lunes, 8 de septiembre de 2014

Solitarios en el conflicto.

El ojo del cielo perdido. Nicasio Urbina.
Centro Nicaragüense de Escritores.
Nicaragua, 1999.
Luego de leer los 17 cuentos de este libro, tuve la sospecha de que el ser humano es una criatura demasiado frágil como para vivir en el mundo que él mismo ha creado. Los personajes de los cuentos son buenas personas, espíritus nobles capaces de amar y de entregarse hasta las últimas consecuencias por lo que aman. Sin embargo, a pesar de esa nobleza (o quizá precisamente por ella), todo confabula en su contra, dejando en evidencia su insignificancia en medio de una realidad controlada por poderes enormes.
La vulnerabilidad de los personajes, pareciera ser el factor común de estos cuentos de temas y estilos tan diversos.
El libro empieza con Ironía, no solo porque la ironía es un recurso frecuente en esta obra, sino porque el título del primer cuento es, precisamente, Ironía.
El doctor Lautaro Puentes, un médico de pueblo profunda, pero discretamente, involucrado con la lucha antisomocista, es asesinado en plena calle. Los vecinos fueron testigos del crimen y reconocieron al asesino pero nadie quiso denunciarlo. El sicario salió del país sin dificultad. Tiempo después, con el triunfo de la Revolución Sandinista, el asesino regresó, desfiló al lado de los vencedores y fue nombrado oficial del nuevo régimen. Para ese entonces, el asesinado del Dr. Puentes estaba casi olvidado y, los que lo recordaban, tenían claro que no podían hacer nada.
Las vueltas del destino son irónicas. Nadie sabe para quién trabaja y nunca está claro quién es el amigo o el enemigo. Las relaciones humanas y sociales son muy complicadas y este libro tiene la sabiduría de optar por exponerlas en vez de intentar explicarlas. Los personajes del libro podrían ser el primero que nos encontramos al salir a la calle pero, con solo asomarse un poco a sus conflictos más inmediatos, a sus dramas íntimos, familiares y cotidianos, se logra, como quien no quiere la cosa, descubrir todo el peso que tienen las circunstancias sobre una persona que, a fin de cuentas, no es más que un solitario.
Particularmente conmovedor es el relato A tus brazos otra vez, en que uno de esos solitarios, idealista a más no poder, sigue soñando con ese gran cambio y llega a sacrificar todo lo que tiene en pos de lograrlo. En ocasiones duda y lamenta todos los sacrificios. Sabe que su trabajo es poco y la faena y los riesgos son muchos, pero tiene claro que no está solo y supone que el triunfo está cerca. A él no le tocará verlo, en todo caso.
Otro texto realmente apreciable es Vida y obra de Zacarías Malkiel, en el que, a partir de la anécdota de un intelectual que sostiene una investigación obsesiva sobre un personaje desconocido, surgen reflexiones sobre el sentido de la búsqueda. Tal vez en el fondo, el objeto de todas nuestras cacerías sea encontrarnos a nosotros mismos. Quizá los sacrificios de quienes optan por lo ideal en vez de por lo inmediato, radique en esa necia actitud de renegar de las circunstancias que nos rodean, a sabiendas de que esas circunstancias, además de rodear, aplastan.
En estos cuentos se puede leer mucho más de lo que está escrito. Son ejercicios de observación de personas, conflictos y escenarios en los que, gracias a una sutil manera de subrayar ciertos elementos, se tornan en observaciones profundas sobre situaciones que todos compartimos.
INSC: 1104

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