Juan Loots y las bandas de música militar. Ludmila Svatek. Instituto del Libro. Ministerio de Cultura Juventud y Deporte. Costa Rica, 1986. |
El aprendizaje de la música era totalmente empírico. Los jóvenes aprendían a tocar un instrumento gracias al vecino que les enseñaba, pero ni a uno ni a otro le pasaba por la cabeza que aquello requiriera un estudio metódico ni, mucho menos, que llegara a convertirse en la actividad principal para ganarse la vida. La única institución dedicada a la música eran las bandas militares que constituían la parte más vistosa y activa del pequeñísimo ejército costarricense. El sueldo de un músico de primera categoría, era el equivalente al de un maestro de tercera categoría, por lo que, para ir pasando, apenas ponían el instrumento en el estuche y colgaban el uniforme de un clavo, los músicos se ocupaban como peones agrícolas, carpinteros, sastres o albañiles.
En 1906, cuando murió el Director General de Bandas, don Rafael Chaves Torres, el recién electo Presidente de la República, don Cleto González Víquez, en vez de nombrar un nuevo director entre los músicos nacionales, decidió mandar a traer de Europa a un maestro profesional con la intención de elevar el nivel de enseñanza y ejecución dentro de las bandas.
El Marqués Manuel María Peralta y Alfaro, único embajador costarricense en el viejo continente, tras analizar varios candidatos, seleccionó a Juan Loots quien aceptó el cargo de inmediato, entre otras razones porque creyó que el clima del trópico le haría soportar mejor su padecimiento de asma. La fría y lluviosa ciudad de San José no era el soleado paraíso tropical que esperaba encontrarse pero puso inmediatamente manos a la obra. En su primera reunión con los músicos de la banda tuvo que recurrir a un intérprete porque aún no hablaba español. Tras presentarse, les pidió que tocaran algo. Roberto Cantillano Vindas, uno de los músicos presentes, quien además era flautista como Loots, recuerda que bajo la batuta de Alfredo Morales tocaron una pieza de Verdi y una marcha militar. Loots escuchó atento y, al final, para sorpresa de todos, aplaudió. Apenas Loots se retiró, los músicos comentaron el aplauso del nuevo director y, según recuerda Cantillano: "...quedamos plenamente convencidos de que éramos profesores."
El verdadero profesor era Loots, quien tenía claro que aquellos músicos no habían tenido educación formal y que todos se ganaban la vida con otros trabajos. Cuando alguno se equivocaba, Loots decía: "No se equivocó el músico, sino el albañil o el sastre". Sus metas eran elevadas pero realistas. Era comprensivo con las torpezas, paciente con los errores y, aunque no podía ser muy exigente con la calidad, sí era muy exigente con el compromiso y la disciplina.
Loots, como maestro, sabía que la cumbre se alcaza subiendo un escalón a la vez. Durante los años que estuvo al frente de las bandas militares en Costa Rica, elevó el nivel de ejecución, amplió el repertorio, alentó a los músicos a componer, fundó la primera escuela de música del país, llevó a los músicos a tocar fuera a otros países realizó el primer intento de establecer una orquesta sinfónica en Costa Rica.
Sobre la figura y la obra de Loots existen pocas investigaciones, aunque las que hay son bien valiosas. Una de ellas, titulada Juan Loots y las bandas de música militar, escrita por Ludmila Svatek, fue publicada por el Ministerio de Cultura en 1986 y ofrece una síntesis tanto de los logros como de los tragos amargos del maestro belga en Costa Rica.
El libro consigna hechos relevantes. Durante la gestión de Loots, se intentó establecer la música como profesión en Costa Rica. Se fundó la Banda de Limón y se equipó con mejores salarios, instrumentos y uniformes a las ya existentes de San José, Puntarenas, Heredia, Cartago y Alajuela. Cada banda tenía de dieciséis a treinta integrantes y solamente la de San José superaba la cincuentena. Pese a las limitaciones, se aumentó el número de presentaciones y la variedad del repertorio. La banda de San José, dirigida personalmente por Loots, realizaba cinco presentaciones por semana. Los retretas eran abiertas a todo público y se realizaban en los parques. En 1910, en honor del nuevo presidente, Loots compuso una marcha titulada "Viva Ricardo Jiménez", que fue su única obra escrita en Costa Rica. La escuela de música que fundó no tuvo el éxito esperado. En 1909 abrió con cincuenta estudiantes que, muy pronto, acabaron siendo solamente treinta y cinco, de los cuales solamente seis lograron formar parte de la primera graduación, en 1912. Ese mismo año de 1912, ocurren dos hechos importantes. Por una parte, en el plano personal, Loots contrae matrimonio con Marie Aumart, francesa radicada en Costa Rica, propietaria de un hotel en San José. Por otra parte, en el plano profesional, la Banda Militar de San José realiza su primera gira internacional al ser invitada a presentarse en Panamá en la primera toma de posesión del Presidente Belisario Porras. Años después, en 1915, la banda también sería invitada a un festival en San Francisco, California, pero por la política de austeridad del presidente Alfredo González Flores el viaje no se concretó.
En 1913, a propósito del centenario de Richard Wagner, Loots presentó un recital con piezas del compositor alemán y se publicó una severa crítica en el periódico, frimada por Ignacio Trullas, que cuestionaba la habilidad de dirección del maestro belga.
