jueves, 28 de octubre de 2021

La ruta de los héroes de Adriano Corrales.


La ruta de los héroes.
Adriano Corrales.
Segunda edición. Editorial Arlekin.
Costa Rica. 2021

Cada vez que, al inicio de una novela, aparece la leyenda de que todos los personajes y situaciones son ficticios y cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia, es porque sin lugar a dudas, dentro de sus páginas hay figuras y hechos que, por más disimulados que estén, pueden ser perfectamente reconocidos. Tal es el caso de la novela La ruta de los héroes, de Adriano Corrales que, en ciento veintitrés breves relatos, se refiere tanto a importantes episodios de la historia nacional como a hechos tan recientes que todavía andan por ahí muchos que los protagonizaron o presenciaron.

Delfín Dorado, el protagonista, es un joven rebelde y transgresor con grandes inquietudes artísticas y sociales. Interesado en la literatura y la historia de Costa Rica, estudia ambos temas de manera obsesiva. Pero su vocación no es de simple analista, sino que aspira a ser promotor de un cambio de paradigma. Le interesa mucho lo que se ha hecho hasta ahora, pero sus miras están puestas en lo que se puede hacer de ahora en adelante.  Se involucra entones con movimientos políticos clandestinos, al tiempo que se relaciona con jóvenes escritores que frecuentan talleres literarios. Ambos colectivos no pasan de ser grupos de soñadores. Los amigos con quienes pasa tardes enteras discutiendo de literatura, se llaman escritores pero no tienen obra publicada, por lo que no cuentan ni con un solo lector. Los revolucionarios  de comité a puerta cerrada, sueñan con la transformación total del país, pero no tienen respaldo popular. El público, ni siquiera sabe que existen esos escritores que sueñan con dar la gran sorpresa, mientras que el pueblo al que consideran oprimido, también ignora que haya un movimiento dispuesto a salvarlo.En ambos escenarios, Delfín Dorado se enfrenta a grandes frustraciones. La literatura que se lee, se promociona y se premia es, un su opinión, mediocre. Los partidos por los que vota la mayoría, no solo  no ofrecen soluciones, sino que, le parece, son más bien la causa de todas las situaciones que deben ser corregidas. Considera que tanto las obras literarias de verdadero valor artístico, como las propuestas políticas más audaces y creativas, son las que se mantienen en la sombra, conocidas solamente por unos pocos que tampoco logran ser capaces de darlas a conocer masivamente.

No es de extrañar, entonces, que a pesar de su afición por construir castillos en el aire y soñar con todo lo que podría ser, pero no es, las tertulias con sus compañeros de letras y de luchas estén teñidas de un amargo tono de queja.   El entorno político y el entorno literario, de la última década del Siglo XX, no solamente les parece opaco sino, en muchos aspectos, absurdo.

En la novela se repasan algunas situaciones de aquella época que, como ya dije, todavía andan (o andamos) por aquí, muchos de quienes las presenciamos. Yo estuve presente en aquella incómoda situación en la que, en medio de un recital con numeroso público, un reconocido poeta, al hacer uso de la palabra, le reclamó a una escritora, que también formaba parte del panel, el haber expresado una opinión desfavorable sobre su más reciente poemario en una entrevista. Lo que la escritora dijo sobre el libro del poeta que acababa de publicarse, fueron apenas seis palabras. Pero el poeta, dolido porque su obra no fuera de gusto y aprobación universal, al tenerla al frente, le leyó un discurso de protesta, bastante largo, que traía preparado por escrito.

Disimuladas con nombres cambiados, se cuentan otras anécdotas de este tipo. Curiosamente (vale la pena anotarlo para un lector no costarricense o poco familiarizado con el mundillo literario tico), las situaciones más descabelladas y hasta increíbles, en verdad ocurrieron. Un poeta publicó un libro de poemas dedicado a su esposa, cuyo nombre, para que quede claro, formaba parte del propio título de la obra. Dicho libro obtuvo el Premio Nacional de Poesía. Lo feo del caso, es que la esposa, a quien iban dedicados los poemas, formaba parte del jurado que otorgó el premio. El caso del bibliotecario que fue jurado en los premios nacionales de literatura, pese a no tener no solamente ningún libro, sino ni siquiera ningún artículo publicado, por increíble que parezca, también ocurrió realmente. Al igual que muchos otros, yo también escuché directamente de los labios del poeta paranoico. su explicación convencida de que las cucarachas portaban micrófonos ocultos.

A los que ya han muerto, los cita por sus nombres. Así se repasan anécdotas de Felipe GranadosAlexander Obando y el simpático Tomás Saraví, conocido como el Dr. Taurus, quien solía afirmar revelaciones totalmente inverosímiles que, a la larga, resultaban ciertas, al menos en parte. 

Pero La ruta de los héroes es mucho más que un repaso anecdótico de situaciones vividas en la última década del Siglo XX y la primera del XXI. Un descubrimiento viene a introducir en la novela un plano paralelo. 

Justo cuando Costa Rica parecía sumida en la rutina y el conformismo, cuando no había ya grandes luchas ni en mente ni en proceso, apareció un diario de un combatiente de la Campaña Nacional contra los filibusteros de William Walker. La novela entonces intenta enlazar la lucha de aquella guerra que ocurrió siglo y medio atrás, con los desafíos que debían afrontar Delfín Dorado y sus compañeros poco después del año 2000. Se plantean entonces dos líneas narrativas de alguna forma análogas. De la misma forma es que la presencia de Walker en Nicaragua alteró la serena vida de los habitantes de Costa Rica, que debieron realizar acciones y afrontar riesgos para los que no estaban preparados, así mismo, Delfin Dorado y los suyos, inspirados por el diario de combatiente, se envalentonaron para dejar de arreglar el mundo en la tertulia y pasar de una vez de las palabras a los hechos.

