El último que apague la luz. Lluís Bassets. Taurus, España, 2013. |
El periodista catalán Lluís Bassets, director adjunto del diario El País, ha escrito un libro con un título y un mensaje muy claros. El título: El último que apague la luz. El mensaje: El periodismo se acabó. De hecho, en la misma portada se destaca un subtítulo que reza: Sobre la extinción del periodismo.
El tono, de más esta decirlo, es pesimista. Bassets observa que la profesión a la que ha dedicado su vida entera llegará a desaparecer en el corto plazo. Una cosa es innegable, el periódico impreso en papel, que acompañó los desayunos familiares y estuvo bajo el brazo de los transeúntes durante décadas, se ha venido convirtiendo en los últimos años, en un artículo de uso exclusivo para viejos. Los periódicos de bajo tiraje han optado por dejar de imprimir y limitarse a una versión electrónica. Nuevos medios de comunicación, únicamente electrónicos, gozan de gran aceptación.
Pero el punto no es que Bassets vaticine la desaparición del periódico en papel, sino la desaparición del periodismo como profesión.
Actualmente, con el acceso a instrumentos tecnológicos, cualquiera puede hacer de periodista, sin serlo, Un buen ejemplo, que el autor no menciona, fueron las revueltas en Egipto que se trajeron abajo el régimen de Mubarak. El mundo se enteró gracias a que los teléfonos de los que estaban allí tenían conexión a Internet. Las primicias informativas las puede brindar el primero que llegue. En Estados Unidos, incluso los más grandes y prestigiosos medios informativos, suelen sondear la opinión del público en los blogs y las redes sociales. Es decir, en vez de sugerir la agenda de opinión, acaban siguiéndola.
Según Bassets, en un mundo en que todos son periodistas, nadie es periodista. En su opinión, no se puede vivir de esto, es el fin, The End. El oficio se acabó. Bassets se sorprende de que el periodismo, como carrera, se siga impartiendo en las universidades y los jóvenes la matriculen y augura en el corto plazo una legión de desempleados.
Definitivamente, las reglas del juego de la información han cambiado. Las personas (cualquier persona y cualquier grupo de personas), tiene ahora gracias a Internet los medios necesarios para buscar, procesar y difundir información. Antes, se consideraba importante que un hecho se anunciara, se reseñara y se comentara en el periódico. Hoy, ya no es necesario. Lo ilustro con un ejemplo. Recientemente visitó Costa Rica el bajista Víctor Wooten. Su música tiene público, pero no es un público masivo. El anuncio, la promoción, las reseñas y los comentarios posteriores, se realizó a través de redes sociales. No apareció ni la más mínima nota en la sección de espectáculos de los medios de comunicación masiva, pero sus presentaciones estuvieron muy concurridas y todo el que tenía que enterarse se enteró. Como este caso, se podrían citar miles. Los grupos con intereses específicos, religiosos, culturales, literarios, artísticos, deportivos e, incluso, políticos, generan y comparten información por sí mismos en plataformas particulares en las que no participa ni un solo periodista ni un solo medio tradicional.
¿Significa esto que se acabó el periodismo? No lo creo. En mi opinión, el papel de los periodistas y de los medios masivos ha cambiado y seguirá cambiando, pero no me atrevería a afirmar que su desaparición esté próxima. Es muy arriesgado firmar el acta de defunción de quien todavía respira. Han sido muchos, muchísimos, los que se han apresurado a anunciar la muerte del libro, de la pintura, del teatro, de la radio, de los cines, de los pequeños comerciantes, de las iglesias, etc. El acta de defunción o, más bien, de extinción, no puede firmarse sino hasta que haya desaparecido el último ejemplar.
Hace cien años, los únicos que tenían una cámara eran los fotógrafos profesionales. Hoy, que hasta los niños tienen una cámara en su teléfono móvil, ¿se atrevería alguien a afirmar la muerte de la fotografía como arte, como oficio, como carrera y como negocio?
El libro brinda reflexiones interesantes, pero no concuerdo con su pesimismo. Tendremos periodistas y medios masivos para rato. Estamos lejos del final.
INSC: 2681
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