Juan Loots, en Costa Rica, llegó a ser un personaje conocido y respetado pero ciertamente no muy querido. Nadie ponía en duda su dedicación al trabajo y sus dotes para la enseñanza, pero se le criticaba la manera estricta en que imponía disciplina a los músicos. El libro de Svatek menciona que aplicaba castigos severos por las ausencias a los ensayos y la conducta inapropiada (especialmente la embriaguez) de sus subalternos pero, no especifica en qué consistían tales castigos.
Juan Loots. Creador de la primera escuela de música y la primera orquesta sinfónica de Costa Rica. |
El asunto es que Loots no gozaba de simpatías entre los músicos, quienes solían hablar mal de él a sus espaldas y en torno a su figura se llegó a urdir una leyenda negra que llegó a filtrarse incluso en investigaciones históricas publicadas.
Se decía que Loots despreciaba la música costarricense y se le acusó de haber destruido partituras de autores nacionales, entre ellas valses y mazurcas de Manuel María Gutiérrez. Decían que viajó hasta Puntarenas y Liberia para quemar papeles de música que no era de su gusto.
La acusación parece tener origen en una carta de José María Ríos, director de la banda de Puntarenas, en que dejó constancia que Loots, luego de revisar los archivos de la banda del puerto, había dispuesto quemar una pila de papeles. En su descargo, Loots explicó que se limitó a destruir partituras viejas e incompletas.
Por otra parte, Ludmila Svatek deja claro que lejos de ser enemigo de la música costarricense, Loots fue su gran promotor. Una única vez, en más de veinte años, Loots decidió no incluir "El duelo de la Patria" de Rafael Chaves Torres, en el programa de Semana Santa. Pero mientras fungió como director de bandas, incluyó obras de Alvise Castegnaro, José y Roberto Campabadal, Alejandro Monestel, Emilio León, Enrique Jiménez Núñez y el propio Rafael Chaves Torres. También apoyo las composiones de Roberto Cantillano Vindas y de Eduardo Cuevas, músico de origen puertorriqueño, muerto en 1913, director de la banda de Alajuela, que fue quien compuso la música para la obra "El Marqués de Talamanca" de Carlos Gagini. José Daniel Zúñiga, además, tomó en cuenta a Loots en su planteamiento de nacionalismo musical de 1927.
Durante la dictadura de Federico Tinoco, Loots se mantuvo al margen de toda polémica pero la banda, bajo su batuta, tocó en el funeral de Rogelio Fernández Guell.
En 1921, durante la presidencia de Julio Acosta García, Juan Loots fue removido de su puesto. En su lugar fue nombrado don César Nieto Casabó. En 1925. don Ricardo Jiménez Oreamuno, revierte los papeles y vuelve a nombrar a Loots. Tres años después, de los sesenta y cinco músicos de la banda, cincuenta y tres firman una carta solicitando, sin éxito, el regreso de Nieto.
El gran proyecto de Loots fue también su más sonado fracaso. Su sueño era fundar la orquesta sinfónica de Costa Rica y, con ese fin, fundó una asociación musical que ya desde 1915 contaba con cincuenta y cinco músicos que, ocasionalmente, ofrecían recitales de música de cámara.
El 25 de mayo de 1926, en el Teatro Moderno, se realizó oficialmente el primer concierto de la Orquesta Sinfónica de Costa Rica. Un empresario, de apellido Nicolai, se ofreció a gestionar una gira internacional. Quizá empujado por el entusiasmo del estreno, Loots aceptó la oferta. La orquesta estaba apenas naciendo y tal vez habría sido más prudente esperar. Nicolai, además, no actuó honestamente. Desde Guatemala, donde realizó gestiones para iniciar la gira, le escribió a Loots indicándole que las dos primeras presentaciones serían en Guatemala y México, le dio fechas y programas de viajes y lo urgió a partir de inmediato. Tras muchas peripecias, Loots llegó con los músicos a Guatemala y allí recibió la triste noticia de que Nicolai había cobrado por adelantado y se había marchado del país. Los músicos realizaron las presentaciones acordadas y, con la ingenua esperanza de encontrar a Nicolai en la segunda escala, partieron a México, donde les fue aún peor, ya que nadie los esperaba y no había nada programado. Pese a saberse víctimas de un engaño, por puro amor a la causa lograron encontrar un espacio para presentarse en la capital mexicana. Las críticas en la prensa fueron demoledoras y, al regresar a San José con el rabo entre las patas, se percataron que los periódicos costarricenses habían reproducido las notas periodísticas de su sonado fracaso en México.
El proyecto de Orquesta Sinfónica se abandonó y no sería sino hasta la década de los años cuarenta que sería retomado. Loots no llegó a verlo, puesto que falleció el 2 de agosto de 1929.
Desde que llegó a Costa Rica, en 1907, Loots estuvo totalmente dedicado a la enseñanza y el desarrollo de la música. Su única ausencia voluntaria del país fue en 1914 cuando, pese a su asma, partió junto con su paisano Aristides Romain a Bélgica, con el fin de servir a las fuerzas armadas de su país en la recién declarada I Guerra Mundial. No pudieron, en todo caso, integrarse a las filas y pasaron un año refugiados en Francia, compartiendo su deseo por volver a Costa Rica que, vista desde allá, ya reconocían como su tierra.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario