Hugo Spadafora bajo la piel del hombre. Amir Valle. Aguilar, Costa Rica, 2013. |
Su muerte fue tan impresionante como su vida. Médico, idealista, soñador, revolucionario, hombre culto y apasionado, Spadafora fue (y no exagero), un caballero andante, un hombre que estuvo dispuesto a jugarse la vida por sus ideales. Nacido en Panamá, en 1940, en el seno de una familia de origen italiano, cursó sus estudios de medicina en Bolonia. Desde joven quiso dedicar su vida a luchar por un mundo mejor pero, en su caso, el sueño de abolir la injusticia y transformar la faz de la Tierra no fue, como en la mayoría de los jóvenes, una pose artificial de dientes para afuera, sino un compromiso real que asumió con todos sus riesgos hasta las últimas consecuencias. Spadafora dejó escritas unas memorias, pero él no era un hombre de palabras, sino de acción. De hecho, además de las memorias mencionadas, sus artículos o discursos fueron realmente pocos. Spadafora tomó el camino difícil, pero fructífero. Es tan fácil ponerse a criticar la realidad, soñar con un mundo ideal y, desde la comodidad de una posición estable y sin riesgos, hablar y escribir para cosechar aplausos y admiradores sin estar contribuyendo en nada a mejorar la vida de los otros. Spadafora no lo pensó dos veces para trabajar como médico y revolucionario en Guinea Bissau, para sumarse a la lucha guerrillera contra la dictadura de Anastasio Somoza en Nicaragua, para asumir un alto cargo con grandes desafíos en el Ministerio de Salud panameño en tiempos de Torrijos y, finalmente, para combatir la dictadura de Manuel Antonio Noriega. Su vida personal, fue tan intensa como su vida pública, porque los héroes son humanos, tienen padres y hermanos, se enamoran, fundan una familia y tienen hijos. Junto a su drama histórico y social, los hombres como Spadafora cargan un drama personal, afectivo y familiar intenso y complejo.
Allí estaba el héroe, allí estaba la historia, el drama y la tragedia, pero los años pasaban y nadie escribía el libro. Un par de artículos por aquí o por allá, alguna monografía más o menos amplia de vez en cuando, pero el libro que Spadafora merecía seguía sin escribirse. La vida de Spadafora, panameño graduado en Italia, revolucionario en Guinea Bissau y Nicaragua, apóstol de la medicina en Panamá y conspirador contra la dictadura panameña en Costa Rica, sería escrita finalmente por Amir Valle, un escritor cubano radicado en Alemania.
A mediados del 2013, tuve una reunión de planemiento con Alejandra Coto, entonces directora editorial de los sellos del Grupo Prisa. Ella me asignaba el trabajo. Teníamos varias obras entre manos, manuscritos para dictaminar, un par de novelas y hasta un recetario de cocina en proceso. Discutiendo los pendientes, con la mayor naturalidad del mundo me soltó la pregunta: "¿Te interesa editar un libro sobre Hugo Spadafora?" Yo me quedé frío y, al recobrarme de la sorpresa, le contesté: "Alejandra, hace más de veinticinco años que quiero leer ese libro." Sonriendo, ahí mismo me entregó el manuscrito. Vino luego una lectura maratónica, encerrado en mi casa por dos días devoré una tras otra las numerosas páginas y, en la mañana del tercer día, llamé a Alejandra: "Cuando me diste el manuscrito pensé "este libro tiene que ser una maravilla". Tiene que ser, no como suposición, sino como obligación. Lo leí y tengo el placer de informarte que lo es."
El trabajo de Amir es asombroso. Hugo Spadafora bajo la piel del hombre es un libro de más de 600 páginas en que no hay ni una gota de grasa. Es puro músculo. Aunque está documentado hasta en el más mínimo detalle con fuentes de primera mano, el libro no está escrito como una biografía, sino como una novela y, de esa forma, además de enumerar las andanzas, desafíos y logros de Spadafora en Centroamérica, Europa y África, logra ir trazando un retrato psicológico que nos permite acercarnos hasta lo más hondo de la personalidad del protagonista.
Hubo que esperar veintiocho años, tras la muerte de Spadafora, para que apareciera el libro que muchos, como yo, esperábamos. La espera valió la pena.
No tengo el placer de conocer a Amir en persona. Hablamos una vez por teléfono y todo el proceso de edición lo coordinamos por correo electrónico. Algún día, espero, Amir me escribirá una dedicatoria en mi ejemplar, que guardo con gran cariño, orgullo y agradecimiento porque, cuando ya la edición estuvo terminada y lista para ser enviada a imprenta, Amir introdujo un último cambio en el texto. Pidió que en el último párrafo del libro, viniera este agradecimiento:
"...a Briselda Bloise, por la acogida franca y el apoyo que ha dado a la publicación de este libro... y también a Alejandra Coto y Carlos Porras por todas las ideas, sugerencias y esfuerzos para que esta obra esté ahora en manos del lector".
En mi carrera de editor, Hugo Spadafora bajo la piel del hombre, es una gran flor que, con orgullo, puedo poner en el ojal de mi solapa. Nunca imaginé que tendría el honor de trabajar en el libro que esperé por más de un cuarto de siglo.
INSC: 2605
INSC: 2605
No hay comentarios.:
Publicar un comentario