martes, 1 de marzo de 2016

Poesía política nicaragüense.

Poesía política nicaragüense. Francisco
de Asís Fernández (compilador).
Ministerio de Cultura. Nicaragua. 1986.
Los poetas y los políticos suelen ignorarse recíprocamente. Los políticos, ocupados como están en pelear entre ellos, no prestan mayor atención si aparecen unos versos a propósito de sus actuaciones. En la mayoría de los casos, ni se enteran. Los poetas, por su parte, rara vez consideran que el gobierno de su país sea un tema al que valga la pena referirse.
Como todas, esta regla tiene también sus excepciones. En Nicaragua, país en que la poesía está presente en todos los aspectos de la vida, la política se ha discutido en verso a todo lo largo de su historia. Los poemas, que en Nicaragua se publican en periódicos, circulan en hojas sueltas o son transmitidos de boca en boca, captan mayor atención, generan más debates y llegan a ser recordados por mucho más tiempo que los artículos de opinión.
Desde el Dr. Zelaya, no ha habido gobernante nicaragüense que no haya sido blanco de versos satíricos. Durante la prolongada dictadura de la familia Somoza, un poema pasado de tono podía llevar a su autor a la cárcel. El general Anastasio Somoza García, fundador de la dinastía, murió a causa de los disparos de Rigoberto López Pérez, un poeta.
Rubén Darío, cuya poesía está llena de cisnes, ornamentación versallesca y personajes mitológicos, incluyó en Cantos de vida y esperanza su poema antiimperialista A Roosevelt. Antes del nacimiento de Darío, los marines de Estados Unidos habían en tres ocasiones distintas en Nicaragua. La cuarta ocupación, que fue también la más compleja y prolongada, tuvo lugar diez años después de la muerte del poeta, por lo que no le tocó ver su país invadido. Mientras Augusto César Sandino, conocido como el General de los hombre libres, desarrollaba su guerra de guerrillas contra el invasor, numerosos autores anónimos hacían circular coplas, poemas y canciones en apoyo a su gesta. 
Tras el asesinato de Sandino los marines se retiraron pero dejaron en su lugar a la recién creada Guardia Nacional, dirigida por Anastasio Somoza García, quien no tardó en ocupar la presidencia del país.
Durante su prolongada dictadura, Tacho Somoza el viejo, logró sofocar los pocos y esporádicos intentos armados que pretendían derrocarlo. Ni él, ni su hijo Luis, ni el puñado de presidentes civiles que hubo durante el largo ejercicio de poder de su familia, debieron enfrentarse a una lucha armada sostenida. Solamente en los últimos años de Anastasio Somoza García el conflicto alcanzó las dimensiones de guerra civil.
Aunque los disparos solamente sonaron con fuerza y frecuencia en los últimos años de la dictadura, las palabras estuvieron presentes siempre. Los poetas, ya fuera en forma sutil y con timidez o de manera abiertamente confrontativa, escribieron versos en que lamentaban las injusticias que presenciaban y soñaban con un futuro distinto para su patria. Los poetas de la Vanguardia Granadina, y esta es mi opinión muy personal, mantuvieron una actitud un tanto ambigua ante Somoza. En sus poemas hay, naturalmente, numerosas páginas de denuncia pero están escritas con cierta prudencia. Alberto Ordoñez Argüello y Salomón de la Selva fueron más frontales contra Somoza, pero ellos escribían desde fuera de Nicaragua.
Desde Rubén Darío, el padre Azarias Pallais y Alfonso Cortés, no hubo un solo poeta nicaragüense que no incursionara en la poesía política. Pablo Antonio Cuadra, José Coronel Urtecho, Joaquín Pasos, Manolo Cuadra y Luis Alberto Cabrales, de la Vanguardia. Ernesto Mejía Sánchez, Carlos Martínez Rivas, Enrique Fernández Morales, Fernando Silva y el padre Ernesto Cardenal de la generación siguiente. En las décadas de los sesenta y  los setenta surgen nuevos grupos literarios de diversa sensibilidad artística pero, independientemente de la estética que cultiven, ninguno deja de referirse a la situación social y política del país.
