Biografía de Costa Rica. Eugenio Rodríguez Vega. Editorial Costa Rica, 2003 |
Publicado originalmente en 1980, el ensayo Biografía de Costa Rica, de Eugenio Rodríguez Vega, ha gozado desde entonces de buena acogida. Fue reimpreso en ocho ocasiones y, en 2003 apareció una edición actualizada en que se incluyó un capítulo que abarca desde los años 70 hasta el cambio de siglo. El libro arranca desde la época precolombina, por lo que abarca, en total medio milenio de historia.
Aunque
el prólogo el propio autor declara que el libro “nunca ha tenido mayores
pretensiones, ni en el campo de la historia ni mucho menos en el literario”, lo
cierto del caso es que en ambos terrenos es una obra más que respetable. En lo histórico por lo completo de la
investigación y la manera objetiva de tratar los hechos y, en lo literario, por
esa prosa limpia y elegante que hace que la lectura avance con verdadero
deleite.
El
propósito de la obra que, de nuevo en palabras del autor, es “presentar a los
hechos y a las personas con la mayor objetividad posible, con un lenguaje
sencillo que pretende llegar sin tropiezos al lector común”, se cumple a
cabalidad. De hecho Biografía de Costa Rica es perfecta como primera lectura
y visión general para quien quiera iniciarse en el estudio de la historia
patria.
Algunos
autores de la vieja guardia, al referirse a la historia de nuestro país, solían
idealizar los acontecimientos hasta desfigurarlos para construir una historia tan dulce
y tan rosa como un algodón de azúcar. Al desautorizarse esa versión de los
hechos, una nueva generación de autores, por no caer en la misma candidez de
los viejos, se ha volcado al extremo opuesto y han aparecido versiones
desmitificadoras de la historia nacional tal vez demasiado atentas al lado
oscuro. Biografía de Costa Rica está en el justo medio entre ambas vertientes
ya que a través de sus páginas queda claro que la historia de Costa Rica no ha
sido un lecho ni de rosas ni de espinas y hasta figuras tan veneradas
como don Juanito Mora o don Ricardo Jiménez Oreamuno aparecen mencionadas en el
libro tanto por sus grandes virtudes como por sus grandes defectos.
El eje
central del libro es la construcción, establecimiento y evolución de una
sociedad como conjunto y, por ello, todos los capítulos se concentran en los
procesos más que en los personajes o los hechos aislados.
Esa
concentración en el complejo proceso social sobre lo puramente anecdótico,
salva al libro de caer en las distracciones características de los textos
panorámicos de historia, como son la excesiva atención a los protagonistas, las
largas listas de fechas y
acontecimientos o la siempre llamativa tentación de subrayar el dato curioso.
Sin
distraerse en la letra menuda ni en la erudición de fichero, Eugenio Rodríguez
con tono sereno va desenredando el ovillo de lo ocurrido en esta tierra en
todos los aspectos. Dentro de la brevedad inevitable se mencionan todos los
momentos clave de la historia nacional en lo económico, lo artístico, lo
educativo, lo internacional y lo jurídico pero, podríamos decir que
inevitablemente, lo político ocupa un lugar protagónico.
Aunque
se trata de un ensayo histórico con todas las de ley, el libro tiende a ser más
expositivo que interpretativo y solo en rarísimas ocasiones el autor se permite
emitir un juicio de valor que, además, suele ser tan mesurado que acaba siendo
una explicación más que una opinión.
El
libro no pierde el tono en ningún momento y, de principio a fin se desarrolla
con serenidad de criterio y elegancia de estilo.
La
fluidez de la narración y la naturalidad con que se van sucediendo los
diferentes períodos estimulan el interés creciente del lector.
Aunque,
como ya se dijo, el libro se ocupa más del proceso en general que de los
detalles en particular, a lo largo de la obra aparecen ciertas revelaciones
significativas, como el hecho de que Garabito fuera en realidad el apellido del
Capitán español que capturó al indígena rebelde o que a Pablo Presbere lo hayan
arcabuzado porque no había “un verdugo que le sepa dar garrote”.
Importante también es el dato de que los filibusteros fueron reclutados en California, ya que, a nivel popular, ha circulado el mito de que Walker los había conseguido en su natal
Tennessee. Otro hecho que además de importante es irónico, es el que durante los diez
años de dictadura de Tomás Guardia, la mitad del presupuesto de la República se
gastó en la construcción del ferrocarril, obra que al final, pese a todo el
dinero invertido, no fue propiedad del Estado sino de la Northern Railway Company.
Importantísima
la semblanza de Máximo Fernández, tal vez nuestro primer líder popular, cuya
elección presidencial, contundentemente manifiesta en las urnas, fue
neutralizada por una importante lista de próceres, todos ellos beneméritos,
todos ellos presidentes y todos ellos con monumento.
Sorprendente
la afirmación de que la obra de Brenes Mesén de 1907, En el silencio sentó
los fundamentos de la poesía moderna en Costa Rica, cuando los estudios más
respetados de literatura costarricense no suelen brindarle mayor importancia.
Demasiado
escueta la forma en que menciona las razones de la gran huelga bananera: “los
huelguistas exigen salario mínimo más alto y mejores condiciones de trabajo”,
cuando lo que pretendían los trabajadores era que se les facilitara suero
contra las mordeduras de serpientes y que se les pagara en dinero en efectivo y
no con vales canjeables únicamente en los comisariatos de la misma compañía.
Precisamente lo más asombroso de la huelga de 1934 es lo elementales que eran
sus demandas.
La
problemática década de los cuarenta, con los ocho años de Calderón y Picado y
todos los antecedentes, desarrollo y consecuencia de la lucha armada liderada
por Figueres en 1948, Rodríguez Vega (autor además del fundamental libro De
Calderón a Figueres) logra resumirla y explicarla admirablemente.
Las
últimas páginas de alguna manera se limitan al recuento, ya que en ellas se
menciona, por ejemplo, una larga lista de instituciones públicas con sus
respectivas funciones y fechas de fundación, pero sin entrar a reflexionar a
fondo sobre el fenómeno del estatismo y sus consecuencias.
Siempre
en los últimos años, sorprende que mencione que los sandinistas lucharon desde
Costa Rica para derrocar a Somoza, pero no consigne el hecho de que pese a la
proclama de la neutralidad los contras también operaron desde nuestro
territorio.
Un acierto de este libro es el haber optado por la palabra biografía en el título,
que asume a Costa Rica como un organismo vivo y, por tanto, cambiante.
Lo único lamentable de esta edición, es que en un libro de historia, en el que
inevitablemente han de venir fechas, aparezca una errata en la primera línea
del primer párrafo y se trate, además, de una fecha.
INSC: 1769
INSC: 1769
Tengo ese libro tan subrayado y con tantas anotaciones que parece una arbolito de navidad.
ResponderBorrarCreo que la historia es sobre todo el proceso, y en esto Piere Villar i Josep Fontana han marcado un camino que Biografía de Costa Rica parece seguir.
El libro tambien podria llamarse Costa Rica, construcción de una identidad.