Un dios más, un dios menos. Joan Bernal. Editorial Poe. Guatemala. 2018. |
Cada libro que he leído me ha dejado un recuerdo, una impresión, una enseñanza, una reflexión, una herida, un golpe, un morete, una espina clavada. Se me han ido olvidando los libros, pero la huella que cada uno de ellos imprimió tanto en mi mente como en mis emociones, está siempre fresca. Carlos Porras.
martes, 19 de marzo de 2019
Un dios más, un dios menos. Poesía de Joan Bernal.
lunes, 11 de febrero de 2019
La enciclopedia de maravillas. Laureano Albán.
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Enciclopedia de Maravillas. Laureano Albán. International Poetry Forum San José, Costa Rica. 1993. Tres tomos. |
La idea de reunir de publicar, en varios tomos, un compendio tan completo como fuera posible de todas las ramas del saber, surgió en el Siglo XVIII. Un proyecto tan ambicioso, solamente podía ser alcanzado en parte, por lo que a la larga ciertas enciclopedias fueron reconocidas como muy completas en biografías, pero no en ciencias, mientras que otras se destacaban en arte, pero no en historia. Entonces, si a uno en la escuela le dejaban una tarea sobre, digamos, el aparato digestivo, sabía que debía recurrir a una enciclopia distinta a la que habría utilizado si el tema de la tarea hubiera sido, la independencia de Brasil.
Físicamente, las enciclopedias eran hermosas. Se veían muy imponentes esas filas de libros altos y anchos encuadernados en pasta dura. Recuerdo a los vendedores ambulantes que las ofrecían de puerta en puerta. Se daba un adelanto al firmar el contrato, luego iban a dejar a la casa la enciclopedia y después se pagaba a plazos semanales o mensuales. En mi casa había algunos libros, pero nunca hubo enciclopedia. Con el tiempo, logré irme haciendo de una bliblioteca considerable, pero nunca adquirí una enciclopedia. La última oportunidad que tuve, la desaproveché. En el supermercado vendían una enciclopedia de veinte volúmenes y cada tomo estaba disponible durante un mes. La idea de tener una enciclopedia me ilusionaba, pero en el fondo sabía que no iba a consultarla y que la tendría simplemente como objeto decorativo, así que desistí.
Más o menos por la época en que los tomos de la enciclopedia que decidí no comprar estaban aún a la venta en los estantes del supermercado, el poeta Laureano Albán tuvo la gentileza de obsequiarme los tres tomos de su Enciclopedia de Maravillas, una obra de la que había escuchado hablar, pero que nunca había visto. Se trataba de una enciclopedia que, en vez de datos, incluía poemas. Había poemas al cactus, a la mano, al hongo, al lirio, al pan, al pescado y así hasta completar mil temas.
La idea, en sí misma, era desconcertante y, cuando tuve los tres tomos altos, gruesos y encuadernados en pasta dura en mis manos, mi desconcierto, en vez de disiparse, aumentó. Por su propia naturaleza, valga la redundancia, enciclopédica, todas las enciclopedias eran obras antológicas, pero en la Enciclopedia de maravillas, todos los poemas son de Laureano Albán quien, en una obra exclusivamente personalmente suya le escribe un poema a mil temas distintos.
Naturalmente le agradecí el obsequio, pero no lograba comprender ni el principio ni el final del asunto, es decir, no comprendía ni la motivación ni el propósito de semejante esfuerzo. Como Laureano era un poeta laureado que había obtenido muchos premios literarios de importancia, circulaba entre los poetas costarricenses la broma de que, con este libro, pretendía obtener también un récord Guiness al poemario más extenso jamás publicado.
Aunque en el colofón se indica que el libro fue impreso en Costa Rica, aparece con el sello editorial de una organización llamada International Poetry Forum con sede en Pittsburgh, Pennsylvania. Se trata de una edición bilingüe en el que todos los textos aparecen en español y en inglés. El traductor fue Frederick H. Fornoff quien, desde el título mismo del libro tal parece que se topó con un dilema que fue resuelto por el diseñador. Como la palabra enciclopedia se escribe en español con la letra I y en inglés con la letra Y, autor, traductor, diseñador o los tres juntos, decidieron fusionarla en un solo símbolo en que ambas letras aparecen superpuestas. Esta originalidad, hay que aclararlo, solamente aparece en la portada, ya que en las páginas sí aparece adecuadamente enciclopedia en español o encyclopdia en inglés.
.De cuando en cuando, con la mayor atención, buena voluntad y mente y sensibilidad abiertas, hojeo este libro y trato de entrar en sintonía con su contenido, pero no lo logro. Es como si los tres pesados tomos de la obra total me impidieran leer unos versos en particular. Tengo claro que en la composición de mil poemas se invirtió mucho tiempo y en la edición, abundantes recursos. Pero no logro comprender el por qué y el para qué.
