viernes, 1 de abril de 2016

León Nuñez de Acoyapa.

Figuras, Figurantes, Figurines y
Figurones. León Núñez. 
Nicaragua, 2011.
El Dr. León Núñez es un abogado nicaragüense que observa atentamente los acontecimientos y personajes de su país para luego
comentarlos en su muy leída columna del diario La Prensa. 
A veces publica experiencias u opiniones a título personal pero muy frecuentemente deja constancia que ha recibido apoyo de sus amigos, los analistas políticos de Acoyapa y los artistas de la Peña El Bejuco, a cuyo criterio sometió los temas antes de escribir el artículo. 
Núñez escribe sin rodeos y sin pelos en la lengua. Va directamente al grano y siempre plantea, desarrolla y cierra los temas en clave cómica. Ante situaciones que harían a otros columnistas rasgarse las vestiduras y soltar protestas llenas de indignación, Núñez opta por esbozar (y provocar) una sonrisa burlona. La concisión, contundencia y, muy especialmente, el sentido tan ingenioso como punzante, del que hace gala, lo han convertido en uno de los columnistas más populares de Nicaragua durante los últimos veinte años.
Su trabajo periodístico ya ha sido recopilado en dos libros: El síndrome del figuero, con columnas publicadas entre 1990 y 2002, y Figuras, Figurantes, Figurines y Figurones, que recoge las que aparecieron entre 2001 y 2010. El propio autor llama la atención sobre el hecho de que, a pesar del paso de los años, los personajes protagónicos de la escena política nicaragüense siguen siendo los mismos. Como no tengo el primer libro, no sé exactamente a quiénes se refiere, pero puedo imaginarlo. Daniel Ortega, el Cardenal Obando y Bravo y el Comandante Edén Pastora han sido figuras principales desde los años setenta. Arnoldo Alemán, quien fue Presidente de la República de 1997 a 2002, no ha dejado de ser, por diversos motivos, personaje de primera fila.
He tratado de conseguir el primer libro de Núñez, pero tal parece que la edición se agotó casi inmediatamente después de su aparición. El segundo, lo adquirí apenas salido de imprenta. Entré a una librería en Granada y el encargado, sin haberme permitido curiosear ni siquiera unos segundos en los estantes, se me acercó con el libro en la mano. "Si busca algo interesante para leer, le recomiendo éste".  
No tuvo que insistirme. El título, Figuras, Figurantes, Figurines y Figurones, hizo que me decidiera a comprarlo sin abrirlo siquiera. Hacía menos de un año que yo había publicado un libro titulado Figuras y Figurones y, además de la feliz coincidencia, me pareció casi un designio del destino que el vendedor me lo ofreciera apenas crucé la puerta del establecimiento. 
Los artículos de León Núñez son una buena muestra de la sabiduría del viejo adagio que reza "Es preferible reír que llorar." Las páginas de opinión de los periódicos están llenas de quejas y lamentos. Quizá por ello muchos lectores les pasan de largo. La corrupción, el irrespeto a la ley y los abusos de poder desatan la ira de los columnistas apasionados que, por repetitivos, acaban cansando. Núñez, sabiamente, descubre y demuestra que todas las situaciones injustificables o abusivas son también absurdas y, enfocadas desde ese ángulo, más que indignantes resultan risibles.
Quienes escriben sobre la lentitud de los trámites burocráticos suelen narrar su experiencia en las oficinas gubernamentales como un calvario y clamar por mayor eficiencia. Núñez, en cambio, opta por familiarizar a sus lectores con ciertas palabras clave. Como abogado que es, en una oportunidad debió presentar un documento en una institución, donde le informaron que el trámite se demoraría seis meses pero, si pagaba agilización, estaría listo en tres meses. Como no podía esperar tanto, consultó si había otras opciones y entonces le dijeron que, en forma rápida, podría pasar a recogerlo en dos meses. "¿Cuánto debo pagar para que me lo entreguen en un mes?" preguntó. "¡Ah!", le respondió el burócrata, "Usted ocupa un trámite veloz."
Ya enterado de la terminología (normal en seis meses, ágil en tres, rápido en dos y veloz en uno), le explicó al funcionario que necesitaba el documento en una semana.  "Entonces lo que usted quiere es que se lo entreguemos balazo. Se lo podemos entregar balazo, pero tenemos que ponernos de acuerdo con el precio y todo trámite balazo es caro."
Cuando al presidente Enrique Bolaños le dio la manía de andar repartiendo condecoraciones a diestra y siniestra, León Núñez le dedicó una columna titulada Don Enrique ¿Y mi condecoración?
Mientras otros columnistas comentaban, con palabras técnicas, las conclusiones de los más recientes estudios sociológicos, Núñez llamaba la atención sobre el hecho que no hay, en Nicaragua, ni un solo problema social que no haya sido estudiado. Lamentaba que, en vez de poner manos a la obra, cada cierto tiempo se encargara la realización de un nuevo estudio, pero se consolaba con la certeza de que, en el país, desde hace tiempo, todo está teóricamente resuelto.
