El teatro circular. Oscar Núñez. EDUCA. 1997. |
Las referencias, a veces parecen indicar que se trata de El Salvador, ya que se menciona al padre Rutilio Grande, o de Nicaragua, por la mención del asesinato de un periodista que inevitablemente se asocia con la de Pedro Joaquín Chamorro. En realidad, el escenario de la novela es una mezcla de ambos países, en los que las luchas guerrilleras tuvieron desarrollos y resultados muy diferentes.
En todo caso, se trata de un país pequeño, con una masa indígena analfabeta, una casta militar poderosa y corrupta, una guerrilla oculta y activa en las montañas, un tirano que se cree salvador de la patria y miles de personas, atrapadas en medio del conflicto, que tratan de seguir adelante con su vida lo mejor que puedan.
La novela, gracias a un estilo claro y pausado, nos permite seguirle la pista, sin mayor dificultad, a una intrincada telaraña de relaciones que, más que políticas, son simplemente humanas.
El procurador de Derechos Humanos, al tiempo que ve ascender su carrera, ve desmoronarse su matrimonio. Su único hijo se ha unido a la guerrilla poco antes de que él entre a formar parte, como ministro, del gobierno que su hijo pretende contribuir a derrocar. El mayor Collado, temido jefe de la inteligencia del régimen, es homosexual y paga regularmente los servicios de un travesti (hermano oculto de un alto funcionario del gobierno) quien es en realidad un agente de la guerrilla. La información que el travesti logra sacarle al militar, la transmite a la dirigencia insurgente por medio de un cura, siempre envuelto en líos de faldas, que anda enredado con la esposa de un procurador quien, a su vez, anda preocupado por la imposibilidad de su segunda esposa de tener hijos. Este laberinto de relaciones y personajes mencionados hasta ahora, es tan solo una parte de la complicada trama de la novela, en la que cada movimiento de un personaje repercute en la vida de otro. A veces, da la impresión de que todo termina donde empieza, que la causa era en realidad efecto y viceversa. Para narrar toda esa maraña de pasiones, el autor nos introduce en breves instantes de la vida de los personajes. Toda la novela no es más que una gran colección de acontecimientos íntimos y personales, cuya suma, ya vista en conjunto, es lo que nos permite comprender la situación del país.
Oscar Núñez, para hacernos ver el bosque, nos hizo prestarle atención a los detalles de cada árbol.
Aunque la narración es fluida, los diálogos con frecuencia resultan acartonados. Cada personaje, no importa si se trata de una criada analfabeta o de un guardián de cárcel, al hablar suelta un discurso de frases lapidarias, largamente pensadas, con explicaciones, justificaciones, alcances y análisis que les resta naturalidad. Los personajes, en vez de seres humanos en el mundo, parecen más bien estereotipos (o arquetipos) que solamente cumplen con su papel dentro de un teatro en que los papeles se repartieron a rajatabla. De hecho, una de las conclusiones que se desprende de la lectura de esta novela, es que en el drama de las dictaduras y las guerrillas, todos los involucrados no fueron más que actores que ocuparon sus puestos, no por convicción ideológica, sino empujados por las circunstancias.
INSC: 0977
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