Bitácora del iluso. Osvaldo Sauma. Perro Azul, 2000 |
La sabiduría está tan lejos de la candidez como de la amargura. Quien, de espaldas a la realidad, levanta castillos en el aire y cree con certeza que el universo cambiará sus reglas para que no se le derrumben, no ha descubierto aún que los sueños solamente se hacen realidad en parte y que cada fracción que queda sin cumplir provoca el profundo dolor de lo que pudo ser y no fue. Quien, en el extremo opuesto, tras haber probado repetidas veces el trago amargo de la derrota, renuncia a soñar y se limita a lamentarse de que las cosas sean como son, sin permitirse aspirar a más, ha olvidado que quien rechaza sus sueños se rechaza a sí mismo. El primero aún no se ha llevado la lección. El segundo no la aprendió.
Los que, seguros de lograrlo, se disponen a emprender la tarea de comerse el mundo, escriben poemas dulces, cándidos e ingenuos. Quienes ya se llevaron el golpe y acabaron más bien comidos por el entorno que pretendían doblegar, escriben poemas amargos con el sabor de la derrota aún en los labios.
No muy frecuentemente, pero cada cierto tiempo se levanta la voz de un poeta que nos habla de sus sueños e ilusiones con los pies bien puestos en la tierra, tanto como de los golpes, fracasos y derrotas que ha sufrido sin haber renunciado a su ideal. Bitácora del Iluso, de Osvaldo Sauma, es uno de esos libros de poesía que dejan huella profunda y acaban convirtiéndose en compañía inseparable y referencia constante.
Tal vez en otra vida
soñaba con ser un guerrero
que sabiéndose muerto
perdiera el miedo y ya sin miedo
tan solo le preocupara
no engrandecerse en su grandeza.
es decir
sobrepasar
la banalidad de los días
y alzarme como Prometeo
con el pecho ya cerrado
a los buitres de la discordia
y así extranjero
entre los dioses y los hombres
me abocara a la existencia
amparado
al libre albedrío de los nómadas
y heme aquí
regañado por una mujer
cumpliendo con los menesteres
que exigen
el diablo y su banda de muertos laboriosos
perdido dentro de mí
persiguiendo aventuras carnales
que no acaban
por derrotar al tedio y sus herrumbres
La segunda edición, del año 2005. |
Tras este poema inicial, deja claro que no trae respuestas, sino solo sus manos para defenderse del infortunio, que tiene atrás el sol y el viento y no distingue al frente un horizonte. De nada vale quejarse, porque el nudo siempre es el mismo en la garganta y el mundo zozobra aunque uno no quiera.
El que escribe es un guerrero que no alcanzó la victoria, pero combatió una buena batalla en la que lo único que ganó fue sabiduría para comprender mejor su desencanto al mirar sueños rotos. Alguien que sabe por qué tropieza tantas veces en la misma piedra y que va a tientas entre lo que debe ser y lo que es. Un hombre que ya no se pregunta por qué, para qué, ni hacia donde va, que ha sabido aprender las lecciones del pasado y no quiere fantasear sobre las promesas del mañana. Es capaz de verse cómo es frente al espejo, ha dejado de estar sometido al péndulo de las emociones y sonríe, con cierta tristeza, al comprender el retozar del viento en sus canas.
Con la experiencia de haber sufrido y gozado con ellas, dedica poemas a la soledad, la poesía y la mujer, consciente de que nunca logrará comprenderlas plenamente pero que han sido, y serán siempre, parte de su vida. Tiene claro que los abrazos terminan siempre en el propio silencio de uno mismo, pero sabe que nunca se está solo, cuando se está solo.
En su viejo corazón no caben más heridas. Sospecha que ha amado más a la mujer que una mujer en particular, que quizá lo que tanto busca en ella sea una réplica de sí mismo porque ella es la distancia que debe recorrer para alcanzarse.
Este libro es, como bien indica su título, la bitácora de un iluso, pero de un iluso que completado el ciclo, que ha recorrido tantas veces el camino que separa los sueños de la realidad, que ha logrado finalmente comprender y aceptar serenamente las reglas del juego. Sueña aunque sabe que la realidad sigue su curso ajeno a sus ilusiones. Sufre, pero conoce y comprende la causa de su dolor.
Un libro como este no se escribe de la noche a la mañana, porque no es fruto solo de la sabiduría, la experiencia y la madurez, sino también del oficio. Osvaldo Sauma lo trabajó durante años. Cada vez que asistía a un recital, a una lectura, a un encuentro de poetas, Osvaldo iniciaba su participación diciendo: "Voy a leerles unos poemas del libro inédito que estoy preparando". Y hubo quienes llegaron a creer que ese libro no se publicaría nunca. De escucharlos de recital en recital, ya eran conocidos Una mujer baila, Ninguna mujer es mejor que el mar, Consejos a un joven poeta y Tríptico de la buhardilla.
Bitácora del iluso apareció en el año 2000 y, además de haber sido traducido a diversas lenguas, fue editado y comentado en toda América Latina. El poeta Raúl Zurita declaró: "A través de Bitácora del iluso de Osvaldo Sauma he sentido el orgullo de pertenecer a esa generación que en medio de tantos sueños convertidos en polvo, de tantas derrotas, de tantos quiebres y rupturas, ha sido capaz no obstante de escribir poemas como estos."
Puesta en claro
jamás me sedujeron
las consignas ni credo alguno
desde niño abdiqué
de todas las iglesias
y los curas
no pudieron cercarme en el redil
ni por las buenas ni por las malas
tampoco me sedujeron
los siete pecados capitales
y de los diez mandamientos
solo hay dos que no he cumplido
por lo demás
no añoro
tener lo que otros tienen
me conformo
con esta habitación en desorden
con este montón de libros
que trepan las paredes
con esta pobreza
que me enriquece
que me incita
a mostrarle a Dios mi último poema
Una mujer baila
una mujer baila
amparada a la noche
despliega sus brazos
como decir sus alas
desde el centro del aire
hacia las afueras del aire
en diagonal a los espacios de la luz
entre los costados de la sombra
una mujer gira
como un astro
y sobre sí misma
esboza
la ruta del azar y sus conjugaciones
gira
baila
alza un tiempo magnético
como quien alza un pájaro
desde la tierra que lo atrapa
y traza con un carbón encendido
el lenguaje bermejo de las cavernas
baila
y con ello sacude
los miedos de la infancia
que aterrados todavía
nos llaman desde su adentro
una mujer baila
sobre el corazón de la madera
para enardecer
el latido ciego de la vida
baila sobre mis heridas
para recrudecerme
el camino del remordimiento
una mujer baila
sola contra la adversidad
baila sobre el planeta errante
sobre un contratiempo de la memoria
y se fuga en esa fuga de la música
y vuelve sobre sí misma
para revelarnos
un deseo desterrado del Paraíso terrenal
INSC: 1150 2000
Qué grandes escritores tenéis en América Latina. Qué envidia.
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