martes, 9 de septiembre de 2014

Para elevar la discusión.

Rodrigo Carazo con la dignidad en las
venas. Ediciones El Castillo. Costa Rica
2002.
No hay ninguna prisa en escribir la historia. Muy por el contrario, la experiencia demuestra que cuanto más lejano está en el tiempo un acontecimiento, más claras aparecen sus causas, circunstancias y consecuencias.
El gobierno de Rodrigo Carazo Odio parece ser una excepción a la regla, en vista de que, a pesar del paso de los años, continúa siendo un tema de actualidad y no cesa de generar reacciones y despertar ánimos que están aún muy lejos de serenarse.
Durante la campaña electoral del 2002, al igual que en las cinco anteriores, en diferentes foros se volvió a mencionar la administración Carazo como si acabara de concluir y estuviera fresca en la memoria de todos, cuando lo cierto es que, para entonces, quienes rondaban los treinta y eran ya jóvenes padres de familia, apenas eran capaces de recordarla y la gran mayoría de universitarios habían nacido poco antes o poco después de que concluyera.
Sin lugar a dudas uno de los gobiernos más complejos y polémicos de la segunda mitad del siglo pasado, tal parece que la administración Carazo tendrá que esperar algunos años más hasta que aparezca el historiador sereno y objetivo que esté dispuesto a sopesar y analizar tanto sus aciertos como sus desaciertos. Hasta ahora, quienes se han referido a ella lo han hecho desde la censura visceral y la más abierta condena o, en el otro extremo, desde la admiración incondicional que, por su actitud defensiva, termina siendo acrítica.
En el año 2002, un grupo de amigos del expresidente, preocupados, según sus propias palabras, "por diversas manifestaciones volcadas en la prensa escrita, sobre la figura del expresidente y su papel en la historia de nuestra patria", publicaron con Ediciones El Castillo, el libro Rodrigo Carazo con la dignidad en las venas.
Aunque en el primer párrafo del libro se consigna que la publicación constituye un "testimonio de solidaridad y respeto con su persona", la obra no es, como podría suponerse de primera entrada, un acto de veneración, sino más bien una serie de documentos que, sin lugar a dudas, resultará de utilidad para elevar el tono y el contenido de la discusión, entonces por veinte años abierta, sobre la gestión de Rodrigo Carazo como presidente de la República.
Entre las peculiaridades que hacen de este libro una lectura interesante, fluida, sorprendente y reveladora, podría mencionarse, además de su concisión de estilo y diversidad de temas, el hecho de que sus páginas estén más llenas de datos que de argumentos. Quienes adversan la administración Carazo suelen optar por el camino contrario y se muestran generosos a la hora de soltar epítetos, pero reacios a mencionar cifras y datos concretos.
En apenas 145 páginas, el libro recoge los fallos que le otorgaron al expresidente el Doctorado Honoris Casusa de la Universidad Nacional y el Premio Rodrigo Facio de la Universidad de Costa Rica, así como sus discursos de aceptación de ambos galardones, junto con artículos sobre las relaciones con los organismos financieros internacionales, exportaciones, ayuda externa, medio ambiente, obras públicas, vivienda, agricultura, educación y otros rubros de su gobierno, para cerrar con un esbozo biográfico y un Curriculum Vitae detallado del exmandatario.
Particularmente interesante es el artículo que se refiere al decreto persecutorio. En mayo de 1982, Carazo entrega la presidencia a Luis Alberto Monge y, solo dos meses después, el nuevo gobierno decide realizar una amplia investigación sobre la administración Carazo y, para ello, publica el decreto 13870-G-J por medio del cual se instala una comisión investigadora; se solicita la colaboración de todas las instituciones del Estado y se invita a cualquier persona, física o jurídica, pública o privada, a que informe a la comisión "cualquier irregularidad o hecho grave contrario a los intereses públicos" que haya tenido lugar durante la administración anterior. Para facilitar las cosas, se dispuso aceptar denuncias verbales en cualquier oficina de la Guardia de asistencia rural. Pasaron los cuatro años de la administración Monge y el primer año de la administración Arias y no hubo ni una sola denuncia contra el expresidente ni contra ninguno de los funcionarios de su gobierno.
El hecho de que la administración entrante investigue de manera formal a la saliente, pese a todo lo que pudiera tener de persecutorio y revanchista, no deja de ser saludable, pero curiosamente, ese tipo de investigación solamente se dio con la administración Carazo, ya que ni antes ni después se pretendió nada parecido.
Otro apartado digno de mención es el que se ocupa de las tirantes relaciones del expresidente con los medios de comunicación, que lo llevaron a declarar, siendo Presidente de la República, ante una asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa: "Yo no tengo libertad de prensa."
Como ya se dijo, hay apartados temáticos y, en cada uno se recuentan los logros de importancia alcanzados.
El libro es un recuento de circunstancias, acontecimientos y hechos concretos, todos bien sustentados y documentados. Quien desee profundizar sobre alguno de los puntos expuestos, podría recurrir a Carazo tiempo y marcha, las voluminosas y detalladas memorias el expresidente publicadas por la EUNED en las que se incluye también un recuento pormenorizado de las delicadas situaciones diplomáticas de la época.
Sin lugar a dudas, hacen bien los amigos del expresidente al poner a disposición del público interesado toda la información reunida en este libro, ya que con ello aclaran y puntualizan ciertas situaciones que aún circulan y se comentan en versiones inexactas.
A pesar de su enorme valor como documento, hay que señalar el hecho de que quien lea el libro y no recuerde la época, podría hacerse la idea equivocada de que durante la administración Carazo se vivía en el mejor de los mundos posibles y que su gobierno fue un éxito por los cuatro costados, cuando en realidad el descontento con sus actuaciones fue amplio, intenso y sostenido en diversos sectores de nuestra sociedad.
Los críticos de la administración Carazo harían bien en abandonar la estrategia esgrimida durante años, de limitarse a breves y tangenciales menciones en artículos de prensa, y exponer con la calma que da la distancia de los años, todas sus objeciones al manejo del país durante su gestión.
En ese sentido, aunque a Rodrigo Carazo con la dignidad en las venas, pese a su apego a la realidad, podría criticarsele el que solo muestre la parte favorable de la realidad, debe aplaudírsele el que venga a elevar la discusión sobre un periodo de nuestra historia cuya versión serena y objetiva está aún muy lejos de escribirse.

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