sábado, 28 de diciembre de 2019

Canto a Pepe Figueres.

Canto a Pepe Figueres. 
Carlos Manuel Vicente Castro.
Editorial Raíces. Costa Rica, 2006.
La simpatía y el sentido del humor de donJosé Figueres Ferrer han alcanzado, al igual que su propia figura, la estatura de leyenda. Hablara con quien hablara, ya fuera un alto funcionario del gobierno, un diplómatico de otro país, un industrial, un productor agrícola, un estudiante, un campesino o un periodista, don Pepe siempre salpicaba la charla con alguna broma. Incluso al referirse a temas complejos y delicados, sabía encontrar el lado chistoso de la situación. Al conversar con don Pepe, el interlocutor inevitablemente, así fuera por un instante, acababa sonriendo. 
Cercano al pueblo, desprovisto de toda solemnidad y siempre dispuesto a entablar una charla con quien tuviera al frente, don Pepe era muy accesible pero, al mismo tiempo, era un hombre de pocos amigos. Aunque todos, hasta los niños, en vez de llamarlo "Señor Presidente", se dirigían a él simplemente como "don Pepe", eran realmente pocos, quizá solamente sus amigos de infancia como don Chico Orlich, quienes se atrevían a quitarle el don.
Don Pepe correspondía con el trato respetuoso y él también trataba de don a sus ministros y colaboradores. Haber trabajado a su lado les permitió conocerlo de cerca, pero entablar una relación de verdadera amistad con él no era algo de lo que pudieran presumir.
Se dice que Carlos Manuel Vicente Castro (1924-2017), quien fue diputado en tres ocasiones (1953-1958, 1966-1970 y 1970-1974) y desempeñó el cargo de Ministro de Gobernación, Policía, Justicia y Gracia en el último gobierno de don Pepe (1970-1974) era uno de los pocos grandes amigos que tuvo.
En el año 2006, al cumplirse los cien años del nacimiento de don Pepe, la Editorial Raíces publicó un valioso texto de Carlos Manuel Vicente Castro sobre el tres veces presidente de la República a quien tuvo la oportunidad de tratar de cerca y conocer a fondo.
El relato arranca meses antes del nacimiento del protagonista, cuando don César Nieto Díez, Cónsul de Costa Rica en Barcelona, logra convencer al entonces joven y recién casado médico, Dr. Mariano Figueres Forges, de firmar un contrato para ejercer su profesión al otro lado del Atlántico, en un país pequeño de América Central sobre el que no tenía mayor información. Su esposa, doña Francisca Ferrer Minguela, estaba embarazada, pero esa circunstancia no retrasó la partida. La joven pareja de catalanes se instaló en San Ramón de Alajuela, en tiempos en que aún vivía allí el poeta Lisímaco Chavarría, y pronto entabló amistad con otra pareja de inmigrantes de origen croata, don José Ricardo Orlich y doña Georgina Zamora. En San Ramón nacieron los primogénitos de ambas familias, don José María Figueres Ferrer, el 25 de setiembre de 1906 y don Francisco José Orlich Bolmarciv, el 10 de marzo de 1907. La amistad entre ambos, podría decirse que empezó desde que vinieron al mundo y los dos niños se criaron como hermanos. Con el tiempo, llegarían a ser conocidos simplemente como don Pepe y don Chico y los dos acabarían siendo Presidentes de Costa Rica. También, vale la pena mencionar, acabarían siendo cuñados, puesto que don Cornelio Orlich Bolmarciv, hermano de don Chico, se casó con doña Figueres Ferrer, hermana de don Pepe.
Los Figueres estuvieron poco tiempo en San Ramón. Cuando nació Luisa, la segunda hija, se trasladaron a Escazú y, poco después, a Santa Ana. Los otros dos hijos, Carmen y Antonio, ya nacieron en San José, donde su padre había instalado una moderna clínica muy bien equipada.
Don Pepe y don Chico estudiaron en el Colegio Seminario, bajo la rígida disciplina de los padres paulinos alemanes. Allí coincidieron con otros jóvenes de su edad, como Alberto Martén Chavarría, que entonces creía tener vocación sacerdotal pero que a la larga terminó inclinándose por el Derecho y la Economía. Compartieron aulas también con Alberto Mata Oreamuno, quien llegaría ser un reconocido sacerdote, así como con Francisco Calderón Guardia,  hermano menor del Dr. Rafael Calderón Guardia, quien también estudió en el Seminario pero que ya se había graduado cuando ellos llegaron.
