lunes, 11 de febrero de 2019

La enciclopedia de maravillas. Laureano Albán.

Enciclopedia de Maravillas.
Laureano Albán.
International Poetry Forum
San José, Costa Rica.
1993.
Tres tomos.

En estos tiempos, en Internet se almacena toda clase de información y los buscadores facilitan que quien la busque, la encuentre. Pero quienes ya peinamos algunas canas recordamos que, antes de que apareciera Internet, había que buscar los datos en las enciclopedias. Había, como en todo, buenas, mediocres y malas. Un mala enciclopedia era apenas algo más que un diccionario, pero una buena enciclopedia incluía artículos extensos y bastante profundos. Don José Figueres cuenta que, cuando iba a construir una chimenea en su casa de la finca La Lucha, buscó la palabra "chimenea" en la Encyclopedia Brittanica y se encontró desde la lista de materiales necesarios hasta el diseño apropiado para que el humo siguiera hacia arriba en vez de devolverse hacia el salón. Jorge Luis Borges rccordó en varias ocasiones que, más que una obra de consulta, las enciclopedias eran también lectura de información y de entretenimiento. Si uno buscaba, en una buena enciclopedia, datos sobre el imperio romano, el arte en el renacimiento, la fauna en las regiones polares, o el cultivo del arroz, encontraba tanta información como para pasarse la tarde entera leyendo. Por eso, de manera un tanto tramposa, decía que si le preguntaran cuáles tres libros se llevaría a una isla desierta, inevitablemente uno de ellos sería un tomo cualquiera de la enciclopedia. 

La idea de reunir de publicar, en varios tomos, un compendio tan completo como fuera posible de todas las ramas del saber, surgió en el Siglo XVIII. Un proyecto tan ambicioso, solamente podía ser alcanzado en parte, por lo que a la larga ciertas enciclopedias fueron reconocidas como muy completas en biografías, pero no en ciencias, mientras que otras se destacaban en arte, pero no en historia. Entonces, si a uno en la escuela le dejaban una tarea sobre, digamos, el aparato digestivo, sabía que debía recurrir a una enciclopia distinta a la que habría utilizado si el tema de la tarea hubiera sido, la independencia de Brasil.

Físicamente, las enciclopedias eran hermosas. Se veían muy imponentes esas filas de libros altos y anchos encuadernados en pasta dura. Recuerdo a los vendedores ambulantes que las ofrecían de puerta en puerta. Se daba un adelanto al firmar el contrato, luego iban a dejar a la casa la enciclopedia y después se pagaba a plazos semanales o mensuales. En mi casa había algunos libros, pero nunca hubo enciclopedia. Con el tiempo, logré irme haciendo de una bliblioteca considerable, pero nunca adquirí una enciclopedia. La última oportunidad que tuve, la desaproveché. En el supermercado vendían una enciclopedia de veinte volúmenes y cada tomo estaba disponible durante un mes. La idea de tener una enciclopedia me ilusionaba, pero en el fondo sabía que no iba a consultarla y que la tendría simplemente como objeto decorativo, así que desistí.

Más o menos por la época en que los tomos de la enciclopedia que decidí no comprar estaban aún a la venta en los estantes del supermercado, el poeta Laureano Albán tuvo la gentileza de obsequiarme los tres tomos de su Enciclopedia de Maravillas, una obra de la que había escuchado hablar, pero que nunca había visto. Se trataba de una enciclopedia que, en vez de datos, incluía poemas. Había poemas al cactus, a la mano, al hongo, al lirio, al pan, al pescado y así hasta completar mil temas.

La idea, en sí misma, era desconcertante y, cuando tuve los tres tomos altos, gruesos y encuadernados en pasta dura en mis manos, mi desconcierto, en vez de disiparse, aumentó. Por su propia naturaleza, valga la redundancia, enciclopédica, todas las enciclopedias eran obras antológicas, pero en la Enciclopedia de maravillas, todos los poemas son de Laureano Albán quien, en una obra exclusivamente personalmente suya le escribe un poema a mil temas distintos.

