Centroamérica e Italia. Franco Cerutti. Asociación Cultural Dante Alighieri. Costa Rica, 1984. |
Las primeras obras del historiador y crítico literario genovés Franco Cerutti fueron sobre la Edad Media italiana. Cuando se trasladó a Mallorca se convirtió en un acucioso hispanista y durante los últimos treinta años de su vida, que vivió primero en Nicaragua y finalmente en Costa Rica, se dedicó a estudiar la historia y la literatura centroamericanas.
Escritor prolífico y de estilo ameno, Cerutti era capaz de gastar el tiempo que fuera necesario rebuscando en los archivos para ofrecer a su público, tal vez no muy numeroso pero sí muy atento y agradecido, verdaderas revelaciones.
Una colección de artículos suyos, bajo el título de Centroamérica e Italia, fue publicada por la Asociación Cultural Dante Alighieri en 1984.
Algunos de los artículos son exclusivamente de tema italiano, como el que dedica al Resurgimento. Otros son más bien puramente centroamericanos, como los que se refieren al teatro en Guatemala o a la novela en El Salvador.
Particularmente interesante, es la comparación que realiza de tres cuentos de tres épocas y autores distintos, sobre el mismo tema y casi con la misma trama. El ángel caído de Amado Nervo (1912), El ángel pobre de Joaquín Pasos (1947) y Un hombre muy viejo con unas alas enormes de Gabriel García Márquez (1968), cuentan la historia de una criatura de la corte celestial que, por algún motivo que ninguno de los tres menciona, acaba vagabundeando en esta tierra. Sus alas, al inicio, sorprenden a quienes lo miran pero, con el paso del tiempo, los ángeles acaban convirtiéndose en un personaje más de la aldea. Joaquín Pasos admitió que su cuento estaba inspirado en el de Nervo. Gabriel García Márquez dijo desconocer tanto el cuento de Nervo como el de Pasos y atribuyó la semejanza a una pura coincidencia. El artículo de Cerutti analiza los tres cuentos y llega a la conclusión de que el ángel de Nervo es el más celestial, el de Pasos es el más terrenal y el de García Márquez Márquez no es ni divino ni humano.
Ya en la parte histórica, Cerutti muestra distintas conexiones de Italia con Centroamérica. Menciona a los misioneros italianos en Matagalpa, al obispo Castellani, a médicos como el Dr. Fedele Nobili, a geólogos cono Tito Laganá o el florentino Daniele Del Guidice. Recuerda que Rodrigo Peñalba recibió su formación artística en Italia, que Fabio Garnier tradujo los discursos de Carducci y el poeta Alfonso Cortés los versos de Dante.
Curiosamente no dice nada de los italianos contratados por Minor Cooper Keith que vinieron a Costa Rica a trabajar en la construcción del ferrocarril y protagonizaron la primera huelga de nuestra historia, ni del proyecto de colonización agrícola liderado por el Comandante Vito Sansonetti.
Supongo que la omisión se debe a que son temas muy estudiados y conocidos y Cerutti prefirió referirse a figuras muy importantes pero casi olvidadas, como el Marqués de Lorenzana, por ejemplo. Nacido en México, pero criado en Roma desde pequeño, el Marqués de Lorenzana fue embajador en Roma de Costa Rica, Nicaragua, Colombia, Venezuela, Ecuador, El Salvador, Guatemala, etc. Vale aclarar que lo de "etcétera" lo he copiado del artículo de Cerutti quien, acucioso investigador como era, tal parece que no pudo ofrecer la lista completa de países latinoamericanos que el Marqués representó en Europa como embajador. Importantísima figura en su momento, hoy, al Marqués de Lorenzana, nadie lo recuerda.
El personaje más llamativo del libro no es, en todo caso, el bigotón aristócrata y diplomático sino el militar y periodista Fabio Carnevalini.
Nacido en Roma en 1829, republicano y de ideas liberales, Carnevalini se une al ejército y lucha como artillero en la guerra contra Austria, tras la cual, se dedica al Derecho. Recibe entusiasta la proclamación de la República Romana, pero cuando el Papa Pío IX recibe apoyo militar de los franceses y napolitanos y regresa triunfante a Roma, Carnevalini decide emigrar.
El 17 de julio de 1853 se despide de su familia, parte rumbo a Francia y de allí se embarca hacia a los Estados Unidos, donde permanece por un par de años. En los primeros días de abril de 1856 llega a Nicaragua. El 11 de abril, a pocos días de su arribo, ocurre la Batalla de Rivas entre el ejército costarricense y las tropas de William Walker. El día 21 del mismo mes, llega un nuevo contingente de filibusteros a Granada.
Don Fabio, instalado en Managua, solamente una vez tuvo oportunidad de ver en persona a William Walker.
No está claro cómo, cuándo, dónde y en calidad de qué, don Fabio se integra al ejército nicaragüense. Lo cierto es que su experiencia como artillero resulta un apoyo muy valioso y oportuno. En el libro Historia de los filibusteros, de Jeffrey Roche, se cuenta, en el capítulo XIV, un duelo a cañonazos protagonizado en 1857, en la tercera batalla de Rivas por Henningsen, en un lado, y un artillero italiano, en el otro. No se puede afirmar que dicho artillero fuera don Fabio, pero las posibilidades son del cincuenta por ciento, ya que en el ejército nicaragüense solamente había dos artilleros italianos: Fabio Carnevalini y Alessandro di Ricaditi, que fue el que bombardeó las torres de la iglesia de La Merced en Granada.
Finalizada la guerra contra los filibusteros, Carnevalini se traslada a vivir a León, donde ejerce de profesor de latín y griego en una escuela en que Máximo Jerez daba clases de matemáticas y de gramática castellana.
Durante su permanencia en León, que duró diez años, don Fabio se casa con la joven alemana Virginia Lena.
En 1867 se instala en Managua, donde trabaja como redactor del diario oficial La Gaceta. Al año siguiente renuncia a su cargo periodístico al ser nombrado comandante del puerto de Corinto, pero no tardaría en volver a la ciudad capital y a la actividad periodística.
Movido por la nostalgia, en 1873 regresa a Italia y, tanto en el viaje de ida como en el de vuelta, considera la posibilidad de establecerse en New York. Este largo viaje le permite darse cuenta de que ya ha echado raíces en Nicaragua, su patria adoptiva, a la que retorna con intención de quedarse hasta el final de sus días. Logra alcanzar un considerable éxito en los negocios y compra el periódico El porvenir, al que cambia el nombre por El porvenir de Nicaragua. Intervino activamente en política. Pese a haber amasado una gran fortuna, no deja nunca de dar clases. Escribió numerosas obras didácticas, ensayos, cuentos, poemas y una novela de la que se hablará más adelante. Tradujo al español La guerra de Nicaragua, de William Walker. Don Fabio Carnevalini murió en Managua el 25 de marzo de 1896. Al momento de fallecer, tenía cuarenta años exactos de residir en Nicaragua. Fue más el tiempo que vivió en su Nicaragua adoptiva que en su Italia natal. Toda la obra de Carnevalini fue escrita en español y publicada en Nicaragua.
Aunque perdida, se sostiene que Amor y constancia, de José Dolores Gámez, publicada en 1878, es la novela más antigua de Nicaragua. Sin embargo, Cerutti llama la atención sobre el hecho de que La juventud de Bismark, de Fabio Carnevalini, publicada por entregas en El porvenir de Nicaragua, en 1876 es dos años anterior. De Amor y constancia no queda ni una página. Como no hay una colección completa del periódico en que fue publicada, de La juventud de Bismark no hay tampoco una versión íntegra, pero sí se conservan varios capítulos. El tema de la obra, como el mismo título lo indica, es europeo.
Siempre es complicado hablar de nacionalidades en asuntos literarios. Podrá discutirse si La juventud de Bismark es una novela nicaragüense, o si Fabio Carnevalini puede considerarse un escritor nicaragüense. Lo que es un hecho indiscutible es que la primera novela escrita y publicada en Nicaragua, es obra de un escritor nacido en Roma.
INSC: 0495
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