Don Pepe era un buen estudiante, pero lamentaba que la educación técnica no fuera más amplia. Se destacaba en Matemáticas y Física y tenía entonces un gran interés por la mecánica y la electricidad. Apenas se graduó de bachiller, con tan solo diecisiete años de edad, decidió marcharse a los Estados Unidos. Le ilusionaba ver mundo y estudiar a fondo las materias de su interés. También quiso mantenerse por sí mismo, por lo que no aceptó ayuda económica de su padre. En los Estados Unidos trabajó y leyó muchísimo. Las cartas que enviaba a familiares y amigos eran tan alegres y optimistas que su amigo don Chico Orlich decidió unírsele. Los dos jóvenes vivieron entre Boston y New York durante cinco años. Regresaron en 1928, un año antes de la caída de la Bolsa de Valores que marcaría el inicio de la Gran Depresión.
De vuelta en Costa Rica, don Pepe se dedicó a diversas tareas. Vendió automóviles, instaló pequeñas plantas eléctricas en beneficios de café, probó suerte en el comercio, la industria y la agricultura y, como se sabe, finalmente decidió instalarse en una finca de terreno quebrado, lejos de la capital, en una zona a la que solamente se podía llegar tras varios días de viaje por caminos de tierra. A lo largo de su vida, cada vez que alguien le preguntaba por qué se fue a meter a aquella zona remota bajo condiciones tan difíciles, don Pepe simplemente contestaba: "A mí no me gustan las cosas fáciles." 
Allá. lejos de todos, pretendía dedicarse al trabajo duro del campo, durante el día, y al placer de la lectura reposada, durante la noche. Daba la impresión que su propósito era convertirse en una especie de ermitaño, concentrado exclusivamente en ampliar su cultura general de lector voraz y la producción agrícola de la finca que era su refugio. Por varios años cumplió su propósito y don Pepe era un personaje que solamente muy de vez en cuando se veía por San José. Pero un discurso que pronunció en la radio, como se sabe, acabó convirtiéndolo en figura nacional.
El Dr. Calderón Guardia había sido electo en 1940 prácticamente como candidato único y gozó, en un primer momento, de un gran apoyo general. Muy pronto, sin embargo, su gobierno empezó a volverse impopular. Se le acusaba de nepotismo y manejos poco claros de la Hacienda Pública. El conflicto armado en Europa afectaba el comercio internacional. Tras el ataque a Pearl Harbor, en diciembre de 1941, Costa Rica había declarado la guerra a las potencias del Eje y, poco después, el gobierno había formado una alianza con el partido comunista. Un hecho verdaderamente extraño y curiosamente poco investigado por historiadores de épocas posteriores, desató una protesta que se salió de control. En el puerto de Limón, hubo una explosión en un barco, llamado el San Pablo, que dejó varios muertos. Se dijo que había sido atacado por un submarino nazi (hecho poco probable que nunca fue confirmado) por lo que el gobierno y el partido comunista organizaron una manifestación de protesta el 4 de julio de 1942. Los manifestantes destruyeron y saquearon comercios de alemanes, italianos y españoles en la capital. 
José Figueres Ferrer (1906-1990) Finquero rural y
lector voraz, era un desconocido hasta que en un
discurso radial, en 1942, mostró sus dotes de
gran comunicador.
Don Pepe, que se encontraba en San José, fue testigo de los hechos y quiso hacer pública su opinión sobre lo ocurrido así como sobre la situación del país en general. El anuncio que apareció en el periódico el 8 de julio de 1942, invitando al público a escuchar el discurso radial que iba a transmitirse esa noche, estaba firmado por sus compañeros de Colegio Seminario, Francisco J. Orlich y Alberto Martén Chavarría. Don Pepe, en esa fecha, era un desconocido. Esa misma fecha, sin embargo, dejó de serlo. 
Desde la primera vez que se dirigió a los costarricenses, lo hizo con el estilo de oratoria que acabaría convirtiéndolo en un gran comunicador. Su estilo era llano, concreto, casi telegráfico. Era capaz de plantear y analizar problemas sin caer en un tono pesimista. Lograba comunicar ideas profundas con lenguaje directo y claros ejemplos. Sabía cuándo, dónde y cómo introducir alguna gota de humor para relajar la tensión. Su discurso era muy crítico hacia el gobierno, pero el propio don Pepe declaró en repetidas ocasiones que no hizo más que repetir lo que se decía en la calle. 
