Partido Unidad Social Cristiana. Bosquejo Histórico. Roberto Tovar Faja. Imprenta Lil. Costa Rica, 1986. |
Históricamente, los partidos políticos de Costa Rica no eran organizaciones ideológicas y permanentes, sino más bien agrupaciones temporales que se formaban con el exclusivo propósito de impulsar a un candidato en particular. Algunos politólogos e historiadores critican severamente el personalismo excesivo de los grupos políticos que aparecieron y desaparecieron durante todo un siglo tras la fundación de la república.
Todas las circunstancias, sin embargo, tienen sus aspectos positivos y negativos. El hecho de no contar con partidos permanentes, de alguna forma libró a Costa Rica de conflictos interminables como los que sufrieron Nicaragua y Colombia, por ejemplo, en donde los enfrentamientos entre liberales y conservadores, también durante un siglo, no permitieron ni un minuto de paz.
En Costa Rica hubo, por supuesto, partidos que proponían un ideario y aspiraban a ser algo más que una mera plataforma electoral, pero esos partidos, como el Unión Católica, el Partido Reformista de Jorge Volio o el Partido Comunista, no llegaron a gobernar. Los dos primeros tuvieron corta vida y el tercero nunca logró un apoyo popular considerable.
El que se mantuvo por muchos años fue el célebre partido Republicano que, ya sea que ganara o perdiera, fue siempre uno de los más votados en todas las elecciones que se celebraron entre 1902 y 1948. Sin embargo, pese a su constancia y permanencia, el partido Republicano existía en función del candidato y no a la inversa.
El conflicto armado de 1948 lo ganó el Movimiento de Liberación Nacional que, apenas tres años después, el 12 de octubre de 1951, se conviertió en el Partido Liberación Nacional. Como en aquellos tiempos las fotografías eran en blanco y negro, pocos están al tanto de que, durante un breve período en sus inicios, la bandera del partido no era verde y blanco, sino azul y blanco. Aunque en Costa Rica, gracias a Dios, nunca hemos tenido un régimen de partido único, bien puede afirmarse que Liberación Nacional estuvo solo durante treinta años. El asunto es complejo, al punto que, como decía don Joaquín Gutiérrez: "la guerra civil de Costa Rica fue tan enredada que ni los mismos ticos la entienden." Don José Figueres se alzó en armas para defender la elección de don Otilio Ulate ante las pretensiones del Dr. Rafael Angel Calderón Guardia de volver al poder pero, casi de inmediato, don Otilio y don Pepe se distanciaron, de manera que Liberación tenía como opositores al calderonismo y al ulatismo que también habían sido enemigos entre sí.
Para acabar de complicar el panorama, constantemente surgían pequeños partidos que no llegaban a obtener ni un diez por ciento de apoyo de los electores. Con la oposición dividida, Liberación ganó las elecciones de 1953, 1962, 1970 y 1974. Cabe anotar que las dos únicas que perdió, la de 1958 y la de 1966, también las pudo haber ganado de no haber sido por fracturas internas que le costaron el triunfo.
La única manera de evitar que Liberación gobernara indefinidamente era que el antiliberacionismo se uniera, pero ese objetivo era tan difícil de lograr que se requirieron ni más ni menos que veinte años para poder hacerlo realidad. El libro Partido Unidad Social Cristiana. Bosquejo histórico. de don Roberto Tovar Faja ofrece una amplia reseña, rica en datos y documentos sobre el largo proceso, lleno de dificultades y tropiezos, que precedió la fundación del Partido Unidad Social Cristiana.
Roberto Tovar Faja. protagonista del largo proceso de creación del Partido Unidad Social Cristiana, del que fue su primer Secretario General. |
El mayor mérito de esta obra es el que no haya sido escrita por un historiador ni por un analista político, sino por un protagonista principal y testigo de primera fila de todos los hechos que se reseñan. Don Roberto Tovar Faja fue el secretario de actas de las primeras conversaciones que, en 1972, se llevaron a cabo para establecer una alianza entre los principales cinco partidos de oposición. También fue el notario ante el que se formalizó, en 1977, la Coalición Unidad. Cuando por fin se cumplió la meta y el Partido Unidad Social Cristiana se fundó, en 1982, don Roberto fue el Secretario General del primer Directorio Político.
El libro, pese a ser breve, es de gran valor histórico y documental, ya que incluye textos íntegros de actas, cartas, manifiestos y correspondencia, así como los nombres de todos los involucrados y el detalle de cada incidente relevante. Pero lo más atractivo no es tanto la información como la narración que, pese a estar escrita en tono sereno y reposado, deja bien claro que el asunto no fue nada fácil.
Además del calderonismo y del ulatismo, existían muchos otros sectores antiliberacionistas que formaban agrupaciones dispersas. Todos estos grupos solamente lograban uniones temporales tras negociaciones excesivamente largas y complejas. Todos se oponían a Liberación, pero por distintos motivos y, cada vez que se reunían, en vez de procurar un acuerdo, se ventilaban los puntos de desacuerdo. Tres palabras en un documento podían generar una larguísima carta de protesta. Costaba sentarlos a la mesa, pero se levantaban y se iban por cualquier motivo. Cuando por fin cinco partidos, Unificación Nacional, Unión Nacional, Unión Popular, Frente Nacional y Republicano Nacional, parecía que iban a lograr una alianza, surgían nuevas agrupaciones como Renovación Democrática, Demócrata Cristiano y Nacional Independiente.
