciones que hace el personaje de ficción de este libro, podrían ser discutidas por quienes han estudiado el gobierno del personaje histórico. No se trata de descubrir cuál era la perspectiva de Tinoco sino, más bien, simplemente suponerla.<br />
Hay que señalar que, aparte de los actos de gobierno, el libro es también muy cuidadoso al retratar expresiones de la época y características personales. Hay detalles que podrían parecer a primera vista extraños, pero que son realidad adaptaciones exactas. Tinoco llama <i>"pollo"</i> a su visitante, expresión muy común a principios del Siglo XX para referirse a un hombre joven. Cuando menciona a Alfredo González Flores, lo llama <i>"Chinilla"</i>. Don Alfredo no solo tuvo la mala idea de mandarse a hacer un traje claro de una tela estampada con cuadros pequeños, sino que hizo retratar con él. En Costa Rica a ese tipo de tela se le llama <i>"Chinilla"</i> y don Alfredo, siendo presidente, acabó con ese apodo. Hay un momento en que Tinoco tiene que acomodarse la peluca y las cejas postizas. Tinoco padecía de una extraña condición de alopecía total, es decir, no tenía un pelo en todo el cuerpo. Sus contemporáneos, para manifestar lo terco que era, decían que no había manera de hacerlo cambiar de opinión cuando algo se le metía <i>"entre tizne y tizne"</i>, porque no tenía cejas.<br />
Cuidadoso hasta en el más mínimo detalle, el libro <i>Tinoco días de tiranía</i>, de Ileana Zambrana, no pretende hacer un retrato del dictador que gobernó Costa Rica durante dos años, sino intentar asomarse a la realidad de un hombre viejo, pobre, enfermo y cansado, al que las visitas le hacían hablar sobre una época que él intentaba dejar atrás.</div>
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<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEibomWvt6KME63EB54rSKXugXJtqHabWxRxSvBGoe9B0PXGqsAep1_s3P6G5HP8G_xirCNxxThDv0-ffRdR9J7MZpZOwtcVu_Stpj05r-HsV5q22g6AMSwzae8-otLasBquGbRnihIt4Zk/s1600/Federico+Tinoco+y+Mar%25C3%25ADa+Fern%25C3%25A1ndez.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="194" data-original-width="259" height="298" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEibomWvt6KME63EB54rSKXugXJtqHabWxRxSvBGoe9B0PXGqsAep1_s3P6G5HP8G_xirCNxxThDv0-ffRdR9J7MZpZOwtcVu_Stpj05r-HsV5q22g6AMSwzae8-otLasBquGbRnihIt4Zk/s400/Federico+Tinoco+y+Mar%25C3%25ADa+Fern%25C3%25A1ndez.jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">El exdictador Federico Tinoco Granados (1868-1931) y su esposa <br />
la escritora María Fernández Le Capellain (1877-1961) en París.</td></tr>
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INSC: 1814Carlos Porrashttp://www.blogger.com/profile/00994918944534877814noreply@blogger.com0