martes, 23 de septiembre de 2014

Crítica literaria de Sergio Pitol.

Adicción a los ingleses. Sergio
Pitol. Lectorum, México, 2002.
Existen distintas formas de hacer crítica literaria. Hay quienes leen el texto a través del cristal de alguna teoría (Lucha de clases, Psicoanálisis, Sociocrítica, Teoría de género, Análisis de discurso etc.) y logran descubrir revelaciones sorprendentes. Otros son aficionados a clasificar las obras en géneros, tendencias y movimientos (novela negra, novela rosa, novela histórica, costumbrismo, realismo, romanticismo, modernismo etc.) y agrupan los textos en categorías. Otros, los historiadores literarios, se dedican a estudiar la evolución de la literatura por región geográfica o por idioma y, al analizar una obra, destacan las novedades que aporta, así como las influencias que tuvo de autores anteriores o que fue capaz de generar en autores posteriores. Hay también críticos estéticos que se enfocan en los méritos o las torpezas de estilo. Existen además críticos que se consideran pontífices y se dedican a canonizar libros y autores. Sin embargo, lo que acaban haciendo, más que un canon, es un ranking. Son los que dicen "Estas son las cinco mejores novelas del año" o "los diez más importantes autores de la región". Otros críticos se creen evaluadores y son capaces de afirmar "su primer libro fue regular, el segundo bueno y el tercero malo". Están también los que llamo críticos testimoniales. Son esos que se meten en un libro como quien se clava en el mar, bucean por su páginas y, luego, salen a contarnos su experiencia y no tienen empacho en decirnos "fue maravilloso" o "fue horrible". A estos los considero los más valientes. Los más tímidos son los que en vez de críticas hacen reseñas. Se leen completo un libro de 800 páginas y luego escriben tres páginas para informarnos por dónde va la cosa. Su trabajo de síntesis, naturalmente, se agradece.
Todas estas clases de críticos nos prestan un gran servicio a nosotros, los lectores, quienes, además de libros, andamos siempre en busca de un poco de orientación.
Pero de todos los críticos literarios, mi favorito es aquel que logra ver detalles que otros pasan por alto y, gracias a su buen ojo, es capaz de guiar la mirada del lector hasta el rincón donde están escondidas las sorpresas.
Cuando le comenté lo que acabo de escribir a mi buen amigo don Sergio Román, él simplemente me dijo: "La próxima vez que nos veamos te voy a regalar un libro". La semana siguiente lo tenía en mis manos, lo leí verdaderamente deslumbrado y fue toda una revelación. Le agradecí el obsequio a don Sergio varias veces. Al recibirlo, cuando iba por la mitad y al terminar de leerlo. Sin embargo, creo que nunca podré agradecerle lo suficiente, porque en Adicción a los ingleses, de Sergio Pitol, publicado por Lectorum, encontré doce ensayos de crítica literaria que me hicieron sentir como un ciego de nacimiento cuyos ojos miraban por primera vez.
Confieso que no estoy familiarizado con muchos autores a los que se refiere el libro. Pero, naturalmente, sí he leído a Dickens, a Emily Brönte y a Jane Austen. Yo creía que los había leído atentamente pero los ensayos de Pitol, me hicieron sentir, repito, no como un lector miope, sino como uno ciego. Es asombrosa la experiencia de leer una crítica literaria de autores que uno cree que conoce a fondo y, súbitamente, percatarse que fue tanto lo que uno pasó por alto que es como si no los hubiera leído nunca.
En el caso de Jane Austen, por ejemplo, el ensayo de Pitol me hizo darle vuelta, como a un calcetín, a todos los conceptos y valoraciones que yo tenía de su obra. Yo, al igual que miles de lectores, leí Orgullo y prejuicio como una curiosidad de época. Mucho baile con vestidos bonitos, muchos caballeros de uniforme con aspecto de príncipe azul y muchas damitas tímidas y tontas en busca de marido que sonreían nerviosas ocultando su rostro tras un abanico. Deliciosas veladas y conversaciones galantes de personas ociosas en un mundo perfumado y cursi. El ensayo de Pitol, me hizo darme cuenta que yo, como los otros miles de lectores, me había quedado en la superficie. Que nunca pude entrar en el juego de ambigüedad y silencios con los que la escritora reivindica y da valor y protagonismo al mundo femenino. Las feministas que hayan leído a Austen como yo y los otros miles lo hicimos, se sentirían insultadas si se les insinuara que en las protagonistas de Orgullo y prejuicio se puede encontrar un antecedente de sus luchas. Sin embargo, Pitol, al subrayar las sutilezas que la autora solamente insinuó, deja claro cómo, en el fondo, aquellas niñas de sociedad, pese a jugar el papel que la época les imponía, eran inteligentes, capaces y enérgicas. Su mundo subordinado, el femenino, dominaba y controlaba el mundo masculino sin que nadie, especialmente los hombres, se enteraran. En el mundo de Austen, los hombres solo existen como sombras supeditadas a la voluntad de las mujeres.
Mientras Charles Dickens, cada vez que narraba una situación de injusticia social, era incapaz de aguantarse las ganas de soltar la denuncia, el sermón y el manifiesto reivindicador y panfletario, Jane Austen pudo hablar de adulterios, de raptos y de atropellos, sin juzgar como monstruos a los que los cometían y sin caricaturizar como víctimas dignas de lástima a quienes los sufrían. Austen, por medio de alejamientos y aproximaciones, logra comunicar, en los momentos necesarios su propia voz, sin que le estorbe al lector. Es más, sin que ni siquiera lo note.
Por eso, porque son muchísimas las cosas que el lector, incluso el lector atento, nunca nota, es que es tan valiosa la orientación de los críticos literarios que, como Sergio Pitol, además de ver, tienen la habilidad de hacer ver. Este tipo de crítica literaria hay que destacarla, porque es la que menos abunda.
Tengo la costumbre de subrayar los libros. Aunque durante la lectura de Adicción a los ingleses, tenía el bolígrafo en la mano, no lo utilicé ni una sola vez. Cada vez que quería marcar el libro, me percataba que don Sergio Román, su antiguo dueño, se me había adelantado y cada marca estaba justo en el mismo lugar en que yo la habría puesto.
Sergio Pitol (1933-2018),

INSC: 2628 

2 comentarios:

  1. Jane AustEn es una de mis escritoras favoritas. Uno de los motivos es poder disfrutar tanto de sus novelas desde mi perspectiva feminista. No molesta, se agradece. Aunque no es nuevo..
    Saludos y gracias por esta entrada.

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