lunes, 16 de marzo de 2015

Celebración de la Inocencia de Francisco de Asís Fernández

Celebración de la inocencia. Poesía reunida.
Francisco de Asís Fernández. Fondo
Editorial Cira. Nicaragua. 2001.
Francisco de Asís Fernández Arellano (Chichí para los amigos) no solo es un poeta de cuerpo entero, sino un poeta de alma y cuerpo. La poesía, para él, es mucho más que un arte, es el arma y el escudo con que se enfrenta al dolor de los tropiezos y la música con que celebra las alegrías y los placeres de un mundo que, a pesar de los dolores de cabeza que a veces desata, ante sus ojos de invencible optimista es siempre hermoso.
Chichí, quien profesa gran amor, respeto y admiración a su progenitor, el escritor, poeta y dramaturgo Enrique Fernández Morales, repite con frecuencia que su padre hizo más su alma que su cuerpo. Don Quico, como es conocido su padre, además de literato y productor teatral, fue un gran estudioso de toda manifestación artística, desde las obras clásicas universales, hasta las manifestaciones populares locales, al punto que es recordado como "el habitante de los cinco continentes del arte". 
A mediados de los años cuarenta, don Quico se integró a un grupo de patriotas que, con más idealismo que recursos, intentó derrocar al dictador Anastasio Somoza. En su plan no consideraron la amistad del presidente costarricense Teodoro Picado con el dictador nicaragüense y el movimiento fracasó antes de empezar. Don Quico decidió permanecer con su familia en Costa Rica hasta que se calmaran los ánimos y, por ese autoexilio, Chichí nació en el Hospital San Juan de Dios, en San José. Sus padrinos fueron don Joaquín García Monge, el editor del Repertorio Americano, y la Beata Sor María Romero, religiosa salesiana nacida en Granada, Nicaragua, hogar de don Quico.
Nicaragua es quizá el país con mayor número de poetas por habitantes del mundo. Su personaje histórico más reconocido es precisamente un poeta, Rubén Darío, elevado a la estatura de héroe nacional. Su retrato, que aparece incluso en el papel moneda, no solo está presente en escuelas e instituciones públicas sino que preside, como un ícono, modestos comercios como barberías, pulperías y, ¿por qué no?, hasta cantinas.
La admiración generalizada por Rubén Darío  propició que, en Nicaragua, la poesía llegara a ser el arte nacional. Sin embargo, los poetas nicaragüenses del Siglo XX y lo que va del XXI, no se han quedado en el modernismo dariano (que más bien se cultiva poco), sino que han procurado abrirse nuevas formas de expresión para desarrollar su propia voz. Las nuevas generaciones de artistas, casi inevitablemente, son parricidas. Curiosamente, cuando las nuevas voces tratan de apartarse del monumento al enorme figurón que les hace sombra y los opaca, en vez de destructores acaban siendo continuadores del impulso creador de quien pretendían tomar distancia. Uno de los movimientos renovadores de poesía más interesantes que verdaderamente vale la pena leer, estudiar y, por supuesto, disfrutar, surgió en la ciudad de Granada. Pablo Antonio Cuadra, José Coronel Urtecho, Joaquín Pasos y otros jóvenes poetas, con el afán renovador de las artes que sacudió la primera mitad del Siglo XX formaron lo que se llamó la Vanguardia Granadina. Julio Valle Castillo afirma que, por su temperamento más bien inclinado a lo clásico y lo místico, don Quico mantuvo distancia de los vanguardistas, pero inevitablemente debió haber participado de alguna forma en la discusión sobre las audacias que caracterizaban los poemas de las nuevos escritores de la pequeña ciudad colonial. Más tarde aparecería ese formidable poeta que fue Carlos Martínez Rivas y, durante los primeros años de la revolución sandinista, el padre Ernesto Cardenal realizaría esa maravillosa quijotada de la alfabetización poética, que puso a escribir poesía prácticamente a todo aquel que pudiera escribir.
Chichí creció entonces en esa Granada en que la poesía era el tema de discusión permanente. Su padre era poeta. Sus amigos, como los amigos de su padre, también eran poetas. Granada es quizá la única ciudad del mundo en que todas las conversaciones se interrumpen cuando alguien anuncia que va a leer un poema. La poesía se escucha en silencio, pero se comenta acaloradamente.  
