sábado, 16 de noviembre de 2019

La Costa Rica del año 2000.

La Costa Rica del año 2000.
Oscar Arias Sánchez. Compilador
Ministerio de Cultura Juventud y Deportes.
San José, Costa Rica. 1977.
Siempre es arriesgado hablar del futuro. De hecho, si hay un oficio en que el fracaso es casi seguro, es el de profeta o adivino. Por más serias que intenten ser las predicciones, la información con que contamos hoy no es suficiente para pronosticar cómo serán las cosas dentro de un par de años. En el futuro siempre ocurre lo inesperado. 
Sin embargo, aunque la experiencia haya dejado claro que el futuro es impredecible, siempre resulta atractivo preverlo o imaginarlo.
En 1976, durante el gobierno de Daniel Oduber Quirós, el entonces ministro de Planificación, Dr. Oscar Arias Sánchez, organizó un simposio para debatir sobre la Costa Rica del año 2000.
Durante varios días los panelistas invitados, que incluyeron una amplia muestra de intelectuales, políticos, académicos y formadores de opinión, celebraron en el Teatro Nacional varias mesas redondas sobre una amplia variedad de temas, que iban desde la economía y la educación, hasta la familia y los recursos naturales. Al año siguiente, 1977, todas las intervenciones fueron publicadas en el libro La Costa Rica del año 2000, editado por el Ministerio de Cultura Juventud y Deportes. 
Quien, bastantes años después del 2000, lea ese libro escrito y publicado bastantes años antes del 2000, acabará notando que muy poco de su contenido tiene relación con la realidad que conoce. Al repasar sus páginas, ya amarillentas, se escuchan voces lejanas, provenientes de una Costa Rica del pasado que ya no existe, hablando de una Costa Rica fruto de su imaginación que creían ver aproximarse pero nunca se concretó.
Uno de los panelistas invitados, el Dr. Roberto Murillo, sabiamente intuyó que los costarricenses del futuro posiblemente reaccionarían con una sonrisa burlona al repasar los discursos del simposio.
Si se sacan cuentas solamente con el calendario, el año 1976 estaba bastante cerca del 2000, pero las circunstancias cambiaron por completo en ese breve lapso de veinticuatro años. En 1976, aunque ya existían numerosas industrias, la economía del país seguía siendo principalmente agrícola. La naciente clase media, con nuevos hábitos de consumo, estaba concentrada exclusivamente en la Meseta Central. El turismo no era una actividad significativa, al punto que ni siguiera fue incluida en el Simposio. El estatismo imperaba al punto que don Eduardo Lizano hizo notar que de cada seis costarricenses que trabajaban, uno lo hacía para el Estado. El crédito estaba en manos de los políticos ya que, como señaló don Mario Echandi, la banca no se nacionalizó, sino que se "gobernizó".
Ninguno de los panelistas de entonces pudo haber supuesto que para el año 2010, por ejemplo, el sector de servicios en Costa Rica moviera más dinero que la agricultura, la industria y el turismo.
En algunas disertaciones, se entra en el interesante, pero con frecuencia estéril, debate teórico. Don Alberto de Mare hizo notar que sobre ciertas aspiraciones existe un consenso unánime cuando se plantean a nivel abstracto, pero que esas mismas aspiraciones generan grandes desacuerdos cuando se discute cómo implementarlas a nivel práctico. 
En su participación, una de las más brillantes por cierto, don José Figueres Ferrer, con su característica combinación de sabiduría y sencillez, deja claro que no se pueden hacer previsiones sobre cómo será la Costa Rica del futuro ya que los pronósticos que se hagan (él utiliza la palabra "profecías") no dependen solamente de factores internos, de manera que aventurarse a profetizar el futuro de un país, sin saber lo que va a pasar en el resto del mundo es ilusorio. Sobre el futuro, todo lo que se diga no serán más que deseos, temores o esperanzas. Manifestó entonces sus tres deseos. Dijo que quería que, en el futuro, Costa Rica fuera apegada a la ley en lo político, socialista en lo económico y cristiana en lo ético.
Otros panelistas intentaron presentar como análisis lo que era simple y llanamente sus opiniones personales. Don Manuel Mora Valverde, por ejemplo, manifestaba su deseo de que Costa Rica tomara rumbo a la izquierda aunque, de manera realista, dejaba claro que no creía posible que su aspiración pudiera concretarse para el año 2000, al tiempo que manifestaba su temor de que las dictaduras militares se extendieran por todo el continente. Jamás se habría imaginado don Manuel que ni las dictaduras militares ni la Unión Soviética llegarían al año 2000.
Tenía razón don Pepe. Todo lo que se diga del futuro no será más que la expresión de los deseos y temores de quienes lo imaginan.
Más que perspectivas o propuestas, en la lectura de las ponencias del simposio La Costa Rica del año 2000 lo que se encuentra son solamente especulaciones de verdaderamente poco interés. Un breve discurso, sin embargo, sorprende por su contundencia, claridad de conceptos y hasta por su frescura y actualidad a pesar de los muchos años transcurridos desde que se pronunció. Al hacer uso de la palabra, el Sr. Richard Beck, fundador de Atlas Eléctrica y uno de los empresarios más influyentes del país, acabó siendo el único, en todo el simposio, que en vez de irse por las nubes, habló con los pies bien puestos en la tierra.
Señaló que el problema principal de Costa Rica no es de recursos, ni de instituciones, ni de programas sino, de actitud. Existe una tendencia generalizada de quejarse de los problemas sin proponer soluciones ni estar dispuesto a ser parte de ellas. Algo así como decir que el problema me afecta a mí, pero espero que la solución la propongan y la realicen otros. Tanto en los individuos, como en las comunidades y los diversos sectores sociales, existe una gran dependencia de las acciones del Estado. Señala como responsables a los políticos, a quienes insta a ser más responsables y dejar de ofrecer el espejismo de una vida gratuita o subsidiada. Abrumados por las falsas expectativas que ellos mismos han creado, los gobernantes improvisan programas que al solucionar un pequeño problema del presente acaban generando problemas mayores en el futuro. Da ejemplos de cómo los problemas más serios en una época, son fruto de las supuestas soluciones de la época anterior. Sin darle muchas vueltas al asunto, declara que la mejor forma de distribuir la riqueza y reducir la pobreza es el trabajo intenso y constante sin esperar auxilio de otros porque, digan lo que digan los teóricos, no hay sustituto para el esfuerzo propio. Si cada uno asume la responsabilidad propia, es posible salir de cualquier crisis política o económica, pero si se mantiene una actitud de dependencia, existe el riesgo de caer en una crisis moral que resultaría muy difícil de superar.
Más que un vaticinio, un deseo o un temor, don Richard Beck lo que hizo fue un diagnóstico que sonó entonces, y sigue sonando ahora, como una campanada de alerta. En este libro de setecientas páginas, solamente la breve intervención del Sr. Beck, son las únicas que tienen algo que decir a un lector de hoy, o de mañana. 
Los políticos, intelectuales y pensadores, al especular sobre el futuro, dieron rienda suelta a la fantasía. Pero el emprendedor y hombre de acción, fue el único que, ante el futuro, propuso cómo prepararse para afrontarlo.
INSC: 2623
Inauguración del Simposio La Costa Rica del Año 2000. El último a la derecha
es el Sr. Richard Beck Hemicke. (Foto tomada de https://oscararias.cr/sitioweb/)

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