La credibilidad del diario es poco convincente.  Más que un documento auténtico, parece más bien una fabricación realizada a propósito para dar soporte propagandístico a una posición determinada. Salvo las breves y esporádicas menciones a su novia, Lucía, se trata de un diario sin apuntes personales. Es más bien una crónica histórica, en que presta más atención a figuras conocidas tales Juan SantamaríaPancha Carrasco, el Padre Francisco Calvo, el Dr. Carl Hoffmann. el periodista Adolphe Marie, los médicos Cruz Alvarado Velazco y Andrés Sáenz Llorente y hasta el músico español. patriarca de una gran familia de artistas, Alejandro Cardona Llorens. Son escasas y esporódicas las ocasiones en que se refiere a sus compañeros de torpa y, cuando los menciona, aparecen identificados con nombres de escritores de finales del Siglo XX.

Algo que llama poderosamente la atención, es que el relato, así como las reflexiones que se hacen sobre él tengan numerosas inexactitudes históricas. El grupo revolucionario del que forma parte Delfín Dorado decide denominarse Héroes del 56. ya que, según su interpretación de los hechos, la expulsión de los filibusteros fue "la primera derrota del imperialismo yanqui". Sobre esta apreciación, vale la pena aclarar que la incursión de Walker en Nicaragua respondió al acuerdo firmado por Byron Cole con Francisco Castellón, que fue estrictamente privado. Una vez proclamado presidente de Nicaragua, a pesar de sus múltiples y reiterados esfuerzos, Walker nunca fue reconocido por el gobierno de los Estados Unidos.  Por otra parte, Walker, ya como gobernante, consideró que la Compañía del Tránsito, propiedad del magnate Cornelius Vanderbilt, debía ser gravada con mayores impuestos, lo que le hizo ganarse un enemigo poderoso e influyente que, además, tenía la ventaja de estar más cerca de Washington. Antes, durante y después de su incursión en Nicaragua, Walker fue visto, tanto en Centroamérica como en los propios Estados Unidos, como un aventurero que actuaba por cuenta propia. Los barcos de guerra norteamericanos que se aproximaron a Nicaragua en 1857 no entraron en combate. Y, de haberlo hecho, habrían actuado más bien contra Walker. 

Curiosamente, por una parte, en la trama se desenmascaran mitos históricos que se repiten por tradición oral sin que nadie se moleste en confirmarlos pero, por otra parte, en la obra misma se repiten también mitos de este tipo. En la novela, Pancha Carrasco toma las armas y Carmen Lyra lidera la quema de la Información, pese a que ambos hechos son relatos legendarios y que no corresponden con lo que en realidad ocurrió.

Este asunto de las imprecisiones llega a estar presente incluso en los más pequeños detalles. El diario del combatiente, menciona a Schlessinger en la batalla de Rivas, cuando donde estuvo Schlessinger fue más bien en Santa Rosa. Se presenta a don Vicente Aguilar Cubero como ministro y cuñado de don Juan Rafael Mora, cuando es sabido que Vicente Aguilar Cubero era su socio, no su ministro. El cuñado de don Juanito, tampoco era don Vicente, sino el Dr. José María Montealegre Fernández.  

Conforme avanzaba en la lectura del libro, me fui dando cuenta que todas estas inexactitudes históricas eran deliberadas. No son errores sino, más bien, distorsiones, exageraciones, juegos de cambios, es decir, fantasías. La ruta de los héroes es una novela, es decir, una obra de ficción. Más que una novela histórica, da la impresión de que se trata de una novela antihistórica. Poco a poco, la fantasía va ganando más protagonismo y, ya en los últimos episodios, acaba completamente sumida, tanto en el diario del combatiente del 1856, como en las andanzas de Delfín Dorado en las primeras décadas del siglo XXI, en una realidad alternativa. Cuenta lo que pudo haber sido, pero no fue. 

Para evitar arruinarle la sorpresa a quienes no han leído este libro, me abstengo de hacer comentarios sobre el desenlace. Me limito a recomendarles, para que disfruten la trama de principio a fin, que no cometan el error que yo cometí. No se distraigan con las referencias a hechos, situaciones o personajes que les resulten familiares. Esta novela, como todas las novelas, es un mundo en sí misma. Lo que sucedió hace poco, como lo que ocurrió hace mucho, tuvo lugar en un país imaginario y (en este caso la advertencia resultó ser cierta), cualquier semejanza con personajes o acontecimientos de la realidad es puramente accidental. Los novelistas, amos y señores del mundo que crean, solamente le deben fidelidad a su propia fantasía y nada, ni siquiera la realidad conocida o documentada, puede ponerle límites a sus sueños.

La lectura de La ruta de los héroes nos invita reflexionar sobre el pasado, presente y futuro de Costa Rica, pero no solamente a partir de los datos, sino también por medio de la fantasía.

En todo caso, hasta los libros de historia más rigurosos y documentados, están también llenos de inexactitudes. Las de los historiadores no solamente son inexactitudes inconscientes e involuntarias sino que en alguna medida también responden a su propio mundo imaginario. Al final, se acabe repitiendo lo que se ha descubierto, como lo que se ha interpretado. Lo que consta se altera con lo que se cree, o lo que se quiere creer. La literatura, desde la fantasía, nos puede aclarar la realidad. La historia, inevitablemente, es en gran parte fruto de la imaginación.

INSC: 2779

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