Aunque la poesía es el eje central de la vida de Chichí, quien todo lo vive, lo observa, lo recuerda y lo procesa como poeta, no ha publicado mucho. El primer libro suyo que leí fue Pasión de la memoria y, desde el primer momento, me impresionó su desenfado y su prisa por tomar al toro por los cuernos. Luego leí Árbol de la vida, cuya profunda mirada hacia el interior de su ser llegó a conmoverme. Conozco, naturalmente, su antología Poesía política nicaragüense, de 1986 y, aunque ya he leído los poemas de estos libros, no pierdo la fe de conseguir algún día ejemplares de A principio de cuentas (1968), La sangre constante (1974) y En el cambio de estaciones (1981).
Tras quince años de leer sus poemas, en el año 2002, en casa de Blanca Castellón, tuve el placer de conocer a Chichí en persona. Era tal como me lo imaginaba: simpático, divertido, ingenioso, sonriente. Debí haberle caído bien de primera entrada, porque al día siguiente me invitó a su casa y me regaló, con una cariñosa dedicatoria, dos libros que considero verdaderos tesoros de mi biblioteca: Friso de la poesía, el amor y la muerte, en edición de lujo con ilustraciones de José Luis Cuevas, y Celebración de la inocencia, su poesía reunida publicada en 2001. 
Verdaderamente me sorprendió que en un libro de 239 páginas cupieran los poemas publicados a lo largo de más de treinta años de creación. En poesía, como en cualquier otro arte, es muy considerado ofrecerle al público los logros y no los intentos. 
Celebración de la inocencia es un libro que repaso a menudo para deleitarme en su amplio abanico de emociones y sensaciones. El apartado de poemas breves titulado Cartas marcadas, así como la Biografía de Honey y Mi primo Chale, siempre me hacen sonreír. Disfruto también los poemas narrativos y extensos sobre los personajes de Granada. La comadre Mercedes, una anciana servidora doméstica que en su regazo chineó a varias generaciones de la familia y que tenía el don de interpretar los sueños. El tío David, quien sufría episodios de demencia. La abuela que tras una larga enfermedad, debió abandonar la casa en que había vivido siempre y, tras una breve mirada a lo que había sido su mundo, murió en la puerta de la calle mientras la sacaban en camilla. Y la ciudad de Granada, por supuesto, siempre presente, ya sea mostrada o insinuada, en cada página. 
Aunque, como todo poeta, Chichí con frecuencia mira hacia su interior y reflexiona sobre el amor y la muerte, sobre el dolor y el placer, sobre el enigmático mundo de los sueños y la imaginación, su poesía es siempre clara y fresca como el agua. Su poesía, incluso cuando es reflexiva o nostálgica, de alguna forma es siempre alegre, sin traumas ni resentimientos. La vida es una fiesta incluso en los momentos dolorosos.
Por amor a la poesía, y a su ciudad, en el año 2005, Chichí, junto con su esposa Gloria Gabuardi y sus amigos Nicasio Urbina, Blanca Castellón, Gioconda Belli, Fernando López y muchos otros, organizó el I Festival de Poesía de Granada que, desde entonces, en febrero de cada año reúne a poetas de diversas lenguas venidos de todo el mundo. No se trata de esos encuentros literarios de claustro con interminables disertaciones y ponencias, sino de una alegre celebración en la que, durante una semana entera, se lee poesía en espacios abiertos ante un numeroso público.
Aunque hay quienes creen que la poesía es un género literario escrito en clave casi indescifrable solo accesible para iniciados, la experiencia del Festival, al que han asistido poetas de diferentes temas y estilos, ha demostrado que la poesía puede ser, al menos en Nicaragua, una atracción de interés masivo.
Durante la última década, Chichí ha debido enfrentar todo tipo de obstáculos y dificultades, pero su tenacidad, verdaderamente inclaudicable, ha logrado que el Festival siga creciendo y consolidándose.
Y, lo mejor de todo, Chichí ha seguido publicando. Celebración de la inocencia es su poesía reunida hasta el año 2001, pero su obra ha seguido creciendo, no solo en títulos, sino en calidad y profundidad.
En otra oportunidad me referiré a su producción poética más reciente. De momento, que sea esta nota mi modesto homenaje a un admirado poeta al que, desde hace ya bastantes años, tengo el honor de llamar mi amigo.
INSC: 1359
El primer Festival Internacional de Poesía de Granada, en 2005, inició con un funeral
simbólico en el que se sepultó la ignorancia. Chichí muestra la cinta que decoraba el ataúd.





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