Don Roberto es un señor elegante que se expresa con corrección y propiedad. Relata los acontecimientos con gran caballerosidad pero, aunque en su libro no aparecen nunca las palabras berrinche o capricho, salta a la vista que esas actitudes surgían con mucha frecuencia. Cuando algo no se hacía como alguien esperaba que se hiciera, ese alguien simplemente se levantaba y se iba.
La urgencia y conveniencia de la unión, en todo caso, estaba clara. En 1970 Sarapiquí fue erigido como cantón número diez de la provincia de Heredia. Las votaciones para elegir las nuevas autoridades municipales las ganó Liberación, pero si todos los otros partidos hubieran estado unidos habrían obtenido una cómoda victoria de sesenta sobre cuarenta por ciento. Los líderes de la oposición consideraron que algo similar podría ocurrir a escala nacional y, de hecho, así ocurrió en las elecciones presidenciales de 1974. Ganó el Lic. Daniel Oduber Quirós, quien se enfrentó al Dr. Fernando Trejos Escalante, al Lic. Rodrigo Carazo Odio y al Lic. Jorge González Martén. Si la oposición hubiera presentado un único candidato, habría ganado con 50.4 sobre 43.3 por ciento.
La amarga lección fue aprendida y todos los grupos hicieron un esfuerzo para que la división no los hiciera perder también las elecciones de 1978. Se logra el acuerdo y cinco partidos firman el Pacto de Ojo de Agua, tras el cual hay una reñida convención en la que Rodrigo Carazo se impone sobre Miguel Barzuna Sauma. Barzuna se retira junto con don Mario Echandi y apoyan a González Martén. Don Guillermo Villalobos Arce se postula con Unificación Nacional. Pero estos grupos disidentes no logran apoyo entre los electores y don Rodrigo Carazo gana la presidencia.
El gobernante siguiente, don Luis Alberto Monge Alvarez, pese a ser liberacionista, favoreció todo el cambio de legislación requerida para que los partidos que formaban la coalición contraria a Liberación Nacional pudieran fusionarse en un único partido. Este apoyo a la causa de los opositores deja claro que, incluso dentro de las filas de Liberación, preferían enfrentarse a un partido grande y fuerte. Nace entonces el partido Unidad Social Cristiana. Al señalar méritos, don Roberto deja claro que el arquitecto del partido fue el Prof. José Joaquín Trejos Fernández y su constructor fue el Lic. Rafael Angel Calderón Fournier. Es una omisión lamentable que en el libro no haya mencionado el apoyo del Presidente Monge en la etapa final del proceso.
El libro, publicado en 1986, cierra afirmando que, aunque el PUSC perdió las elecciones de ese año, se consolidó al obtener un cuarenta y siete por ciento del electorado y augura que ganará las elecciones de 1990. La predicción se cumplió.
A partir de la creación del PUSC, Costa Rica vivió veinte años de bipartidismo. Recuerdo que, en los años ochenta, durante una actividad académica, le pregunté al Dr. Fernando Trejos Escalante si Liberación era realmente social demócrata y la Unidad era realmente social cristiana. Su respuesta fue: "Básicamente, sí."
Los conflictos y hasta disputas que cada partido tenía a nivel interno, eran saludables ya que la competencia de distintas tendencias y liderazgos evitaban que el partido tuviera dueño. Liberación, por ejemplo, nunca tuvo dueño. Todos los liberacionistas admiraban a don Pepe pero eso no implicaba que estuvieran de acuerdo con él en todo. Aunque a lo interno de cada partido hubiera grupitos un tanto extremistas, en cada elección el votante podía elegir entre dos propuestas moderadas y de centro. La rivalidad entre el PLN y el PUSC era intensa en periodo electoral pero, ganara quien ganara, el gobierno lograba establecer acuerdos con la oposición para impulsar proyectos de interés nacional. Sin embargo, tras dos décadas de lo que los franceses llaman cohabitación, una parte considerable del electorado empezó a quejarse del gobierno del "PLUSC" y consideró conveniente el surgimiento de una tercera opción.
Aunque sufrió duros golpes y hubo hasta quienes llegaron a darlo por muerto, el Partido Unidad Social Cristiana sigue vivo y goza tanto de las simpatías como del voto de un segmento considerable de la población. Lo que costó tanto unir se ha roto, al punto que los tres presidentes electos por el PUSC, Rafael Angel Calderón Fournier, Miguel Angel Rodríguez y Abel Pacheco, se han distanciado del partido.
Cuando estaba trabajando en esta nota, me encontré por casualidad con don Roberto Tovar Faja. Le hizo mucha gracia que todavía hubiera alguien leyendo su libro publicado hace más de treinta años. Yo me atreví a preguntarle, a él que vivió el lento y complicado proceso de unión, si creía posible, aunque obviamente no sería fácil, que el partido se uniera de nuevo. No descartó la posibilidad pero, con gran sentido realista, me respondió que ahora todo sería mucho más complejo que al inicio.
No hace falta pensarlo mucho para descubrir que tiene razón. Construir algo nuevo con elementos dispersos es difícil, pero reparar algo que está roto es mucho más difícil aún.
Los espresidentes José Joaquín Trejos, Mario Echandi y Otilio Ulate, líderes de distintas tendencias anti liberacionistas. |
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