martes, 15 de septiembre de 2020

Juan Manuel de Cañas. Ultimo Gobernador español de Costa Rica.

Juan Manuel de Cañas.
Elizabeth Fonseca Corrales.
Ministerio de Cultura, Juventud
y Deportes. 
Costa Rica, 1975.
La independencia de una provincia colonial pobre, aislada y poco poblada no es un asunto que se resuelva de un día para otro, especialmente si el aviso de la declaración llega por correo de manera inesperada. Cada año, al conmemorar la independencia de Costa Rica, se recuerda que la noticia tomó a los habitantes por sorpresa. Sin embargo, no suele mencionarse que quien recibió los documentos fue el propio Gobernador español, don Juan Manuel de Cañas que, sin demora, los dio a conocer a los vecinos de las principales poblaciones. La independencia de España le ponía fin a su autoridad pero, irónicamente, incluso después de conocida y aceptada la independencia, Juan Manuel de Cañas siguió siendo la máxima autoridad de Costa Rica mientras se definía la manera en que se iba a proceder en las nuevas circunstancias.

Aunque era militar, en pocas ocasiones le tocó entrar en combate. Por los documentos que se conservan sobre sus actuaciones en el plano político, judicial, administrativo y burocrático, así como por su correspondencia privada, queda en evidencia que Juan Manuel de Cañas era un hombre discreto, conciliador y paciente. Cuando era subalterno, obedecía órdenes sin chistar. Cuando se dirigía sus superiores, esperaba sin apuro la respuesta y la aceptaba aunque fuera contraria a sus deseos. Cuando fue gobernador, escuchaba a los afectados por sus decisiones de manera tan abierta y comprensiva, que llegó al punto de variar y hasta a anular del todo, disposiciones dictadas por él mismo con tal de complacer las solicitudes de los habitantes. Como figura histórica, el último gobernador español de Costa Rica es un personaje sin grandes claroscuros y, tal vez por eso, su nombre no se mencione con frecuencia.

Las menciones sobre él, tanto en investigaciones históricas como en estudios genealógicos, suelen ser escuetas, pero hay un libro de la Dra. Elizabeth Fonseca Corrales, publicado por el Ministerio de Cultura Juventud y Deportes en 1975. titulado Juan Manuel de Cañas, en que se repasa de manera detallada su trayectoria militar y administrativa y, muy especialmente, su participación protagónica en el proceso de independencia de Costa Rica.

Juan Manuel de Cañas.
Ultimo Gobernador español de Costa Rica.

Hijo de don Nicolás Francisco de Cañas Trujillo y de doña Magdalena Sánchez de Madrid y Bacaro, Juan Manuel de Cañas estaba emparentado, por línea materna con familias principales de la nobleza española. Por el lado paterno descendía de varias generaciones de militares. El apellido originalmente era Guevara, pero tanto su abuelo como un tío abuelo lo cambiaron por Cañas. A la hora de rastrear datos personales, los genealogistas suelen ser más acuciosos que los historiadores. En el libro se dice que Juan Manuel de Cañas nació "en Jerez de la Frontera, en fecha desconocida pero cercana a 1760." Entre los genealogistas, sin embargo, se da por confirmado el dato de que Juan Manuel de Cañas nació en el Puerto de Santa María, Cádiz, el 2 de julio de 1763 y fue bautizado dos días después en la parroquia de Los Milagros, de esa misma ciudad. Al igual que muchos otros de quienes lo precedieron en el cargo de Gobernador de Costa Rica durante la Colonia, Juan Manuel de Cañas era andaluz. Con el libro de doña Elizabeth Fonseca y con otras fuentes genealógicas, se puede conocer su biografía, que resulta en verdad interesante.

De su juventud en España no hay mucho que decir. Siendo apenas un muchacho entró a formar parte del regimiento de infantería de Sevilla y, antes de cumplir los dieciocho años de edad, fue trasladado a servir en las tropas de la Capitanía General de Guatemala donde, el 15 de abril de 1804, recibió el grado de Sargento Mayor que le fue otorgado directamente por el rey Carlos IV. Ejerció funciones en Quetzaltenango y pasó, poco después, a El Salvador, Nicaragua y, finalmente, Costa Rica, a donde llegó en 1795-.

