domingo, 18 de septiembre de 2016

Vivo delirio. Poesía de Joan Bernal.

Vivo Delirio. Joan Bernal. Casa de
Poesía. Editorial de la Universidad de
Costa Rica. 2010.
Los poemas de Joan Bernal son de largo y amplio alcance. A veces se hunden hasta lo más profundo del alma y a veces posan su mirada aguda sobre lo más cotidiano del entorno. Se elevan hasta atreverse a entablar diálogos con el Creador o bajan hasta tocar fondo para acompañar a quienes se arrastran por los suelos. Joan Bernal es un místico que no predica, un hombre con gran experiencia en la vida que no presume de sus hazañas, un lector voraz que no abruma con citas ni epígrafes, un romántico que no empalaga, un apasionado que no pierde el tono,  En una palabra, es un poeta. Escribe sobre aquello que lo inquieta, lo sorprende, lo fascina o lo angustia, ya sea la enfermedad de un ser querido, una edificación que se levanta imponente en el paisaje, el club de fútbol del que es entusiasta seguidor o, simplemente, el recuerdo de unos ojos abiertos que lo miran desde el fondo de la memoria.
Discreto y reservado, Joan prefiere mirar y no ser mirado. Asiste puntual a cuanta lectura de poesía lo invitan, pero no busca el protagonismo, ni asume pose, ni interpreta un personaje. Se limita a ser él mismo, sencillo, jovial, sonriente. Un hombre como cualquier otro que se esfuerza por llevar su vida adelante, que le busca solución a sus problemas, que procura crecer espiritualmente, que pasa por alto las pequeñeces, que sabe ser amigo de los amigos y que, además, escribe poesía.
Pese a que ha publicado poco, su nombre ya ha llegado a ser conocido y sus poemas han alcanzado amplia difusión. En el año 1996 apareció Pre-monición, su primer libro, editado por el Taller de Francisco Zúñiga Díaz, del que era miembro. Diez años después, en 2006, Ediciones Perro Azul publicó Homenaje a la Ceniza. Su tercer libro, Vivo Delirio, es una muestra antológica de su poesía, compilada a propósito del IX Festival Internacional de Poesía de Costa Rica. En Vivo Delirio aparecen algunos poemas de Homenaje a la Ceniza y se publica, por primera vez, la serie Los Sentidos del Paraguas que, al año siguiente, Joan incluiría en For Sale, su cuarto libro publicado por Ediciones Espiral
Vivo Delirio empieza con Humus, una secuencia de poemas, algunos eróticos y otros existenciales, junto a los que aparecen cuatro cartas: a Tiresias, al compatriota, a Jesús y a Luzbel. Hay un texto largo, titulado Ahora, que es lo más extenso que he leído de Joan, seguido de una lluvia de poemas de una sola línea y, finalmente, el libro cierra con el segmento titulado A un Dios desconocido
Como en toda muestra antológica, en esta hay un poco de todo, pero el dolor y la alegría son los temas que más se exploran. En varios poemas Joan parece sugerir que alcanzar la felicidad completa es casi imposible, pero estar contento no es tan difícil. Basta una tarde de clima agradable y una ventana abierta al mundo por donde se cuelen los ruidos de la calle. El sufrimiento, por su parte, con frecuencia mortifica más por inexplicable que por doloroso. Maestro en el manejo de la luz y la sombra, Joan nunca presenta una claridad tan resplandeciente que deslumbre, ni una oscuridad tan negra que horrorice.  En su poesía, hasta lo más luminoso tiene pecas y hasta en lo más oscuro se vislumbra un asomo de claridad.
INSC: 2470


Teoría de lo que pasa.


Cuando volví al mundo hace unos meses
y tuve un cuerpo a cuerpo con las caras de ellos.
Me percaté del tiempo que no estuve en la calle.
Até cabos del miedo que me perdí en la casa llamando
tragedia a mi falta de pastillas.
Ceñido en mi ahogo en mis persecuciones.
Abocado a idolatrar mis presuntuosos defectos.
Llorando en el espacio corto de estar triste por nada que no fuera
mi gran dolor de juguete.
Pobre de mí que no veo huracanes que no pasan.
Las palabras que me tengo que tragar frente a un cadáver,
Yo cuidaba una mujer que conocí por dentro,
Yo le vi el corazón palpitar desde el vientre.
Retuve en mi memoria su temperatura.
Me alimentó con su sangre varios años seguidos.
Yo me fui quedando en su casa ajena tomando notas de cómo muere
alguien que se quiere.
Yo trataba de encontrarme un sello de condena.
En aquel silencio de Dios olía muerte.
En vez de ovejas contaba corderos de sacrificio.
Yo pretendía que el mundo llorara mi desgracia.
Eran más de cuatro las direcciones del suelo.
Cuando volví a la calle desorientado y solo.
Bajo el intenso efecto de la desesperanza.
Portando mi dolor como una foto mía,
¿De qué huye un yonki del primer mundo económico?
¿Huye del olor de los billetes nuevos?
¿Evita contemplar tanta abundancia cerca?
¿Qué ahoga en el alcohol un elegido del stablishment?
No me calza tanto loco en un país tan cristiano.
¿Los cursos de cívica?
¿Sacerdotes pedófilos?
Cuando volví a la calle presumiendo de mi lástima.
Sintiéndome mártir.
Santo.
O elegido.
Y vi literalmente muertos de tristeza.
El odio es un arma de destrucción masiva.
Y la propia mente un campo de exterminio.
Prófugos de qué.
Borracho de mí,
Qué pueblo más rebelde es mi corazón.
Pensaba que de veras estuve en un encierro
mojando con lágrimas de salva el almanaque.
Enseñando mis llagas como condecoraciones.
La verdadera tristeza se pavonea invicta.
Por ejemplo en los ojos del hombre despreciado.
Que busca en su placer la muerte.
Su muerte.


A un Dios desconocido


Por el mismísimo tacón de todos los amantes
de cuyos besos sale el brote nuestro.
Ponernos nuestros vasos de barro
ante Tu rostro.
Como se junta el pueblo
para alabar Tu Nombre.
Dios feliz.
Nosotros.
No somos tan felices.
No siempre comprendemos
que será esta tristeza.
Este miedo de servir
y predicar razones
que la gente rechaza
ejerciendo su derecho.
Andar modestamente con Dios
dice Miqueas
y pregunto para mí
si es perder modestia
de andar contigo
amar una mujer como esta
en días como estos
y en corazón como este.
Este corazón de hombre
que tropieza
y se levanta
y sigue tal vez otro camino.

El poeta Joan Bernal.

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