Cuando el expresidente Arnoldo Alemán fue condenado a prisión, Núñez propuso que la pena fuera más breve, pero más severa. Como es sabido, el Comandante Edén Pastora fue quien lideró la famosa Operación Chancera, en la que un grupo guerrillero bajo su mando logró tomar el Palacio Nacional. El golpe fue en verdad osado y, pese a sus riesgos, acabó siendo un éxito para los rebeldes frente a la dictadura de Somoza. Esa hazaña fue tan importante para Pastora que desde ese día (22 de agosto de 1978), no habla de otra cosa. Núñez entonces propone que el expresidente Alemán, en vez de cárcel, sea condenado a reunirse diariamente con Pastora durante un año. Las mañanas estarían dedicadas a repasar los planes de la operación, las tardes al desarrollo de las de los acontecimientos dentro del Palacio y las noches a la evacuación del recinto.
La descripción que hace del panorama político nicaragüense no puede ser más clara. Aunque los sandinistas, por un lado, y los liberales, por otro, tienen pequeños grupos disidentes, lo verdaderamente importante no son los partidos sino los líderes, Arnoldo Alemán y Daniel Ortega. Ni siquiera se trata de una división ideológica ya que hay arnoldistas de izquierda, de centro y derecha y orteguistas de izquierda, de centro y derecha. En ambos bandos es común que haya personas honestas que trabajan a las órdenes de un sinvergüenza así como sinvergüenzas que trabajan a las órdenes de una persona honesta. 
Núñez se alarma cuando el grupo de analistas de Acoyapa, su pueblo, se reúne en varias ocasiones consecutivas sin tocar el tema de la política. Una vez, para mantener vivas las deliberaciones, propuso dividir el comité de rumores en dos subcomités: el de los rumores falsos y el de los rumores verdaderos. La idea no prosperó puesto que la línea entre verdad y mentira es tan tenue que resulta inexistente.
La peña El Bejuco, por su parte, con frecuencia improvisa representaciones teatrales cuyos diálogos Núñez comparte en su columna. Montan en escena, por ejemplo, un diálogo de Daniel Ortega con su médico o de George W. Bush con el embajador de Nicaragua en Washington. Un personaje recurrente en estos espectáculos es el Cardenal Miguel Purificación Obando y Bravo, antiguo arzobispo de Managua, cuyas posiciones políticas, a lo largo de las últimas tres décadas, no han sido precisamente constantes. Ha sido aliado de sus enemigos de la víspera y viceversa. Núñez lo disculpa porque la naturaleza humana es cambiante. En Nicaragua hay un refrán muy sabio (que le encanta al cardenal) que dice que la tortilla que no se da vuelta se quema. En la ocasión en que la peña El Bejuco, representó un encuentro de Obando y Bravo con el Papa Benedicto XVI, el pontífice alemán, de inmaculada cabellera blanca, abre el diálogo preguntándole al arzobispo que es de su misma edad: "¿Usted se pinta el pelo?" "No me lo pinto, Santidad", responde el prelado, "me lo pintan." El tono rojizo, casi naranja, del tinte, definitivamente no es muy afortunado.
León Núñez explica que sus artículos nacen de sus observaciones de la realidad. No escribe sobre lo que debería ser ni sobre teorías o análisis políticos porque no mira las personas, ni las situaciones en que se ven envueltas, desde una perspectiva abstracta. Confiesa que no tiene visión universal, ni nacional. Ni siquiera provinciana. "La provincia es muy grande para mí", afirma. "Yo escribo con ojos burlescos de aldeano."
Como columnista, ha procurado evitar términos como Estado de Derecho, Democracia Participativa o Representativa, Gobernabilidad, Institucionalidad, Modernización del Estado o de la Economía etc. Se burla abiertamente del uso que hacen los tecnócratas de la palabra escenario y no entra en las discusiones cuasi esotéricas de los analistas. "Si yo escribiera sobre esos temas, acabaría repitiendo todo lo que han dicho y siguen diciendo quienes abordan los grandes temas de nuestro tiempo." 
Núñez escribe libremente, como quiere, cuando quiere y de lo quiere. "Tal vez sería más cómodo escribir de otra manera", declara, "pero no puedo." Al escribir, ni siquiera se pregunta con quién va a quedar bien, o mal. Le tiene sin cuidado si su artículo lo puede beneficiar o perjudicar. Ni siquiera piensa en lo que gana como colaborador del periódico porque, aunque La Prensa le ofreció que se hiciera cargo de una columna semanal pagada, no aceptó la oferta. Con tal de publicar cuando le plazca y sin compromiso, optó por seguir escribiendo sin cobrar un centavo.
INSC: 2509

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