Diccionario de la Literatura Centroamericana. Albino Chacón y otros. EUNA, Editorial Costa Rica. Costa Rica, 2007. |
A veces, los errores más evidentes aparecen en el lugar más notorio. Si un índice de escritores de Estados Unidos consignara datos erróneos sobre Walt Whitman, o uno sobre literatura de España brindara información equivocada sobre Cervantes, cualquiera, sin necesidad de ser especialista en la materia, notaría el fallo.
Lamentablemente, algo así ocurrió con el Diccionario de la Literatura Centroamericana, publicado en conjunto por la Editorial Costa Rica y la Editorial de la Universidad Nacional, en el que aparecen datos inexactos sobre la vida y la obra de Rubén Darío.
En la nota biográfica, que presta más atención de la necesaria a asuntos de su vida personal, se afirma que el matrimonio del poeta con Rafaela Contreras Cañas "fue interrumpido por la muerte de su mujer durante el primer parto."
Si, como es sabido, Rubén Darío Contreras, el primer hijo de la pareja, nació en Costa Rica en 1891 y Rafaelita murió en El Salvador en 1893, ¿Cómo es posible que haya muerto durante el parto?
En el resumen de la obra literaria el asunto se pone peor. Se citan, como libros de poesía, Los raros (1896), España Contemporánea (1901), Tierras Solares (1904) y El viaje a Nicaragua (1909), cuando, en realidad, Los raros es una colección de artículos sobre diversos escritores, mientras que España Contemporánea, Tierras Solares y El Viaje a Nicaragua son crónicas de viajes.
Al referirse a la categoría de cuento, el Diccionario afirma que "fueron publicados mayormente en revistas y periódicos" y que "han sido recopilados en diversas antologías", pasando por alto el hecho de que Azul (1888), el libro con el cual Darío alcanzó fama continental, está compuesto principalmente por cuentos.
Por muchas razones que no debería ser necesario recordar, Rubén Darío fue el primer gran escritor centroamericano y resulta en verdad decepcionante que este Diccionario de la Literatura Centroamericana, consigne datos erróneos sobre su vida y su obra.
Cabe mencionar que en el equipo de investigadores que reunió la información del Diccionario, coordinado por Albino Chacón, no hubo ningún nicaragüense. La obra fue realizada por tres costarricenses, dos panameños, dos guatemaltecos, un salvadoreño y una hondureña.
El no incluir a un especialista en literatura nicaragüense acabó haciéndose sentir. El libro, que pretende ser exhaustivo al incluir desde autores clásicos hasta escritores jóvenes de generaciones recientes, está lleno además de omisiones inexplicables.
Concentrándome en los escritores costarricenses, que es a los que mejor conozco, me llamó la atención que se incluyera a don Abel Pacheco, pero no a don Pepe Figueres, cuando ambos escribían cuentos y llegaron a ganar premios literarios de importancia. Aparece Mario Picado, pero no Lil Picado. Aparece Ana Antillón, pero no su hermano Juan Antillón. En el apartado de Alfredo Cardona Peña, se menciona que era sobrino del poeta Rafael Cardona, pero el tío no tuvo su espacio propio. También se quedaron por fuera, además de los ya mencionados, Juan Garita, Rosendo Valenciano, Carlomagno Araya, Edelmira González, Anabelle Aguilar Brealey, Ricardo Ulloa Garay, Marco Aguilar, Diana Avila, María Montero, Felipe Granados y Alfredo Trejos, entre otros muchos. Lo extraño es que sí lograron su espacio (y hasta grande), otros escritores que, comparados con los excluidos, habían publicado menos títulos y obtenido menos premios.
Con frecuencia, las notas se detienen en detalles minúsculos. Es oportuno mencionar que Salarrué era el nombre literario de Luis Salvador Efraín Salazar Arrué, o que Lara Ríos es el de doña Marilyn Echeverría Zurcher, pero resulta totalmente innecesario explicar que Roque Dalton era el nombre literario de Roque Antonio Dalton García.
En el caso de Eunice Odio, que es presentada como Eunice Odio Infante, el autor de la nota afirma categórico: "Ese es su nombre, aunque ella decía tener por apellidos Odio Boix y Grave Peralta." Si el autor de la nota se hubiera tomado la molestia de consultar a un genealogista, se habría percatado que Eunice no hacía más que utilizar el apellido completo de sus ancestros de apenas un par de generaciones atrás.
La intención del Diccionario, según se menciona el prólogo, era incluir, en la nota de cada autor, un esbozo biográfico, una semblanza sobre los temas que aborda y una lista de las obras publicadas. Sin embargo, en muchos de los apartados, aparecen también opiniones y juicios de valor. Cuando hay elogios (por lo general en el caso de autores vivos), son tan desmesurados que hasta parecen escritos por el propio interesado. Con cierta frecuencia, el autor anónimo de la nota se permite decir cuál es "la obra mejor lograda" del escritor que reseña. Y hasta hay afirmaciones verdaderamente fuera de lugar. En la nota sobre Luis Chaves, por ejemplo, se afirma que "algunos de sus poemas tienen algo de una derrota básica, un cierto aire a lo Joaquín Sabina."
Todas las opiniones son tan respetables como discutibles, pero quien se atreve a emitir opiniones debe tener la cortesía de firmarlas.
Creo que es muy probable que otros, como yo, al tener en sus manos este Diccionario de la Literatura Centroamericana, corran a consultar, en primer lugar, la nota sobre Rubén Darío y, tras sorprenderse por los errores que consigna, sonrían al leer el texto de la contraportada que reza:
"Durante cuatro años un grupo de personas expertas en la materia recopilaron información sobre autores, sus obras y corrientes estético-ideológicas. Se trata de una obra hecha con rigor, y por tanto, fiable para quienes buscan profundizar en el conocimiento de las letras de la región, de autores particulares o de información bibliográfica."
"Esta coedición de la Editorial Universidad Nacional y la Editorial Costa Rica es un hito en la historiografía literaria centroamericana, tanto por su visión de conjunto como por la cantidad, calidad y exactitud de la información acerca de la producción literaria y de sus direcciones estéticas y temáticas."
Aunque soy partidario del libro impreso en papel, considero que un trabajo como este Diccionario de Literatura Centroamericana, habría sido mucho mejor publicarlo en una página de Internet. Así los autores podrían recibir la retroalimentación necesaria para corregir los errores consignados, sería posible crear nuevas entradas para incluir a los excluidos y, además, estaría abierta la posibilidad de actualizar los nuevos títulos de los autores vivos, cuya obra aún no puede considerarse cerrada.
INSC: 2651
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