El trabajo de Juan Manuel de Cañas como comandante del batallón provincial de Costa Rica fue bastante tranquilo ya que no había ataques de enemigos foráneos y las revueltas contra las autoridades eran pequeñas y esporádicas. A veces los vecinos protestaban en las calles contra las normas de producción de tabaco o venta de aguardiente y entonces los soldados debían restablecer el orden pero, en realidad, en lo que más se mantenía ocupado el comandante era en buscar cómo conseguir los quinientos pesos mensuales que necesitaba para pagar el sueldo de la tropa. En todo caso y por si acaso, Juan Manuel de Cañas procuraba que los soldados no se mantuvieran ociosos y los ponía a realizar maniobras de entrenamiento. Solamente en dos ocasiones las cosas se pusieron realmente serias. En 1808 debió reprimir las protestas de los cultivadores de tabaco heredianos y en 1812 marchó con sus hombres al partido de Nicoya, donde hubo grandes disturbios. Cuando llegaron, ya el asunto se había calmado y retornaron a Cartago, pero poco después debieron volver a tomar rumbo al norte para aplacar una revuelta de grandes proporciones en Granada, Nicaragua, donde permanecieron casi un año y sufrieron una peste que llamaron "Calentura pútrida". Por este servicio a la Corona, Cartago recibió no solamente el título de ciudad, sino la distinción de "la muy noble y leal."

El Gobernador de Costa Rica, don Juan de Dios Ayala, ya estaba viejo y cansado. Cañas mostró interés en ser su sucesor, escribió algunas cartas y movió algunos hilos, pero su candidatura no prosperó. Para sustituir a Ayala fue nombrado Bernardo Vellarino, pero murió en un naufragio antes de llegar a Costa Rica. Como Ayala también había muerto, la provincia se quedó sin gobernador. Mientras se nombraba uno nuevo, Ramón Jiménez Maldonado tomó la autoridad civil y Juan Manuel de Cañas la autoridad militar. Vale la pena aclarar que la burocracia colonial era muy compleja y, a pesar de su título, el Gobernador no gobernada. Las poblaciones eran gobernadas por ayuntamientos. El gobernador lo que hacía era resolver los conflictos entre vecinos y mantener el orden. Es decir, sus funciones eran más judiciales y policiacas que de gobierno. Irónicamente, era quien cobraba los impuestos pero no tenía autoridad para disponer del uso de lo recaudado.

El 7 de agosto de 1819, Cañas fue distinguido con el título de  Caballero de San Hermenegildo y, pocas semanas después, el 3 de diciembre, fue nombrado Gobernador interino, que luego fue confirmado en propiedad. Tenía pocos meses en el cargo cuando empezó a regir la Constitución de Cádiz, jurada en Costa Rica en julio de 1820. Juan Manuel de Cañas, al igual que la nueva Consitución, había nacido en Cádiz, pero esa nueva ley fundamental acabó causándole dolores de cabeza. Muchas de las normas eran ambiguas y poco claras, especialmente en materia administrativa y tributaria. Se discutió si los pueblos indígenas debían seguir pagando impuestos. Cañas no dejó de cobrarlos y eso le fue recriminado posteriormente. Por otra parte, la autoridad de los ayuntamientos se vio fortalecida y el Bachiller Rafael Francisco Osejo, verdadero entusiasta y estudioso de la nueva Constitución, sostenía interpretaciones distintas a  las del Gobernador. Cañas no era jurista, sino militar, pero hay que reconocerle que siempre procuró actuar dentro de la legalidad.

De manera similar, Cañas, que no era agricultor, ni ganadero, ni comerciante, sino militar, administraba a su manera las rentas de la factoría de tabacos y, ante la escasez de alimentos, fomentó cultivos tanto individuales como comunales de trigo, frijoles y garbanzos, pero cuando los agricultores le mostraron con argumentos convincentes que sus iniciativas podrían más bien perjudicar la producción agrícola, echó atrás en sus disposiciones.

