sábado, 23 de mayo de 2020

Todas las que eres. Poesía de Joan Bernal.

Todas las que eres. Joan Bernal.
Editorial Arboleda. Costa Rica. 2019.
Cuando a un hombre le preguntan si ha habido muchas mujeres en su vida, generalmente se asume que el recuento se limita a las protagonistas de historias románticas o eróticas. Sin embargo, además de las amadas y las amantes, que no suelen ser, por cierto, las más importantes ni memorables, en la vida de todo hombre hay muchas otras mujeres: la madre, la abuela, las tías, la maestra, las compañeritas de escuela y las vecinas del barrio. Están también las que provocaron, sin enterarse nunca de ello, las primeras fascinaciones, los primeros enamoramientos. Y la lista continúa con mujeres que fueron un alivio y mujeres que fueron un tropiezo. La que nos hizo perder la cabeza, la que nos volvió locos en todo el sentido de la palabra, la que nos despertó sentimientos de admiración, ternura, sensibilidad o pasión que ni siquiera sabíamos que cargábamos dentro. Aquella a la que queríamos aproximarnos y aquella otra de la que procurábamos alejarnos. La inalcanzable y la alcanzada. La que nos abandonó y la que abandonamos. La que era como una sombra que nunca llegamos a conocer. La que nunca ni siquiera supo de nuestra existencia ni, mucho menos, de la altura del pedestal al que la habíamos elevado. Y también, por supuesto, la cercana, la confidente y queridísima, con la que no hubo fascinación, atracción ni deseo, pero que llegó a ser una verdadera amiga.
La mujer no es una idea abstracta, sino una realidad concreta o, más bien, muchas realidades individuales. Los prejuicios son fruto de las generalizaciones. Cuando se concentra la atención en un ser individual se descubre que es único, por lo que colgarle una etiqueta resultaría, además de injusto, inexacto. 
El libro Todas las que eres, de Joan Bernal, publicado por la Editorial Arboleda en 2019, reúne textos, la gran mayoría breves, dedicados a mujeres concretas. A lo largo de su vida, Joan se ha encontrado en su camino a muchas mujeres cuya presencia o ausencia, lo ha impactado al punto de hacerlo escribir poemas. No se trata de uno de esos libros que tanto abundan, en que el escritor asume el papel de versificador inspirado o de macho alfa y se refiere a "la mujer" que, como la Dulcinea de don Quijote, es una criatura inventada que solamente existe en su imaginación. Todo lo contrario. Más que escribir este libro, podría decirse que Joan lo recopiló, ya que la mayor parte de los poemas incluidos ya habían sido publicados en otros libros suyos. Visto así, podría decirse que este es su primera obra temática. 
Por las páginas del libro desfila una variada secuencia de mujeres que van desde la madre agonizante que no acaba de tomar la decisión de partir, hasta la actriz de películas para adultos, ya muerta, cuya carne se pudre en la tierra porque la enfermedad no respeta ni la belleza más espectacular.  Allí esta Gina, cuyos ojos le pide a Dios poder ver al menos una vez más, la escritora Ana Istarú y su impresionante presencia, una muchacha de Texas y otra de Iowa, la misma Laura con la que compartía el cansancio de sentirse más perfectos que los otros y la tipa, "sucia y fétida, que se cree más que yo, y lo es". Allí está la que es capaz de iluminar lo más oscuro y la que acaba oscureciendo hasta lo más claro. Está hasta la vecina de enfrente, casada y con hijos, que siempre se mostró curiosa pero nunca se atrevió a quitarse la curiosidad y no era más que una sombra que se movía tras la cortina cada vez que el solterón del otro lado de la calle, mirándola de reojo, se demoraba arreglando el jardín.
Con unas la cercanía fue breve pero, aunque desaparecieron tan abruptamente como aparecieron, dejaron huella y hasta cicatriz. La compañía de otras llegó a ser prolongada y, de alguna manera, hasta permanente. Con algunas de ellas alcanzó una unión plena, pero otras ni se dejaron conocer o ni daban ganas de conocerlas. Algunas (el poeta lo dice con franqueza) no eran más que un cuerpo. 

"Tu alma no importa aquí. 
Tu alma es un avalorio. 
Un cuerpo. Fuiste un cuerpo.
Juzgada por la carne
merecés la gloria."

Hay remembranzas de relaciones dispares en que cada miembro de la pareja pretendía obtener del otro algo distinto de lo que el otro podía darle. "Amor no hubo, y sin embargo lo nombro."
A alguna se atreve a decirle "Quédate. Acompáñame los días que yo viva", pero, realista y resignado declara: "Yo sigo agradecido con todas las mujeres que no quieren perder su tiempo conmigo."
Joan Bernal hace tiempo dejó de ser lo que se suele llamar "un poeta joven". Sus libros demuestran que su poesía no promete, sino que cumple. Las vanguardias infantiles, los malabares y florituras, las audacias para la gradería o las provocaciones gratuitas nunca lo sedujeron. Como poeta, Joan ha logrado plasmar su rica experiencia de vida en la página en blanco con un lenguaje esmerado que logra tanto mostrar como insinuar. Sus amplias, numerosas y bien asimiladas lecturas de poetas de distintas épocas, le han permitido definir un estilo propio, en que tal vez se pueda descubrir alguna influencia pero nunca una imitación. Tiene el enorme mérito, bastante difícil de alcanzar, de ser expresivo, sin caer en lo retórico; ser contenido y breve, sin caer en lo tosco; y ser capaz de utilizar un lenguaje directo y hasta, en ocasiones, áspero, sin caer en lo grotesco. 
Pero, aunque la poesía se exprese con palabras, lo verdaderamente importante no es la técnica ni la habilidad sino, más bien, lo que está detrás de las palabras: la experiencia vivida, la emoción experimentada y el sentimiento con que se evoca todo aquello para plasmarlo de manera total en apenas unas cuantas líneas. En este sentido, Joan logra alcanzar cimas de expresividad y concisión a los que pocos llegan.
Cada página de este libro es un mundo aparte. Al evocar las mujeres de su vida, Joan no se concentró en sus amadas y sus amantes, sino que brindó un abanico amplio de figuras femeninas inolvidables. Sería inexacto, entonces, calificar esta obra como poesía romántica o erótica ya que, en conjunto es mucho más que eso. Sin embargo, a la hora de escoger un pequeño botón de muestra para compartir, opté por las últimas líneas del poema titulado Desvelo.


Desvelo

(Fragmento)

En tu casa huele a que los dos deseábamos
tocarnos con las manos
que ahora se completan húmedas
de pura agua de zozobra.
Suelto una pequeña lágrima en tu espalda
y en tu piel se hacen ondas mientras veo
mi cara en las mitades
de tu espalda y tu pelo.
En lo que va de estas horas
te has sentado y tendido
de pie desde que el lápiz se paró en su punta.
Si esta es la alegría
siempre estuve triste.



INSC: 2775
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