Una interpretación de la historia costarricense. Juan Bosch. Editorial Juricentro. Costa Rica. 1980. |
Juan Bosch fue un escritor muy prolífico. Además de sus dos novelas, La mañosa (1936) y El oro y la paz (1975), publicó cuentos, crónicas de viajes y numerosos ensayos históricos y políticos. Este dominicano, hijo de catalán y puertorriqueña, fue además uno de los más activos opositores del dictador Rafael Leonidas Trujillo y, por ello, debió pasar varios años fuera de su patria. Estuviera donde estuviera, Bosch no dejaba de orquestar planes para derrocar al tirano. El mayor intento fue la famosa incursión en Cayo Confites en 1947 que, pese a contar con el apoyo militar y económico de distintos gobiernos de la zona, acabó en fracaso. Gran parte de las armas que quedaron en poder de los rebeldes fueron cedidas al año siguiente por el propio Bosch a don Pepe Figueres para la guerra civil en Costa Rica.
A inicios de los años cincuenta, Bosch estableció su residencia en Cuba donde por algún tiempo pudo vivir sin grandes sobresaltos. En La Habana, Bosch encontró el centro de operaciones apropiado para hacer negocios y mantener a su familia (su vida personal), para leer, investigar, participar en foros y debates y escribir artículos y ensayos (su vida intelectual) y para continuar realizando planes para lograr establecer una democracia en la República Dominicana (su vida política). Sin embargo, cuando Fulgencio Batista tomó el poder tras derrocar al presidente Prío Socarrás, una de sus primeras disposiciones fue meter a Bosch a la cárcel. El encierro, gracias a la presión internacional, duró poco y, apenas quedó libre, Bosch se trasladó a vivir a Costa Rica.
Las islas del Caribe, las pequeñas repúblicas del istmo centroamericano y los países de América del Sur, tenían en común una historia llena de dictadores, golpes de Estado y enfrentamientos armados. Costa Rica, en cambio, aunque acababa de pasar por una guerra civil, había vivido desde tiempos coloniales con gran estabilidad en que los conflictos internos, además de escasos, fueron breves. A Bosch le interesó el fenómeno, recopiló información, leyó e investigó todo lo que pudo, reflexionó al respecto y, en 1963, publicó un ensayo titulado Una interpretación de la historia costarricense.
El libro apareció el mismo año en que Bosch llegó a ser Presidente de la República Dominicana, pero no fue muy leído ni comentado. El gobierno de Bosch, vale la pena recordarlo, duró apenas unos meses antes de ser derrocado. En 1980, la editorial Juricentro, de don Gerardo Trejos, reeditó el ensayo pero tampoco esta vez llamó mucho la atención.
La democracia costarricense tiene varias explicaciones tan idílicas que rayan en lo mitológico. Bosch no toma ese camino. En su estudio, concentrado principalmente en la influencia de las actividades económicas sobre las estructuras políticas, plantea una versión que, aunque discutible, tiene el mérito de ser novedosa y poco explorada.
Empieza afirmando que la historia de Costa Rica, aunque es mucho menos dramática, es mucho más interesante que la de los países vecinos, ya que se explica mejor bajo la superficie de los hechos que sobre los hechos mismos. Durante la colonia, Costa Rica era un territorio aislado en que sus escasos habitantes, tan huraños que preferían vivir aislados unos de los otros, apenas cultivaban lo que necesitaban para vivir. La dificultad de acceso desde el exterior y de tránsito entre las pequeñas y alejadas poblaciones no favorecía el comercio. Costa Rica, pese a su nombre, no era un buen lugar para hacerse rico. En el Siglo XVIII, los habitantes del Valle Central, pese a la distancia y lo difícil del viaje, empezaron a cultivar cacao en Matina con verdadero entusiasmo. Consta que en 1775 había en la zona 179.400 matas y doce años después, en 1787 ya había 353.254. Bosch hace notar que los datos, tan minuciosos sobre el número de matas, no dejan claro si pertenecían a trescientas cincuenta familias pobres o a treinta y cinco familias ricas. Los cultivos de cacao, en todo caso, fracasaron por las invasiones de los misquitos y de los piratas. Según Bosch, este fracaso debe tomarse como una bendición. Esas plantaciones eran atendidas por esclavos y, de haber sido exitosas, habrían requerido mayor número de esclavos lo que, a la larga, habría creado diferencias sociales de manera temprana con terribles consecuencias en el largo plazo.
La declaración de independencia no cambió las condiciones de vida en el país. La noticia de la independencia simplemente llegó por correo desde Guatemala y tomó por sorpresa a los integrantes de los cabildos.