Como Gobernador, Cañas puso especial empeño en construir una trocha transitable entre Cartago y Matina y brindó gran apoyo al desarrollo de Esparza que, pese a ser uno de los primeros asentamientos españoles de Costa Rica, iba mermando en población y actividad agrícola y comercial. Para Cañas, la prosperidad de Esparza era estratégica, puesto que era el único poblado que había entre Bagaces y Alajuela.  

Otras acciones suyas fueron la realización de censos de pobladores y planos de las villas. Le tocó hacer frente a dos epidemias, una de viruela en 1820 y otra de tosferina en 1821. Para favorecer a los pobres, instaló ventas de alimentos a la puerta de los cabildos en donde no admitía intermediarios ni revendedores. Auditaba el funcionamiento de las romanas en los mercados y castigaba severamente a los comerciantes que hacían trampa con el peso. A los vagabundos, es decir, a los hombres adultos que no tuvieran oficio conocido, los enrolaba a la fuerza en el batallón.

Un comunicado del Gobernador, verdaderamente curioso por su redacción, manda "a los padres y madres de familia, a instruir a sus hijos a leer, escribir y contar." Llama la atención que utiliza el lenguaje inclusivo al referirse a "padres y madres", pero no lo utiliza al mencionar a los "hijos". Ya sea que este pequeño detalle gramatical, haya sido intencional o accidental, no deja de ser interesante.

Una parte rutinaria de su trabajo como Gobernador era recibir y responder la correspondencia que recibía de otras autoridades del Istmo. Pero el correo que llegó el 13 de octubre de 1821 le trajo noticias verdaderamente extraordinarias. Además de los documentos usuales, venían las copias de dos actas. La de Guatemala, del 15 de setiembre de 1821, que declaraba la Independencia de España, y la de León Nicaragua, que cautelosamente se limitaba a esperar hasta "que se aclaren los nublados"

Resulta hasta divertido imaginarse ese momento. Cañas era español, militar español y Gobernador español. Con la declaración de independencia quedaba sin autoridad, pero no había otra autoridad a cargo más que la suya. Como siempre se había mostrado dispuesto a escuchar a otros, Cañas reunió a los vecinos de Cartago y los puso al tanto de las novedades. De inmediato, montó en su caballo y se fue dar a conocer la noticia a los habitantes de las demás poblaciones. La historia de Costa Rica está llena de ironías y, sin lugar a dudas, que el Gobernador español haya sido quien anunciara la independencia de pueblo en pueblo es una de las más simpáticas.

Los vecinos, al igual que el Gobernador, no tenían muy claro qué hacer. Del 25 de octubre al 1 de noviembre de 1821 se efectuó en Cartago una reunión de representantes de los pueblos. Entre otros estuvieron el Dr. Juan de los Santos Madriz por San José, José Santos Lombardo por Cartago y Escazú, Gregorio José Ramírez por Alajuela, el Bachiller Rafael Francisco Osejo por Ujarrás, Cipriano Pérez por Heredia y Bernardo Rodríguez por Barva. También participaron, como anfitriones, los miembros del Ayuntamiento de Cartago, los sacerdotes de la muy noble y leal y el propio Juan Manuel de Cañas, que ya no podía llamarse Gobernador. Nadie cuestionó su presencia, pero luego los representantes de algunos pueblos (Pacaca, Curridabat y Aserrí) manifestaron que Cañas no debería participar en las reuniones. Juan Manuel de Cañas, de hecho, ya estaba pensionado y quería retirarse del puesto e irse a vivir a Nicaragua. Por él, se iría inmediatamente, pero no estaba claro a quién debería entregarle los expedientes de los procesos judiciales que estaban abiertos ni las armas del arsenal. Sobre las armas, por cierto, hubo algún conato de rebelión y Cañas debió resguardarlas. Su gesto fue considerado por algunos como desafiante.

El 29 de ocubre de 1821, los representantes de los pueblos firmaron un documento que, en opinión de algunos, es el acta de independencia de Costa Rica. Sin embargo, el historiador Rafael Obregón Loría consideraba que esa declaración de independencia no era la de toda la provincia sino, solamente, el acta de independencia de Cartago. Elizabeth Fonseca es de su misma opinión, puesto que, cuando los delegados regresaron a sus pueblos y dieron a conocer el documento, los ayuntamientos no estuvieron de acuerdo con lo que establecía. En todo caso, la independencia fue jurada el 1 de noviembre de 1821 ante el padre Joaquín Alvarado y el propio Juan Manuel de Cañas quien, de ser el último Gobernador español, pasó a ser nombrado por los vecinos como Jefe Político Patriótico de Costa Rica. 

En cuanto se formó la Primera Junta Superior Gubernativa, Juan Manuel de Cañas le entregó los documentos y las armas y se dispuso a partir. Su salida se demoró, no por asuntos políticos, administrativos ni judiciales, sino por cuestiones estrictamente personales. Antes de dejarlo irse, había que ver cómo se iban a cancelar las deudas que tenía pendientes ya que, a título personal y no como gobernador, había pedido plata prestada. Además, debía hacerse responsable de la manutención de los hijos extramatrimoniales que había tenido con Feliciana Ramírez Pacheco.

En Nicaragua, Cañas se había casado con Tomasa Bendaña Zurita Moscoso, nacida en León, pero hija de Juan Antonio Avendaño, natural de Granada. El matrimonio tuvo tres hijos, todos nacidos en Nicaragua. El mayor tenía apenas cinco años cuando la familia se trasladó a Costa Rica. Doña Tomasa, la esposa de Juan Manuel de Cañas, murió en Costa Rica en 1810 y el militar se juntó, sin casarse, con Feliciana Ramírez Pacheco, con quien tuvo otros tres hijos. 

Una vez que quedó claro y garantizado que Juan Manuel de Cañas no se iba a desentender de sus hijos costarricenses ni de las deudas que tenía pendientes, se le permitió la salida. Las autoridades costarricenses por su parte, garantizaron el giro de la pensión de Cañas. Es decir, otra ironía histórica, Juan Manuel de Cañas, que toda su vida sirvió como militar a la Corona española, fue quizá el primer funcionario pensionado de un nuevo Estado independiente llamado Costa Rica.

Juan Manuel de Cañas partió a Nicaragua el 8 de enero de 1822. No se sabe cuándo murió, pero consta en documentos que todavía en 1830 estaba con vida, ya que en ese año aparece como padrino del bautismo de su nieto Juan de la Rosa Cañas Hidalgo, efectuado en la catedral de León, Nicaragua.

Entre los descendientes de Juan Manuel de Cañas abundan las figuras destacadas pero, como botón de muestra, vale la pena citar al menos dos de ellas. Su hijo, Manuel Antonio Cañas Avendaño, casado con Ana Hidalgo Muñoz de la Trinidad, fue el padre de Manuela Cañas Hidalgo quien, casada con Alvaro Contreras Membreño, fue la madre de Rafaela Contreras Cañas, primera mujer escritora y periodista centroamericana, esposa del Príncipe de la Letras Castellanas, el poeta Rubén Darío. Juan Manuel de Cañas, quien decía que los "hijos" debían aprender a leer y escribir, pero olvidó mencionar a "las hijas", fue el bisabuelo de la primera mujer centroamericana que incursionó en la literatura.

Otro hijo de Juan Manuel de Cañas, José Nicolás Cañas Ramírez, casado con Feliciana Alvarado Velasco, fue el padre de Clara Cañas Alvarado quien, casada con Inocente Moreno Quesada, fue la madre del Dr. Ricardo Moreno Cañas, eminente médico y político costarricense que, a raíz de su asesinato, llegó a convertirse en leyenda.

Además de estos dos célebres bisnietos, Juan Manuel de Cañas dejó en Centroamérica toda su vida. Tenía cincuenta y ocho años de edad cuando recibió la noticia de la independencia. Había salido de España a los diecisiete años de edad y ya llevaba más de cuarenta años de vivir a este lado del Atlántico. A pesar de sus ancestros nobles, de su título de Caballero y de sus grados militares, su verdadera tierra, su patria, estaba aquí y no allá. Quizá por eso no tuvo problema alguno en anunciar la independencia de pueblo en pueblo y, una vez instaladas las nuevas autoridades, retirarse de los asuntos de gobierno para vivir acompañado de sus hijos y nietos quienes, como él, ya no eran españoles.

INSC 1906

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