Cada uno a su manera, los poetas van creando su propia enciclopedia de maravillas y le escriben poemas al gato callejero, a la rama que se asoma sobre lo alto de un muro, o a la esquina por la que transitan. Después de todo, el poeta lo que hace es captar en un papel, con palabras, un instante, un lugar, un objeto o una persona, con el propósito de que, al leer esas líneas, otros vivan también, así sea de manera aproximada, las emociones y sensaciones que el poeta experimentó en ese instante, en ese lugar, antes ese objeto o esa persona. Es posible, que, a la larga, el poeta llegue a reunir mil poemas de este tipo pero, quizá por un ingenuo idealismo, uno tendería a pensar que tal creación sería espontánea y no deliberada, que respondería más al impulso de redondear cada poema en particular, en vez de a la pretensión de llegar a ser el autor de una enciclopedia.
La aparición de los tres tomos de Enciclopedia de maravillas, fue anunciada por una campaña tan sonora como poco efectiva. "La primera enciclopedia escrita totalmente en poesía en la historia de la humanidad", decía el folleto que entregaban quienes, siguiendo la tradición, ofrecían venderla a cómodos plazos semanales o mensuales. El propio Laureano Albán, casi al mismo tiempo del lanzamiento, aseguraba que pronto estarían disponibles seis tomos más. Sobra decir que la respuesta del público fue fría y que los nuevos tomos ofrecidos nunca aparecieron.
Los lectores de obras literarias son una minoría. Y los lectores de poesía son una minoría dentro de una minoría. Las ediciones de los libros de poesía son de mucho menos ejemplares que las de un libro de narrativa, la venta de los libros de poesía es más lenta y, si se logra el aplauso, será siempre el aplauso de un grupo pequeño. Tanto el que la escribe como el que lee, tiene claro que la poesía se crea, se disfruta y se comparte en un pequeño espacio íntimo. Lo asombroso, lo verdaderamente impactante y estremecedor en la poesía, no es tanto la forma del libro en que está impresa sino, más bien, el impacto que puede provocar un puñado de palabras juntas en el ánimo, o el entendimiento, de un lector sensible.
Para muchos, y me incluyo, la Enciclopedia de maravillas no es un libro de poesía sino, simplemente, un libro extraño, inexplicable. De hecho, en mi biblioteca, ni siquiera lo tengo ubicado junto a otros libros de poesía, sino en un estante aparte, dedicado a rarezas.
Irónicamente, esta rareza, a la larga acabó siendo la única enciclopedia que tengo.
INS: 1605 1606 1607
viernes, 23 de noviembre de 2018
Las Ish de Fernando Muñoz. Historias de la familia Castro Saborío.
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Las Ish. Fernando Muñoz Mora. Guayacán. Costa Rica, 2010. |
Cuando estudiaba en los Estados Unidos, a don Fernando Muñoz Mora le llamó la atención el gran interés que tienen los americanos, todos ellos hijos de inmigrantes, por conocer sus orígenes familiares.
En Costa Rica, donde todos los ticos, así sea en grado remoto, somos primos, damos por un hecho que siempre hemos estado aquí y, por desinterés, dejamos que caigan en el olvido las andanzas de los abuelos.
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Graciela Castro Saborío. Una de las Ish. Abuela de don Fernando Muñoz Mora. |
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Don Gerardo Castro Méndez y sus hijos. |
viernes, 2 de noviembre de 2018
Los obispos de Costa Rica.
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Obispos, Arzobispos y representantes de la Santa Sede en Costa Rica. Ricardo Blanco Segura. EUNED. Costa Rica, 1983. |
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Pedro Morel de Santa Cruz (1694-1768) realizó la octava visita pastoral en 1751. Esteban Lorenzo de Tristán (1723-1793) realizó la décima visita pastoral en 1782. |
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Anselmo Llorente Lafuente (1800-1871) y Guillermo Rojas Arrieta (1855-1933) primer y segundo costarricense en ser consagrados obispos. |
domingo, 21 de octubre de 2018
Las tentaciones de la luz. Poesía de Zingonia Zingone.
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Las tentaciones de la Luz. Zingonia Zingone. Anamá Editores. Nicaragua, 2018. |
Al final de esta existencia, no habrá otra opción más que el resplandor más intenso o las tinieblas más absolutas. Unos creen que, cuando su vida termine, acabarán sumidos en la profunda oscuridad de la nada. Otros esperamos alcanzar la luz eterna que aclarará todos los misterios y hará desaparecer todas las dudas y temores.
La luz, por su parte, también nos tienta, pero de una forma distinta. Nos llama a encontrar un lugar sereno para el descanso en que la paz y la armonía con todo y con todos no sea una sensación pasajera, sino un estado permanente.
Adán, el primer hombre, en este libro es un personaje cansado de andar errante por sitios a los que no pertenece, ansioso de recuperar aquel feliz estado en que él mismo era una rama de árbol y podía pasear desnudo bajo el sol sin temor ni deseos de ocultarse.
Al igual que Adán, Zingonia ha tenido una vida errante. Los poemas de este libro han sido escritos en distintos sitios, en los que ha compartido diversas experiencias con toda clase de personas que se ha encontrado en su camino. Pero ya sea en el paisaje solitario o en las ciudades llenas de multitudes, el eco paradisiaco que resuena en su memoria de poeta, la ha hecho comprender que, pese a que el retorno no está permitido y se debe avanzar sin volver el rostro, correr hacia el destino es correr hacia el origen. La meta, a la larga, es el punto de partida.
En este mundo en que todo tuvo principio y todo tendrá final, hay una luz que nos permite comprender que, de alguna forma, todo tiene un sentido y un propósito. La vida terrenal, esa gran aventura de recorrer este mundo cambiante y sorprendente, no es más que un breve paseo que empezó cuando el Creador nos llamó a la existencia y que terminará el día que nos llame de nuevo a su lado.
Los poemas de Las tentaciones de la luz, tienen un alto contenido espiritual, pero no son, de ninguna manera, ni exaltaciones místicas, ni alegorías religiosas ni especulaciones teológicas. El libro, aunque evoca directamente pasajes de las Sagradas Escrituras, nunca se desvía en doctrinas, prédicas ni alabanzas. Quien escribe, no se dirige al Creador que le dio la vida ni a los prójimos con quienes la comparte, sino más bien al fondo de su propia alma, capaz de descubrir que, en el largo camino recorrido en las afueras del Edén, aún en medio de la duda y el cansancio, le han sido reveladas verdades luminosas.
Un auténtico creyente solamente habla de Dios desde su experiencia. No se trata de lo que piensa, de lo que sabe, de lo que supone y, ni siquiera, de lo que cree. Va más allá: trata de lo que ha vivido en carne propia. El libro cita episodios bíblicos, no para evocar acontecimientos que ocurrieron hace mucho tiempo, sino más bien para mostrar su fresca actualidad. No son historias que Zingonia haya leído, sino experiencias que ha vivido. Y al repasar su camino, a lo largo del cual fue descubriendo que origen, rumbo y destino son una sola cosa, logró que esa bitácora íntimamente personal, llegara a ser universalmente humana. Quien entra en contacto con lo eterno, logra comprender su propia vida. Y quien comparte su experiencia espiritual con absoluta franqueza, logra narrar la vida de quienes lo escuchan.
La reacción en cadena, aunque clara, no deja de ser misteriosa. El dolor, la esperanza, la angustia, la duda, la alegría o la tristeza de cualquiera de los poemas de este libro, son los de Zingonia. Y, al leerlos, fueron los míos. Zingonia escribió el libro porque pudo hacer propias la tragedia o la dicha de los otros. Yo, cuando leí el libro, encontré que sus páginas parecían tener origen en mis propias vivencias.
En la última parte del libro, verdaderamente conmovedora, hay un Via Crucis que, a diferencia de los tradicionales, es más glorioso que doloroso. Al evocar la Pasión de Cristo, Zingonia no quiso enfocarse en lo sangriento del hecho, sino en el profundo acto de amor que se muestra en cada episodio. A cada estación del Via Crucis dedica un poema en que invita a posar la mirada sobre detalles poco apreciados de cada escena.
Leer Las tentaciones de la luz fue para mí una profunda experiencia espiritual que logró hasta iluminar ciertos momentos oscuros de mi memoria.
El libro, publicado por Ediciones Anamá, en Nicaragua, ha tenido muy buena acogida. Ha sido ampliamente comentado y ha logrado atraer la atención de un numeroso y variado público en distintos países de América Latina y Europa. Estoy muy agradecido con Zingonia por haberme concedido el honor de presentar su libro en Costa Rica. Sin embargo, lo que más le agradezco, casi tanto como el libro mismo, es la escueta dedicatoria de la primera página. Quizá para muchos ese sencillo: "a SFN" que aparece al inicio les parezca enigmático. Si ella no quiso poner su nombre completo, no voy a revelarlo, pero reconocí de inmediato, con gran alegría, que el libro está dedicado a un queridísimo amigo que tenemos en común, verdaderamente luminoso.
INSC: 2750
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Osvaldo Sauma, Zingonia Zingone y yo, Carlos Porras, en la presentación de Las tentaciones de la Luz. San José, Costa Rica. Setiembre 2018. |