Naturalmente le agradecí el obsequio, pero no lograba comprender ni el principio ni el final del asunto, es decir, no comprendía ni la motivación ni el propósito de semejante esfuerzo. Como Laureano era un poeta laureado que había obtenido muchos premios literarios de importancia, circulaba entre los poetas costarricenses la broma de que, con este libro, pretendía obtener también un récord Guiness al poemario más extenso jamás publicado.

Aunque en el colofón se indica que el libro fue impreso en Costa Rica, aparece con el sello editorial de una organización llamada International Poetry Forum con sede en Pittsburgh, Pennsylvania. Se trata de una edición bilingüe en el que todos los textos aparecen en español y en inglés. El traductor fue Frederick H. Fornoff quien, desde el título mismo del libro tal parece que se topó con un dilema que fue resuelto por el diseñador. Como la palabra enciclopedia se escribe en español con la letra I y en inglés con la letra Y, autor, traductor, diseñador o los tres juntos, decidieron fusionarla en un solo símbolo en que ambas letras aparecen superpuestas. Esta originalidad, hay que aclararlo, solamente aparece en la portada, ya que en las páginas sí aparece adecuadamente enciclopedia en español o encyclopdia en inglés.

.De cuando en cuando, con la mayor atención, buena voluntad y mente y sensibilidad abiertas, hojeo este libro y trato de entrar en sintonía con su contenido, pero no lo logro. Es como si los tres pesados tomos de la obra total me impidieran leer unos versos en particular. Tengo claro que en la composición de mil poemas se invirtió mucho tiempo y en la edición, abundantes recursos. Pero no logro comprender el por qué y el para qué.

Cada uno a su manera, los poetas van creando su propia enciclopedia de maravillas y le escriben poemas al gato callejero, a la rama que se asoma sobre lo alto de un muro, o a la esquina por la que transitan. Después de todo, el poeta lo que hace es captar en un papel, con palabras, un instante, un lugar, un objeto o una persona, con el propósito de que, al leer esas líneas, otros vivan también, así sea de manera aproximada, las emociones y sensaciones que el poeta experimentó en ese instante, en ese lugar, antes ese objeto o esa persona. Es posible, que, a la larga, el poeta llegue a reunir mil poemas de este tipo pero, quizá por un ingenuo idealismo, uno tendería a pensar que tal creación sería espontánea y no deliberada, que respondería más al impulso de redondear cada poema en particular, en vez de a la pretensión de llegar a ser el autor de una enciclopedia.

La aparición de los tres tomos de Enciclopedia de maravillas, fue anunciada por una campaña tan sonora como poco efectiva. "La primera enciclopedia escrita totalmente en poesía en la historia de la humanidad", decía el folleto que entregaban quienes, siguiendo la tradición, ofrecían venderla a cómodos plazos semanales o mensuales. El propio Laureano Albán, casi al mismo tiempo del lanzamiento, aseguraba que pronto estarían disponibles seis tomos más. Sobra decir que la respuesta del público fue fría y que los nuevos tomos ofrecidos nunca aparecieron. 

Los lectores de obras literarias son una minoría. Y los lectores de poesía son una minoría dentro de una minoría. Las ediciones de los libros de poesía son de mucho menos ejemplares que las de un libro de narrativa, la venta de los libros de poesía es más lenta y, si se logra el aplauso, será siempre el aplauso de un grupo pequeño. Tanto el que la escribe como el que lee, tiene claro que la poesía se crea, se disfruta y se comparte en un pequeño espacio íntimo. Lo asombroso, lo verdaderamente impactante y estremecedor en la poesía, no es tanto la forma del libro en que está impresa sino, más bien, el impacto que puede provocar un puñado de palabras juntas en el ánimo, o el entendimiento, de un lector sensible.

Para muchos, y me incluyo, la Enciclopedia de maravillas no es un libro de poesía sino, simplemente, un libro extraño, inexplicable. De hecho, en mi biblioteca, ni siquiera lo tengo ubicado junto a otros libros de poesía, sino en un estante aparte, dedicado a rarezas.

Irónicamente, esta rareza, a la larga acabó siendo la única enciclopedia que tengo.


INS: 1605 1606 1607

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