Don Braulio Carrillo hizo bien en sustituir la legislación colonial por una nueva que favoreciera el desarrollo de la agricultura y el comercio, pero cometió el error de intentar establecer un régimen dictatorial y eso provocó que los cartagos favorecieran a Morazán, quien, aunque se presentaba como liberal, no garantizaba las libertades que los costarricenses estaban acostumbrados a disfrutar y, además, pretendía llevarlos a la guerra. Carrillo acabó en el exilio y Morazán fusilado. Queda claro, entonces, desde el inicio de la vida independiente, que los ticos no estaban dispuestos a soportar una dictadura.
El cultivo del café cambió el panorama económico. La exportación del grano introdujo a Costa Rica en el comercio mundial y, poco a poco acabó generando una división entre ricos y pobres. Los pequeños productores recibían, por supuesto, sus ganancias, pero los más favorecidos eran los beneficiadores y comerciantes. Según Bosch, la caída de don Juanito Mora se debió a que afectó los intereses tanto del sector agrícola como del comercial. Don Juanito, además, se mostró muy aferrado al poder, realizó desplantes autoritarios como la expulsión del obispo Anselmo Llorente y La Fuente y sus negocios privados fueron demasiado audaces como para que los ricos (que ya había muchos) los pasaran por alto. Vicente Aguilar, el hombre más rico de Costa Rica, cuñado y socio de don Juanito, acabó convirtiéndose en su enemigo. En 1858 ya había varios millonarios en la tierra donde medio siglo atrás todos eran humildes campesinos que trabajaban para mantener a sus familias. Los grupos económicamente poderosos no tolerarían un gobernante que amenazara de alguna forma sus intereses.
En este sentido, don Tomás Guardia fue verdaderamente sabio. Logró mantenerse en el poder hasta su muerte porque, pese a su temperamento autoritario, no entró en conflicto ni con los agricultores ni con los comerciantes. Bosch aporta el dato curioso de que el café, en tiempos de Guardia, parecía haber alcanzado un techo. El valor de las exportaciones del grano fue prácticamente el mismo en todos los años desde 1869 hasta 1881.
En tiempos de Guardia, entra en escena Minor Cooper Keith, quien no solo realizaría la empresa de construir el ferrocarril que comunicaría todas las ciudades del interior con Puerto Limón en el Caribe, sino que acabaría convirtiéndose en propietario de las plantaciones bananeras de la costa. En febrero de 1880, Keith realizó la primera exportación de 360 racimos de banano y su presencia y poder en Costa Rica acabaría transformando la vida del país.
Hasta la aparición de la compañía bananera, los peones agrícolas eran también pequeños propietarios que se trataban de igual a igual con el patrón. Los trabajadores de la compañía eran simples asalariados de una corporación enorme. Con el tiempo, las tierras de la compañía llegaron a ser prácticamente un mundo aparte del resto del país.
Bosch sostiene que el gran error de don Alfredo González Flores fue haberse enfrentado a cafetaleros y comerciantes al pretender regular la banca, que era controlada por ellos. Curiosamente, Bosch no dice ni una palabra sobre el régimen de Federico Tinoco.
Siguiendo con sus explicaciones puramente económicas, Bosch sostiene que la guerra civil de 1948 no se debió a las razones aludidas de pureza del sufragio, sino a la necesidad de un cambio de estructuras que favoreciera el desarrollo industrial. La emergente clase media de profesionales no podía seguir tolerando que el país fuera controlado por finqueros y comerciantes. Bosch sostiene que iniciativas como la nacionalización bancaria o el desarrollo de la energía eléctrica, realizadas por Figueres, tenían como fin desarrollar la industria. Figueres, tras triunfar en la guerra civil, gobernó por decreto durante dieciocho meses en los que replanteó el modelo de país. No logró, sin embargo, una Constitución de acuerdo con su plan, ya que la Asamblea Constituyente acabó siendo controlada por grupos conservadores.
Según Bosch, la sociedad igualitaria eminentemente agrícola de la Colonia evolucionó a formas más diversificadas en su economía sin abandonar nunca su aspiración de libertades individuales y su rechazo a gobiernos autoritarios. Los momentos más tensos de la vida del país responden, no a los conflictos políticos que se argumentan en los libros de historia, sino a cambios de la estructura económica.
Bosch escribió un ensayo, es decir, una reflexión personal cuyo propósito no es demostrar sino proponer. A su interpretación se le pueden discutir muchos puntos específicos, pero no deja de ser, en conjunto, una visión interesante y original a la que vale la pena prestarle atención.
INSC: 0531
Juan Bosch. (1909-2001). Autor de dos novelas y numerosos libros de cuentos y ensayos. Presidente de la República Dominicana en 1963. |
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