Aunque la historia de Nicaragua es un tema muy serio, en su momento circularon algunas bromas. Se dijo que gracias a Somoza se habían escrito poemas memorables y, cuando la dictadura fue derrocada, no faltó quien afirmara que los poetas nicaragüenses se habían quedado sin tema.
Además de mal gusto, estas bromas son injustas. La poesía política nicaragüense va más allá de la protesta y la denuncia. Había, por supuesto, obras panfletarias y propagandísticas, pero el grueso de la producción tiene méritos que sobrepasan lo puramente referencial. Los poemas de Ricardo Morales Avilés y Leonel Rugama, jóvenes poetas guerrilleros, demuestran que se puede escribir sobre el amor con profunda emotividad incluso cuando se empuñan las armas. 
A finales de 1950, Ernesto Mejía Sánchez, mientras residía en México, compiló una antología de poesía política nicaragüense, pero esa obra actualmente es verdaderamente difícil de conseguir. De hecho, no tengo claro si la compilación de Mejía Sánchez fue publicada o no. En 1979, el poeta Francisco de Asís Fernández publicó en México una antología que siete años después, en 1986, fue editada masivamente en Nicaragua. Pese a lo amplio del tiraje, este libro es hoy en día inconseguible.
Poesía política de Nicaragua brinda la oportunidad de escuchar voces de distintas generaciones que compartieron la esperanza de que su país lograra cambiar. El dolor, la frustración y el sentimiento de impotencia, tal vez generen rabia pero no pesimismo. En el fondo está claro que los momentos dolorosos pueden ser prolongados pero en algún momento habrán de terminar. No todo, hay que destacarlo, son lamentos por la situación presente y suspiros por la redención anhelada que se espera próxima. Muchos poetas recurren a la ironía y el sarcasmo, por lo que la lectura del libro genera, una que otra vez, alguna sonrisa de sabor amargo. 
Entre los numerosos poetas antologados, uno se encuentra con las grandes figuras conocidas y con nombres que nunca ha oído mencionar. Me sorprendió que el libro no incluyera ningún poema de Carlos Fonseca Amador, fundador del Frente Sandinista de Liberación Nacional, quien escribía desde muy joven y fue quien convirtió en versos la carta de despedida de Rigoberto López Pérez a su madre. Creo que también debieron ser incluidas las coplas y canciones anónimas dedicadas a Sandino, así como algunas de las composiciones de Carlos Mejía Godoy. Verdaderas rarezas (en el sentido de poco comunes) me parecieron los poemas de Sergio Ramírez Mercado, quien es reconocido como narrador, así como de Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo. Sabía que la señora Rosario escribía poesía, pero los cuatro poemas de Daniel Ortega incluidos en el libro son los únicos de que tengo noticia. Me pregunto si habrá publicado más.
Tras la caída de Somoza, en 1979, el padre Ernesto Cardenal, nombrado Ministro de Cultura del nuevo gobierno, estableció un programa de talleres literarios en todo el país. Amas de casa, campesinos y trabajadores de las más distintas actividades, empezaron a escribir poesía. Mientras su hermano, el padre Fernando Cardenal S.J., lideraba la campaña de alfabetización, el padre Ernesto se ocupaba de la alfabetización poética, gracias a la cual Nicaragua ha de ser hoy el país con mayor número de poetas per capita del mundo. La política en Nicaragua sigue siendo un tema candente, pero la poesía política, durante la época de  gobiernos electos, bajó la frecuencia y el tono.
En todo caso, creo que en ningún otro país del mundo, si se hiciera una antología de poesía política, se podrían reunir tantos poemas valiosos de tantos autores destacados.
INSC: 2391
José Coronel Urtecho. Ernesto Cardenal. Pablo Antonio Cuadra. Julio Valle Castillo.
Juan Velásquez. Francisco de Asís Fernández. Beltrán Morales. Napoleón Fuentes.

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