Historias de mi barrio. Eduardo Oconitrillo García, Francisco Enríquez Solórzano y otros. Editorial Costa Rica, 1997. |
En su libro El costarricense, publicado en 1975, Constantino Láscaris decía que en el centro de la ciudad de San José cada vez vivían menos personas ya que los vecinos de la capital preferían trasladarse a las afueras. La tendencia se mantuvo y las afueras quedan cada vez más alejadas del centro. Propiamente en el centro de San José viven muy pocas personas. Cada vez más casas de los barrios josefinos son demolidas (las pequeñas) o transformadas para servir de oficinas o locales comerciales (las grandes). En los elegantes barrios de Amón, Otoya y González Lahmann quedan pocas residencias. Hay más en los barrios de clase media como Aranjuez, Don Bosco, Barrio Luján o Barrio México. En el centro de la capital hay muchas aglomeraciones de tránsito y los vehículos, que intentan moverse por donde puedan, cortan camino por esos barrios en los que ya ningún niño juega en la calle.
Es normal que las ciudades crezcan y que la vida en ellas cambie. Lo que no debe permitirse es que se pierda la memoria de las ciudades. Los historiadores, que solían ocuparse en sus investigaciones de intrigas políticas y grandes movimientos sociales, lo que podríamos llamar "La gran historia del país", han descubierto que parte de su trabajo también es recopilar testimonios sobre la vida cotidiana, es decir, "La historia chica del pueblo".
Barrio Amón. |
Con el fin de rescatar la memoria del San José apacible y sereno que ya pocos recuerdan, los historiadores Eduardo Oconitrillo García y Francisco Enríquez Solórzano recopilaron doce amenos relatos de vecinos de la capital que fueron publicados bajo el título Historias de mi barrio.
El libro nos lleva a una ciudad que solo tenía servicio de electricidad después de las cinco de la tarde y en la que los postes del alumbrado público eran encendidos y apagados, como en El Principito, uno por uno por un hombre que llevaba un palo largo para activar el interruptor. Las puertas de las casas se mantenían con la puerta abierta y si, al acostarse, sus habitantes olvidaban cerrarla, el policía que hacía la ronda nocturna se encargaba de hacerlo. En la madrugada se escuchaban las
Apartamentos Jiménez, Barrio Otoya. |
Otro carretón repartía el hielo de puerta en puerta. Como en aquel tiempo no había refrigeradoras, lo que hacían para alargar la vida de los alimentos que pudieran descomponerse era almacenarlos con hielo en una caja metálica. En la ciudad había muchos cines (hoy no queda ni uno) y por entonces era tan elegante y
Casa de Matute Gómez, Barrio González Lahmann. |
Fausto Pacheco, el gran artista cuyas obras hoy se cotizan en millones, vendía sus paisajes casa por casa a diez colones el cuadro y, para que el cliente tuviera para escoger, llevaba varios arrollados bajo el brazo. José Daniel Zúñiga, el compositor, puso frente a su casa un letrero de "Viva Picado", los seguidores
de León Cortés, el otro candidato, arrancaban la propaganda de Picado, pero la de la casa de don José Daniel no la tocaron por la sencilla razón de que don José Daniel tenía unas hijas muy lindas.
Barrio México. |
Abel Pacheco, uno de los autores del libro, cuenta cómo las monjas salesianas mantenían a raya a los muchachos del Colegio de los Ángeles para que no se acercaran a las niñas del Colegio María Auxiliadora, donde era profesora la Beata Sor María Romero, de quien cuenta una anécdota mística.
Jorge Arguedas Truque, otro de los autores, en su testimonio confiesa, sesenta años después de los hechos, que fue él quien le hizo una broma pesada a don Beto Cañas en su lejana juventud y que don Beto toda su vida quiso averiguar quién había sido el responsable y nunca pudo averiguarlo.
Barrio La Dolorosa. |
Se mencionan establecimientos comerciales que muchos no conocimos ni de nombre. Y se mencionan a personajes interesantes como don Alejandro Aguilar Machado, que vivía a pocos pasos del Parque Central, donde ahora está la Soda El Parque, a don Luis Paulino Jiménez Ortiz, cuya espaciosa casa, diagonal a la esquina sureste de la Merced es hoy una cafetería, y a Alfredo Oreamuno Sinatra en el período oscuro de su vida.
Iglesia de la Merced. |
Historias de mi barrio es un libro verdaderamente ameno y agradable. La ciudad que describe ya no existe y la vida en la capital de Costa Rica es totalmente distinta. En verdad sorprende que el cambio haya sido tan rápido. La gran mayoría de los autores de los testimonios aún viven. Cuando se hayan ido todos, quedará su testimonio sobre la historia chica de una ciudad que se hace cada vez más grande.
INSC: 0974
El parque Morazán. |
Hola, tu sabrás donde puedo conseguir este libro? Hace algunos años lo leí y me encantaría volver a hacerlo.
ResponderBorrarGracias.
Lo consiguió?
ResponderBorrar