La transmisión fue interrumpida por la policía, don Pepe fue arrestado y, pocos días después, expulsado del país. En Costa Rica no se había arrestado a nadie por manifestar su opinión en veinticinco años. Los últimos casos ocurrieron durante la dictadura de Federico Tinoco, que había concluido en 1919.  La práctica de desterrar ciudadanos costarricenses, que fue bastante común en el Siglo XIX y se practicó incluso durante la primera década del XX, se creía que era cosa del pasado. De hecho, Figueres acabó siendo el último costarricense al que el gobierno de Costa Rica expulsó de su propio país. 
En el exilio, además de preparar la lucha armada para derrocar a un régimen que había dado muestras de no estar dispuesto a dejar el poder por medio de las urnas, don Pepe establece relaciones cercanas con líderes latinoamericanos como Rómulo Betancourt, el Dr. Arévalo, Víctor Raúl Haya de la Torre y Luis Muñoz Marín. 
Su regreso a Costa Rica, el 23 de mayo de 1944, le brinda la ocasión de pronunciar un segundo discurso tan efectivo como el primero, que marca la consagración de un nuevo líder político. Aunque participó activamente de las asambleas de grupos opositores al gobierno, desde hacía tiempo había llegado a la conclusión de que, tarde o temprano, habría que recurrir a las armas.
Cuando el triunfo electoral de don Otilio Ulate sobre el Dr. Calderón Guardia fue desconocido en el Congreso, Figueres supo que había llegado el momento que esperaba. Monseñor Víctor Manuel Sanabria intentó evitar el conflicto, don Víctor Guardia Quirós propuso que Ulate y Calderón se retiraran y se nombrara un gobernante por consenso, pero ya los ánimos no estaban para negociaciones ni pactos.
La Guerra Civil fue breve. Empezó el 11 de marzo de 1948. El 20 de marzo las fuerzas de don Pepe tomaron San Isidro de El General, el 10 de abril Limón y el 12 de abril Cartago. El 24 de abril ya se había instalado la Junta Fundadora de la Segunda República y don Pepe quedó al frente del gobierno por primera vez. El 1 de diciembre de 1948, en un acto solemne en el Cuartel Bellavista que sería transformado en sede del Museo Nacional, don Pepe abolió el ejército.
Carlos Manuel Vicente Castro. (1924-2017)
El relato biográfico de Carlos Manuel Vicente Castro, que fue colaborador suyo en periodos posteriores, extrañamente termina en ese momento. Es verdad que 1948 fue el año más intenso de toda la vida pública de don Pepe, pero ni su vida ni su biografía terminan allí. Todo lo contrario, más bien podría decirse que allí empieza su larga carrera de estadista. Don Pepe fue presidente en dos periodos más, de 1953 a 1958 y de 1970 a 1974, en que también realizó importantes transformaciones. Alejado del poder y, en muchos sentidos, hasta distanciado de su propio partido, don Pepe continuó siendo figura protagónica de todos los debates nacionales prácticamente hasta el momento de su muerte, en 1990.
Canto a Pepe Figueres es un libro que, además de reseñar la vida de don Pepe, desde su nacimiento hasta la abolición del ejército, reproduce íntegramente los textos del discurso por el que fue expulsado del país y del que pronunció a su regreso, así como de las dos proclamas de la guerra civil, la primera, invitando a los ciudadanos a sumarse al movimiento armado y la segunda con propuestas para construir la Costa Rica del futuro. Incluye además una numerosos comentarios de diversas personas, entre los que hay amigos, colaboradores, familiares y hasta adversarios de don Pepe a propósito del centenario de su nacimiento. 
El periódico La Nación, que nunca fue complaciente con las actuaciones de don Pepe y que, de hecho, en distintas oportunidades actuó con abierta hostilidad hacia él, lo declaró en el año 2000 como el personaje histórico principal de Costa Rica en el Siglo XX. 
Don Pepe dejó publicados varios libros de ensayos y de narrativa. Sobre su figura y trayectoria se ha escrito mucho pero, a más de cien años de su nacimiento, una biografía completa que abarque todas sus múltiples facetas aún no ha sido escrita.
INSC: 2185
Destruir con un mazo las almenas del cuartel transformado en museo, fue
el gesto simbólico con que don José Figueres Ferrer abolió el ejército de
Costa Rica el 1 de diciembre de 1948.

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